
Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo…
Poema sobre la vejez,
José Saramago.

Cuando todo esto acabe y usted calcule los efectos a largo plazo del aislamiento sobre su capacidad mental y neurológica, tal vez deba tener en cuenta su edad, su género, su grupo social y hasta el tipo de barrio en que vive. Pero muchos no recordarán ni su propio nombre.
Ahora mismo, por ejemplo, si le preguntáramos a un hombre educado y adinerado en un país primer mundista qué cambios ha traído esta pandemia para su vida, probablemente, aunque se trate de la misma cepa del virus su respuesta tenga muy poco que ver con la versión de un anciano pobre en el sur del mundo.
Asimismo, un niño africano que recibía su única comida diaria en su escuela y lleva meses malnutrido por causa del cese de los cursos, no recordará del mismo modo este fenómeno, si sobrevive a él, que un joven de clase media de algún país europeo. Un adulto mayor sin familia de algún país pobre, no percibe hoy el mismo nivel de riesgo que un joven sano que reside en la zona burguesa de Sudáfrica, por ejemplo.
Y aunque la verdad que revela la ciencia sea una en cuanto a microorganismos, procesos de contagio, y cura, hoy hay muchas pandemias, muchos aislamientos y muchas historias del mismo fenómeno.
En una nación envejecida como la nuestra, donde centenares de adultos mayores han visto restringidas sus interacciones sociales e inundadas de peligros sus esperanzas de vida, el estudio de perspectivas y grupos etarios adquiere gran importancia científica.
Nuestros abuelos, reducidos a pequeñas áreas dentro de las viviendas, sobresaturados de alertas noticiosas, y dependientes, cada vez más, del comportamiento de los jóvenes, nos llevan a enfocar los sucesos sanitarios de hoy desde el prisma por sectores, un camino por el cual recientes indagaciones pronostican las secuelas mentales y neurológicas para los ancianos encerrados en casa.
La mente de los ancianos, la más golpeada
Uno de los equipos que asumió la responsabilidad de estudios de perspectiva etaria fue el de la Universidad argentina Manuela Beltrán.
De acuerdo a la investigación de la Universidad, se ha encontrado que en una muestra de 200 adultos mayores con una media de edad de 71 años, el 46 por ciento de los evaluados presentan deterioro de sus procesos cognitivos y un 51 por ciento presentaba un envejecimiento normal. Las mujeres, con un 33 por ciento, presentaron mayor frecuencia de deterioro, frente a un 13 por ciento en comparación con los hombres.
Variables como la actividad física, alimentación saludable, el no consumo de alcohol y cigarrillo, y las relaciones sociales estaban relacionadas con un envejecimiento saludable y con una mejor calidad de vida entre los encuestados. Asimismo, las actividades de estimulación cognitiva como dibujar o cuidar a los nietos fueron un factor protector para los cerebros que resultaron mantenerse más sanos.
Chile comparte una importante característica demográfica con Cuba, el gran envejecimiento de sus habitantes por la extensión de la expectativa de vida, por ello, por similar ruta investigativa, el Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile descubrió que se proyecta un eventual aumento en la incidencia y severidad de los cuadros de enfermedades cerebrales en adultos mayores para los próximos meses como consecuencia de la pandemia por la Covid-19.
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