Llegamos tarde. Helmo Hernández está sentado en una silla apartada con su perro, Telémaco, enganchado a la mano. El perro nos ladra, alguien se acerca a su dueño. Helmo está sentado con los pies al frente, en chancletas. De fondo, la vista del Vedado desde la Fundación Ludwig, que el historiador de arte preside hace más de 20 años. Nos pide que esperemos. Se pone a escuchar algo en el móvil. Puede ser que Helmo nos esté haciendo pagar por llegar tarde. Y es justo. El perro, que no paraba de ladrarnos, se calla y se acuesta. Helmo dirige su vista a un lado, a esa imagen nada terrenal que tiene a unos metros y escucha. Cuando termina, mira algo en el móvil. Una hora antes nos había dejado en visto en WhatsApp y pensamos, ingenuamente, que no le gustaban los móviles. Pero, no, no era eso. Y tampoco estaba molesto porque llegáramos tarde.
Cuando acaba nos pide que nos sentemos para la entrevista con una mesa de por medio. “Tengo alma de profesor”, dice. Hoy hemos venido a hablar de Palabras a los intelectuales, un tema sobre el cual, Helmo, ensayista e investigador, ha conversado en innumerables ocasiones y tiene su conferencia preparada. De entrada, pide que le lean las preguntas. El profesor no quiere ser interrumpido cuando comience a hablar. Las “dudas” al final.
Pero hay una que debe aclarar antes que todo. ¿Qué pasa con la política cultural de la Revolución hoy? ¿Quiénes son los encargados de darle ese contenido que los tiempos actuales exigen?
“Yo no puedo decir que la política cultural de la Revolución se estableció en Palabras… porque eso no es verdad. La política cultural de la Revolución es un constructo. Las políticas son una construcción permanente que no ha parado. ¿Qué fue ese discurso? La creación de un consenso entre Fidel y los intelectuales. Desde el punto de vista de Fidel, sí.
“¿Y por qué tenemos que revisitarlo constantemente? Porque tenemos que aprender a seguir construyendo consensos. ¿O es que nos creemos que en la Cuba actual no hay consensos que construir? ¿No hay diversidad de pensamientos? ¿No tendríamos que encontrar los caminos de encuentro permanentemente? De eso se trata, hay que revisitar Palabras… para saber encontrar y meternos por los caminos del encuentro. No porque yo crea que ahí se estableció una política cultural para siempre, porque esa no es la verdad”.
Dice Helmo que hace unos días, cuando se conoció la noticia del 92.28% de eficacia del candidato vacunal Abdala, él volvió a sentir que tenía 20 años. “Yo estaba eufórico, pero veía que los jóvenes a mi alrededor no estaban como yo.
“Lo peor del subdesarrollo y del colonialismo es lo que nos hacen con la cabeza, es cómo nos muelen la capacidad de soñar y pensar, es lo que sucede cuando muchos de los paradigmas de los jóvenes están en otro lado. ¿Cómo los puedo convencer, si efectivamente nuestro mal trabajo ha hecho todo lo posible por convencerlos de eso? Eso no es culpa de ellos. Nosotros somos responsables de eso. Cuando los jóvenes fueron al 27N, al día siguiente había quien decía: ´pero yo no entiendo, tanto que trabajamos nosotros´. Pero yo decía: ´estoy muy triste porque yo sé que el único culpable soy yo´.
“Porque yo lo único que puedo arreglar es lo que hago yo y algo hice mal. No hice lo suficiente, lo que los llevó a tomar un camino que no era el que yo quería que tomaran. No todo el mundo ahí era de la CIA. ¿Por qué me ganaron los agentes de la CIA? La única culpa es mía. Primero me mejoro yo, y después vamos a ver qué hacemos con los demás”.
¿Volver a Palabras… 60 años después?
Antes de hablar sobre el documental PM (pasado meridiano), que daría lugar a las reuniones y a Palabras a los intelectuales, Helmo quiere hacer alusión a una producción que se estrenó poco antes. “Asamblea General, un documental de Tomás Gutiérrez Alea (Titón) sobre la primera Declaración de La Habana en la Plaza de la Revolución, que muestra el nacimiento de ese pueblo, que es una sumatoria de individuos que cuando se unen para construir la figura de pueblo cobra otra cualidad porque está actuando y decidiendo conscientemente.
“En ocasiones me han dicho: ´la gente que aparece en PM puede ser mucha de la que estaba en la Plaza ese día´. Es cierto, pero la diferencia entre ser individuo y pueblo, que fue quien se enfrentó a los mercenarios en Girón, es muy notable”.
A los 84 años, después de haber sido representante de Cuba ante la ONU, ministro de Relaciones Exteriores y presidente del Parlamento durante dos décadas, entre otras funciones políticas, dedica sus días a “cosas como éstas”, es decir, a dar entrevistas, como la que le hemos solicitado para la serie de TV Relatos in(contables), una propuesta audiovisual aún en ciernes. Incluso conociendo que la grabación no tiene fecha de transmisión, no ha dudado en aceptar.
Enciende un tabaco solo después de concluida la larga conversación sobre un tema que le apasiona. Y es entonces cuando ante mi insistencia, responde: “Sí, estoy escribiendo algo sobre mi vida, pero si voy a contar todo lo que sé…” La respuesta inconclusa es probablemente más caliente que el habano que ya se consume mientras nos despedimos. Yo, con la promesa de publicar íntegramente y en letra impresa lo narrado. Él, recreándose con las formas que dibuja el humo de su puro.
Ricardo Alarcón de Quesada es descendiente de la familia de la segunda esposa del Padre de la Patria cubana: Ana de Quesada y Loynaz (1843-1910), quien murió en París, como una emigrada más y después de un breve paso por los EE.UU., a donde Carlos Manuel de Céspedes la envió intentando protegerla de los rigores de la manigua y de las amenazas que ya rondaban al presidente depuesto de la república en armas.
El tema nación-emigración no ha sido ajeno para Alarcón. Todo lo contrario. Y no solo porque antecesores suyos estén dispersos por diversos sitios del mundo, sino porque él fue uno de los gestores del primer diálogo entre el gobierno revolucionario cubano y un grupo representativo de la comunidad cubana en los EE.UU.
Desde 1966 y hasta 1978, Alarcón permaneció en Nueva York, como Embajador-representante permanente de Cuba ante las Naciones Unidas. Desde allí fue testigo del nacimiento y evolución de iniciativas que buscaban un acercamiento, muchas veces crítico, a Cuba y a su Revolución. Organizaciones como Juventud Cubana Socialista, revistas como Areíto y Joven Cuba, el Instituto de Estudios Cubanos o la Brigada Antonio Maceo -con su impactante primer viaje a la Isla a finales de 1977- fueron algunos de los antecedentes del Diálogo que finalmente se celebraría el 20 y 21 de noviembre de 1978, luego de una conferencia de prensa en septiembre en la que Fidelinvitó a personas representativas de la comunidad a venir a la isla con ese fin, con la única condición de que no acudieran cabecillas de la contrarrevolución ni terroristas en activo.
Participaron 75 miembros de la comunidad cubana en los Estados Unidos y 140 en un segundo encuentro celebrado el 8 de diciembre.Alarcón fue uno de los 9 dirigentes cubanos que, encabezados por Fidel, conformaban la representación del gobierno de la isla.
Esther: Poco antes de la celebración del Diálogo de 1978 usted acababa de regresar de la Misión de Cuba ante la ONU. Allí había vivido la experiencia del acercamiento de cubanos emigrados que tenían el interés de reencontrarse con su país. Se planteaban una visión acerca de la Revolución cubana diferente a la de los elementos más radicales de la derecha de la comunidad cubana en ese país. ¿Cómo ocurrió ese acercamiento, qué recuerda de esa etapa en Nueva York?
Alarcón: Los diálogos de 1978 con la Comunidad fueron parte de un proceso interesante de acercamiento. Surgieron la Brigada Antonio Maceo y otros proyectos y todo cambió en aquel momento y cada vez va cambiar más. Fue en la Misión de Cuba ante la ONU, en Nueva York, donde comenzó todo eso. Yo era el único en aquella mesa que conocía a casi todos los cubanos emigrados que participaron en la reunión.
Desde que yo llegué a Nueva York tuve mucha relación con cubanos que estaban en la emigración. Eso no es posterior a la Revolución. No haces más que llegar allí y descubres que montones de cubanos que llegaron a EE.UU., muchos de ellos ilegalmente, en su origen habían recibido una visa B-29, un tipo de visa que daba EE.UU. para visitantes, y la clasificación era con la letra B y por 29 días.
Pedro Calzadilla, director del Centro de Estudios Simón Bolívar
RAÚL CAZAL
La cita con el historiador Pedro Calzadilla fue en la sede del Centro de Estudios Simón Bolívar, que dirige actualmente, ubicado a piedemonte del Waraira Repano, en la Urbanización San Bernardino, a pocos metros de la Cota Mil, para ser precisos.
Fue ministro de Cultura del presidente Hugo Chávez desde 2011 hasta el año 2014, cuando el presidente Nicolás Maduro lo designa ministro de Educación Universitaria. Forma parte del contingente de investigadores de la Historia Insurgente con quienes fundó el Centro Nacional de Historia y del cual fue presidente en diferentes momentos. Antes de asumir el Centro de Estudios Simón Bolívar y formar parte de la Comisión Presidencial Bicentenario 2021 para la celebración de los 200 años de la Batalla de Carabobo, fue coordinador de la Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad.
Cuando habla sobre Simón Bolívar o Hugo Chávez, a veces confunde los nombres porque son parte de la misma historia, pero en diferentes momentos. “Así como los niños los confunden, a nosotros también nos sucede igual”, acota con gracia, y como historiador le otorga el crédito al Arañero de Sabaneta, de haber armado “una explicación del proceso histórico”, aunque advierte que “no es que sea completamente nueva, pero las piezas las pude armar de manera distinta y le encontré sentido a todo”.
—Chávez no es que nos habló de historia, sino que armó una manera de interpretarla, de encontrarle inteligibilidad.
—¿Qué une el pasado con el presente?
—En la historia republicana de Venezuela existen dos proyectos históricos. Uno, el que Germán Carrera Damas llama Proyecto Nacional, que puede llamarse Proyecto Desnacional, porque él refirió con el término de Nación el proyecto de la burguesía. También dijo que existió uno alternativo que surgió como contraposición. Esta categoría nunca la desarrolló. Con la Revolución Bolivariana se revitalizó el Proyecto Nacional Simón Bolívar. Este es el cable que une ese tiempo histórico con el presente. Al recuperarlo y diseñar una opción histórica, se termina de perfilar el otro proyecto histórico: el del pueblo, los humildes, los pobres, de los trabajadores, de las mayorías, que hoy se llama izquierda o socialista, antes simplemente se llamaba Proyecto Popular. Son dos proyectos históricos en pugna, que a partir de 1830 uno se mantuvo en el poder. Durante la Independencia también existió esa pugna. Ambos nacen en el tiempo de la Independencia, engrosaron el movimiento independentista y luego tomaron derroteros distintos.
—¿Cómo será leída nuestra historia en el futuro?
—Hoy estamos experimentando una etapa de la historia de ese proyecto popular, democrático, social, revolucionario, hoy socialista. Imagino que dentro de 100 años este tiempo histórico será estudiado como el momento de nuestra historia en que el proyecto de Bolívar tomó el poder por primera vez. Pudo construir mayoría y hacerse hegemónico, logró el sistema de respaldo, alianzas, el “bloque histórico”, en palabras de Gramsci, permitió tomar el poder y avanzar en la transformación.
—Hay historiadores que tratan de minimizar a Bolívar.
—Bolívar es símbolo, lugar de memoria, centro de gravedad de la identidad de un pueblo. Es uno de los pocos casos en donde un personaje histórico es capaz de congregar a un pueblo entero. Esa pugna histórica de dos proyectos, de dos modelos, que evolucionan desde la independencia hasta hoy, que se disputan el poder desde entonces, también tuvieron a Bolívar como parte de la disputa. Su memoria constituyó un lugar de desarrollo de esta pugna. La oligarquía confisca a Bolívar tempranamente. Generalmente se dice “lo volvieron mármol”, pero es mucho más complejo. No fue solamente convertirlo en estatua, sino que hacen un proceso de secuestro de su imagen y referencia. Te hablo de diez años después de la separación de Venezuela de Colombia, las oligarquías optan por borrar el recuerdo de Bolívar y fracasaron. Se dieron cuenta que cualquier proyecto político pasaba por tenerlo cerca y construyen el llamado “culto a Bolívar”. Un sistema de adoración que al tiempo que exaltaban al héroe, ejecutaba una operación de legitimación del orden surgido después del año 30. Es una República que nace “en contra del pensamiento y la voluntad de Bolívar, en contra de todo lo que Bolívar significó para sí mismo, en contra del corazón de Bolívar”, como dijo el maestro José Manuel Briceño Guerrero. Ese proceso de adoración termina convirtiéndolo en símbolo de la Cuarta República, por eso es una imagen familiar.
—A las oligarquías también les cuestan decir “Patria”, así como ciertos poetas la invocan para negarla o darle un sentido individual.
—El compromiso que supera lo individual es una de las conquistas de la Revolución Bolivariana. Muchos colegas se burlaban de la idea del “compromiso social”. La izquierda siempre decía que el historiador tenía que escribir desde el compromiso de su tiempo. Del otro lado se enfatizaba la disolución de todas las convicciones y certezas…
Poco más de un año después de que Luis Arce Catacora llegó a nuestro país como asilado político, regresa como presidente del Estado Plurinacional de Bolivia.
El 6 de diciembre de 2019, protegido por la embajadora mexicana María Teresa Mercado, entre demoras en la entrega del salvoconducto del gobierno de La Paz y el hostigamiento policial, el ex secretario de Economía del gobierno de Evo Morales pudo tomar primero un avión con destino a Perú y luego otro a México. Hoy, poco menos de 15 meses después de aquella odisea, vuelve como mandatario a territorio nacional, invitado por Andrés Manuel López Obrador.
Entrevistado en exclusiva por La Jornada, el economista con un máster en ciencias económicas de la Universidad de Warwick, en Inglaterra, y dos doctorados honoris causa, artífice del milagro económico de Bolivia, cuenta cómo a su regreso a su nación, encontró a un país de luto, lleno de dolor, en bancarrota por las pésimas políticas de la golpista Jeanine Áñez. Aquí, partes relevantes de la conversación que tuvo con este diario.
Gobierno insensible
–Presidente, ¿qué país se encontró usted al llegar a Bolivia? ¿Qué situación se vivía en la salud, la economía, la política?
–Nos encontramos con un país de luto, triste, con mucho dolor. Enfrentando un gobierno insensible que no respetaba los derechos humanos. Económicamente quebrado, sin educación, sin salud, con un mal manejo de la pandemia y un pésimo modelo educativo.
“Fuimos el único país que clausuró el año escolar en medio de la pandemia, simplemente por la incapacidad de la derecha de manejar la educación.
“Encontramos un país altamente endeudado, externa e internamente. Lo dejamos creciendo a 4 por ciento. Lo recibimos con menos 11 por ciento. ¡Una caída catastrófica! Endeudamiento alto y un déficit fiscal realmente mal manejado, de 12 por ciento. Sin resultados. Porque uno podría decir: bueno, han gastado la plata, pero mejoró la educación, salud. Pero no ha sido así.
“Nuestras empresas públicas están prácticamente quebradas. Las concesionaron a las privadas, que le hacían la competencia a las estatales. Por ejemplo, nuestra línea aérea BoA perdió los mejores horarios en los vuelos dentro de Bolivia y disminuyó la frecuencia de sus rutas, para dar paso a las privadas.
No se atendió ni a Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), que es la empresa estatal más grande que tenemos. No se impulsó ni a la minería. Pusieron a nuestras empresas en una situación deplorable.
En salud no se hizo nada
–Usted tomó posesión a principios de noviembre del año pasado. ¿Qué han podido hacer en este tiempo para revertir esa situación?
–La economía no se puede resolver en dos meses. Entramos al gobierno y lo que encontramos era catastrófico. Tomamos algunas medidas de reactivación de la inversión pública que se había paralizado.
“El gobierno de facto se negó a utilizar la inversión pública como instrumento de política económica. Nosotros reanudamos estas medidas, pero en dos meses no se recupera la economía.
“Trabajamos fuertemente el tema de salud. El gobierno de facto no había hecho nada. Compramos pruebas antígeno nasal mucho más rápidas para detectar el Covid y diseñamos un plan conjuntamente con municipios y gobernaciones. El gobierno nacional los dotó de estos equipos. Empezamos la negociación para comprar las vacunas. Comenzamos muy tarde. En diciembre ya podíamos anunciar el cierre de varios contratos para adquirir vacunas Sputnik V y la china. Luego firmamos el convenio con Covax, con el que hemos garantizado 100 por ciento de vacunas para 100 por ciento de población vacunable. Recibimos una parte de las vacunas en enero y una mayor en febrero. A partir de marzo estamos recibiendo cada vez más. Empezamos la vacunación mucho antes que otros gobiernos en la región.
“En cuanto a educación, relanzamos el año escolar. En algunas regiones donde no afectó el coronavirus hay clases presenciales o semipresenciales. Reforzamos con cartillas, libros de entrega gratuita y material para que los estudiantes puedan hacer las clases a distancia. Sacamos Internet gratuito para los estudiantes en época escolar.
Hay un viejo proverbio que se utiliza en Cuba: “Dios protege a la inocencia”. Así parece con esta entrevista, después de todo… Semanas preparándola con José Mujica, ex presidente uruguayo, tupamaro, líder del Frente Amplio. El hombre de nueve balazos en el cuerpo, el que estuvo preso 13 años, el que después de la dictadura siguió aportando a su país y llegó a ser Ministro de Ganadería y Agricultura en el primer gobierno de Tabaré Vázquez en 2005 y luego Presidente del Uruguay entre 2010 y 2015; el que está casado de toda la vida con Lucía Topolansky, la también guerrillera y senadora actual. El Presidente de tres leyes trascendentales: Legalización del aborto (2012), Legalización del matrimonio igualitario (2013), Legalización de la producción y venta de la marihuana (2013). En su gobierno se redujo la pobreza al 12 %, disminuyó la desigualdad, permitió un crecimiento económico del 75 % y se pusieron en marcha importantes inversiones sociales en la salud y la ciencia…
… Pepe Mujica me esperaba este 8 de marzo de 2021. Está entre las numerosas personalidades uruguayas de la ciencia y la política que han nominado y apoyan la candidatura de los médicos cubanos al Nobel de la Paz. De nuevo el puente entre La Habana y la Chacra de Montevideo. Sin embargo, esta vez las comunicaciones estuvieron fatales: la llamada por whatsapp se caía una y otra vez… pero no cejamos. Al final, del otro lado de la línea estaba un guerrillero y de este lado, una cubana… ¡Menudo dúo nos juntamos!
Pepe Mujica-. Hola. ¿Cómo estás? ¡Un gusto en saludarte querida!
Maribel Acosta Damas-. ¡Hola! ¡Muy bien! ¡Igual un gusto para mí escucharlo! ¿Cómo se siente?
PM-. ¡Bien bien!!! Todo bien de salud…Por ahora bien…
MAD-. Hoy es el día internacional de la mujer. El azar ha querido que este día sea de nuestra conversación…
PM-. Sí. Este es un largo proceso, va a costar algunos años todavía salir de la sociedad patriarcal porque es un problema cultural y es más difícil cambiar una condición cultural que material, pero algo se va progresando…
MAD-. En medio de este tiempo complejo, ¿cómo ha llevado la pandemia?
PM-. Al principio lo llevábamos bastante bien, pero ahora se está complicando mucho. Recién empezaron a vacunar pero estamos muy atrasados y está muy feo en Brasil y eso en alguna medida nos toca a nosotros…
MAD-. ¿Qué lección nos está dejando la pandemia? Con respecto a los comportamientos de vida de los que usted ha hablado tanto…
PM-. Nos deja bien claro que estamos en un mundo donde cada quien se arregla como pueda. Parece que cada cual ha decidido arreglarse como pueda y en lugar de asumir una actitud colectiva de carácter mundial, es lo contrario; y entonces el área pobre del mundo va a pagar un precio mayor y vamos a salir a un mundo que va a ser más pobre pero no parece que se multiplica la solidaridad en el mundo en que vivimos. Eso no lo arregla el mercado.
MAD-. ¿Cómo se arregla entonces?
PM-. Se va a arreglar como siempre, pagando una cuota de sacrifico que se podía haber evitado. La pandemia deja en claro también la importancia de la sanidad pública. No caben dudas. Acá al principio de la pandemia nos arreglamos bastante bien porque nuestro gobierno gastaba un alto por ciento en salud y eso ayudó al país, pero el promedio de lo que gasta América Latina es 3 puntos y pico del PIB nada más. Entonces a la hora de la verdad los servicios médicos colapsaron por todas partes, la capacidad instalada era pobre porque se cree que el mercado lo va a arreglar todo. Y los países tienen que tener un buen servicio público porque no se sabe cuándo habrá un incendio y si no se construyen bienes públicos en una sociedad estratificada, el mercado le dará respuesta a los que tienen poder adquisitivo y el resto tendrá que sufrir el doble. La construcción por parte del Estado de bienes públicos mitiga las diferencias sociales. De lo contrario, los que tienen plata se las van a arreglar, los que no tienen, difícilmente se las puedan arreglar.
MAD-. En este escenario, usted ha expresado su apoyo público a la candidatura al Premio Nobel de la Paz al Contingente médico cubano Henry Reeve…
PM-. ¡Por supuesto! Ha sido una tarea muy noble en el mundo a lo largo de los años. ¡Cómo no apoyar! Ha sido uno de los gestos más importantes que se puedan pensar a nivel de solidaridad efectiva de un pequeño país con enormes dificultades, que ha aportado a la humanidad en todas partes. Y por eso me parece que es una cosa muy digna…
MAD-. Usted que conoce estos entramados… ¿qué cree? ¿Se lo darán?
PM-. ¡Ummm…! No se… tengo mi desconfianza… pero es un honor respaldar la candidatura al Nobel de la Paz para los médicos cubanos…
Ultima entrevista realizada a Michel Foucault, publicada originalmente en el semanario francés Le Nouvel Observateur a inicios de junio de 1984.
“El lenguaje es, como saben, el murmullo de todo lo que se pronuncia, y es al mismo tiempo ese sistema transparente que hace que, cuando hablamos, se nos comprenda; en pocas palabras, el lenguaje es a la vez todo el hecho de las hablas acumuladas en la historia y además el sistema mismo de la lengua.»
Michel Foucault
Pregunta.El primer volumen de su obra Historia de la sexualidad se publicó en 1976, ¿sigue usted pensando que el conocimiento de la sexualidad es imprescindible para comprender lo que somos?
Respuesta. Debo aclarar que me interesan mucho más los problemas relacionados con las técnicas del yo que el sexo… El sexo es aburrido.
P. Parece ser que a los griegos tampoco les interesaba el sexo.
R. Sí, así es. Consideraban que no era un problema importante. De hecho, le concedían una mayor importancia a la alimentación y a los regímenes. Creo que tiene un gran interés la observancia del movimiento extremadamente lento que va desde el momento en que se pone el énfasis en la alimentación –preocupación omnipresente en Grecia– hasta aquel en que se presta atención a la sexualidad. La alimentación era mucho más importante que el sexo en los primeros tiempos del cristianismo. En las reglas monacales, el problema fundamental era la alimentación. Durante la Edad Media se produjo un lento desplazamiento. Finalmente, después del siglo XVII se impuso la sexualidad como problema esencial.
[…]
Al leer a Séneca, Plutarco y otros autores afines me pareció que se ocupaban de un gran número de problemas relacionados con el yo, la ética del yo, la tecnología del yo… A partir de ahí se me ocurrió escribir un libro compuesto por una serie de estudios independientes que se ocuparan de determinados aspectos de la antigua tecnología pagana del yo. […]
Lo que me llama la atención es que la ética griega se preocupaba más por la conducta moral del hombre, su ética y su relación consigo mismo y con los demás, que por los problemas religiosos. ¿Qué nos sucede después de la muerte? ¿Qué son los dioses? ¿Intervienen en nuestras vidas? Todas estas preguntas tenían muy poca importancia, ya que no estaban directamente relacionadas con la ética. Ésta, por su parte, no se hallaba vinculada con un sistema legal. Así, por ejemplo, las leyes contra la mala conducta sexual eran escasas y poco constrictivas. Lo que los griegos en realidad se proponían era construir una ética que fuese una estética de la existencia.
Me pregunto si nuestro problema hoy no es, en cierta forma, similar, ya que la mayoría de nosotros hemos dejado de creer que la ética esté sustentada por la religión, y nos oponemos a que un sistema legal intervenga en nuestra vida privada moral y personal. Los movimientos de liberación más recientes están perdiendo fuerza porque no consiguen encontrar un principio que pueda servir de base para la elaboración de una nueva ética. Necesitan una ética, pero la única que encuentran se halla sustentada por un supuesto conocimiento científico de lo que es el yo, el deseo, el inconsciente, etc. La similitud entre estos problemas y los que se planteaban los griegos es sorprendente.
P. ¿Cree usted que los griegos ofrecen una alternativa atrayente y plausible?
R. ¡De ninguna maneral Yo no busco una solución alternativa; no se puede resolver un problema imitando lo que hicieron otros hombres en otro tiempo. Mi intención no es reconstruir la historia de las soluciones, y éste es el motivo por el que rechazo la palabra alternativa; lo que me propongo es elaborar la genealogía de los problemas, de las problemáticas. Yo no creo que todas las soluciones sean malas, sino que todas encierran un peligro, lo que no es exactamente lo mismo. Si todas son peligrosas, tenemos siempre algo que hacer. Por consiguiente, mi postura no conduce a la apatía, sino a una militancia de la que no está excluido el pesimismo.
Pienso que la elección ético-política que debemos hacer cada día consiste en determinar cuál es el peligro principal.
P. Hay un aspecto de la cultura griega al que se refiere Aristóteles y que usted omite, a pesar de que parece muy importante: la amistad. En la literatura clásica, la amistad es la que permite el reconocimiento mutuo. Aunque tradicionalmente no ha sido considerada como la más alta de las virtudes, al leer a Aristóteles y a Cicerón se tiene la impresión de que se trata, en realidad, de la más importante de todas ellas. La amistad es, en efecto, desinteresada y duradera; no se compra con facilidad, no niega la utilidad y el placer del mundo y, sin embargo, busca algo más.
R. El uso de los placeres se ocupa de la ética sexual. No es un libro sobre el amor, la amistad o la reciprocidad. No hay que olvidar que cuando Platón intenta integrar el amor de los jóvenes en la amistad se ve obligado a pasar por alto las relaciones sexuales. La amistad es recíproca, pero las relaciones sexuales no lo son: en ellas se es pasivo o activo, se es penetrado o se penetra. Estoy completamente de acuerdo con lo que dice usted acerca de la amistad, pero creo que ello confirma lo que señalábamos acerca de la ética sexual griega: si hay amistad, es difícil que existan relaciones sexuales. Una de las razones por las cuales los griegos tuvieron que laborar una filosofía para justificar este tipo de amor es que no podían aceptar la reciprocidad física. […]
Lo que me interesa descubrir es lo siguiente: ¿Somos capaces de formular una ética de los actos y de su placer que tenga en cuenta el placer del otro? ¿Es posible integrar el placer del otro en nuestro propio placer sin que sea necesario referirse a una ley, al matrimonio o a cualquier otra obligación?
[…]
Cuando se lee a Sócrates, Séneca o Plinio, por ejemplo, se descubre que los griegos y los romanos no se hacían ninguna pregunta acerca de la vida futura, de lo que sucede después de la muerte o de la existencia de Dios. No consideraban que éste fuese un problema importante. Lo que les preocupaba era ante todo qué techné debía utilizar el hombre para vivir tan bien como debería. Creo, que se produjo una importante evolución en la cultura antigua cuando esta techné tou biou, este arte de la vida, se fue convirtiendo poco a poco en una techné del yo. Supongo que un ciudadano griego del siglo V o IV antes de Cristo debía pensar que esta techné consistía en no preocuparse por la ciudad ni por los compañeros. Para Séneca, en cambio, el problema consistía en preocuparse por uno mismo.
P. ¿Cuál era entonces la actitud de los griegos frente a la desviación?
R. De acuerdo con la ética de los griegos; lo que diferenciaba a las personas no era el hecho de que prefiriesen a las mujeres o a los muchachos o de que hicieran el amor de tal o cual forma. La diferencia fundamental residía en la cantidad, la actividad y la pasividad: ¿eres esclavo de tus deseos o eres su amo?
P. ¿Qué sucedía si una persona hacía tan a menudo el amor que su salud se resentía?
R. Eso es lo que los griegos llamaban hubris, exceso. El problema no estaba en la desviación, sino en el exceso o en la moderación.
P. ¿Qué hacían los griegos con esos individuos?
R. Los consideraban como personas de mala reputación.
P. ¿No intentaban curarlos, corregir su comportamiento?
R. Existían ejercicios cuyo fin era conseguir que la persona se hiciera dueña de sí misma. Según Epícteto, el hombre debía ser capaz de contemplar una bella mujer o un joven hermoso sin sentir ningún deseo por ella o por él. En este sentido, era necesario tener un dominio absoluto de uno mismo.
[…]
Me llama la atención el hecho de que en nuestra sociedad el arte se haya convertido en algo que atañe a los objetos y no a la vida ni a los individuos. El arte es una especialidad que está reservada a los expertos, a los artistas. ¿Por qué un hombre cualquiera no puede hacer de su vida una obra de arte? ¿Por qué una determinada lámpara o una casa pueden ser obras de arte y no puede serlo mi vida?
«En el caso de la sociología, sin embargo, siempre estamos caminando sobre brasas, y las cosas que discutimos están vivas, no están muertas ni enterradas.» Pierre Bourdieu
BEATE KRAIS
Beate Krais: Cuando escribiste este libro ya tenías una experiencia de trabajo sociológico. ¿En qué punto de tu trabajo encontraste útil o necesaria esta reflexión epistemológica que se manifiesta en El oficio de sociólogo? Te pregunto esto porque hoy tienes mucha más experiencia, pero de todos modos habías trabajado no poco en aquel momento.
Pierre Bourdieu: El trabajo fue comenzado hacia 1966. En aquel momento, la Escuela de Altos Estudios creó una formación intensiva en sociología: en este marco hice con Passeron una serie de cursos de epistemología y este libro fue una manera de perpetuar el curso sin estar obligado a repetirlo cada año. Así pues, en el origen había una intención pedagógica y el libro se dio como un manual; pero al mismo tiempo existía una ambición más grande. Escribir un manual era una manera de hacer un tratado del método sociológico bajo una forma modesta.
B. K.: Pero era también un trabajo de reflexión sobre lo que ya había sido hecho.
P. B.: Sí. Estaba la intención pedagógica, pero también la voluntad de hacer un balance de una decena de años de trabajo sobre el terreno, en etnología primero, y luego en sociología. Yo había trabajado mucho en Argelia con la gente del Instituto de Estadística y tenía la impresión de que había puesto en práctica una metodología que todavía no había encontrado su explicitación; la impresión de que era muy necesario hacerla explícita se encontró reforzada por el hecho de que en este momento era el extremo de la invasión «lazarsfeldiana» en Francia. Lazarsfeld, alrededor de los años sesenta, vino a París y dio en la Sorbona cursos solemnes a los cuales creo que asistieron todos los sociólogos franceses, excepto yo, y esto de una manera deliberada: yo pensé que, simbólicamente, no tenía que meterme en la escuela de Lazarsfeld (era suficiente leer sus libros). A través de técnicas interesantes, que era necesario aprender, y que yo había aprendido, imponía otra cosa, es decir, una epistemología implícita de tipo positivista que yo no quería aceptar. Y esta es la verdadera intención del El oficio… Hay, por lo demás, una cita al principio donde se dice más o menos: se dirá que este libro está dirigido contra la sociología empírica, pero esto no es verdad. Está destinado a fundar teóricamente una manera diferente de hacer la investigación empírica, tomando una tecnología que Lazarsfeld ha hecho avanzar bastante —esto no se le puede negar— y poniéndola al servicio de otra epistemología. Tal era la verdadera intención del libro.
En aquel entonces yo veía dos errores opuestos contra los cuales la sociología debía definirse: el primero, que se puede llamar teoricista, estaba simbolizado por la Escuela de Frankfurt, es decir, por gente que, sin hacer investigación empírica, denuncia por todas partes el peligro positivista (Goldmann era el representante en Francia de esta corriente). La segunda, que podemos llamar positivista, era simbolizada por Lazarsfeld. Era el dúo Lazarsfeld/Adorno, a propósito de lo cual yo escribí una nota en el apéndice de La distinción [La distinction]. Contra estas dos orientaciones se trataba de hacer una sociología empírica fundada teóricamente, una sociología que puede tener intenciones críticas (como toda ciencia), pero que se debe realizar empíricamente.
B. K.: ¿Qué había en aquel momento como tradiciones epistemológicas en las cuales te podías apoyar para llevar a cabo esta intención?
P. B.: En aquel entonces tenía, antes que nada, mi propia experiencia. Había trabajado en Argelia con la gente del Instituto de Estadística, con todos mis amigos del INSEE (Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos): Alain Darbel, Claude Seibel, Jean-Paul Rivet, con quienes aprendí la estadística en la práctica. Esta ha sido una de las oportunidades de mi vida. Ellos poseían una tradición estadística muy rigurosa, que no tenía nada que envidiar a la versión anglosajona, pero que era ignorada por los sociólogos. Es decir, siendo muy estrictos en materia de muestreo y de modelos matemáticos, estaban encerrados en una tradición burocrático-positivista que les impedía interrogarse acerca de las operaciones elementales de la investigación. Poco antes de trabajar en este libro, yo enseñé sociología en la Escuela Nacional de Estadística y de Estudios Económicos. Dando este curso a futuros estadísticos, descubrí que era necesario enseñar no solamente a tratar los datos sino a construir el objeto a propósito del cual los datos eran reunidos. No solamente a codificar, sino a despejar las implicaciones de una codificación; no solamente a hacer un cuestionario, sino a construir un sistema de preguntas a partir de una problemática, etc. Esa era mi experiencia.
Por lo demás, yo tenía mi formación y, en el curso de mis estudios de filosofía, me había interesado sobre todo en la filosofía de las ciencias, en la epistemología, etc. Traté de trasladar al terreno de las ciencias sociales toda una tradición epistemológica representada por Bachelard, Canguilhem, Koyré, por ejemplo, mal conocida en el extranjero, salvo por gentes como Kuhn, que la ha conocido a través de Koyré, lo que hace que la teoría kuhniana de las revoluciones científicas no me haya parecido una revolución científica… Esta tradición, que no es fácil de caracterizar con una palabra en «ismo», tiene como fundamento común la primacía dada a la construcción: el acto científico fundamental es la construcción del objeto: no vamos a la realidad sin hipótesis, sin instrumentos de construcción. Y cuando uno se cree desprovisto de todo presupuesto, se construye el objeto aun sin saberlo y casi siempre, en este caso, de manera inadecuada. En el caso de la sociología esta atención a la construcción se impone con una urgencia particular porque el mundo social se autoconstruye en cierto modo; nosotros estamos habitados por preconstrucciones. En la experiencia cotidiana, como en muchos trabajos de ciencias sociales, están comprometidos tácitamente instrumentos de conocimiento no pensados que sirven para construir el objeto, cuando deberían ser tomados como objeto. Es lo que algunos etnometodólogos han descubierto al unísono, pero sin acceder a la idea de ruptura enunciada por Bachelard: lo que hace que, definiendo la ciencia social como un simple «account of accounts» se queden en definitiva en la tradición positivista. Lo vemos claramente hoy con la moda del análisis del discurso (que ha sido formidablemente reforzada por el progreso de los instrumentos de grabación como el video). Prestar atención al discurso tomado en su valor aparente, tal como se presenta, con una filosofía de la ciencia como registro (y no como construcción), lleva a ignorar el espacio social en el que se produce el discurso, las estructuras que lo determinan, etcétera.
Entrevista al autor del libro Tecno-Feudalismo, crítica de la economía digital
Vivimos en un feudalismo propio a los tiempos modernos, muy alejado de la libertad y la equidad prometida por las nuevas tecnologías, postula este economista, profesor de La Sorbona.
Desde París. Todos las esperaban y las anticipaban como un Mesías restaurador y al final apareció un monstruo. En realidad, vivimos en un feudalismo propio a los tiempos modernos, muy alejado de la libertad y la equidad prometida por las nuevas tecnologías. Bajo el manto de una retórica de progreso e innovación se esconde el más puro y antiguo látigo de la dominación. Las nuevas tecnologías son todo lo contrario de lo que prometen. Esa es la tesis de un brillante ensayo publicado por el investigador Cédric Durand: «Tecno-Feudalismo, crítica de la economía digital» (Technoféodalisme: Critique de l’économie numérique). Durand demuestra cómo, en contra de lo que circula en los medios, con las nuevas tecnologías, en vez de civilizarse, el capitalismo se renovó hacia atrás. Se instaló en el medioevo con los útiles de la modernidad. No dio ni nos hizo dar un salto hacia el futuro, sino que se replegó hacia atrás y, con ello, resucitó las formas más crueles de la dominación y el sometimiento. El mito de la Silicon Valey se derrite ante nosotros: acumulación escandalosa de ganancias, tecno dictadores, desigualdades sociales indecorosas, desempleo crónico, millones de pobres suplementarios y un puñado de tecno oligarcas que han acumulado fortunas jamás igualadas. La tan cantada “nueva economía” dio lugar una economía de la dominación y la desigualdad. La tesis del libro de Cédric Duran es un viaje al revés, una desconstrucción de los mitos tecnológicos: la digitalización del mundo no ha conducido al progreso humano sino a una gigantesca regresión en todos los ámbitos: restauración de los monopolios, dependencia, manipulación política, privilegios y una tarea de depredación global son la identidad verdadera de la nueva economía.
Economista, profesor en La Sorbona, Durand es un especialista de la organización de la economía mundial y de la dinámica del capitalismo: empresas multinacionales, deslocalizaciones, globalización, cadenas mundiales de producción. Con este ensayo su análisis irrumpe en el terreno de un mito tecnológico que nos consume y adiestra cada día . Como lo demuestra en esta entrevista realizada en París, al mito de la nueva economía le quedan pocas alas para seguir volando. Su verdadero rostro está aquí.
—Envuelta en mitos, manipulaciones, egoísmos y sueños de progreso humano ¿cuáles son los verdaderos resortes de la economía digital?
—Tiene varias dimensiones. Primero hubo lo que se llamó “la nueva economía digital” cuya idea general consistía en que se aplicarían nuevas reglas al funcionamiento de la economía gracias al empuje de las tecnologías de la información y la comunicación. A partir de 1990 esta idea acompañó la renovación del neoliberalismo: innovación, emprendimiento, protección de la propiedad intelectual fueron las ideas portadoras. Se decía que gracias a las tecnologías de la información y de la comunicación como a toda la esfera digital habría un montón de costos que se anularían y que de allí surgiría una nueva era de prosperidad. Fue todo lo contrario.
—En realidad, ha sido un cuento que congeló la prosperidad colectiva.
—Reconozco, desde luego, que con la aparición de los soportes digitales hubo algo nuevo que brotó, pero, sobre todo, lo que intento demostrar es que, contrariamente a lo que se anunció, no vimos un horizonte radiante del capitalismo sino todo lo contrario, es decir, una degradación del capitalismo. La economía política digital consiste en admitir al mismo tiempo el salto tecnológico como los cambios institucionales que lo acompañaron, que se resume principalmente en uno: el endurecimiento del neoliberalismo. El resultado de todo esto es que no hemos asistido a una nueva prosperidad del capitalismo ardiente, sino a todo lo contrario, o sea, a un capitalismo en vías de regresión.
—Otra de las perversiones escondidas de esa nueva economía es el acrecentamiento de las injusticias en las relaciones sociales y, por consiguiente, un cambio de perspectiva de esas relaciones. Usted ha definido ambas tendencias como la instauración de un “tecnofeudalismo”, de una economía digital feudal.
—Si, efectivamente. En mi libro demuestro que lo que está en juego dentro de la economía digital es una reconfiguración de las relaciones sociales. Esta reconfiguración se manifiesta a través del resurgimiento de la figura de la dependencia, que era una figura central en el mundo feudal. La idea de la dependencia remite al principio según la cual existe una forma de adhesión de los seres humanos a un recurso. En el seno del mercado hubo una monopolización, por parte del capitalismo, de los medios de producción, pero estos medios han sido plurales. Los trabajadores debían encontrar trabajo y, en cierta forma, podían elegir el puesto de trabajo. Existía una forma de circulación que daba lugar a la competencia. En esta economía digital, en este tecno-feudalismo, los individuos y también las empresas adhieren a las plataformas digitales que centralizan una serie de elementos que les son indispensables para existir económicamente en la sociedad contemporánea. Se trata del Big Data, de las bases de datos, de los algoritmos que permiten tratarlas. Aquí nos encontramos ante un proceso que se autorefuerza: cuando más participamos en la vida de esas plataformas, cuando más servicios indispensables ofrecen, más se acentúa la dependencia. Esta situación es muy importante porque mata la idea de competición. Esta dominación ata a los individuos a este trasplante digital. Este tipo de relación de dependencia tiene una consecuencia: la estrategia de las plataformas que controlan esos territorios digitales es una estrategia de desarrollo económico por medio de la depredación, por medio de la conquista. Se trata de conquistar más datos y espacios digitales. Y adquirir más y más espacios digitales significa acceder a nuevas fuentes de datos. Entramos aquí en una suerte de competición donde, a diferencia de antes, no se busca producir con más eficacia, sino que se trata de conquistar mas espacios. Este tipo de conquista es similar al feudalismo, es decir, la competición entre Lores, la cual no se manifestaba por la mejoría de las condiciones sino en una lucha por la conquista. Ambos elementos, o sea, la dependencia y la conquista de territorios, nos acercan a la lógica del feudalismo.
—Es una lógica reactualizada a través de soportes ultra modernos: algoritmos y depredación feudal.
—Efectivamente. El punto decisivo de la economía digital radica en que esta evoluciona a ritmo lento. Al revés de la lógica productiva propia al capitalismo, donde los capitalistas estaban obligados a invertir para hacerle frente a la competencia, aquí, en la economía digital, paradójicamente, al apoyarse en la lógica de la depredación, se lleva a cabo una suerte de innovación muy orientada hacia la conquista de datos y no hacia la producción efectiva. El estancamiento que caracteriza al capitalismo contemporáneo, o sea, desempleo endémico, retroceso del crecimiento, malos salarios, en suma, todas estas fallas económicas están asociadas a un comportamiento dentro del cual la depredación se superpone a la producción.
El trovador cubano habla sobre su último trabajo, su vida y la pandemia*
Sus canciones son testimonio de honestidad y de un compromiso social que abriga y reparte desde que era muy niño. En diálogo con Página/12, se refiere a Para la espera, una obra que dedicó a siete “excelentes creadores que el mundo ha perdido”. Su música, sus lugares, sus tiempos y la gente de su vida.
En junio último Silvio Rodríguez presentó Para la espera, un trabajo compuesto por trece canciones, diez inéditas y tres divulgadas anteriormente.
“Para la espera incluye algunas de las canciones que he compuesto en los últimos años. En todos los casos son primeras versiones, realizadas poco tiempo después de haberlas compuesto”, aclara Silvio. “Los instrumentos y voces que aquí se escuchan soy yo mismo, tomando apuntes para desarrollar después. Solo tres de estos temas fueron divulgados anteriormente: ‘Jugábamos a Dios’ (2010) para los créditos del filme ‘Afinidades’ –dirigido por Jorge Perugorría y Vladimir Cruz–, ‘Viene la cosa’ (2016), interpretada en múltiples conciertos en barrios de La Habana y ‘Noche sin fin y mar’ (2017), dedicado a mi querido amigo Eduardo Aute. Los 10 temas restantes son inéditos”, detalla.
El total se completa con “La adivinanza”, “Aunque no quiero, veo que me alejo”, “Conteo atrás”, “Si Lucifer Volviera al Paraíso”, “Una sombra”, “Los Aliviadores”, “Modo frigio”, “Danzón para la Espera”, “Después de vivir”, y en la instrumental “Página Final”. El disco, que llega cinco años después de Amoríos (2015), tiene de todo: melancolía, reflexión, causas justas, esperas, familia y amigos.
Trece canciones en su regreso a un formato solitario, donde se acompaña con la guitarra, pero también toca el bajo, la percusión y hace las segundas voces. Intimidad y comunión para dedicar su nueva entrega a siete amigos que murieron entre marzo y abril de este año: Tupac Pinilla, Juan Padrón, Luis Eduardo Aute, César López, Luis Sepúlveda, Marcos Mundstock y Óscar Chávez.
Se presenta como “trovador nacido en San Antonio de los Baños, Cuba, en 1946, hijo de Argelia y Dagoberto”.
–Dedicó Para la espera a siete amigos que murieron este año. El nombre del disco aparece en “Danzón para la espera”, una canción que habla sobre las esperas, la esperanza, los danzones que se van. ¿De los anhelos más profundos, hay alguno que espere especialmente?
–Algunos de los más profundos anhelos suelen vivir en una incertidumbre constante: sí pero no, pero sí, pero a lo mejor… La suerte es que uno es tan insolente (o necesitado) que apuesta.Sobre la dedicatoria, unos fueron más cercanos que otros, pero con todos tuve algún vínculo entrañable por su quehacer. En Para la espera hay canciones que visitan o se asoman a misterios. Una es “Noche sin fin y mar”, que le dediqué a Eduardo Aute, amigo de muchos años y de muchas cosas. Su familia es mi familia española. Está también “Después de vivir”, que es como una pausa, una suerte de respiro antes de soltar amarras, aunque todos los grandes cambios suelen tener sus preámbulos, sus limbos.
–Es músico de contacto, de mirada y aplauso cercano. En este contexto, ¿cómo vivió la experiencia de lanzar y presentar su nuevo disco en plataformas digitales?
–Hay que decir que ha sido el disco más gentil de los que he hecho. No tuve que ir a dar la lata a ningún sitio. Nadie tuvo que cambiar planes y movilizarse. Suavidad que nos regala el éter (aunque la musculatura se resienta).
–De chico soñaba con ser astronauta y, de hecho, muchas de sus canciones hacen referencia a la astronomía, al espacio. ¿Qué lugar ocupa lo lúdico en su música?
–Las estrellas son muy atractivas a los niños, todos nos preguntamos qué hay allá; supongo que era eso. También dije que quería ser astrónomo. Lo cierto es que yo leía comics de ciencia ficción: Buck Rogers, Flash Gordon, Cadetes del Espacio y otros. Años después fui dibujante de comics. Ahora los canto. Imagínese que a mi pueblo le dicen San Antonio del Humor. Se lo ganó por haber dado a dos de los dibujantes más importantes de la historia de Cuba: Eduardo Abela y René de la Nuez; y a un tercero que, aunque nació en Asturias, vivió con nosotros desde su adolescencia: José Luis Posada. Por eso en mi pueblo hay una Bienal del Humor y un Museo del Humor. Esto no quiere decir que todos los nacidos en el Ariguanabo seamos graciosos. Yo, por ejemplo, he tenido muy mala suerte haciendo chistes. Casi nunca la gente se percata de mis bromas y me toman en serio. Aunque por suerte cuando he hablado en serio me han tomado en broma.
–El documental Silvio Rodríguez. Mi primera gran tarea, realizado por The Literacy Project (El proyecto Alfabetizador) y producido por la realizadora Catherine Murphy, que se presentó en septiembre pasado, relata su fuerte compromiso social desde muy temprana edad. ¿Se identifica con la imagen que reproduce el trabajo de Murphy?
–Nombrar y clasificar ayuda al conocimiento, por eso es bueno tener organizado lo que se sabe; pero, tratándose de personas, me parece que nadie es en realidad el cartelito que le ponen. No somos más que una vida que casualmente apareció en una geografía; los nietos de nuestros abuelos, los hijos de nuestros padres; la muchacha o el muchacho que vivía en tal calle y edificio, en un número de apartamento; el compañero de clase de muchos. Los que por alguna razón nos visibilizamos tampoco sabíamos lo que nos esperaba, mucho menos que habría nuevas clasificaciones y exámenes de rendimiento. Uno nunca se despoja de sus ancestros, de su historia, de su familia, de los rincones de su vida; todos andamos con eso a todas partes.
–Justamente, sobre los rincones de su vida, ¿cómo fueron los tiempos en San Antonio de los Baños?
–En San Antonio viví en varios lugares: en casa de mis abuelos, que fue donde nací; después en una cuartería (ustedes les llaman conventillos); luego en una casita de madera que tenía un patio común con otra familia; más tarde en casa de un primo y por último en otra casita donde mi madre peinaba señoras y yo subía por las noches a los ómnibus locales a cantar, con varios compinches. Pero lo que más tengo presente de mi pueblo es el río y el monte, a donde me escapaba cada vez que podía (y cuando no también). La mayoría de mis mejores recuerdos de infancia tienen que ver con mi pueblo. De La Habana recuerdo felizmente las noches de los viernes en que mi tío Angelito me llevaba al cine, y al final íbamos a los chinos, a comer arroz frito.
«Estados Unidos, no ayudó a nadie, brilló por su ausencia, no ha enviado medicamentos, mascarillas a ninguno de sus aliados. Mientras que, por ejemplo, un pequeño país como Cuba, bloqueado, sancionado injustamente, ha enviado brigadas médicas a decenas de países para ayudar, mostrando algo, una dimensión de la que el mundo ha carecido, que es la solidaridad.»
El periodista y ensayista Ignacio Ramonet visitó a Buenos Aires y Mar del Plata. en 2013/2014
BERNARDA LLORENTE*
El periodista y ensayista español Ignacio Ramonet, que se ha dedicado en los últimos meses a analizar las transformaciones económicas, sociales y tecnológicas que está provocando la pandemia, sostiene que el debate crucial en las sociedades contemporáneas se da hoy en torno a la verdad, que ha perdido peso frente al valor de las creencias, lo que vuelve al periodismo «más necesario que nunca porque es el que viene a poner un poco de racionalidad y luz sobre lo que está pasando».
Ramonet le da jerarquía a la profesión de periodista con las mismas dosis de calidad e irreverencia, sin apartarse nunca de un sentido crítico profundo. La temática de su obra gira alrededor de la influencia de los medios de comunicación en la sociedad y la presión ideológica que ejercen las nuevas tecnologías, todo ello visto desde su posición crítica contra el neoliberalismo. Lúcido y apasionado, realizó en una entrevista con la presidenta de Télam, Bernarda Llorente, una aproximación al mundo pospandemia y al rol del periodismo en este nuevo escenario.
El también escritor y sociólogo es una voz autorizada para reflexionar sobre el futuro de los medios posCovid. Director de Le Monde Diplomatique durante casi dos décadas y promotor del Foro Social Mundial de Porto Allegre, Ramonet fue además cofundador de la organización no gubernamental Media Watch Global , observatorio Internacional de los Medios de Comunicación, y es autor o coautor de una veintena de libros, entre ellos «Un mundo sin rumbo» (1997), «La tiranía de la comunicación» (1998), «La golosina visual» (2000), «Marcos, la dignidad rebelde» (2001), «Guerras del siglo XXI» (2002), «Fidel Castro: biografía a dos voces» (2006) y «La catástrofe perfecta: crisis del siglo y refundación del porvenir» (2010).
Gran conocedor de la política latinoamericana hoy reside en Francia y es Doctor en Semiología e Historia de la Cultura por L´Ecole des Hautes Ètudes en Sciences Sociales de París y se desempeña como catedrático de Teoría de la Comunicación en la Universidad Denis-Diderot. Ha ejercido la crítica cinematográfica y escrito sobre cine en diferentes revistas.
– Télam: «Para comprender y descifrar el mundo» es el lema de Le monde Diplomatique, prestigiosa publicación dirigida por usted desde hace muchísimos años. En tiempos de reflexión imprescindible, ¿Cómo se explica el momento que estamos viviendo y cómo imaginar el mundo post pandemia?
– Ignacio Ramonet: Primero, indiscutiblemente nos está ocurriendo algo que no ocurrió nunca: la brutalidad de la pandemia, la novedad también de la pandemia. Ninguna generación humana actualmente ha tenido una experiencia de este tipo. En un ensayo que se llama «La pandemia y el sistema mundo» había definido esta pandemia como un hecho social total, porque sólo la guerra violenta, abierta y frontal se parece a lo que estamos viviendo. Es un tipo de guerra en el sentido de que perturba el conjunto de parámetros de la sociedad, ya sean los parámetros colectivos, los individuales, los económicos, sociales y culturales. El mundo entero está un poco patas para arriba por la pandemia, tenemos una experiencia de casi un año. China denunció la existencia de un nuevo virus en diciembre del año pasado, y ahora nos damos cuenta de que todas las sociedades en el planeta, todos los Estados se han visto confrontados a esta situación, algunos más, algunos menos. Hemos visto que no hay ningún gobierno, ninguna autoridad que estuviese lista, que tuviese una agenda para enfrentar esta pandemia. Algunos gobiernos lo han hecho mejor, otros lo han hecho decididamente mal, en particular el gobierno de la primera potencia mundial que es Estados Unidos, y evidentemente todo esto nos ha llevado a reflexionar sobre la fragilidad de nuestro mundo.
Estábamos en un momento en que había como una especie de orgullo desmesurado respecto a la capacidad del ser humano de tener tecnologías de punta. En particular las comunicaciones, pero también en el sentido económico, financiero. Por ejemplo, planteando la conquista de Marte. Y de repente un pequeño virus, casi invisible, ha venido a demostrarnos que dependemos pues de la naturaleza. Por otra parte, lo que no cabe duda es que la pandemia ha cambiado el mundo y debemos pensar a qué mundo vamos. Aquí también debemos ser muy prudentes, es una pregunta muy difícil de contestar, sólo podemos hacer algunas apuestas; no cabe duda de que en este momento lo que el mundo está esperando es salir de la pandemia.
– T.: Siguiendo con el lema de Le monde, ¿con qué herramientas se descifra el mundo actual? ¿Creés que los medios pueden seguir lidiando entre los poderes y la gente?
– I.R.: Creo que en cada época la tecnología comunicacional ha determinado la organización de la sociedad. Finalmente el ser humano es un ser gregario, que vive en sociedad, que vive en grupo y, por consiguiente, a lo largo de la historia cada vez que el grupo dominante ha tenido una forma diferente de comunicar, el grupo ha cambiado. Podríamos decir que, desde un punto de vista antropológico, cuando el grupo de grandes simios que éramos encontró una manera de comunicar mediante el habla, pues, ahí se flanqueó la frontera entre el animal y el humano. La humanización se hizo con la palabra o, por lo menos, aceleró ese proceso. Cuando los seres humanos empiezan a comunicarse, a transmitir y acumular experiencia, se distinguen del resto.
Cuando se inventó la escritura, que es la segunda gran revolución en la comunicación, fue en un solo lugar -no en dos o tres- y luego se expandió. Esta fue una revolución muy importante que dio nacimiento al Estado, a la religión de una manera jerarquizada, a organizaciones de carácter político y social muy diferentes. Al inventarse la imprenta en 1440, el libro y su difusión masiva cambiaron la historia de la humanidad, la historia política. Y quizás ahora, con Internet, estemos en la cuarta revolución que tiene un efecto antropológico. Cuando apareció Internet todos pensamos -como especialistas de la comunicación- que Internet permitía liberarnos de la dominación de los grandes medios. En el momento en que aparece, a finales de los años 80, la televisión predominaba sobre el resto de los medios: la prensa escrita, la radio, el cine, la fotografía. Al mismo tiempo que los grupos multimedia empezaban a fusionarse para tratar de dominar.
– T.: ¿Internet aparecía en ese momento como la respuesta democratizadora a un proceso de concentración mediática y a la necesidad de diversificar las voces y ampliar las representaciones ciudadanas?
– I.R.: Cuando aparece internet pensábamos que ante la posibilidad de circular desde el punto de vista planetario, ya no habría distancias comunicacionales: alguien en Europa podía leer un periódico mexicano, alguien en México podía leer un periódico indio. Esa especie de planetarización de la comunicación hizo que pensáramos que podíamos liberarnos de los grupos mediáticos dominantes en cada uno de nuestros países. Y de hecho fue lo que ocurrió, se produjo una democratización de la comunicación. Es lo que estamos haciendo ahora: no nos cuesta nada, es gratuito. Es la democratización de la comunicación. Ahora, ¿esto ha resuelto el problema de nuestra autonomía intelectual, de nuestra autonomía cultural, de la manipulación eventual de la comunicación? No, obviamente no.
En un artículo que publiqué recientemente digo que la historia humana se resume en un mito griego, el mito de Sísifo. Sísifo era un semidiós castigado por los dioses a subir una piedra, rodarla a lo alto de la montaña, pero cuando llegaba a lo alto la piedra rodaba de nuevo hasta abajo y Sísifo tenía que volver a subirla, y así hasta el fin de la eternidad. Bueno pues, cuando los seres humanos encuentran la solución a un problema, esa solución es otro problema. Entonces siempre los habrá. La dificultad consiste en identificar el problema y ahora ver cuál es la solución a este nuevo problema. Nosotros aspirábamos a la democratización de la comunicación para no depender de tal o cual medio. En ese sentido, tú y yo conversando ahora, no estamos pasando por ningún canal de televisión, ni una radio dominante, ni un periódico. Lo hacemos de manera autónoma. Pero para hacer esto tenemos que pasar por Zoom, y Zoom por ejemplo no existía antes de la pandemia. Uno de los efectos de la pandemia es la expansión brutal en bolsa de Zoom, que se ha transformado en una empresa millonaria y hoy ha sustituido a Skype, por ejemplo, o a otras herramientas que permitían este tipo de cosas con más protocolos tecnológicos.
“Detesto tudo que oprime o homem, inclusive a gravata.”
Mulher, poesia, música
Clarice Lispector – Vinicius, acho que vamos conversar sobre mulheres, poesia e música. Sobre mulheres porque corre a fama de que você é um grande amante. Sobre poesia porque você é um dos nossos grandes poetas. Sobre música porque você é o nosso menestrel. Vinicius, você amou realmente alguém na vida? Telefonei para uma das mulheres com que você casou, e ela disse que você ama tudo, a tudo você se dá inteiro: a crianças, a mulheres, a amizades. Então me veio a ideia de que você ama o amor, e nele inclui as mulheres.
Vinicius de Moraes – Que eu amo o amor é verdade. Mas por esse amor eu compreendo a soma de todos os amores, ou seja, o amor de homem para mulher, de mulher para homem, o amor de mulher por mulher, o amor de homem para homem e o amor de ser humano pela comunidade de seus semelhantes. Eu amo esse amor mas isso não quer dizer que eu não tenha amado as mulheres que tive. Tenho a impressão que, àquelas que amei realmente, me dei todo.
Clarice Lispector – Acredito, Vinicius. Acredito mesmo. Embora eu também acredite que quando um homem e uma mulher se encontram num amor verdadeiro, a união é sempre renovada, pouco importam as brigas e os desentendimentos: duas pessoas nunca são permanentemente iguais e isso pode criar no mesmo par novos amores.
Vinicius de Moraes – É claro, mas eu ainda acho que o amor que constrói para a eternidade é o amor paixão, o mais precário, o mais perigoso, certamente o mais doloroso. Esse amor é o único que tem a dimensão do infinito.
Clarice Lispector – Você já amou desse modo?
Vinicius de Moraes – Eu só tenho amado desse modo.
Clarice Lispector – Você acaba um caso porque encontra outra mulher ou porque se cansa da primeira?
Vinicius de Moraes – Na minha vida tem sido como se uma mulher me depositasse nos braços de outra. Isso talvez porque esse amor paixão pela sua própria intensidade não tem condições de sobreviver. Isso acho que está expresso com felicidade no dístico final do meu soneto “Fidelidade”: “que não seja imortal posto que é chama / mas que seja infinito enquanto dure”.
Clarice Lispector – Você sabe que é um ídolo para a juventude? Será que agora que apareceu o Chico, as mocinhas trocaram de ídolo, as mocinhas e os mocinhos?
Vinicius de Moraes – Acho que é diferente. A juventude procura em mim o pai amigo, que viveu e que tem uma experiência a transmitir. Chico não, é ídolo mesmo, trata-se de idolatria.
Clarice Lispector – Você suporta ser ídolo? Eu não suportaria.
Vinicius de Moraes – Às vezes fico mal-humorado. Mas uma dessas moças explicou: é que você, Vinicius, vive nas estantes de nossos livros, nas canções que todo mundo canta, na televisão. Você vive conosco, em nossa casa.
Clarice Lispector – Qual é a artista de cinema que você amaria?
Vinicius de Moraes – Marilyn Monroe. Foi um dos seres mais lindos que já nasceram. Se só existisse ela, já justificaria a existência dos Estados Unidos. Eu casaria com ela e certamente não daria certo porque é difícil amar uma mulher tão célebre. Só sou ciumento fisicamente, é o ciúme de bicho, não tenho outro.
Clarice Lispector – Fale-me sobre sua música.
Vinicius de Moraes – Não falo de mim como músico, mas como poeta. Não separo a poesia que está nos livros da que está nas canções.
Clarice Lispector – Vinicius, você já se sentiu sozinho na vida? Já sentiu algum desamparo?
Vinicius de Moraes – Acho que sou um homem bastante sozinho. Ou pelo menos eu tenho um sentimento muito agudo de solidão.larice Lispector – Isso explicaria o fato de você amar tanto, Vinicius.
Vinicius de Moraes
Vinicius de Moraes – O fato de querer me comunicar tanto.
Clarice Lispector – Você sabe que admiro muito seus poemas, e, mais do que gostar, eu os amo. O que é a poesia para você?
Vinicius de Moraes – Não sei, eu nunca escrevo poemas abstratos, talvez seja o modo de tornar a realidade mágica aos meus próprios olhos. De envolvê-la com esse tecido que dá uma dimensão mais profunda e consequentemente mais bela.
Clarice Lispector – Reflita um pouco e me diga qual é a coisa mais importante do mundo, Vinicius?
Vinicius de Moraes – Para mim é a mulher, certamente.
Clarice Lispector – Você quer falar sobre sua música? Estou escutando.
Vinicius de Moraes – Dizem, na minha família, que eu cantei antes de falar. E havia uma cançãozinha que eu repetia e que tinha um leve tema de sons. Fui criado no mundo da música, minha mãe e minha avó tocavam piano, eu me lembro de como me machucavam aquelas valsas antigas.
– Meu pai também tocava violão, cresci ouvindo música. Depois a poesia fez o resto.
John Bellamy Foster (Seattle, 1953) me escribe antes de salir de Eugene, en Oregón: “Tuvimos que evacuar y tenemos un largo camino por delante. Pero intentaré enviarte la entrevista por la mañana”. Los incendios masivos en la costa oeste de Estados Unidos habían disparado el índice de calidad del aire (ICA) hasta valores de 450, sobre un máximo de 500; situación extremadamente peligrosa para la salud. 40.000 personas habían dejado sus casas y otro medio millón esperaba para huir si la amenaza crecía. “Así es el mundo del cambio climático”, sentencia Foster. Profesor de sociología en la Universidad de Oregón y editor de la emblemática revista Monthly Review, hace veinte años revolucionó el ecosocialismo marxista con La ecología de Marx 1/. Su libro, junto a Marx and Nature de Paul Burkett, abrió el marxismo a una segunda ola de crítica ecosocialista que enfrentó todo tipo de paradigmas enquistados sobre el propio Marx, para elaborar un método y un programa que impactaron con fuerza en todo el panorama ecologista, como continúan haciéndolo hoy.
El gran desarrollo del ecologismo marxista en años recientes –que ha puesto de manifiesto cómo, a pesar de escribir en el siglo XIX, Marx resulta fundamental para reflexionar sobre la degradación ecológica– es en parte producto de aquel cambio protagonizado por Foster y otros autores vinculados a Monthly Review. Su corriente, que vino a denominarse la escuela de la fractura metabólica, por la noción central que Foster rescató del tomo 3 de El Capital, ha desarrollado todo tipo de líneas de investigación ecológico-materialistas en las ciencias sociales y naturales: desde el imperialismo o el estudio de la explotación de los océanos a la segregación social o la epidemiología (sobre este tema, véase Grandes granjas, grandes gripes, de Rob Wallace, de próxima publicación en castellano).
Lamentablemente, la extensa y muy destacada contribución de Foster y su corriente aún no ha sido lo suficientemente traducida a nuestro idioma. Obras tan importantes para explorar cuestiones centrales al ecosocialismo como, por poner solo dos ejemplos, The Ecological Rift (2010) o The Robbery of Nature (2020) –el primero de Foster, Brett Clark y Richard York; el segundo de Foster y Clark–, aún esperan su oportunidad para ser mejor descubiertas en nuestro contexto. Con motivo de la publicación de su último libro, The Return of Nature, una genealogía monumental de grandes pensadores ecosocialistas que le ha llevado veinte años completar, Foster nos habla del camino que recorrieron estos, desde la muerte de Marx hasta la eclosión del ecologismo en los 60 y 70, así como de la relación de su nuevo libro con La ecología de Marx y con los debates más destacados del ecologismo marxista actual. Sus reflexiones sirven así para repensar el significado de este legado ante la necesidad urgente de un proyecto que trascienda las condiciones que amenazan hoy la existencia en el planeta.
Alejandro Pedregal: En La ecología de Marx rebatiste algunas conjeturas sobre la relación entre Marx y la ecología muy establecidas, tanto dentro como fuera del marxismo, como que el pensamiento ecológico era algo marginal en Marx; que sus pocas ideas ecológicas se encontraban en su obra temprana; que mantenía puntos de vista prometeicos sobre el progreso; que veía en la tecnología y el desarrollo de las fuerzas productivas la solución a las contradicciones de la sociedad con la naturaleza, y que no mostró un interés científico genuino por los efectos de las intervenciones antropogénicas sobre el medio ambiente. Tu trabajo, junto a otros, refutó estos supuestos y modificó muchos paradigmas asociados a ellos. ¿Crees que estas ideas persisten en los debates actuales?
John Bellamy Foster: En los círculos socialistas y ecológicos de habla inglesa, y creo que en la mayor parte del mundo, estas primeras críticas a Marx sobre ecología están hoy refutadas. Están completamente contradichas por la muy poderosa crítica ecológica del propio Marx, que ha sido fundamental para el desarrollo del ecosocialismo y, cada vez más, para todo enfoque científico-social sobre las rupturas ecológicas generadas por el capitalismo. Esto es particularmente evidente en la influencia creciente y generalizada de la teoría de la fractura metabólica de Marx, cuya comprensión sigue expandiéndose, y que se ha aplicado a casi todos nuestros problemas ecológicos actuales. Fuera del mundo de habla inglesa, uno todavía encuentra ocasionalmente algunos de esos conceptos erróneos porque las obras más importantes hasta ahora han sido en inglés y gran parte de ellas aún no se ha traducido. Pero creo que podemos tratar esas críticas anteriores casi universalmente como inválidas, no solo por mi trabajo, sino también por el de Paul Burkett en Marx and Nature, Kohei Saito en Karl Marx’s Ecosocialism 2/y muchos otros. Casi nadie es tan simplista hoy para ver a Marx como un pensador prometeico, que promovía la industrialización por encima de todo. Existe una comprensión generalizada de cómo la ciencia y la concepción materialista de la naturaleza entraron en su pensamiento, reforzada por la publicación de algunos de sus cuadernos de extractos científicos y ecológicos en el proyecto Marx-Engels Gesamtausgabe (MEGA). Por tanto, no creo que la opinión de que el análisis ecológico de Marx sea algo marginal tenga mucha credibilidad, y esa idea está retrocediendo en todo el mundo (mientras el marxismo ecológico es cada vez más relevante). La única forma en que pudiera verse así sería adoptando una definición extremadamente estrecha y contraproducente de la ecología. Además, en ciencia a menudo son las percepciones más marginales de un pensador las que resultan más revolucionarias y avanzadas.
¿Por qué tantos autores estaban convencidos de que Marx ignoró la ecología? Creo que la respuesta más directa es que la mayoría de socialistas simplemente hicieron la vista gorda al análisis ecológico en Marx. Todo el mundo leía las mismas cosas de forma prescrita, saltándose lo que entonces se consideraba secundario. Otros problemas se debían a la traducción. En la traducción inglesa de El Capital, el uso Stoffwechsel o metabolismo por Marx se tradujo como intercambio material, lo que obstaculizaba más que ayudaba a su comprensión. Pero también había razones más profundas, que pasaban por alto lo que Marx entendía por el propio materialismo, y que abarcaba no solo la concepción materialista de la historia, sino también la concepción materialista de la naturaleza.
Lo importante de la crítica ecológica de Marx es que está unida a su crítica político-económica del capitalismo; de hecho, una no tiene sentido sin la otra. La crítica del valor de cambio bajo el capitalismo no tiene sentido fuera del valor de uso, relacionada con las condiciones naturales y materiales. La concepción materialista de la historia no tiene sentido al margen de la concepción materialista de la naturaleza. La alienación del trabajo no puede entenderse sin la alienación de la naturaleza. La explotación de la naturaleza se basa en la expropiación por parte del capital de los obsequios gratuitos de la naturaleza. La propia definición de Marx de los seres humanos como seres automediadores de la naturaleza, como explicó István Mészáros en La teoría de la alienación en Marx, se basa en una concepción del proceso de trabajo como metabolismo entre seres humanos y naturaleza. La ciencia como medio para mejorar la explotación del trabajo no puede separarse de la ciencia como dominio de la naturaleza. La noción de metabolismo social de Marx no puede separarse de la cuestión de la fractura metabólica. Y así sucesivamente. En Marx estas cosas no estaban separadas unas de otras, sino que fueron los pensadores de izquierda posteriores, que generalmente ignoraron las cuestiones ecológicas, o que emplearon perspectivas idealistas, mecanicistas o dualistas, quienes lo hicieron, y así despojaron a la crítica de la economía política de su base material real.
A. P.: A propósito del prometeísmo, en tu obra mostraste cómo las reflexiones de Marx sobre Prometeo debían leerse en relación con su propia investigación académica sobre Epicuro (y con Lucrecio) y repensarse vinculadas al conocimiento secular de la Ilustración, más que como defensa ciega del progreso. No obstante, el uso dominante del término prometeico sigue siendo muy común, también en la literatura marxista, lo que da pie a que ciertas tendencias aceleracionistas y tecno-fetichistas reivindiquen a Marx. ¿Debería disputarse esta noción de forma más efectiva, al menos en relación con Marx y su materialismo?
J. B. F.: Este es un tema muy complejo. Marx elogiaba a Prometeo y admiraba el Prometeo encadenado de Esquilo, que releía con frecuencia. En su tesis doctoral comparó Epicuro con Prometeo, y el propio Marx fue caricaturizado como Prometeo por la supresión de la Rheinische Zeitung [Gaceta Renana]; imagen que aparece en el volumen 1 de las Obras completas de Marx y Engels. Por tanto, fue común que algunos críticos, dentro y fuera del marxismo, caracterizaran a Marx como prometeico, en particular para sugerir que veía al productivismo extremo como el objetivo principal de la sociedad. Al no tener prueba de que Marx antepusiera la industrialización a las relaciones sociales (y ecológicas), sus críticos emplearon el término prometeico para exponer su punto de vista sin evidencia alguna, aprovechando esta asociación común.
Sin embargo, esto era una gran distorsión. En el mito griego, el titán Prometeo desafió a Zeus al entregar el fuego a la humanidad. El fuego, por supuesto, tiene dos cualidades: una es la luz y la otra es la energía o el poder. En la interpretación del mito en Lucrecio, Epicuro era tratado como el portador de la luz o el conocimiento en el sentido de Prometeo, y fue de esta idea que Voltaire tomó la noción de Ilustración3/. Es en este mismo sentido que Marx elogió a Epicuro como Prometeo, celebrándolo como la figura ilustrada de la antigüedad. Además, las referencias de Marx al Prometeo encadenado siempre enfatizaron al protagonista como revolucionario, en desafío a los dioses olímpicos.
Obviamente, durante la Ilustración Prometeo no se veía como un mito de la energía o la producción. Walt Sheasby, con quien trabajé al comienzo de Capitalism, Nature, Socialism mientras yo editaba Organization and Environment, escribió un artículo extraordinario para esta revista en 1999, demostrando que hasta el siglo XIX la noción prometeica era utilizada principalmente en ese sentido ilustrado. No estoy seguro cuándo cambió el uso, pero con Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley y Filosofía de la miseria de Proudhon, lo prometeico pasó a simbolizar la revolución industrial, viéndose a Prometeo como sinónimo de energía mecánica. Es interesante que Marx desafiara el prometeísmo mecanicista de Proudhon, atacando todas esas nociones en Miseria de la filosofía. Pero el mito de Prometeo se reificó como historia de industrialización, algo que los antiguos griegos nunca podrían haber imaginado, y la identificación de Marx con Prometeo se convirtió, por tanto, en una forma de criticarle por motivos ecológicos. Curiosamente, en Leszek Kolakowski, Anthony Giddens, Ted Benton y Joel Kovel esa acusación fue dirigida exclusivamente contra Marx y no contra ningún otro pensador, lo que apunta al carácter ideológico de tal acusación.
Lo más próximo a que Marx fuera prometeico (como glorificación de la industrialización) sería su panegírico a la burguesía en la primera parte del Manifiesto comunista, pero aquello era solo un preludio de su crítica a la propia burguesía, y páginas más adelante introducía todas las contradicciones del orden burgués: el aprendiz de brujo, las condiciones ecológicas (ciudad y campo), los ciclos económicos y, por supuesto, el proletariado como sepulturero del capitalismo. No hay ningún sitio donde promueva la industrialización como objetivo en sí mismo en oposición al desarrollo humano libre y sostenible. Explicar todo esto, sin embargo, lleva tiempo y, aunque he mencionado todos estos puntos en varias ocasiones, por lo general es suficiente con mostrar que Marx no fue en absoluto un pensador prometeico, si nos referimos a la adoración a la industria, la tecnología y al productivismo, o a la creencia en un enfoque mecanicista del medio ambiente.
A. P.: Veinte años después de La ecología de Marx, el abundante trabajo de la escuela de la fractura metabólica ha transformado los debates sobre marxismo y ecología. ¿Cuáles son las continuidades y los cambios entre aquel contexto y el actual?
J. B. F.: Hay diferentes líneas de debate. En parte se debe a la gran cantidad de investigación sobre la fractura metabólica como forma de entender la actual crisis ecológica planetaria, y a cómo construir un movimiento ecosocialista revolucionario en respuesta a ella. Básicamente, lo que ha cambiado es el espectacular auge de la propia ecología marxista, que ilumina tantas áreas diferentes, no solo en las ciencias sociales, sino también en las naturales. Por ejemplo, Mauricio Betancourt acaba de publicar un maravilloso estudio, “The Effect of Cuban Agroecology in Mitigating the Metabolic Rift”. Stefano Longo, Rebecca Clausen y Brett Clark aplicaron el método de Marx a la fractura oceánica en The Tragedy of the Commodity. Hannah Holleman lo utilizó para explorar los efectos dust bowls 4/ pasados y presentes en Dust Bowls of Empire. Un número considerable de trabajos han utilizado la fractura metabólica para comprender el problema del cambio climático, incluido nuestro The Ecological Rift, que escribí con Brett Clark y Richard York, y Facing the Anthropocene de Ian Angus. Estas obras, junto a otras de Andreas Malm, Eamonn Slater, Del Weston, Michael Friedman, Brian Napoletano y un número creciente de académicos y activistas, pueden verse desde esta perspectiva. Una organización importante en esa línea es la Global Ecosocialist Network, donde John Molyneux tiene un papel destacado, junto a System Change, Not Climate Change! en EE UU. El trabajo de Naomi Klein se ha basado en el concepto de fractura metabólica, y también ha jugado un papel en el Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra (MST) en Brasil y en los debates sobre la civilización ecológica en China.
Otra línea ha explorado las relaciones entre la ecología marxista, la teoría de la reproducción social feminista marxista y los nuevos análisis del capitalismo racial. Estas tres perspectivas se han basado en el concepto de expropiación de Marx como parte integral de su crítica, yendo más allá de la explotación. Estas conexiones nos motivaron a Brett Clark y a mí a escribir nuestro The Robbery of Nature, sobre la relación entre el robo y la fractura; es decir, la expropiación de la tierra, los valores de uso y los cuerpos humanos, y su relación con la fractura metabólica. Un área importante es el ámbito del imperialismo ecológico y el intercambio ecológico desigual en el que he trabajado con Brett Clark y Hannah Holleman.
Han surgido algunas críticas nuevas, dirigidas a la teoría de la fractura metabólica, planteando que es más dualista que dialéctica. Esto es algo erróneo, porque para Marx el metabolismo social entre la humanidad y la naturaleza (extrahumana), a través del proceso de trabajo y producción, es por definición la mediación de naturaleza y sociedad. En el caso del capitalismo, esto se manifiesta como una mediación alienada en forma de fractura metabólica. Este enfoque, centrado en el trabajo/metabolismo como mediación dialéctica de la totalidad, no podría ser más opuesto al dualismo. Otros han dicho que si el marxismo clásico hubiera abordado las cuestiones ecológicas, habría aparecido en análisis socialistas posteriores a Marx, pero no lo hizo. Esa posición también está equivocada. De hecho, eso es lo que abordo en The Return of Nature, con la intención expresa de explorar la dialéctica entre continuidad y cambio en la ecología socialista y materialista durante el siglo posterior a las muertes de Darwin y Marx, en 1882 y 1883, respectivamente.
Vivió su infancia cerca de un arroyo en un lugar de la serranía en Argentina, donde todo transcurría con normalidad, pero siendo apenas una niña perdió a su papá. La familia se trasladó a la ciudad de Córdoba, y allí realizaba esfuerzos para subsistir.
A los 14 años de edad la protagonista de esta historia empezó a trabajar para ayudar a los suyos, y tiempo después ocurrió otro suceso que la marcó para siempre: el golpe militar de 1976. Perdió así a sus mejores amigos, a gente muy querida, y tuvo que salir del país. “Era una época de terror, de sálvese quien pueda”, dice ella ahora, 44 años después, y uno imagina aquellos momentos de tristeza y dolor. El padre de su entonces esposo vivía en Estados Unidos, y ambos se trasladaron a esa nación.
Alicia Jrapko es su nombre, y actualmente es una destacada activista social por la paz, la dignidad y los sueños. Su solidaridad con Cuba transciende cualquier dimensión. Fue integrante de la Caravana de Pastores por la Paz y coordinadora del Comité Internacional por la Libertad de los Cinco. Actualmente impulsa la campaña a favor del Premio Nobel de la Paz para los médicos de la brigada Henry Reeve.
Esta mujer de ojos verdes y hablar sereno transmite una confianza inusual. Con ella conversamos mediante videollamadas y, en varias ocasiones, a través de WhatsApp.
Asegura que nunca pensó salir de su país natal. Durante sus primeros años en Estados Unidos se sentía mal, sin poder hacer nada para evitar la muerte de los suyos. Enviaba y recibía mensajes con frecuencia. El cartero se convirtió en un amigo fundamental al que esperaba con ansias cada día. “Argentina es parte de mi identidad. Salir de la tierra que uno ama es traumático. Me viene a la mente la canción de Mercedes Sosa que dice ‘Solo le pido a Dios/ que el futuro no me sea indiferente. Desahuciado está el que tiene que marchar/ a vivir una cultura diferente’”.
Cuba y la esperanza
Alicia Jrapko narra que creció sintiendo amor por Cuba, pues todos los años iba junto a su hermano a las sierras de Córdoba, un sitio muy relacionado con Ernesto Guevara, donde niños y jóvenes de varias partes del país participaban en actividades sociales y culturales. Allí aprendió sobre Cuba, Fidel y el Che.
Para mí Cuba era un concepto lejano, una fantasía, pero fueron creciendo en nosotros valores de solidaridad que luego me ayudaron a comprender mejor la realidad. Ya en Estados Unidos trabajamos en la solidaridad con Chile y Argentina, y después de unos cuantos años aquí escuché sobre un grupo que desafiaba el bloqueo para ayudar a Cuba.
Era la Caravana de Pastores por la Paz. Cuando conocí al Reverendo Lucius Walker, con grandes valores humanistas, sentí haber reencontrado a compañeros que había perdido en Argentina. Mi primer viaje desafiando el bloqueo fue importante, porque pude ver todo con mis propios ojos y confirmar cómo los medios de comunicación aquí mienten descaradamente sobre el país de ustedes. También pude compartir con el pueblo cubano. Fue la enseñanza más grande. Cuba me robó el corazón, y desde entonces siempre he estado conectada a diferentes proyectos de solidaridad con esa nación y su gente.
A los 72 años Rolando Pérez Betancourt casi se muere. Pero logró sobrevivir a una infección nosocomial contraída en una sencilla intervención quirúrgica. Tres años después llega a los 75 y, como hace tiempo, cada viernes en la noche se nos asoma en la pantalla a través de su programa televisivo La séptima puerta, esa que abre al mundo de un cine sustentado en valores ideoestéticos.
Nació en La Habana, el 25 de septiembre de 1945, cuando apenas había finalizado la Segunda Guerra Mundial. Recuerda haber escuchado hablar de la guerra y también cómo en Cuba se sentían sus estragos: las carencias materiales, la falta de alimentos… Su abuela y su madre se lo contaban.
A la izquierda, en los talleres del periódico Hoy
Es hijo de una familia muy humilde, de un padre sin trabajo y de una madre ama de casa: “viví una pobreza extrema”. Al terminar el octavo grado empezó a trabajar como aprendiz de caja en el periódico Hoy (órgano oficial del Partido Socialista Popular). Allí se hizo tipógrafo.
Fueron los viejos comunistas de aquel rotativo —que vieron a Rolando desarrollarse en los talleres de Hoy—, quienes lo llevaron al Diario de la Marina, donde se hizo diseñador empírico, a partir de lo que había aprendido en las cajas. Luego, cuando tenía 16 años, cuando Hoy y Granma se unieron, el joven formó parte de los fundadores de la publicación.
—La primera página la hizo Fidel en 1965. Y a partir de ese momento empiezo a hacer las primeras páginas del periódico Granma como diseñador, aunque también escribía.
Fue cronista deportivo, porque practicó deportes. Sin ser periodista todavía —desde que trabajaba en las cajas—, subía a la redacción de madrugada, cuando la gente se iba, y practicaba en la máquina de escribir. En 1962, o principios de 1963, hizo sus primeros textos. Y un día se decidió a tocar a la puerta de Blas Roca Calderío, y le dijo:
—Blas, yo quiero ser periodista
—¿Qué nivel de escolaridad tienes?, le respondió.
—Octavo grado
—Con octavo grado puedes hacer ciertas cosas, zanjó.
Escribió en esa época algunos trabajos sobre deporte. Blas lo ayudó mucho, también Gabriel Molina, que era jefe de información del periódico, y algunos compañeros más.
Durante la entrevista. Fotos: Flor de Paz.
Más tarde, ya como periodista, hizo coberturas nacionales. Iba a las provincias y descubría todo lo que estaba haciendo la Revolución allí: los muchachos que ya tenían escuelas, el desarrollo de la salud pública…
—Escribí muchas crónicas; fui un cronista por excelencia en aquella época. Ganaba muchos premios de crónica y reportaje. Me fui formando en el periodismo literario y en lo que realmente me interesaba, ahondar en lo humano de quienes participaban en la Revolución. Aprendí, como todo periodista, a hacer periodismo noticioso, que es elemental, pero no daba la vida por una buena noticia. Canté muchas loas a la Revolución.
Cuenta que luego quiso escribir sobre ciertas contradicciones que empezó a percibir, aunque le resultó muy difícil. “No es fácil hacer un tipo de periodismo a noventa millas del imperialismo, tenemos que desarrollar un periodismo que nos cuide de ellos, pero que al mismo tiempo sea lo suficientemente crítico para ayudarnos en la formación de nuestros valores”.
—Siempre he dicho que la Revolución es verdad y que el periodismo revolucionario es la verdad, y hay que trabajar con esa verdad siempre en función de esclarecer y de que la gente participe.
Pero entonces no pudo hacer el periodismo que quería y se decidió por el cultural, por la crítica de cine. “Hace más de cuarenta años hago la sección Crónica del espectador. No existe en Cuba una sección de cine tan vieja como esa”.
En el periódico Granma, fue jefe de la página cultural y jefe de redacción por veinticinco años, hasta que se cansó y se dedicó a escribir.
La crítica de cine, un nuevo capítulo
Haberse dedicado a la crítica de cine ha sido para Rolando una especie de sueño realizado: de muchacho había sido un gran cinéfilo. Por otra parte, su determinación a dedicarse al análisis de ese arte desde el periodismo coincidió con otra circunstancia: Granma necesitó tener un crítico de cine que respondiera a los intereses del periódico.
—Porque criticar una película cubana en Cuba en aquella época no era nada fácil, como no lo era criticar la política de exhibición que tenía el ICAIC. Fue en ese ambiente que empecé como crítico de cine, y desde entonces hasta ahora he sido crítico de Granma, durante más de cuarenta años.
Conversar sobre el bandidismo en Cuba con el General de Brigada (r) Andrés Leiva Castro es revivir los épicos años de la década del 60, del pasado siglo.
Leiva tiene 82 años y una memoria prodigiosa. Con lujo de detalles habla de las operaciones realizadas contras las bandas contrarrevolucionarias que operaban en el Escambray, y de los horrendos crímenes cometidos por esos asesinos subvencionados por el gobierno de los Estados Unidos, en su afán de destruir la Revolución
Sufrió en carne propia la crueldad de esos hombres convertidos en fieras, y en una de sus piernas y parte del cráneo, de platino desde entonces, conserva las huellas indelebles de aquel terrible encuentro donde recibió un balazo de calibre 45 en el muslo y un culatazo de pistola en la cabeza, que lo dejó prácticamente muerto.
Como creador y fundador del grupo operativo El Molino, cuyo modus operandi permitió capturar a más de 30 bandidos, incluida la famosa banda del cabecilla contrarrevolucionario Osvaldo Ramírez, sus vivencias fueron utilizadas por los realizadores del serial LCB: La otra guerra que acaba de pasar la televisión cubana, en la que sirvió de asesor sobre la epopeya miliciana contra el bandidismo.
Acerca de esa experiencia, y sus valoraciones sobre la gustada serie televisiva, conversamos en la sala de su casa del reparto Escambray, en la ciudad de Santa Clara, provincia donde reside y en la que fuera delegado territorial del MININT.
Una taza de café hecha por su esposa, hizo aún más agradable la amena charla con tan conocedor y locuaz interlocutor.
General, usted tuvo protagonismo en el serial LCB: la otra guerra en su condición de consultante. ¿Cómo fue esa experiencia? ¿Qué hizo? ¿A cuáles lugares fue?
A mí me consultaron, pero lo principal que tomaron para el serial fue el grupo especial operativo denominado El Molino. Al trabajo del grupo le dedicaron el capítulo 7, cuyo tema central fue la captura de Osvaldo Ramírez.
Les expliqué cómo se creó y cómo actuábamos. El grupo fue constituido el 6 de octubre de 1961. Éramos cuatro miembros de los Órganos de la Seguridad del Estado y seis exalzados capturados por nosotros que se nos unieron. Para engatusar al enemigo, la mayoría nos vestíamos como bandidos, con el pelo largo, barbudos y hasta con su misma peste.
Cogíamos al colaborador y preparábamos un paripé de interrogatorio. El hombre no decía nada, pero le hacíamos una carta donde afirmábamos que había cooperado con nosotros. Por la noche salíamos con él, custodiado por dos o tres hombres, como de traslado a otro sitio.
No es su récord de participantes (60.000 espectadores) lo único que llama la atención, es el espíritu mismo de un acontecimiento que ha reunido la literatura de más de 40 idiomas…
1991 fue un año difícil para Colombia. Es por eso que pocos imaginaron que en ese contexto surgiría el festival poético más importante de Latinoamérica. Su fundador, el poeta Fernando Rendón, nos confiesa que “el terror era la prosa cotidiana de los periódicos que transmitían noticias sobre el cadáver de la realidad. El festival eran poemas y versos entre carros bomba, explosiones y demoliciones”
Han pasado ya tres décadas desde aquel primer encuentro que marcó a Medellín como plaza cultural para la poesía. Las cifras del evento son asombrosas, aunque no es su récord de participantes(60.000 espectadores)lo único que llama la atención, es el espíritu mismo de un acontecimiento que ha reunido la literatura de más de 40 idiomas.
A través de internet, conversamos con quien ha sido el máximo impulsor del Festival Internacional de Poesía de Medellín. Fernando Rendón es un poeta, editor y periodista de 69 años que fue fundador de las publicaciones Clave de Sole Imago. También vio nacer y dirige la revista latinoamericana Prometeo.
Entender los números no es suficiente. Pero estos son los datos. El festival ha reunido a más de 1450 poetas de 175 naciones. Sus memorias revelan cerca de 1550 lecturas en 35 ciudades colombianas. Este evento ha sido reseñado en más de 1000 artículos de prensa publicados en 70 lenguas de 90 países.
Fernando accede a contarnos una parte de su historia, esa que va más allá de sus estadísticas y su renombre como el festival de poesía más multitudinario del mundo.
Iniciamos un viaje hacia atrás.“No hay explosiones ya, pero subsiste el narcotráfico y los paramilitares. La inauguración tuvo lugar en ese tiempo en que estaba proscrito todo acto público y la reunión de más de dos personas era un hecho prohibido. El festival llamó a la ciudad y la ciudad empezó a llegar poco a poco”.
La epidemia del coronavirus no ha detenido la celebración por los 30 años del festival. Desde las redes sociales se comparten lecturas, talleres, conferencias, conciertos y se transmite en vivo la obra de un centenar de escritores que se dan cita durante varios meses, como parte de la edición ampliada del encuentro.
Tempranamente, Fernando Rendón reconoció que el festival estaba destinado a llegar al mundo. “La poesía no pertenece a un país específico ni a un momento de la historia de un país, sino que se abre paso en la historia de la humanidad. Hoy, a través de la tecnología y de la lucha por el bien común, estamos acercándonos mucho más a ese objetivo”.
En una de sus declaraciones iniciales, el Comité Organizador hizo suyas las palabras de Saint-John Perse: “Que el poeta diga a todos claramente, el gusto de vivir este tiempo fuerte”. Un eco que se abre paso en medio de la actual contingencia.
ENTREVISTA CON EL PERIODISTA Y DIRECTOR DE LA EDICIÓN ESPAÑOLA DE LE MONDE DIPLOMATIQUE
Evidentemente hay una manera de afrontar esta cuestión desde el punto de vista sanitario que demuestra lo que se sabía ya, que Cuba es una gran potencia médica. Pero que es una gran potencia con una generosidad y solidaridad espectaculares...
El periodista Ignacio Ramonet, en una imagen de archivo. / Efe
Su nombre está asociado desde hace décadas a la publicación periodística Le Monde Diplomatique tanto en Francia como nuestro país. Este periodista y catedrático de teoría de la comunicación fue también el impulsor del movimiento ATTAC, protagonistas en el movimiento antiglobalización con eventos tan destacados como el Foro Social de Porto Alegre y las sucesivas ediciones. Prolífico autor de libros, premiado en diferentes ocasiones y Doctor Honoris Causa por varias universidades. Durante el inicio del confinamiento estuvo en Cuba. Desde allí, Ignacio Ramonet (Redondela, Galicia, 1943) escribió un extenso ensayo con sus reflexiones sobre el mundo actual y futuro en medio de una pandemia sin precedentes. De esos pensamientos, y ya desde París donde reside habitualmente, tenemos el placer de hablar con él en cuartopoder.
-Ha definido la pandemia como un “hecho social total”. ¿Qué significa?
–Es una expresión que algunos sociólogos utilizan. En particular, un sociólogo de gran referencia como Norbert Elias. ¿Qué es un hecho social total? Pues a veces en la historia se producen acontecimientos, por ejemplo una guerra, que tienen repercusiones en todos los ámbitos de la sociedad. Primero en la organización misma de la sociedad, en la economía, en la cultura, en la política, en la organización de la vida de la gente. La pandemia, tal y como nos ha sorprendido, ha funcionado y está funcionando como un hecho social total. Realmente hay pocos espacios en nuestra vida cotidiana y en la de las sociedades que no se hayan visto afectadas de manera particularmente impactante por la pandemia.
-Ha señalado, al igual que otras muchas personas, que el mundo y la vida no va a ser igual cuando acabe todo. Parece que lo tenemos todos claro
-Yo creo que sí. Bueno, todos no, ha habido una serie de intelectuales que han dicho que todo sería exactamente igual. Por ejemplo, aquí en Francia, Michel Houellebecq escribió un texto diciendo que después de la pandemia todo será igual. ¿En qué sentido todo seguirá igual? Bueno, seguiremos en una sociedad vertical, el capitalismo no se habrá derrumbado, las grandes empresas seguirán teniendo un rol determinante… En ese aspecto no cabe duda de que la estructuración, el esqueleto portador de la sociedad, probablemente no se va a mover, al menos en un primer tiempo. Pero sí que muchas cosas ya se están moviendo. Y podemos decir quizás que muchas han cambiado ya. Por ejemplo, la cuestión del teletrabajo. Hoy día es conocido que, en particular en nuestras sociedades desarrolladas, cantidad de gente piensa que ir a la oficina cada día tiene cada vez menos sentido. Y que durante estos meses se ha demostrado que se puede trabajar perfectamente igual desde casa.
«Vamos a ver muchos Gobiernos cambiar de color por los efectos de la pandemia»
Por otro lado, una parte del consumo virtual se ha podido hacer de manera virtual. Globalmente, la aceleración de toda la virtualidad, de todo el universo de internet, no cabe duda de que aunque ya estaba bien anclada en nuestras sociedades, ha conocido una aceleración muy notable. No es una casualidad que precisamente las empresas del GAFA (Google, Amazon, Facebook, Apple) sean las que más han ganado y las que menos han sufrido con esta pandemia. Así podríamos decir que muchas cosas se han modificado. Probablemente también, aunque decía antes que el capitalismo se va a mantener, el neoliberalismo como lo habíamos conocido hasta ahora probablemente no va a ser posible. Porque esta pandemia tiene tres tiempos. Estamos viviendo el tiempo sanitario, que es el más importante en esta fase. Pero ya está viniendo el tiempo económico, y la pandemia económica va a ser de una brutalidad desconocida. Las cifras últimas publicadas sobre las expectativas de la economía española, la situación de los bancos en España… Todo esto da una idea de la colosal tempestad que están viviendo las economías. Y el tercer tiempo va a ser el social. No cabe duda de que si las economías sufren, quienes van a sufrir van a ser los trabajadores a todo nivel. Por consiguiente, eso va a producir aquí y allá protestas o revueltas. Y sea electoralmente o por otras vías, vamos a ver muchos gobiernos cambiar de color por los efectos de la pandemia.
-Se está haciendo también mucho hincapié, especialmente a nivel europeo, en que la crisis no la paguen los de siempre como ocurrió en 2008. ¿Debemos ser algo optimistas con esto?
-Por ejemplo, un país del Sur cualquiera. ¿De qué vive? La mayoría viven de tres cosas. La mayoría de los países de África, América Latina, de gran parte de Asia, viven de tres cosas. O bien de las exportaciones de los productos del suelo o subsuelo, la minería o la agricultura. Segundo, de las remesas que envían sus trabajadores emigrados. Y tercero, en algunos de ellos, del turismo. Estas fuentes de recursos hoy día están muy impactadas por la pandemia. El turismo está con un encefalograma plano. Las remesas, como la mayoría de estos trabajadores está en los países desarrollados, que, evidentemente, van a entrar en una crisis colosal, van a disminuir masivamente. Como por otra parte la economía está medio paralizada, las exportaciones también están de capa caída. Entonces, imagina, cuando en un país se caen estos tres recursos, obviamente el número de quiebras va a ser colosal. Cuando quiebran las empresas, quienes sufren son los bancos. Porque han dado créditos para que las empresas funciones. Por tanto, el propio sistema bancario se puede derrumbar en muchos países.
«En Europa va a haber una gran sufrimiento social aunque haya mucho capital para ayudar»
Esto es lo que normalmente podría haber ocurrido en Europa. No va a ocurrir por el acuerdo que se logró. Porque la UE, que ve venir esta situación, está dispuesta a endeudarse sin límite para que precisamente todo el sistema bancario, que es un poco el sistema de riego sanguíneo de la economía europea, no dé quiebra y colapse. En Europa va a haber un gran sufrimiento social aunque haya mucho capital para ayudar. Pero eso no va a cambiar el hecho de que mucha gente vaya a perder su empleo. En Francia, por ejemplo, el propio presidente anunció hace dos semanas que se espera en otoño próximo la pérdida de un millón de puestos de trabajo. Es enorme, si piensas que cada puesto de trabajo hace vivir a dos o tres persona.
-Cambiando de tema, hay muchas referencias, y también las describía usted en el artículo, sobre la irrupción de la vigilancia masiva digital. Supongo que en este tipo de situaciones hay riesgos y beneficios dentro de una crisis sanitaria
-La era digital, en la que ya estábamos desde hace unos 30 años, ahora ha alcanzado una normalidad. El mundo actual es el mundo de la virtualidad. Para los que aún dudaban de si estábamos en una prolongación de la era industrial, pues ahora estamos en la era virtual y de la ciberactividad. Por consiguiente, eso significa que cada vez que toco una tecla en mi computadora, teléfono o Ipad, estoy dejando una huella de lo que hago. Por consiguiente, no cabe duda de que ahora sí que se confirma algo que algunos ya habíamos predicho desde hace bastante tiempo. Y es que los datos que cada uno damos de nosotros pasan a ser una materia prima de alto valor y que probablemente pueden transformarse en la materia prima de la era digital. Eso va a tener un valor económico en la medida en la que en el mundo del 5G y Big Data, se va a trabajar exclusivamente con datos. En el mejor de los casos para conocer mejor desde el punto de vista comercial o publicitario todas las simpatías y deseos de los individuos. Pero, además, eso va a permitir a las grandes empresas digitales y a los gobiernos e institutos de inteligencia tener un conocimiento muy fino de cada uno de nosotros.
Entonces, la idea de que precisamente haya una especie de Big Brother que conozca a cada uno de los 7.000 millones de habitantes del planeta, o los 5.000 que usan constantemente internet, eso, que era ciencia ficción cuando Orwell escribió 1984, está siendo cada día más real. Yo escribí hace poco un libro llamado El imperio de la vigilancia y creo que me quedé corto. Porque con la pandemia esto se ha confirmado completamente. Antes podían decir que era un poco paranoico y cosas así pero ahora es la realidad. Seguir leyendo IGNACIO RAMONET: “LA PANDEMIA ESTÁ ESTABLECIENDO LA CRISIS DEL MODELO NEOLIBERAL”. MIGUEL MUÑOZ→
Pocos como él han batallado desde el corazón por conquistar el alma de los nuestros. Pocos con similar perseverancia han advertido que la cotidianidad del cubano está signada por su realidad insular. Nadie lo supera cuando se trata de convertir en credo la «habaneridad». Nadie, al menos con la devoción y el poder de convencimiento de los que él puede presumir, ha hecho notar lo urgidos que estamos de dejar espacio a la poesía.
Como su predecesor, no cambia ningún título por el de Historiador de la Ciudad. Obsesivo con su trabajo, confía más en el hacer que en el decir. Apelar a los valores de nuestra tradición ética ha sido, para él, voto a perpetuidad. Sabe que la raíz, el punto de partida de los sentimientos cubanos, es de carácter cultural, de ahí que esa sea la clave del éxito de su proyecto social.
Es un hombre de desafíos que ansía trascender en el tiempo, y que se ha empeñado en ser singular sin renunciar a ser leal. Cuando pasen los años, los habaneros y, más que eso, los cubanos, podrán susurrarle con orgullo a sus hijos lo que él mismo a los suyos cuando les hablaba de Martí: este hombre trató de dar solución a grandes enigmas y complejidades de su época, del futuro; de todos los tiempos…
Fina García Marruz le ha confesado en una carta, lapidaria: «…En su sacrificio humilde, en la entrega tenaz de sus horas, en la vehemencia prometeica con que ama a La Habana, Eusebio Leal, como en tantas otras cosas, es donde está su huella. Cuando lo olviden los hombres, todavía lo recordarán las piedras».
—Invocar aquel adagio de que la Historia es la crónica de los acontecimientos tal como fueron, mientras la Poesía nos devuelve el cómo debieron ser, supone reivindicar el imperio de la subjetividad. ¿Qué es para usted la Historia?
—Hay que desterrar los espejismos. Trasciende de la historia lo esencial. Los documentos son fuente del conocimiento, pero también una aproximación a la realidad. De un mismo acontecimiento existen numerosas versiones, y queda al historiador y al lector, beber en las fuentes de la memoria popular. La Historia es siempre una construcción que armamos con los testimonios o los documentos que tenemos a mano, muchas veces sin privilegiar una visión abarcadora, potenciando la cuestión episódica en vez del alcance global.
«Cintio Vitier me refería que Martí, enfrascado en la formulación de su proyecto nacional, se había esforzado por unir los cabos sueltos, para lo cual requirió, también, papeles. Pero el yacimiento documental no lo revela todo. No puedo permitirme optar por lo que otros desbrozaron y quedarme ahí. Las limitaciones existen. Todo es acumulación, nunca capítulo cerrado.
«Es preciso equilibrar lo escrito con lo no escrito. Sin restar mérito a aquello que es propio de las emociones, de la condición humana de los protagonistas o testigos, hay que entender la Historia como sistema donde hay claves que todavía aguardan, a la espera de ser exhumadas. Y algunas han de ser clarificadoras».
—Con apenas un sexto grado de escolaridad y los arrestos propios de los 25 años, usted se hizo cargo de la restauración del Palacio de los Capitanes Generales, al tiempo que rescató la Oficina del Historiador de la Ciudad. Con hálito retrospectivo, ¿qué considera fue lo más difícil?
—Figúrate…, creo que lo más arduo fue la lucha por hacer prender una conciencia. Recuerdo cuando todo comenzó, los años en que éramos tenidos por dementes. «Está loco, pero es trabajador», decían, como consuelo piadoso, mientras yo comprendía que ese apelativo, ¡loco!, encarnaba un atributo para bautizar lo que poco a poco pudimos ir acumulando. Y desde esa época acepté como parte mía tan noble dictado.
«Porque no pierdas de vista que el sentimiento de aproximación a estos valores que hoy emergen con claridad es contemporáneo a nosotros. Por mucho que algunos precursores batallaron para crear una conciencia acerca de lo que poseíamos, se afirmaba que era pasión romántica atribuirles amplios méritos a nuestras pequeñas ciudades del ámbito caribeño. La eterna comparación con los grandes enclaves de la cultura universal, frente a los cuales lo nuestro era pírrica fantasía.
«Ese fue el punto de partida, hasta que logramos abrir las primeras salas del Museo de la Ciudad. De entonces a acá, la historia es infinita».
Una de las galerías de la planta alta del Museo de la Ciudad. Foto: Omar Sanz
—¿Dónde reside ese sortilegio tan propio de La Habana?
—Con frecuencia se elogia el diseño de una ciudad suavemente reclinada junto al mar. O se pondera su dimensión patrimonial. Ciertamente La Habana goza de una singular monumentalidad y de marcados contrastes; es un mosaico que nos permite acercarnos a una interpretación del mundo.
«Desde el punto de vista arquitectónico aquí están sintetizados los estilos imperantes en la que fuera metrópoli: el renacimiento y hasta el “remordimiento” español, la pincelada morisca, el gótico… Las pinturas murales, que todavía emergen debajo de las sucesivas capas con que fueron cubiertas algunas paredes añosas, son un resplandor de Pompeya y Herculano en La Habana.
«Como gustaba decir a Carpentier, cuando evocaba el fabuloso barroquismo, la sustancia ecléctica: “es un estilo sin estilo”. Quiere decir que esta es tierra de convergencia, de apertura, de multiculturalidad.
«Esa riqueza me llevó a comprender que no podíamos limitarnos a un período histórico determinado; que no solo lo pretérito, sino también lo moderno ha dejado una marca, una huella indeleble. Y por supuesto, está la gente, que da sentido a la urbe y permite refrendar la naturaleza inacabada de cualquier empeño cultural». Seguir leyendo LA VOLUNTAD DE PREVALECER: EUSEBIO LEAL. MARIO CREMATA FERRÁN→
Vídeo y transcripción de la entrevista completa al filósofo, escritor y educador popular cubano Fernando Martínez Heredia. Un recorrido histórico sobre Cuba donde hablamos de Revolución, de soberanía, de democracia, de Fidel y de dignidad.
Entrevista realizada en La Habana, en diciembre de 2016, unos días después del fallecimiento del comandante Fidel Castro.
Esta entrevista forma parte de los materiales utilizados en el largometraje documental Tras las huellas del Che. Ante la insistencia de muchas voces que nos han pedido la entrevista completa, compartimos con el mundo la voz del maestro, quien lamentablemente nos abandonó unos meses después de esta conversación, en junio de 2017.
Como dijo Julio César Guanche acerca de la obra de Fernando Martínez Heredia, más que un pensamiento político se trata de una política hecha desde el pensamiento.
En El ejercicio de pensar, Martínez Heredia afirmó: “Lo decisivo en este momento son los ideales opuestos al capitalismo, a todas las dominaciones y a la depredación del medio, y a partir de ellos reapoderarse de la obra colosal de Marx y de la historia del marxismo, de los aportes maravillosos que ella contiene y de sus errores e insuficiencias. Y con esa formidable acumulación cultural trabajar intelectualmente y hacer política, que es para lo que sirven las buenas teorías sociales, y tratar de que el marxismo participe en la formación ética y en la inspiración de las conductas”. ¡Qué gran tarea nos dejó!
Agradecemos enormemente el trabajo voluntario en la transcripción al colaborador de Vocesenlucha Alejandro Díaz, desde México, gracias a quien podemos disfrutar de esta joya del pensamiento también en formato escrito. —
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Siempre hacemos una primera pregunta, que consiste en tocar un poco las narices, porque preguntar quién es la persona que estamos entrevistando…, no siempre es fácil responder quién es uno, ¿no?
No ya uno es…ya estoy encallecido.
¿Quién es Fernando Martínez Heredia?
Si, ahorita yo soy científico social e historiador, definición más breve. Pero como tengo muchísima edad me alcanzó la vida para haber estado en la lucha insurreccional contra Batista; participé en el movimiento del 26 julio. Y he participado pues, como es natural entonces, en una cantidad muy grande de cosas del proceso iniciado en 1959, en sus áreas digamos fundamentales, para los jóvenes tan jóvenes como yo, que eran: la defensa de la revolución, el estudio y el trabajo, las tres cosas. De eso me llevó, después de cierto tiempito, a ser sobre todo un profesor. Muy joven fui profesor de la Universidad de La Habana, director de lo que sería la Facultad de Filosofía en la actualidad; y también, me llevó a formar parte de un grupo que quería que tuviéramos una filosofía marxista de la revolución cubana, porque no nos gustaba la que venía de la Unión Soviética, y mucho menos nos gustaba el pensamiento de los capitalistas, claro.
Entonces, ahí hicimos también una revista de la que yo fui director llamada Pensamiento Crítico. Creo que fue la primera vez en el mundo que se usó la expresión pensamiento crítico; 1966, duró 5 años. Este otro trabajo duró cerca de 10. Pero como pasa siempre, las cosas cambian y yo cambié de lugar, y entonces trabajé otra vez con el Instituto de Reforma Agraria, con el que yo había colaborado al inicio mismo de la revolución. Lo que era la revolución agraria, con el Ministerio de la Industria Azucarera de Cuba también, pero siempre participando en actividades de tipo internacionalista latinoamericano durante más de 30 años, quizá 40. Entonces me dediqué otra vez a las investigaciones sociales desde mediados de los 80, en el Centro de Estudios sobre América primero, y después de los últimos 20 años aproximadamente, he estado en el Centro de Investigaciones de la Cultura Cubana, que llaman Juan Marinello, por un antiguo intelectual; del Ministerio de Cultura, que es investigación cultural, yo soy el director ahí y comparto con otras cosas de siempre, del estudio de cuestiones cubanas y latinoamericanas. Siempre he sido historiador, digamos, por vocación y por interés, y he publicado, incluso, algunos libros en ese medio… ya bastante.
Qué importante la historia, para conocer la identidad de los pueblos, ¿no? Contar lo que ha pasado.
Y los conflictos… también. Digo, porque la identidad es interesante y los conflictos también, a veces se olvidan.
¿Los conflictos de las identidades? ¿A qué se refiere?
No, los conflictos que viven los pueblos. Las identidades nunca andan solas, andan en medio de grandes conflictos, y de dominaciones, y de resistencias y, por tanto, de conflictos que a veces se vuelven luchas.
Le vamos a plantear una pregunta peculiar: ¿Quién es Cuba?
Ante una pregunta como esta, para un cubano, Cuba es demasiado; entonces, ¿cómo te va a decir qué es Cuba?, si es algo más allá de las palabras. Pero, si nos ponemos a tratar de ayudar, Cuba es como tantísimas partes del mundo, un país que le costó mucho trabajo serlo realmente, a tal punto que le llamaron Juana, no Cuba.
El primer nombre que le pusieron fue Juana, que era una señora de la familia real, del reino de España. O sea, es casi simpático si no fuera algo terrible; se llama el colonialismo. Es decir, como la mayor parte del planeta, Cuba fue víctima del colonialismo, pero durante mucho tiempo, 400 años casi. Y entonces, su historia escrita con ciudades, con instituciones como autoridades, así como las que suele haber, empezó sobre los años del 12, 13 del siglo XVI en adelante, es decir, a inicios casi del siglo XVI hasta el final del siglo XIX. Esto quiere decir, fue colonia mucho tiempo de una potencia que llegó a ser la mayor de Europa en un momento dado, España. Después empezó a decaer bastante, pero seguía siendo la metrópoli de Cuba. Cuba, decimos, una isla pequeña en términos relativos, la tierra de Cuba es la mitad de toda la tierra emergida del Caribe; todas las otras islas sumadas, sólo suman igual que Cuba. Y quizá esto nos ayudó, porque el capitalismo tuvo en el Caribe su vanguardia territorial. Las pequeñas islas fueron objeto de saqueos del medio ambiente, de terribles relaciones sociales con esclavos traídos en masa, de asesinatos masivos de la población autóctona. Y se producían allí, digamos, alimentos tropicales, por llamarles en español, que servían para completar el sistema económico de Europa, en el sentido, cada vez más, de cómo alimentar a los trabajadores de un capitalismo que era juvenil, que no siempre los alimentaba mucho. Y que los llevaba muy duramente, pero tenía que ir interesando a la gente. En ese sentido, Cuba no era tan importante, porque los medios de transporte, fuera del naval, no tenían desarrollo realmente. Al ser tan grande es en las pequeñas islas donde se da el protagonismo del capitalismo. Estas pequeñas islas fueron abandonadas alrededor de la mitad del siglo XIX, al revés pasa con Cuba; pero mientras tanto Cuba es muy importante para España, desde el punto de vista militar y de comunicaciones. Cuba es una colonia militar y de comunicaciones, pero es la más importante de todas, en ese terreno. Por eso le llamaban elantemural de las indias, que es un término militar y, la llave del nuevo mundo, que es un término del transporte naval. Entonces esto hace que todo el que producía, por ejemplo, el oro y la plata de América, para Europa sabía qué cosa era Cuba. Cuba era conocida por todos, desde el fondo de América del Sur hasta Acapulco, hasta Tampico, porque todos los años había que venir hasta acá, hasta el puerto de la Habana trayendo las riquezas y organizarse aquí como una flota de guerra y atravesar el Atlántico hasta España. Entonces, esto hace de la parte oeste del país una colonia militar importantísima, una colonia de comunicaciones importantísima. La parte centro y este no tiene ese destino, es sobre todo ganadera y esa sí se entiende con las pequeñas islas y con otros poderes. Se entiende a través del comercio, entonces le llamaban contrabando, pero eso no tiene importancia, el comercio es inevitable. Proveía de cosas necesarias para la subsistencia de esclavos para las funciones del trabajo en esas islas. Proveía de cuestiones de interés para los comerciantes ya fueran piratas o fueran comerciantes realmente, o corsarios de otras naciones de Europa.
“La gran revolución haitiana, a partir de 1791, fue la más grande, la más profunda de las revoluciones de América”
A fines del siglo XVIII es que viene el cambio grande, grande, grande, el del desarrollo ahora sí, de una industria en Cuba, de algo productivo que es la producción de azúcar. La producción de azúcar en los últimos 20 años del siglo XVIII, empieza a dispararse primero por factores que son demasiado largos para contarlos acá, pero, a continuación, por la gran revolución haitiana, a partir de 1791. La más grande, la más profunda de las revoluciones de América, sin duda. Y acabó, a la vez, con el mayor productor de azúcar del mundo, que era Saint-Domingue, como se llamaba aquella posesión haitiana para Francia, que era la metrópoli.
Entonces ya Cuba era Cuba. Se me olvidó decirlo, pero Cuba es un nombre arbaco o arahuaco, es decir, de autóctonos, que quiere decir tierra alta y se impuso porque eso de Juana era demasiado, pero Saint-Domingue se volvió Haití, que también es un nombre arahuaco, cuando los negros de Haití la liberaron, aunque en su mayoría habían nacido en África, prefirieron llamarse indígenas y ponerle este nombre. Fueron un ejemplo peligrosísimo para el país de al lado, de todos los países del mundo era el más cercano a Cuba, geográficamente. Sin embargo, acá, se estaba desarrollando algo tan importante que tuvo un respaldo militar demasiado grande. Entonces se trajeron 300.000 esclavos de África en 30 años nada más, de 1790 a 1820. Se trajeron aproximadamente un millón, en los 85 años que duró esto. O sea, la esclavitud de Cuba no es un atraso antiguo, arcaico; es algo moderno, modernísimo, es del siglo de la gran industria, del siglo de la revolución francesa, de todas esas cosas bonitas en la constitución, por eso es tan monstruosa.
Los dueños de los esclavos de Cuba, que una gran parte eran criollos de Cuba, no españoles, leían a Rousseau, sabían quienes eran Goethe y Hegel, sabían demasiado. Se daban hasta el gusto de ser liberales en algunas cosas, excepto en cuestiones políticas. Porque ellos eran los dueños de Cuba, los dueños de los esclavos de Cuba, los dueños de un negocio sensacionalmente amplio, que se amplió una y otra vez, durante décadas, y para eso lo mejor es seguir siendo súbdito de España.
De esta manera la burguesía de Cuba, que así le puedo llamar ya, aunque se sentía muy moderna, aunque se sentía superior a los jovencitos pobres que venían de España, de tal modo que le llamaban blanco sucio. ¿Por qué?, porque era blanco, venía de España pero no tenía dinero. No estaba limpio, no tenía dinero, el dinero era el equivalente general de las mercancías. Y entonces, así se formó, por primera vez, la moderna Cuba, con una población que pasó de un cuarto de millón a fines del siglo XVIII, a un millón, cincuenta años después; y, a un millón y medio otros cincuenta años después más. ¿Qué quiere esto decir?Se compuso incluso étnicamente, esa cantidad de coloridos de piel y de otras cosas del pelo, etcétera, que tenemos los cubanos, viene de ahí.
”La esclavitud de Cuba no es un atraso antiguo, arcaico; es algo moderno, modernísimo, es del siglo de la gran industria, del siglo de la revolución francesa, de todas esas cosas bonitas en la constitución, por eso es tan monstruosa”.
Ciento veinticinco mil chinos completaron la expedición, los trajeron para trabajar también como sirvientes contratados. Una cantidad de miles procedentes del Estado español, pero menor, muchísimo menor, también formaron parte; así se hizo un país monstruoso repito porque estaba en la punta de la tecnología mundial. Aquí se trajo la primera máquina de vapor en 1799, Cuba tuvo el ferrocarril antes que España. Fue el primer país de América Latina que tuvo ferrocarril. El primer país de América Latina que tuvo teléfono, telégrafo, cables submarinos también. Se usó el vacío en la fábrica como método, dos años después que se inventó en Francia. Es decir, la contabilidad y la demografía eran tan buenas como Europa, en la primera mitad del siglo XIX. Es decir, estaba en la punta de la tecnología mundial pero no por razones propias, era porque formaba parte del negocio del capitalismo mundial. Eso es lo que yo llamo los turnos de los países, en el sistema mundial del capitalismo. Ese largo turno de Cuba, la cambió completamente, claro, ya le hizo ser de un modo que pesó para siempre. No fue eterno, sin embargo, tenía que seguir moviéndose. Porque en la segunda mitad del siglo XIX, los países de Europa que habían empezado con las guerras napoleónicas a proteger el azúcar de remolacha, ya lo protegieron del todo, el negocio europeo, prácticamente después de una gran corrida con Inglaterra en la sexta década. Inglaterra nos ayudó muchísimo a traer más esclavos, a pesar de todo lo que los ingleses dicen, que ellos estaban contra la esclavitud, porque era un negocio para Inglaterra, hasta los años 50 del siglo XIX. Pero después, ya no había mercado para el azúcar de Cuba en Europa, y entonces el mercado principal de América, era único prácticamente, era Estados Unidos; y pronto se convirtió en el mercado fundamental del azúcar de Cuba. Así empezó Cuba a ser, desde el punto de vista económico, una neocolonia de Estados Unidos. Pero si esa fuera la historia, sería una historia de economía, una historia de razas, una historia de componentes más o menos puestos uno junto al otro, o uno encima de otro. Pero el asunto cambió mucho por un problema de otro tipo, que es las representaciones de la población de Cuba, de que ellos eran un pueblo, y que eran diferente a los demás.
Por estos días en que la Covid 19 moldea nuestra vida cotidiana, el nombre de Sándor González Vilar (La Habana, 1977) ha ocupado en ocasiones parte de los espacios informativos del país, debido a las acciones de bien público y promoción cultural emprendidas por este artista visual desde las redes sociales.
En fecha reciente, la exposición online Distancias conectadas, organizada por él, logró reunir obras de diez de nuestros más reconocidos creadores, entre ellas las del Premio Nacional de Artes Plásticas Eduardo Roca Salazar, Choco. Sobre esta muestra y otras vertientes de su trayectoria, González Vilar accedió a hablar para los lectores del Blog Cubarte
¿Cómo aprecias la recepción que ha tenido por parte de los internautas la exposición Distancias conectadas?
“Yo estoy muy contento con la exposición; pero, sobre todo, por lo felices que se sintieron los artistas que convoqué. La necesitaban. También me regocija ver la reacción de nuestras instituciones y de la prensa, en general. Agradezco mucho todo el apoyo que encontré.
Sobre la repercusión en las redes, sé que podemos lograr muchísimo más. Esto es solo el comienzo, pudo quedar mucho mejor, pero es parte de comenzar algo.
Nosotros no inventamos nada, las exposiciones online, visitas 3D a museos y galerías; incluso, subastas online, vienen ocurriendo hace mucho tiempo ya. No nos consideramos pioneros, pero sí hicimos algo en el momento que más lo necesitaban los artistas cubanos, sus galerías y nuestras instituciones.
Nos queda por delante mucho trabajo y mucho que aprender. Las redes sociales, como la internet, es algo en lo que no tenemos la más mínima experiencia, teniendo en cuenta que llegaron a nosotros hace muy poco. Todo consiste en un mundo de seguidores, likes, corazones, compartir publicaciones de otros, las historias, los estados, los hashtags, etc. Es un mundo aún desconocido en el cual reina la banalidad, como me dijo Rancaño en la entrevista que le hice, citando a Humberto Eco: las redes sociales le han dado tribuna a una legión de mediocres.
Si publicas una bronca callejera, un accidente o una mujer hermosa semidesnuda, al momento tendrás muchos likes, comentarios, seguidores, etc.; pero si publicas una obra de arte, apenas alcanzas un tercio de los que puedes alcanzar con lo antes mencionado.
También influye mucho ser una figura pública y los creadores visuales no lo somos; los músicos y los actores tiene esta ventaja, su trabajo lo requiere. A un concierto asisten miles de personas y una película o una novela, ni hablar del alcance que tienen, mas los artistas plásticos casi nunca salimos en las cámaras, no porque los medios no nos promuevan. Muchos conocen nuestra obra, pero no nuestros rostros, ni siquiera nuestra voz y esto también influye.
Pero como le dije a la directora de una de nuestras galerías cubanas que se interesó en este proyecto para aprender y también hacerlo ellos como galería: lo único que les podré enseñar son los errores que voy a cometer. Estoy feliz, pero no satisfecho”.
Distancias conectadas no es la primera convocatoria que haces en internet, le antecedió en abril la campaña Somos Todos, llamando a la realización de videos en los cuales artistas e intelectuales, usando nasobuco, exhortaran a quedarse en casa. ¿Qué ha motivado estas iniciativas?
“La campaña Somos Todos surge cuando salí de casa después de un tiempo de confinamiento y noté la indisciplina social que había en la calle, con respecto a las normas de prevención y precaución que habían dictado las autoridades y el Ministerio de Salud de nuestro país.
Algo tenía que hacer… ¿y quién mejor que nuestros artistas en general, nuestros intelectuales, nuestros niños y hasta nuestros sacerdotes para mandar este mensaje? Ellos son los que más alcance tienen ya que muchos los conocen. Los videos de los niños los poníamos los domingos, pues para mí cada domingo es el día del niño.
Convoqué primero a los amigos y muchos se sumaron voluntariamente: artistas, intelectuales, coleccionistas, galeristas de muchos países, además de los nuestros, claro está. Fue muy lindo porque el mensaje es universal. En todo el mundo se ha sufrido y aun se sufren los afectos de la Covid 19.
Es mi obra más importante durante esta etapa de cuarentena. Como creador que soy, me siento responsable con el momento en el que vivo y creo que no hay obra más grande que la que se hace por el bien de todos; no hay lienzo o cartulina que soporte tanto, ni escultura más monumental.
Ya pasamos a fase uno de recuperación, ahora haremos un video con todos estos mensajes; será la obra física que perdure, mi testimonio y la constancia de lo que se puede hacer”.
Transeúntes es una galería que ha estado en espacios poco convencionales. Primero, el fondo del mar en la Ciénaga de Zapata y, ahora, las redes sociales. ¿Es ella expresión de tu concepto del arte?
“Transeúntes nace en el año 2000, después de mi graduación en la Academia de Bellas Artes San Alejandro. Como su nombre lo indica, puede estar donde quiera, como un transeúnte más.