Las capitales jamás serán su patria.
Fue a Nueva York y regresó aterido,
Viajó a París y fumó como si fuera un náufrago.
Sin prohibición ni gloria.
Y en Madrid no dormía:
Esperaba el retorno,
Tocar la primavera
En Roma estuvo ausente,
Y en Berlín sufrió tanto que nunca volverá.
Ya desistió de México, y no recuerda Kingston.
Quisiera renacer, pero sólo es llovizna.
Cada vez que padece,
Añora la humedad de la sombra y el río.
Si de querer se trata,
Ha pedido a los amos de su posteridad
Que su cuerpo repose donde nació con vida;
No en algún cementerio,
No al amparo de extraños,
Sino vuelto cenizas
Y entre la hierba, libre.
