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Y MI HONDA ES LA DE DAVID. JOSÉ MARTÍ

CARTA INCONCLUSA A MANUEL MERCADO

MARTÍ 1A 125 años de la caída en combate de José Martí, lo quiero imaginar mientras escribía estas cálidas palabras a su «hermano queridísimo», Manuel Mercado, en la víspera de la que sería su prematura muerte en Dos Ríos, un día como hoy pero de 1895: «Ya puedo escribir: ya puedo decirle con qué ternura y agradecimiento y respeto lo quiero, y a esa casa que es mía, y mi orgullo y obligación; ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América.»
Cuánta lealtad a un amigo, a su patria y a la gran nación americana; cuánta visión de futuro; cuánta humildad en un hombre que, en pleno fragor de la lucha, da de beber a la ternura y a la confesión más íntima cimentada en el sentido del deber.
Harían bien en callar para siempre los apóstatas, los que ultrajan su memoria y los que, sin dejar de mancillarla, trafican desde la connivencia.
Martí es la ética en grado sumo, nos explica el pasado y nos permite vislumbrar lo que estaría por venir. Y lo hace desde la más elevada honestidad. Parece lo que en realidad es: el Apóstol de la Independencia de Cuba.
Que nuestro recuerdo sea el de saberlo en combate, como lo viera Fidel en su alegato La historia me absolverá.:  “A los que me llaman por esto soñador, les digo como Martí: ‘El verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber; y ése es […] el único hombre práctico cuyo sueño de hoy será la ley de mañana, porque el que haya puesto los ojos en las entrañas universales y visto hervir los pueblos, llameantes y ensangrentados, en la artesa de los siglos, sabe que el porvenir, sin una sola excepción, está del lado del deber.'» 
Con Martí y para siempre con Cuba y con Fidel, este desacostumbrado 19 de mayo y la vida entera. 
#QuedateEnCasa

Campamento de Dos Ríos, 18 de mayo de 1895

Señor. Manuel Mercado.

Mi hermano queridísimo: Ya puedo escribir: ya puedo decirle con qué ternura y agradecimiento y respeto lo quiero, y a esa casa que es mía, y mi orgullo y obligación; ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser, y como indirectamente, porque hay cosas que para logradas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias pª alcanzar sobre ellas el fin.

Las mismas obligaciones menores y públicas de los pueblos, —como ese de Vd. , y mío,— más vitalmente interesados en impedir que en Cuba se abra, por la anexión de los imperialistas de allá y los españoles, el camino, que se ha de cegar, y con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de nuestra América al Norte revuelto y brutal q. los desprecia, —les habrían impedido la adhesión ostensible y ayuda patente a este sacrificio, que se hace en bien inmediato y de ellos. Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas;— y mi honda es la de David.

Ahora mismo; pocos días hace, al pie de la victoria con que los cubanos saludaron nuestra salida libre de las sierras en que anduvimos los seis hombres de la expedición catorce días, el corresponsal del Herald, q. me sacó de la hamaca en mi rancho, me habla de la actividad anexionista, menos temible por la poca realidad de los aspirantes, de la especie curial, sin cintura ni creación, que por disfraz cómodo de su complacencia o sumisión a España, le pide sin fe la autonomía de Cuba, contenta sólo de que haya un amo, yankee o español, que les mantenga, o les cree, en premio de su oficio de celestinos, la posición de prohombres, desdeñosos de la masa pujante, —la masa mestiza, hábil y conmovedora, del país,— la masa inteligente y creadora de blancos y negros. Y de más me habla el corresponsal del Herald; Eugenio Bryson: —de un sindicato yankee,— que no será, —con garantía de las Aduanas, harto empeñadas con los rapaces bancos españoles pª q. quede asidero a los del Norte,— incapacitado afortunadamente, por su entrabada y compleja constitución política, para emprender o apoyar la idea como obra del gobierno. Y de más me habló Bryson, —aunque la certeza de la conversación que me refería, sólo la puede comprender quien conozca de cerca el brío con que hemos levantado la revolución,— el desorden, desgano y mala paga del ejército novicio español, —y la incapacidad de España pª allegar, en Cuba o afuera, los recursos contra la guerra q. en la vez anterior sólo sacó de Cuba:— Bryson me contó su conversación con Martínez Campos, al fin de la cual le dio a entender este q. sin duda, llegada la hora, España preferiría entenderse con los E. Unidos a rendir la Isla a los cubanos: —Y aún me habló Bryson más: de un conocido nuestro, y de lo q. en el Norte se le cuida, como candidato de los Estados Unidos, pª cdo. el actual presidente desaparezca, a la presidencia de México. Por acá, yo hago mi deber. La guerra de Cuba, realidad superior a los vagos y dispersos deseos de los cubanos y españoles anexionistas a que sólo daría relativo poder su alianza con el gobierno de España, ha venido a su hora en América, para evitar, aún contra el empleo franco de todas esas fuerzas, la anexión de Cuba a los Estados Unidos, que jamás la aceptarán de un país en guerra, ni pueden contraer, puesto que la guerra no aceptará la anexión, el compromiso odioso y absurdo de abatir por su cuenta y con sus armas una guerra de independencia americana. —Y México—¿no hallará modo sagaz, efectivo e inmediato, de auxiliar, a tiempo, a quien lo defiende? Sí lo hallará, —o yo se lo hallaré. Esto es muerte o vida, y no cabe errar.

El modo discreto es lo único que se ha de ver. Ya yo lo habría hallado y propuesto. Pero he de tener más autoridad en mí, o de saber quien la tiene, antes de obrar o aconsejar. Acabo de llegar. Puede aún tardar dos meses, si ha de ser real y estable, la constitución de nuestro gobierno, útil y sencillo. Nuestra alma es una, y la sé, y la voluntad del país; pº estas cosas son siempre obra de la relación, momento y acomodos. Con la representación que tengo, no quiero hacer nada que parezca extensión caprichosa de ella. Llegué, con el General Máximo Gómez y cuatro más, en un bote, en que llevé el remo de proa bajo el temporal, a una pedrera desconocida de nuestras playas; cargué, catorce días, a pie por espinas y alturas, mi morral y mi rifle, —alzamos gente a nuestro paso; siento en la benevolencia de las almas la raíz de este cariño mío a la pena del hombre y a la justicia de remediarla; los campos son nuestros sin disputa, a tal punto que en un mes sólo he podido oír un fuego; y a las puertas de las ciudades, o ganamos una victoria, o pasamos revista, ante entusiasmo parecido al fuego religioso, a tres mil armas; seguimos camino, al centro de la Isla, a deponer yo, ante la revolución que he hecho alzar, la autoridad que la emigración me dio, y se acató adentro, y debe renovar, conforme a su estado nuevo, una asamblea de delegados del pueblo cubano visible, de los revolucionarios en armas. La revolución desea plena libertad en el ejército, sin las trabas q. antes le opuso una Cámara sin sanción real, o la suspicacia de una juventud celosa de su republicanismo, o los celos, y temores de excesiva prominencia futura, de un caudillo puntilloso o previsor; pero quiere la revolución a la vez sucinta y respetable representación republicana, —la misma alma de humanidad y decoro, llena del anhelo de la dignidad individual, en la representación de la república, que la que empuja y mantiene en la guerra a los revolucionarios.

Por mí, entiendo que no se puede guiar a un pueblo contra el alma que lo mueve, o sin ella, y sé cómo se encienden los corazones, y cómo se aprovecha para el revuelo incesante y la acometida el estado fogoso y satisfecho de los corazones. Pero en cuanto a formas, caben muchas ideas: y las cosas de hombres, hombres son quienes las hacen. Me conoce. En mí, sólo defenderé lo que tenga yo por garantía o servicio de la revolución. Sé desaparecer. Pero no desaparecería mi pensamiento, ni me agriaría mi oscuridad. —Y en cuanto tengamos forma, obraremos, cúmplame esto a mí, o a otros.

Y ahora, puesto delante lo de interés público, le hablaré de mí, ya que sólo la emoción de este deber pudo alzar de la muerte apetecida al hombre que, ahora que Nájera no vive donde se le vea, mejor lo conoce, y acaricia como un tesoro en su corazón la amistad con que Vd. lo enorgullece. Ya sé sus regaños, callados, después de mi viaje. ¡Y tanto q. le dimos, de toda nuestra alma, y callado él! ¡Qué engaño es este y qué alma tan encallecida la suya, que el tributo y la honra de nuestro afecto no ha podido hacerle escribir una carta más sobre el papel de carta y de periódico que llena al día¡[…]

Hay afectos de tan delicada honestidad…

LA ROSA BLANCA Y EL ANILLO DE HIERRO. GRAZIELLA POGOLOTTI

GRAZIELLA POGOLOTTI / JUVENTUD REBELDE

retrato_marti01Estaba apenas saliendo de la infancia cuando bajó al círculo más profundo del infierno, atravesó las llamas y salió con el alma limpia y lúcida la conciencia acerca del destino que le aguardaba. En El presidio político en Cuba, José Martí dejó testimonio de tan dolorosa experiencia compartida con la inocencia lacerada. Hubiera podido naufragar en el odio y el resentimiento. Todo lo contario. Afinó la mirada y la sensibilidad para descubrir el poder convocante de la solidaridad y hacer de la lucha por la emancipación humana el modo más eficaz de conjurar las amenazas del infierno que puede corroer a la persona y a la sociedad. El grillete dejó marcas indelebles en su carne, y para mantener viva esa memoria, lo convirtió en materia prima de un anillo que nunca abandonó.

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CARPENTIER SOBRE MARTÍ

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Alejo Carpentier

ALEJO CARPENTIER / BLOG NEORRABIOSO

«Observe usted, por ejemplo, el caso de José Martí, que era un genio en toda la línea. No solamente fue un genio político, no solamente murió por su patria, no solamente formuló por vez primera y con una lucidez prodigiosa las ideas directrices de nuestra revolución y proclamó la necesidad de integrar al negro y al indio en la colectividad blanca, sino que además fue un genio porque fue el primero de nuestro idioma que descubrió los pintores impresionistas franceses en Nueva York y señaló en esa exposición las obras que habían de durar y perdurar. Y no se equivocó: había pronosticado cuáles serían las obras maestras del impresionismo francés. Fue un genio en toda la línea. Y cuando estaba en la acción política, en el combate, en sus discursos, en sus programas, redactando esos documentos fundamentales que fueron el Manifiesto de Montecristi y sus discursos admirables en Nueva York, Tampa, etcétera, era directo, muy directo, elocuente, claro, sin perder tiempo en adornos, pero cuando quería escribir por su gusto, lo hacía regodeándose en el manejo de la frase (y empleo el verbo literariamente), y como ejemplo, ahí está su ensayo a la memoria de Carlos Darwin, donde se muestra de un barroquismo extraordinario.»

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ALEJO CARPENTIER, entrevistado por Joaquín Soler Serrano y recogido en Escritores a fondo, Planeta, Barcelona, 1986, vía edición digital en Lectulandia, págs. 182 y 183

MARTÍ Y LA CAMPAÑA MEDIÁTICA ESTADOUNIDENSE: VINDICACIÓN DE CUBA

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Dra. C. MARLENE VÁZQUEZ PÉREZ / GRANMA

Pensar en las actuales distorsiones de nuestra realidad, formuladas desde los centros de poder, lleva a indagar en los antecedentes de este hecho, siempre ligado a la preparación de la opi­nión pública internacional para algún tipo de agresión, ya sea militar, económica o política, contra la que Martí llamó Nuestra América.

Un ejemplo de gran actualidad en los tiempos que corren tuvo lugar el 25 de marzo de 1889, cuando el cubano José Martí, radicado entonces en Nueva York, respondió virilmente y con argumentos rotundos a una campaña difamatoria contra Cuba iniciada días antes en The Manufacturer, de Filadelfia, y de la que se hizo eco el rotativo neoyorquino The Evening Post. La carta al director de este diario ha pasado a la historia como Vin­dicación de Cuba, pues en ella se pone de manifiesto la valía de los cubanos, tildados de inútiles, afeminados, perezosos, cobardes, por la prensa norteamericana, como parte de una campaña de descrédito dirigida a delinear una imagen de “pueblo inferior”, incapaz de autogobernarse, con lo cual se intentaba justificar, a mediano plazo, la posibilidad de la anexión de la Isla, largamente apetecida por el gobierno norteño y precedida por varios intentos fallidos de comprarla a España.  Seguir leyendo MARTÍ Y LA CAMPAÑA MEDIÁTICA ESTADOUNIDENSE: VINDICACIÓN DE CUBA

DE CABO HAITIANO A DOS RÍOS. JOSÉ MARTÍ

Hoy hace 121 años que José Martí, Apóstol de la Independencia de Cuba, murió en combate. Al publicar su Diario de Campaña De Cabo Haitiano a Dos Ríos, quiero recordarlo vivo, cabalgando hacia la inmortalidad.» (OG)

9 Abril. – Lola, jolongo, llorando en el balcón. Nos embarcamos.

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José Martí a los 42 años de edad.

 

10. – Salimos del Cabo. – Amanecemos en Inagua. – Izamos velas.

11.-bote. Salimos a las 11. Pasamos (4) rozando a Maisí, y vemos la farola. Yo en el puente. A las 7 1/2, oscuridad. Movimiento abordo. Capitán conmovido. Bajan el bote. Llueve grueso al arrancar. Rumbamos mal. Ideas diversas y revueltas en el bote. Más chubasco. El timón se pierde. Fijamos rumbo. Llevo el remo de proa. Salas rema seguido. Paquito Borrero y el General ayudan de popa. Nos ceñimos los revólveres. Rumbo al abra. La luna asoma, roja, bajo una nube. Arribamos a una playa de piedras, La Playita (al pie de Cajobabo). Me quedo en el bote el último vaciándolo. Salto. Dicha grande. Viramos el bote, y el garrafón de agua. Bebemos málaga. Arriba por piedras, espinas y cenegal. Oímos ruido, y preparamos, cerca de una talanquera. Ladeando un sitio, llegamos a una casa. Dormimos cerca, por el suelo.

12. – A las 3 nos decidimos a llamar. Blas, Gonzalo, y la Niña. – José Gabriel, vivo, va a llamar a Silvestre. -Silvestre dispuesto. – Por repechos, muy cargados, salimos a buscar a Mesón, al Tacre, (Záguere). En el monte claro esperamos, desde las 9, hasta las 2. -Convenzo a Silvestre a que nos lleve a Imía.- Seguimos por el cauce del Tacre. – Decide el General escribir a Fernando Leyva, y va Silvestre. Nos metemos en la cueva, campamento antiguo, bajo un farallón, a la derecha del río. Dormimos-hojas secas-. Marcos derriba: Silvestre me trae hojas.
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