Hoy le dieron el último balazo,
El más duro de todos, el que le pudre el pecho.
Sus hermanos lo matan para verlo caer.
Y nada quedará del remanso del río,
Ni del refugio de tanta soledad.
Apestarán las sombras.
Perviven la tristeza y aquellos golpes bajos.
Con las puertas abiertas, y en el faro otra vez.
El futuro se acaba cuando muera este día.
Ni una estrella en el cielo,
Sólo grietas del templo. Y asomarás descalza.
Y ladrarán los perros… Es tu abismo en la noche.
Y volverán los muertos… Es mi vida sin fondo.
Se irá secando el alba, y allá en el horizonte,
tenue como una lumbre ciega, se apagará la tarde
y morirán las olas que bañaban tus pies,
y morirá la hierba que pisaban los míos.