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A PROPÓSITO DE MADURO, DUQUE, PIÑERA Y LA MADRE TERESA. ATILIO A. BORÓN

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ATILIO A. BORÓN

ATILIO 3Recientes declaraciones de la Cancillería argentina vuelven a reproducir las habituales monsergas que la Casa Blanca dirige al gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.  Críticas que se caen por su propio peso y que si no lo hacen es debido al funesto oligopólico mediático que el imperio y sus secuaces construyeron para desinformarnos, confundirnos y llevarnos de las narices. Por ejemplo, acusar al “régimen de Maduro” (nótese que todos los gobiernos adversarios de Washington son “regímenes”; en cambio, ni el feroz despotismo medieval de Arabia Saudita para ni hablar del criminal narcogobierno de Iván Duque merecen tal apelativo) de hambrear a su pueblo y no cuidar la salud de su población mientras somete Venezuela a un férreo bloqueo que … ¡impide la llegada de los alimentos y medicamentos que Caracas había comprado (y pagado) de antemano! Pocas veces la historia universal ha registrado una adicción tan extrema al doble discurso y a la hipocresía política como las que la Casa Blanca exhibe desde hace ya largas décadas, síntoma inequívoco de la insanable declinación de su poderío imperial.

Acosado por la canalla mediática que fiel a sus patrones exige que el gobierno argentino estigmatice a Venezuela como una dictadura Felipe Solá procura escapar por la tangente y califica de “irregular” la situación del Estado de Derecho en ese país. Pontificar desde la Argentina sobre el imperio del derecho en otros países es un ejercicio que requiere un cierto grado de temeridad, desmemoria o ignorancia. Basta con recordar los más de mil días de prisión de Milagro Sala, todos aquellos que pasaron años en prisión preventiva (amén de los muchos que todavía quedan en esa situación) y la obscena prostitución de la Justicia Federal para que cualquiera nacido en este país tenga cierta cautela al juzgar la situación de Venezuela. Solá reconoció, y no es un dato menor, que el gobierno de Nicolás Maduro tiene un origen legítimo pero también que su relación con la “oposición dura” (o sea, la que representa el interés de Washington por apoderarse del petróleo y el oro venezolanos) “es cuasi bélica”. Consciente que se deslizaba por una peligrosa pendiente que remataba en una postura indefendible e incoherente con previas declaraciones del presidente Alberto Fernández apeló a una pirueta retórica e introdujo un matiz diciendo que Venezuela “está terriblemente golpeada por el precio del petróleo y por la cantidad de sanciones y bloqueos que tiene”. Allí estuvo bien, aunque tendría que haber profundizado en esa línea de pensamiento. No lo hizo y en su lugar perdió el control del vehículo y desbarrancó al decir que, desgraciadamente, en ese país “Hay una gran facilidad para meter presos políticos, luego los suelen largar, aunque no siempre. El gobierno es autoritario, sin dudas.”[1] Sólo falta que hoy nuestro Canciller declare, en línea con lo que ayer dijera el impresentable Mike “Vito Genovese” Pompeo, que el mundo libre debe forjar una alianza para derrotar a la “tiranía china” para que los zombies decimonónicos que pueblan el Palacio San Martín griten alborozados: “¡cartón lleno!”

Unos pocos datos concretos son suficientes para demostrar los gruesos yerros del discurso del Canciller. Sería bueno, para comenzar, que hablara con el ex presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, para que se informe del talante moral de esa “oposición dura”, que saboteó a última hora un acuerdo entre gobierno y oposición que el español había pacientemente labrado durante meses de arduas negociaciones. Una oposición que declaró que su único objetivo era la “salida” de Maduro y que organizó dos criminales intentos sediciosos, las “guarimbas” del 2014 y 2017, que ocasionaron centenares de muertos, heridos y una cuantiosa destrucción de propiedades públicas y privadas. Una oposición que durante un tiempo aceptó como “presidente encargado” a un ilustre desconocido designado como tal por el presidente de Estados Unidos, que desde hace meses no cesa de despreciarlo públicamente  ante la constatación de su absoluta nulidad como político. Parecería que para Solá estos datos sobre la naturaleza del sector más vociferante y violento de la oposición venezolana son meras nimiedades, pero no lo son. Y calificar al gobierno de Maduro de adoptar una actitud “cuasi bélica frente a una oposición armada que actúa completamente por fuera de las reglas del sistema institucional es un grosero error de apreciación. ¿Calificaría de la misma manera la conducta del gobierno de Carlos S. Menem (de quien fue ministro) cuando ordenó aplastar a sangre y fuego la rebelión “carapintada” encabezada por Mohamed Alí Seineldín en 1990, que causó muchísimas menos víctimas fatales que la oposición violentista en Venezuela? ¡Por favor, seamos serios y cuidemos las palabras!  Y en cuanto a la “facilidad para meter presos políticos” o para practicar todas las malas artes del “lawfare” la Argentina de los últimos años ha llegado a alturas casi inigualables en esa materia: aprobó la licenciatura, la maestría, el doctorado y el posdoctorado en “Reglas para Violar el Estado de Derecho”.  Este desempeño debería ser un baño de sobriedad para todo alto funcionario de nuestro país, evitando caer en la tentación, o en el ridículo, de sermonear a otro gobierno por lo menos hasta que hayamos realizado la reforma del poder judicial que propone el gobierno para acabar con la herencia macrista de una justicia federal corrupta hasta la médula e inextricablemente vinculada al crimen organizado y los servicios de inteligencia estadounidenses.

Pero supongamos que la tremenda presión de Washington y sus secuaces locales –la “prensa libre” y la derecha económica y política- obliga a nuestro Canciller a pronunciar la palabrota deseada: “dictadura”, que hay que reconocer para crédito de Solá que rehusó hacerlo. Aun así, y pensando en un gobierno que ha declarado su voluntad de avanzar en la reconstrucción de la unidad latinoamericana (o por lo menos sudamericana) sería bueno medir cuidadosamente las palabras y antes de hablar de Venezuela dar una ojeada para ver qué ocurre en el vecindario. Si Maduro es autoritario y por lo tanto el suyo es un “régimen”, ¿qué decir entonces del gobierno de Iván Duque en Colombia? Según el director del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), Camilo González Poso, “desde que se suscribió el acuerdo de Paz entre el Gobierno y las extintas Farc hasta el 15 de julio de este año, fueron asesinados 971 líderes sociales en Colombia.” No sólo eso: según la misma organización “entre el 7 de agosto de 2018 y julio de 2020, lo que lleva Iván Duque como presidente, han asesinado a 573 líderes sociales y defensores de Derechos Humanos en Colombia.” [2]  ¿Cómo caracterizar a un régimen político que perpetra tan interminable masacre? Por comparación con Duque, Maduro es la Madre Teresa de Calcuta, pese a lo cual ningún al Canciller no se le pasa por la cabeza caracterizar al gobierno colombiano como autoritario. Mucho menos lo hacen los hampones que pululan en la Casa Blanca y los alrededores, para los cuales Duque es el Winston Churchill sudamericano. El malo de la película es el venezolano, así lo dice el libreto que viene del Norte y así lo repiten algunos.

Pero supongamos que nuestra cancillería no conoce demasiado lo que ocurre en Colombia porque la prensa y los medios que lee “la Casa” (eufemismo que designa al fosilizado estamento diplomático de la Argentina) jamás le proporciona tan incómodas estadísticas o noticias “incorrectas”. Además es cierto que si hay un país blindado mediáticamente en Latinoamérica ese país es Colombia; el otro es Brasil. Bien, pero, ¿se puede desconocer tan olímpicamente la trágica realidad que vive un país como Chile, con quien compartimos 5.308 kilómetros de frontera? No debería suscitar alguna preocupación en nuestra Cancillería saber que, como lo suscribe un informe oficial del Poder Judicial chileno “desde el inicio del estallido social el pasado mes de octubre las detenciones ilegales fueron 1928, o sea subieron en un 77 % con relación al año anterior.” [3]  El estallido social, reavivado en las últimas semanas, ocasionó el año pasado 34 muertos, 2.500 presos políticos, 3.765 heridos y 445 lesionados oculares, un buen número de los cuales perdieron totalmente la vista.[4] Aparte hay numerosas denuncias por torturas y vejaciones y por lo menos 20 desaparecidos tan sólo en la primera semana que siguió al inicio de las protestas el 17 de octubre del 2019.[5] El gobierno de Sebastián Piñera se limita a decir que se trata de unos muy pocos casos puntuales, que no hubo un plan sistemático. Nada ni remotamente parecido ocurre en Venezuela, pero no importa. Igual su gobierno es “autoritario” mientras que Piñera, al igual que Duque, es el arquetipo viviente de la democracia, un deslumbrante paladín que todos deberían imitar. Además, téngase en cuenta que en Chile la oposición a Piñera fue completamente pacífica y desarmada, pese a lo cual fue reprimida con ferocidad mientras que las “guarimbas” venezolanas hicieron gala de una violencia extrema, al punto de prender fuego vivas a por lo menos una veintena de personas supuestamente por el delito de “portación de cara” chavista.[6]

No es más reconfortante la situación si volteamos nuestra mirada a la situación del Ecuador, en donde todavía manda un traidor rastrero y corrupto que ha tomado en sus manos la totalidad de los poderes del estado con tal de perseguir a Rafael Correa y la fuerza política que lo representa. Moreno arrasó con el Estado de derecho con perversa meticulosidad, y ante el levantamiento popular del 2019 desató una represión que produjo según inverosímiles informes oficiales un saldo de cinco muertos y 855 heridos. No obstante, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) denunció la existencia de casi 108 desaparecidos.[7] Ni una palabra en relación al  “régimen” ecuatoriano, que es una dictadura unipersonal apenas disimulada con ligeros ropajes de institucionalidad democrática y en donde se abolió por completo y a plena luz del día la separación de poderes y la institucionalidad vigente hasta su llegada a la presidencia. Pero el “autoritario” es Maduro, no Moreno. Seguir leyendo A PROPÓSITO DE MADURO, DUQUE, PIÑERA Y LA MADRE TERESA. ATILIO A. BORÓN

PARADOJALES RESULTADOS DE UNA “FAKE NEWS”. ATILIO A. BORÓN

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Los ojos con que Michelle Bachelet mira a Venezuela

 

ATILIO A. BORÓN

ATILIO 3Ayer por la tarde Clarín y La Nación titulaban su edición digital con grandes caracteres celebrando el pronunciamiento del gobierno argentino en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU reunida en Ginebra. Engullendo sin la menor perspicacia la noticia –incompleta y tendenciosa, y por lo tanto falsa– difundida por la “prensa independiente” la dirección del PRO no tardó en emitir una declaración en donde “felicitaba” al gobierno argentino por su “reconocimiento, tardío pero correcto, sobre la gravísima situación venezolana.” El comunicado titulado “Mejor tarde que nunca” fue firmado por Patricia Bullrich y Fulvio Pompeo (no confundir con Mike, el Secretario de Estado, aunque uno y otro piensen igual) culmina con una exhortación al gobierno para que sostenga esta actitud “en el tiempo, en los distintos ámbitos políticos y diplomáticos existentes, con el fin de apoyar un proceso que permita sin más demora la celebración de elecciones libres e independientes en Venezuela.” En este caso la verdad a medias que creó la “fake news” engañó y les hizo pasar un papelón a quienes son sus incansables promotores. En efecto, a poco andar se conoció la versión completa de la postura argentina en donde se ratificaba: a) el reconocimiento de Nicolás Maduro como el único presidente legítimo de Venezuela; b) la legalidad del llamado a elecciones parlamentarias convocadas por el gobierno bolivariano para diciembre de este año; c) se reafirmaba la condena al bloqueo y las sanciones económicas, que exacerbaban los sufrimientos de la población; d) y se hacía lo propio con el principio de no intervención tema sobre el cual, en el programa de Víctor Hugo Morales por la AM 750, el presidente reafirmó que nadie tenía derecho a decirle a los venezolanos como debían arreglar sus problemas. “Ni yo, ni Trump, ni nadie”, sentenció, para desconsuelo de una derecha colonizada que sí le asigna ese derecho al presidente de Estados Unidos. Además, en la entrevista Fernández recordó la frustrada intervención de José Luis Rodríguez Zapatero para normalizar el proceso electoral en Venezuela y que fue saboteada, a último momento y cuando estaba todo resuelto, por la actitud antidemocrática de la oposición.

El resultado: una fake news que le jugó una mala pasada a la derecha. Para colmo, con sus aclaraciones en el día de hoy, el presidente se alejó aún más del Grupo de Lima, al que juzgó como irrelevante e irrepresentativo; y descalificó explícitamente –y llamándolo por su nombre– los presuntos derechos que el ocupante de la Casa Blanca esgrime para inmiscuirse en los asuntos internos de Venezuela. Reafirmó también su rechazo al golpe y la dictadura en Bolivia y el compromiso de la Argentina con el ex presidente Evo Morales y cuantos bolivianos busquen asilo en este país.

Dos conclusiones surgen de este episodio: primera, que es imprescindible alinear a la Cancillería con las posturas de la Casa Rosada. No hay que ser un lince ni capaz de ver bajo el agua para percatarse que las melodías que resuenan en el Palacio San Martín no gozan del agrado del presidente. Y para jugar un papel positivo en el concierto regional o internacional este país tiene que tener una política exterior, no dos, y evitar que el presidente tenga que salir a aclarar ante los medios qué fue lo que hizo o dijo la Cancillería. Segunda conclusión: la Argentina podría haber ido un poco más lejos en su intervención en Ginebra. Por ejemplo, cuestionando la imperdonable –-y permanente– omisión que Michelle Bachelet hace del tema de las sanciones económicas y el bloqueo a Venezuela cada vez que examina la situación de los derechos humanos en ese país. Podría también haber manifestado su insatisfacción ante el hecho de que la funcionaria no hubiese utilizado la misma vara para juzgar el criminal accionar de las fuerzas policiales en Chile, con sus casi cuatrocientas personas que quedaron ciegas o perdieron un ojo, amén de las mujeres violadas y los miles de detenidos y la treintena de muertos durante la represión; o señalar la incongruencia de hablar de “tortura y malos tratos y la violencia de género” a manos de las fuerzas de seguridad en un continente en donde el maltrato (que no siempre es tortura) y la violencia de género son pan de cada día, incluyendo a la Argentina. Pese a ello, a esa señora sólo le preocupa lo que pueda ocurrir bajo el gobierno de Nicolás Maduro, al paso que ignora las masivas violaciones de los derechos humanos perpetradas en Chile por el régimen de Piñera o en la dictadura boliviana. Podría también el gobierno argentino haberle solicitado que tornase su inquisitiva mirada hacia la vecina Colombia en donde, según la agencia EFE, nada sospechosa de simpatías chavistas, el gobierno de Iván Duque fue responsable o cómplice del asesinato  de 100 activistas sociales y políticos entre el 1º de enero y el 15 de mayo de este año.* Pero Bogotá es un proxy del gobierno de Estados Unidos y Bachelet, en su papel de sumisa sirvienta de la Casa Blanca, ni se le pasa por la cabeza hacer tal cosa y prefiere lanzar sus dardos contra la República Bolivariana en lugar de hacerlo contra el narcogobierno colombiano. En fin, haciendo las sumas y las restas, gracias a la “fake news” de Clarín y La Nación la política del gobierno argentino hacia Venezuela quedó dibujada con perfiles más nítidos y esperanzadores. Y esto es una buena noticia.

*https://www.efe.com/efe/america/sociedad/sube-a-100-la-cifra-de-lideres-sociales-asesinados-en-colombia-2020-dice-ong/20000013-4248539

BUEN ABAD: “ESTAMOS TAN INFECTADOS DE OPORTUNISMO COMO DE CORONAVIRUS”. ENTREVISTA DE LEO VÁZQUEZ

El filósofo y periodista mexicano Fernando Buen Abad señala que la pandemia ha profundizado los males del sistema dominante, pero advierte que también podría convertirse en una oportunidad para encauzar las luchas de la clase trabajadora, al tiempo que resalta el valor de las estrategias regionales y el rol de los medios.

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LEO VÁZQUEZ

Redacción Canal Abierto | Fernando Buen Abad Domínguez es especialista en filosofía de la comunicación y política, periodista y director de cine entre otras muchas cosas. Integra el Consejo Consultivo de Telesur y dirige, en Argentina, donde vive hace varios años, el Centro Universitario para la Comunicación Sean MacBride de la Universidad Nacional de Lanús.

Su mirada sobre la importancia de la nueva relación Buenos Aires-DF que inauguraron Alberto Fernández y Andrés Manuel López Obrador antes del recambio presidencial en nuestro país, resulta un valioso disparador para intentar observar cuales son las posibilidades de salir de la crisis que generó la pandemia, mirando hacia adelante.

“No recuerdo cosa más hipócrita que ver a tipos como Macri o Donald Trump abogar por la asistencia médica a los pueblos. En esa emboscada ideológica hay un trabajo que se debe hacer”, anota.

Con el foco puesto en las maniobras ventajeras de los poderes dominantes, en las alternativas que plantea la compleja situación para las clases obreras y sociales postergadas, en la capacidad que tienen las empresas de medios para borrar las virtudes de la democracia y en la necesidad impostergable de generar un cambio revolucionario en las políticas comunicacionales a nivel regional, transcurre esta conversación con Canal Abierto.

¿Es necesario, o posible, pensar en la posibilidad de un nuevo orden global post coronavirus?

– La propia aparición de esta pandemia ocurre en el contexto del desarrollo mismo del capitalismo, no es un problema ajeno a la crisis general del capitalismo, y lo que ha hecho es agudizar contradicciones internas del sistema que hoy se muestran con toda su desnudez.

Un modelo que no ha invertido jamás lo necesario, por ejemplo en salud pública, que se ha desentendido casi totalmente del cuidado de la salud de los pueblos, obviamente tenía que reventar ante un caso como este. Si esto va a modificar el futuro de la humanidad, si está cambiando las vidas, yo anhelo que sí, porque lo peor que nos puede pasar es tener desnudo al sistema y que ni siquiera nos percatáramos. Por lo demás, las transformaciones no dependen del sistema que produjo esto, y esa es otra de las disquisiciones que hay que plantear, con qué modelos alternativos, con qué salidas organizadas se puede superar esta situación.

¿Cree que la situación puede representar un impulso para las luchas de las clases trabajadoras y los sectores postergados?

– Estoy convencido que sí. La clase trabajadora tiene un instinto que le permite identificar su papel en las distintas circunstancias. Pero tampoco es tan simple ni mecanicista el problema, porque por otro lado también el establishment se las ingenia para generar sus propios sistemas de defensa. Entonces también se pone en evidencia algo que ha venido siendo nuestra debilidad histórica, en las fuerzas de izquierda y demás, que es la crisis de dirección revolucionaria. Sin orientación y organización, esta gran fuerza que se multiplica en el mundo entero, se puede diluir.

¿Qué sensaciones le genera ver a los representantes y defensores del libre mercado ponderando el rol del Estado?

– A mí me produce mucho rechazo el oportunismo. Estamos tan infectados de oportunismo como de coronavirus. Donde uno corre una cortina hay cuarenta tipos esperando para treparse al tren de la situación. Es verdad que hoy estamos llenos de gurúes, de conferencistas y peroratas que pretenden ofrecer cada cual caminos, salidas y respuestas a cosas que en general ignoran. Pero esto es parte de la dinámica de la hipocresía del capitalismo. No recuerdo cosa más hipócrita que ver a tipos como Macri o Donald Trump abogar por la asistencia médica a los pueblos. No nos olvidemos que los grandes poderes concentrados son los que les escriben el guion, y hoy por hoy es imperativo de ese establishment anestesiar a las masas. Ese es el oficio del reformismo, de los sectores de la vida política que viven para frenar los procesos transformadores. Además ahora mismo también tienen una gran crisis de discurso, porque no saben que inventar para justificar que el Estado tiene que intervenir. En esa emboscada ideológica hay un trabajo que se debe hacer y no se está haciendo.

Y esa trampa discursiva posibilita la llegada al gobierno de personajes como Bolsonaro, Trump o el propio Mauricio Macri…

– Trabajadores comunes, de a pie, como la clase trabajadora norteamericana o brasileña, de pronto ven a alguien que pega un grito y quiere poner orden en una situación caótica, y escuchan eso, porque la verdad es que hay un apetito enorme de frenar esta pachanga obscena que es el capitalismo. Pero el problema es que aparecen estos que son globos de ensayo para producir emboscadas como la que está padeciendo Brasil, Estados Unidos y todos los pueblos de Europa con la dictadura financiera.

¿De qué manera está analizando el nuevo mapa político en su país?  

– La conducta que se ha seguido respecto al manejo financiero de la crisis es un aspecto crucial, porque hay un sector de la oligarquía, de la burguesía mexicana, que está acostumbrado históricamente a manejar a su antojo todos los fondos del Estado. Resulta que ahora se encontró con un presidente que está luchando contra la corrupción declaradamente, y que les ha cerrado la llave a todos. Ahí hay una desesperación grande de estos sectores, porque siempre aprovecharon las crisis para hacer negocios. Entre otras muchas cosas, lo que está pasando con la pandemia es que hay un sector que se está enriqueciendo como nunca. Y esos sectores hoy, cuando se encuentran con líderes como López Obrador, que ha tenida una dirección económica distinta, les duele muchísimo. Por otro lado hay un pueblo que esta movilizado, disputando en muchos frentes ese campo de sentido.

¿Le parece que el vínculo México-Argentina puede ser el que promueva un nuevo rumbo para el continente a la salida de la pandemia?

– Yo creo que mucho antes. Se van a empezar a abrir en las siguientes etapas del desarrollo de la pandemia necesidades regionales concretas, porque, por ejemplo, ayer Naciones Unidas advirtió sobre un problema de crisis alimentaria a nivel global. Qué mejor que tener un acuerdo regional que pudiera, entre dos potencias como México y Argentina, desarrollar un convenio para intercambiar productos, desarrollar un eje energético, hay una agenda muy rica que en términos de la situación actual podría abrir cauces muy interesantes. Esto metería al congelador de la historia al Grupo de Lima, que quedaría incapacitado para prevalecer por su propia razón de ser pero además por sus crisis internas. Es un momento particularmente interesante para profundizar la opción que se abrió con el encuentro Fernández-López Obrador y la propia dinámica de la crisis nos va a llevar a acelerar intercambios, yo soy de los más optimistas en eso, porque veo la posibilidad de sumar a esto a Cuba, a Venezuela, a las voluntades que alcancen a  vislumbrar una alianza de cara a cómo se va a salir de la pandemia. México está proponiendo que tiene que ser con la creación de empleos, poniendo recursos en los bolsillos de los trabajadores, para que eso reactive la tarea productiva. Seguir leyendo BUEN ABAD: “ESTAMOS TAN INFECTADOS DE OPORTUNISMO COMO DE CORONAVIRUS”. ENTREVISTA DE LEO VÁZQUEZ

HUMANIDAD O BARBARIE. REDH ARGENTINA

Intelectuales, representantes de organismos de derechos humanos, artistas, académicos y mujeres de la cultura llaman a una reflexión ineludible sobre las premisas que deberán abandonarse tras el colapso de la pandemia y cómo el desafío será construir otro pacto social sustentado en la solidaridad, el respeto a la legalidad internacional y a la vida humana.

1. La producción eficiente de miseria social

La sociedad de mercado que organiza el derroche de minorías poderosas, es impotente e inservible para afrontar los dramas humanos fundamentales. Se despedaza y desordena frente al coronavirus y sus consecuencias. Las economías exprimidas por la ola neoliberal exhiben sistemas de salud debilitados por su mercantilización, tabicados, organizados por la lógica de la ganancia y por una “disciplina” fiscal que solo se aplica a los bienes públicos, al estado y su acción social y se olvida cuando se trata de favorecer negocios. La desigualdad obscena se exhibe sin tapujos, hasta lo insoportable. Las diferencias entre clases sociales, entre el pueblo y los poderosos, entre distintas fracciones de la sociedad, entre las masas vulnerables carentes de todo y las castas que desbordan en consumos, están a la vista de cualquiera. La crisis humanitaria de la pandemia expresa la decadencia de esta Humanidad, sometida al despotismo del capitalismo real del presente. El reino del “Dios mercado” despoja de derechos al pueblo. La salud, la educación, la vivienda son ofrecidas a un universo de “consumidores clientes”, mientras que miles de millones de excluidos son desprovistos de esos bienes, violando sus derechos, recibiéndolos sólo en condiciones de deterioro indignos de la condición de personas, o privados directamente de ellos.

¿La época de la democracia liberal llegó a su fin? La invocación de derechos civiles, al amparo de los cuales se edifica la imponencia de un sistema de inhumanidad flagrante, permite hundir en el despojo a las mayorías a las que incluye formalmente, para transformarlas en rebaño de una fenomenal concentración económica. El capitalismo de la financiarización es un régimen de ciudadanía política vacío de democracia. Un sistema de producción eficiente de miseria social. Un modo de expropiación moral que surge ahora ante un universo absorto que contempla como muchas corporaciones y algunas insólitas políticas estatales se embarcan en un nuevo darwinismo social. Y en nombre de la escasez, que ellos solos determinan cuando se hace presente, deciden cuántos y quiénes van a morir.

2. Las vidas desnudas

Del mismo modo, en relación a la escasez ya no de insumos médicos, sino de lo que juzgan las grandes empresas que sería la baja de sus ganancias y el deseo de golpear a una decisión estatal basada en el último eslabón de lo que, si no se protegiera nada de lo demás, es lo que sobre todo importaría -la vida-, despiden miles de trabajadores. Un signo funesto, una advertencia al gobierno, un rechazo a la cuestión moral -el sentimiento último de solicitud, rescate y altruismo sin el cual la sociedad no existiría-, que dejan de lado con una brutalidad propia de sociedades sacrificiales, las que inmolan al trabajador, la trabajadora o a las y los longevos, a los que consideran un detritus. El señor Rocca será muy culto, tendrá pinacoteca, pero su mirada de desprecio a las vidas desnudas, traduce el ultraje acostumbrado a todo lo que ponga en peligro la racionalidad vacía del beneficio corporativo. Queremos una razón vitalista en una economía social de patrimonialismo público, con un peso decisivo de la intervención del estado, también en la disposición de sus recursos y empresas estratégicas. Que en ella se inserten las empresas del porte que sean y con directorios que tengan respeto a la condición humana. Pues esas serían empresas de otro carácter. No las dirigirían “muchachos” a los que alguna vez se los debería intentar convencer tocándoles el corazón. Y si esto no resultara para devolverlos a la generosidad perdida, hablándoles de antiguas hidalguías que hubieran podido tener antes del momento en que flaquearon ante la banca de Luxemburgo. Por eso resulta correcto el rumbo elegido por el gobierno al disponer la suspensión de los despidos por 60 días para los trabajadores y trabajadoras de todo el país.

Frente a los esfuerzos para conjurar la expansión mundial del virus, el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández ha elegido la salud pública como prioridad. Se la abordó con la decisión de defensa de un bien comunitario. Se decidió su preeminencia frente al objetivo del crecimiento económico. La vida precede a la ganancia.  La “soberanía del consumidor” no preside la política, sino la solidaridad social. Mientras la oferta de productos esenciales sigue la lógica de la decisión estatal, también se subsidia a la población cuyos ingresos han sido afectados por la cuarentena. Ningún plan de ajuste, ni compromiso de deuda han constituido una restricción frente a la evidencia del riesgo sanitario.  “Primero la salud”, es una consigna para esta emergencia, pero debe transformarse en la meta para la Argentina futura. Leamos estas líneas “Esa salud que, en tiempos de pandemias con ribetes bíblicos, vuelve a ser un bien comunitario que exige de todos y todas, solidaridad, humanismo y, sobre todo, compromiso social”. Las escribió Cristina antes de su regreso de Cuba.

La salud es importantísima en sí misma, pero también puede ser la síntesis de múltiples determinaciones, es decir de todos los derechos sociales, a la educación, a la cultura, a la vivienda, a la alimentación. Derechos que para cumplirse exigirán cambios de fondo. Los recursos para ello también deberán salir de una necesaria condonación de deudas soberanas, ya que el poder financiero y los países donde residen quienes lo detentan, deberán resignar sus acreencias frente a las calamidades sociales que la pandemia dejará en los países periféricos, siempre deudores. Así lo han comenzado a reclamar diversos actores de nuestra América Latina y nosotros sumamos nuestra voluntad y acción a la iniciativa.  La crisis civilizatoria que se ha puesto de manifiesto con el coronavirus nos acerca la posibilidad de una ruptura definitiva con el proyecto de “miseria planificada” que denunció Rodolfo Walsh como objetivo de la dictadura, y cuya herencia cultural y de estructura económica todavía marcan el presente argentino. La miseria puede ser planificada por los que eligen quienes tienen que morir, quienes tienen que vivir con limitados recursos, quienes en condiciones habitacionales degradadas, quienes haciendo de la colecta de desechos urbanos una forma de trabajo, lo cual muchos hacen con más dignidad que los señores que deciden el Toma y daca en los directorios, como si estuviesen sentados sobre una indiferente Rocca.

 3. Los movimientos populares argentinos

Los responsables y sus asociados locales de estas desgracias hacen anuncios que refieren a impedir que “un problema médico, se convierta en un problema financiero de larga duración”. Se trata de personas que se sienten amenazadas porque creen que si se opta por la vida se desoyen los reclamos de las fuerzas económicas. Al contrario, es en estos momentos en que se debe pensar una economía al servicio de la sociedad, como tantas veces proclamaron los movimientos populares argentinos. Solo basta con revisar los orígenes formativos del peronismo, del yrigoyenismo, del socialismo. De lo contrario solo expresarían la degradación democrática, de quienes defienden intereses de los poderes que creen solo suyos, sin comprender la cuestión más profunda, porque aún el modo exclusivista de la propiedad es un juego social complejo, y movedizo el que lo otorga. Y las más valiosas formas de propiedad son las que surgen de las más sensibles consideraciones de la condición humana. Y esta se revela en el trabajo y el habla, en la creación artística, la vitalidad del existir y la libertad en toda relación comunitaria. Lo contrario significaría salir a cualquier costo de la emergencia, restaurando la lógica de la financiarización y haciendo un pase mágico con el teletrabajo provocando que millones de personas olviden preciosos legados culturales, y de vida urbana y social. Seguir leyendo HUMANIDAD O BARBARIE. REDH ARGENTINA

IZQUIERDA LATINOCARIBEÑA EN 2019*. ÁNGEL GUERRA CABRERA

GUERRITA

ÁNGEL GUERRA CABRERA

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En 2019, se demostró la falacia que auguraba el fin del “ciclo” progresista en América Latina y el Caribe. Bastaría con citar las rotundas victorias electorales de Andrés Manuel López Obrador en México y Alberto Fernández en Argentina para refutarla. No obstante, la aseveración sobre el fin del ciclo se basaba en hechos reales y muy lamentables, pero a la vez aleccionadores para las fuerzas populares, progresistas y revolucionarias. Después de todo, la irrupción de gobiernos populares iniciada posteriormente al arribo a la presidencia de Venezuela por Hugo Chávez en 1999 parecía no solo estar en retroceso sino haberse detenido en 2016 tras dos derrotas muy graves para el movimiento popular en Nuestra América: el desplazamiento de la Casa Rosada en diciembre de 2015  del Frente para la Victoria, gracias al triunfo electoral de una coalición neoliberal  y proimperialista encabezada por Mauricio Macri; y el golpe de Estado mediático-judicial-parlamentario contra la presidenta de Brasil Dilma Rousseff en agosto del año siguiente. El golpe llevó una pandilla de bandidos al Planalto que, como ya había hecho el macrismo en el país rioplatense, inició de inmediato un gobierno para el 1 por ciento: desmantelamiento del andamiaje de defensa de la soberanía nacional y protección social instaurado por los gobiernos del PT, especulación financiera desenfrenada y venta a las transnacionales de los recursos naturales y bienes públicos. Aunque estas fueron las más costosas derrotas para la izquierda en el período analizado, no fueron las únicas. En 2009, un golpe de Estado militar evidentemente orquestado por Estados Unidos derrocó al gobierno del presidente Manuel Zelaya, quien había ingresado a Petrocaribe, a la Alba y promovido una política exterior digna y soberana. Cuatro años después era derribado por un golpe parlamentario-mediático el presidente de Paraguay, Fernando Lugo, notable adherente del progresismo. A esto debe añadirse la artera traición de Lenín Moreno a sus compañeras y compañeros de la Revolución Ciudadana, al pueblo de Ecuador y a su propio discurso desde que se integró al primer gobierno del presidente Rafael Correa hasta que resultó electo a la primera magistratura del país, que impulsó un retroceso al vapor al neoliberalismo y un entreguismo sin precedente a Washington. De la misma manera, la injusta y perversa condena de cárcel al expresidente brasileño Lula da Silva en abril de 2019, maniobra evidente del imperialismo yanqui y la oligarquía local para impedir su segura victoria en la elección presidencial de octubre de ese año.  Como resultado, la elección de Jair Bolsonaro constituyó un refuerzo a las posturas ultraderechistas no solo en la región sino en el mundo; y a la profundización de las políticas neoliberales y las actitudes aun más obsecuentes hacia el imperialismo, también traídas a sus países por los nefastos presidentes Sebastián Piñera e Iván Duque.

A consecuencia de este devenir, sufrieron también rudos golpes organismos como Unasur -hoy deshecho- y la Celac -en estado de parálisis- que, nacidos después de 2004, habían logrado dar importantes pasos hacia la unidad, integración y concertación política soberanas de América Latina y el Caribe. A su vez, Petrocaribe y la Alba fueron impactados por las consecuencias de la caída en los precios del petróleo y, sobre todo, del recrudecimiento cada vez mayor de la guerra económica estadounidense contra Venezuela y Cuba.

Pero lo más sobresaliente de este año han sido tres factores de enorme trascendencia y ambos constituyen victorias indiscutibles para las fuerzas revolucionarias y progresistas, además de los ya citados triunfos electorales en México y Argentina. El primero son las grandes protestas populares que recorren el continente desde el primer trimestre del año, que han puesto contra las cuerdas a los gobiernos de varios países de la región, muy especialmente al de Piñera en Chile y al de Uribe-Duque en Colombia. Contrasta la estabilidad y el orden existente en Cuba, Venezuela, Nicaragua y México con la situación de impopularidad de los gobiernos de derecha, prendidos con alfileres y sostenidos fundamentalmente por el apoyo de Estados Unidos. Es un hecho que el neoliberalismo no puede gobernar más al sur del río Bravo sin infringir brutalmente las reglas de la democracia liberal. El segundo factor es la denodada resistencia y batalla por su desarrollo de Cuba y Venezuela, cada una en su circunstancia, contra la implacable y creciente guerra económica de Washington, signada en el caso venezolano por el golpe permanente y por graves hechos de violencia contrarrevolucionaria. El tercero es el relevante papel de los países miembros del Caricom en la defensa de los principios del derecho internacional, como se vio el 19 de diciembre con la paliza a Estados Unidos y a Almagro en la OEA y en otros hechos de este año. El golpe de Estado en Bolivia, la derrota electoral del Frente Amplio de Uruguay y un par de asuntos más quedan para la siguiente entrega. Seguir leyendo IZQUIERDA LATINOCARIBEÑA EN 2019*. ÁNGEL GUERRA CABRERA

ALBERTO FERNÁNDEZ: “CUANDO LA ECONOMÍA SE MUEVA, TODOS VAN A VERSE BENEFICIADOS”

Entrevista exclusiva con el presidente electo 

Las primeras definiciones del próximo gobierno. La economía, la deuda y la justicia. La prioridad: "No hay nada más urgente que la pobreza y el hambre".  

 FELIPE YAPUR y VICTORIA GINZBERG

ALBERTO FERNÁNDEZ
Imagen: Adrián Pérez

Alberto Fernández pasa el fin de semana largo en un campo en la provincia de Buenos Aires. Está en contacto con sus colaboradores pero rodeado de mucho verde, un ambiente donde él puede despejarse y Dylan correr a sus anchas. Tiene los lineamientos y las primeras medidas de su gobierno en la cabeza y, aunque trata de reservarse algunas sorpresas y elude confirmar nombres, ofrece importantes definiciones sobre el país que se viene después del 10 de diciembre. Está contento: “tengo una gran alegría porque a partir de ahora que las cosas salgan bien dependerá de nosotros. Vamos a decidir nosotros y por lo tanto vamos a prestarle más atención a los que más sufren. Esa alegría está mezclada con una gran dosis de responsabilidad, pero también tengo tranquilidad porque sabemos por dónde hay que caminar”. A veces, hace una pausa antes de contestar, aunque casi siempre tiene la respuesta rápida, se sabe que está entrenadísimo en la tarea de hablar con periodistas. Ubica el momento en que se dio cuenta que sería Presidente: cuando Cristina Kirchner anunció que irían juntos en la fórmula que él encabezaría. “Sabía que íbamos a lograrlo porque ella lo pensó muy bien. Sentí que juntos íbamos a poder hacerlo, convocando a todos».  Y tiene muy clara su prioridad: “No hay nada más urgente que la pobreza y el hambre». Dice que cuando termine su mandato se cumplirán 40 años de democracia y que le gustaría poder demostrar que era verdad aquel dicho de Raúl Alfonsín que señalaba que con la democracia se come, se educa y se cura. Además, adelanta una importante noticia sobre la legalización del aborto: “Va a haber un proyecto de ley mandado por el Presidente”.

–¿Cómo se siente ahora que tiene la responsabilidad de dirigir la Argentina?

–Contento, porque ahora depende de nosotros y no de otros. Que las cosas salgan bien dependerá de nosotros y eso era algo que reclamábamos. Queríamos tener la oportunidad y nos la dieron. Tengo una gran alegría porque sabemos que ahora vamos a decidir nosotros y por lo tanto vamos a prestarle más atención a los que más sufren, cosa que no pasó hasta ahora. Esa alegría está mezclada con una gran dosis de responsabilidad, pero también tengo la tranquilidad de que sabemos por dónde hay que caminar.

–Mientras tanto Macri está de descanso…

–Hace cuatro años que está de descanso.

–Pero a partir de esta situación ¿no está consumiendo usted parte de los famosos 100 días?

–Vengo a trabajar durante cuatro años y voy a poner toda la fuerza para que la gente esté mejor. ¿Qué son cien días? ¿Son días donde se le tolera cualquier cosa a un presidente? No, lo que quiero es tener cuatro años de una buena gestión. Si la gente me ve trabajar responsablemente me va a acompañar. Estoy seguro porque hablo con las mujeres y hombres de la calle, lo hago cotidianamente y todos me dicen que tienen ganas de ayudar. Lo que no tienen es ganas de ayudar a un vago que no los escucha, que no los entiende. No estoy consumiendo cien días, estoy trabajando en lo que los argentinos me dijeron que trabaje. Estoy cumpliendo con lo que prometí. No es que se puede decir una cosa como candidato y después hacer cualquier otra.

–Como «pobreza cero».

–Pero yo no dije eso. Dije que voy a trabajar para que haya menos pobres. Lo dije antes y lo repito ahora. Voy a trabajar para que haya una mejor justicia, para unir al continente, para que la democracia se cure con más democracia. Sé que muchas veces digo cosas que a algunos no les gusta pero lo digo honestamente.

–¿Cómo cree que puede afectar a su gobierno lo que está pasando en la región?

–Nos complica humanamente ver lo que los bolivianos están viviendo. Nos complica humanamente lo que ocurre en Chile. Es muy importante la unidad latinoamericana y toda interrupción democrática es un problema y complica la posibilidad de esa unidad.  Pero hay problemas serios en muchos lados. No sé cuántos muerto hay hoy en Bolivia pero el vicepresidente (Alvaro) García Linera me dijo que era una cantidad muy importante. ¿Y qué hacen los organismos internacionales? ¿Qué hace Naciones Unidas? ¿Qué hace la OEA? ¿Qué están haciendo? ¿Cómo vamos a seguir avalando a una mujer que un día se le ocurrió autoproclamarse presidenta ante un Congreso vacío?

–¿Le llamó la atención que el gobierno argentino no haya querido calificarlo como golpe de estado?

–No, no me llamó la atención porque sé cómo piensan. Pero sí me avergüenza. Se lo dije al presidente, eso lo quiero aclarar. Hay otros problemas en Latinoamérica. Nos estamos olvidando de Ecuador, donde están deteniendo opositores bajo la falsa acusación de sediciosos. Nos olvidamos que hay un vicepresidente preso hace dos años y medio por un juicio inventado que se llama Jorge Glass. Están pasando muchas cosas que no se pueden dejar pasar por alto. Cuando hablo así dicen que mi política exterior se parece a la de Cristina. ¿Defender los derechos humanos? También me puedo parecer a Carter. La estabilidad democrática, como los derechos humanos los voy a defender siempre.  Cuando hablé con (el presidente de Chile) Sebastián Piñera, le dije que lo podía ayudar, sabía que estaba hablando con alguien que no piensa como yo pero igual le pedí que escuchara lo que está diciendo las chilenas y chilenos porque hace falta. Creo que en el continente debemos reconstruir la unidad. México toma ahora la presidencia de la Celac y ahí tenemos la posibilidad de reconstruir la unidad latinoamericana y el caribe.

–Parece complicado con un Bolsonaro desde Brasil confrontando en todo momento…

–No, yo no confronto con el pueblo de Brasil. Que Bolsonaro confronte con quien quiera.

–¿El golpismo retornó al continente?

–Golpe hubo en Bolivia y en el resto de los países son reacciones de pueblos que reclaman más progresismo. Eso hay que tenerlo claro. En Chile y en Ecuador reclaman más progresismo y en Perú también. En Bolivia también lo harán. No es verdad que tengamos un retroceso. Lo digo porque de lo contrario la gente se confundirá. Los factores de poder de Bolivia nunca soportaron que Evo Morales, un indígena, gobierne ese país. Y a la luz de los resultados no sólo fue el mejor presidente sino que es la primera vez que los bolivianos tuvieron un presidente que se les parezca. Seguir leyendo ALBERTO FERNÁNDEZ: “CUANDO LA ECONOMÍA SE MUEVA, TODOS VAN A VERSE BENEFICIADOS”

MACRI, UNA MALA PERSONA. ÁNGEL GUERRA CABRERA

MACRI 4

ÁNGEL GUERRA CABRERA

GUERRITAMauricio Macri prometió acabar con el “cepo” cambiario kirchnerista y lo suprimió no más llegar a la presidencia. Pero ahora, aunque acotado, termina su mandato reinstaurándolo. Sin embargo, no para proteger las reservas internacionales y la economía popular, como era el caso con Cristina Fernández de Kirchner (KFK). Al contrario. El gobierno macrista ha llevado al país a una situación límite. Default o cesación de pagos, palabras malditas ahora traducidas eufemísticamente por los tecnócratas como “reperfilamiento” de la deuda y una devaluación acumulada del peso al cierre de agosto de 304 por ciento. Argentina, que estaba desendeudada y con inflación controlada en el gobierno de CFK ha pasado a ser uno de los países más endeudados del planeta, con las más altas tasas de interés, la segunda mayor inflación, el mayor riesgo país y una de las más acentuadas caídas del PIB. Todo ello significa una enorme pérdida en los ingresos de las mayorías, pobreza, cuando no indigencia de millones, hambre de niños y ancianos. Asombroso, multitud de personas con trabajo malcomen una o dos veces al día. A la vez, la desenfrenada especulación financiera, los privilegios fiscales y en el uso de divisas que conservan los capitales concentrados han propiciado un enriquecimiento obsceno de una pequeña elite local e internacional, comenzando por Macri y los miembros de su gabinete. No ha de extrañar que el objetivo del cepo cambiario macrista, a diferencia del de CFK, sea crear otro mecanismo para continuar facilitando la fuga de capitales, como lo denunció el miércoles 4 el periodista Horacio Verbitsky.

Neoliberales compulsivos, Macri y sus socios capitalistas financieros son insaciables y estarán apropiándose de las ya mermadas reservas internacionales de Argentina mientras algo quede. Junto al sueño de la reelección, posiblemente, esa sea la principal causa de su angustia por el riesgo de que el Fondo Monetario Internacional no autorice el faltante de cinco mil millones de dólares, última tajada del mayor financiamiento concedido por la institución en su historia. El inquilino de la Casa Rosada se aferra a la esperanza de una nueva manito de su amigo Trump, sin cuyo apoyo jamás habría conseguido tamaño empréstito para una economía destruida en menos de cuatro años por la ortodoxia neoliberal. Su plan de medidas para enfrentar las carencias ocasionadas por la nueva devaluación son cosméticas, electoreras y no lo salvarán de caer aplastado por el Frente de Todos. CFK lo radiografió al calificar a Macri de mala persona.

Criminalmente, los 57 mil millones del préstamo se están gastando solo en pagar deuda, intereses, contener la caída del peso con la venta en las últimas sesiones de 300 millones de dólares diarios por el banco central. Esta semana, al acelerarse la corrida cambiaria llegaron a inyectarse casi 1000 millones en una jornada. O sea, con esa suma colosal no se han construido una escuela, un hospital, ni comprado alimentos para los desabastecidos comedores escolares y populares, ni medicamentos para los necesitados, como el caso apremiante de los jubilados. Tan grave, que el candidato a la presidencia del FT, Alberto Fernández, ya aseguró que, de ser electo, una de sus primeras medidas será dotar de remedios gratuitos a ese grupo tan vulnerable. Dijo que con solo dejar de pagar los intereses de ciertos papeles del gobierno por unos días era perfectamente posible financiar el proyecto. Pero una medida como esa nunca pasará por la cabeza de un neoliberal, para quien es mucho más importante salvar un banco que dar de comer a un niño. A la vista de esta megacrisis argentina y del catastrófico cuadro social, económico y cultural que vemos dondequiera se aplican las cada vez más destructivas políticas neoliberales, los pueblos, los luchadores sociales, los militantes y organizaciones populares están en el deber de unirse para batirlas frontalmente. El neoliberalismo no es solo un modelo económico, sino una estrategia para controlar a los pueblos en el orden material, de identidad, valores, cultura y educación aplicando la violencia. Qué son, si no, las intervenciones militares de Washington, pero también sus llamadas guerras contra el terrorismo y las drogas. Por eso es necesario estudiar sus causas y efectos, su evolución, sus viejas y nuevas caras, para poder combatirlo con éxito.

El neoliberalismo no puede ser erradicado del todo en un solo país, pues consiste en una política económica impuesta por el Consenso de Washington a escala global. Pero como se ha visto en Venezuela, Argentina, Brasil, Bolivia, Uruguay etc. sí es posible hacerlo retroceder, en mayor o menor rango, mediante una clara voluntad política de combatirlo con todos los recursos del Estado. En México lopezobradorista, pese a la camisa de fuerza del T-MEC y la Iniciativa Mérida, lo demuestran la política energética soberana, la fuerte injerencia del Estado en la orientación social de la economía y la no intervención en Venezuela.

Twitter:@aguerraguerra

5 CLAVES PARA ENTENDER EL ESCENARIO ELECTORAL EN ARGENTINA. KATU ARKONADA

ARGENTINA 2

KATU ARKONADA

KATU 1En 2015 se perdía en las urnas argentinas el primer gobierno nacional-popular desde que comenzara el ciclo progresista en 1998. Macri ganaba con globitos de colores, pero también entendiendo mejor la política que un kirchnerismo que agotaba su mística y no encontraba reemplazo para Cristina Fernández de Kirchner.

Es por ello que las elecciones del 27 de octubre son claves para determinar si la vieja-nueva derecha neoliberal consolida una alternativa al progresismo, o si se desvanece en una Argentina que tiene más de 13 millones de personas en situación de pobreza, la tasa (33%) más alta de la última década.

Para analizar el escenario electoral, son al menos 5 los factores que debemos tener en cuenta:

Cristina. Su decisión de pasar a la vicepresidencia facilita la síntesis político-electoral de una fuerza de oposición que ya estaba en la calle desde diciembre de 2017, semanas después de la contundente victoria electoral del macrismo en las elecciones de medio término, cuando se lanzan una serie de reformas neoliberales al mundo del trabajo y parecía claro que el macrismo había llegado para quedarse y convertirse en hegemónico.

El enroque con Alberto Fernández logra sintetizar y encolumnar por izquierda y derecha, incorporando desde sectores empresariales del círculo rojo (rojo por el Grupo Clarín) o el empresariado oligopólico argentino (minero, siderúrgico, energético o la Cámara Argentina de la Construcción) a la CTA autónoma, que nunca fue kirchnerista, o al Movimiento Evita, que estaba en posiciones críticas.

Para completar y cerrar el movimiento, la incorporación del sindicalismo peronista de la CGT de Moyano, o de Sergio Massa como primer candidato a Diputado por Buenos Aires, centra y potencia el proyecto.

Fondo Monetario Internacional. El FMI ha sido factor de orden de la política económica, y por lo tanto de gobierno, macrista. El candidato a Vicepresidente Miguel Ángel Pichetto parece ser una concesión, o más bien una imposición del propio FMI, pues colocar a un peronista en la fórmula implica dar estabilidad a la restitución neoliberal según la lectura gringa de la política, en una especie de menemismo recargado.

Y aunque según los analistas políticos argentinos Pichetto tiene menos territorio que una maceta, su presencia en la fórmula junto a Macri, que queda como el único no peronista de las y los candidatos de fórmula presidencial, garantiza una imagen de centralidad institucional que le permite competir frente al binomio Fernández-Fernández. Seguir leyendo 5 CLAVES PARA ENTENDER EL ESCENARIO ELECTORAL EN ARGENTINA. KATU ARKONADA

FERNÁNDEZ-FERNÁNDEZ, ENROQUE Y JAQUE MATE AL MACRISMO. KATU ARKONADA

CRISTINA Y ALBERTO

KATU ARKONADA

Katu-Arkonada-620x330Cuando parecía que Cristina Fernández de Kirchner iba a ser la candidata presidencial del kirchnerismo y otros sectores del peronismo, un video tuiteado por CFK anunciaba que sería candidata a Vicepresidenta, con el ex Jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, Alberto Fernández, como candidato a Presidente.

Este enroque se convertía de esa manera en un arma de destrucción masiva contra el macrismo, ya inmerso en un proceso de implosión debido a sus políticas económicas contra las mayorías sociales y el nivel de endeudamiento al que venía sometiendo a la Argentina. La única salida para el oficialista PRO-Cambiemos era la brasileña, encarcelar a CFK aun sin pruebas, y soportar el costo social y mediático de encarcelar a la ex Presidenta y principal opositora al macrismo, perdiendo legitimidad democrática, pero asegurando la continuidad del gobierno.

Pero la decisión de CFK desactiva por completo esa posibilidad, no solo porque Alberto Fernández no tiene abierta ninguna causa judicial, sino por las relaciones de AF con numerosos sectores de las elites políticas, económicas y mediáticas de la Argentina.

Alberto Fernández de Presidente y Cristina Fernández de Vicepresidenta es una concesión, una derrota en una batalla, un retroceso en la construcción de un proyecto político progresista que amplíe la herencia kirchnerista, a cambio de ganar una guerra contra la restauración conservadora en forma de neoliberalismo salvaje. También es cierto que después del destrozo social macrista la única alternativa posible con Cristina de Presidenta o de Vicepresidenta, es un gobierno de salvación nacional.

Si algo hicieron bien Macri y Durán Barba fue construir el relato donde la culpa de todos los males y sufrimientos de la sociedad argentina eran responsabilidad de la pesada herencia kirchnerista. Por ello, no había que mirar al pasado, sino a un futuro de ajustes y recortes en los derechos sociales.

La decisión de CFK dinamita la estrategia político-mediática macrista, y construye un binomio pensado más para gobernar que para la campaña. Un binomio con intenciones de ser pilar de un gran Frente Patriótico, una vuelta a lo nacional-popular (aunque esta vez más nacional que popular) en una coalición amplia que incluya desde el kirchnerismo al 80% del peronismo, pasando por el sindicalismo o la pequeña y mediana empresa. Todo ello con la experiencia de Unidad Ciudadana y la estructura del Partido Justicialista como base de este Frente Patriótico.

Antes del anuncio, Alberto Fernández había repetido muchas veces el dilema “sin Cristina no se puede y con Cristina no alcanza”. Este enroque es la frase de AF llevada a su máxima expresión. Un ex Jefe de Gabinete (los 4 años de gobierno de Néstor 2003-2007 y los primeros 6 meses de Cristina en 2008) que fue un operador político de primer nivel en las situaciones más complicadas (desempleo o deuda) al mismo tiempo que siempre mantuvo canales de comunicación abiertos con un sector del empresariado, la Embajada de Estados Unidos (actor político en la mayoría de países latinoamericanos) o el Grupo Clarín; y una ex Jefa de Estado con ocho años de gestión y referencia indiscutible de un proceso político que, con el trascurrir del tiempo y los conflictos sociales en Argentina, fue incorporando mayores niveles de radicalidad política (reestatización de empresas y fondos de previsión social, asignación universal por hijo, ley de matrimonio igualitario, apuesta a la unidad regional y geopolítica contrahegemónica). Un Fernández para incorporar a las clases medias desahuciadas por el macrismo, y una Fernández para mantener a los sectores populares y el núcleo duro.

Entre el Frente Patriótico impulsado por Cristina y el macrismo ya no queda grieta sino una tercera vía que se desvanece en el aire, la del peronismo de centro representado por diversas figuras como el ex candidato presidencial Sergio Massa, los gobernadores de Córdoba (Juan Schiarett) y Salta (Juan Manuel Urtubey), o el ex Ministro de Economía de Néstor, Roberto Lavagna (que cuenta con el apoyo del “socialismo” de Santa Fe y el GEN de Margarita Stolbizer).

Pero el apoyo al enroque de Cristina de los gobernadores de Tucumán (Juan Manzur), Santiago del Estero (Gerardo Zamora), La Rioja (Sergio Casas), Chaco (Domingo Peppo) o Tierra del Fuego (Rosana Bertone) podría acercar a Massa a una candidatura de unidad y dejar la Alternativa Federal del peronismo de centro con Schiarett y Urtubey quitando más votos al macrismo que al kirchnerismo ampliado y cerrando con un jaque mate en la primera vuelta del 27 de octubre.

El escenario se vuelve apasionante, en lo inmediato con un paro general el 29 de mayo convocado por diversos movimientos sociales y el conjunto del sindicalismo contra la política económica de Macri, y demuestra que CFK es la mejor jugadora de ajedrez de la política argentina, cercando a un macrismo que ha perdido las últimas 9 elecciones provinciales frente a un peronismo que ha ido unido en todas ellas y en el que Alberto Fernández ha sido uno de los principales armadores territoriales.

Si los pronósticos se confirman, Cristina Fernández de Kirchner se convertiría no sólo en Vicepresidenta, sino también en Presidenta del Senado, con el objetivo de desplegar su “Contrato Social para una Ciudadanía Responsable”, que debe servir cuanto menos para recuperar a la Argentina de la pobreza y del agujero negro de la deuda externa contraída con el FMI (que alcanza los 60.000 millones de dólares, el 80% de su PIB).

De momento, el anuncio de CFK y la fórmula Fernández² ha servido para recuperar la mística, poniendo en el centro de la escena a la política como vector de los debates de la sociedad, frente a la judicialización macrista de la política. Vuelve la épica de la década ganada con Néstor y Cristina.

Fuente: LA JORNADA

EL MISIL DE CRISTINA. ÁNGEL GUERRA CABRERA

CRISTINA Y ALBERTO 2

ÁNGEL GUERRA CABRERA

GUERRITAEl sorpresivo anuncio por la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner de su fórmula para las elecciones de octubre irrumpió como un misil en la tranquilidad del sábado bonaerense, hizo cimbrar el espectro noticioso local e irrumpió en el internacional.  No solo despejó la interrogante sobre su candidatura, en parte una obviedad desde el telúrico lanzamiento de su libro Sinceramente nueve días antes, por su magnitud de ventas y onda política expansiva, hecho inédito en la historia editorial argentina. También sorprendió a propios y extraños no solo el colocar a la cabeza del dúo electoral a otra persona y ella de segunda. Sino que haya sido Alberto Fernández. Aunque jefe de gabinete de la presidencia con Néstor Kirchner y luego con Cristina, Fernández abandonó el gobierno de la mandataria en 2008 y posteriormente pasaron diez años sin hablarse, durante los cuales fue muy crítico con la gestión de su antigua jefa.

El anuncio de Cristina, la única gran líder popular de su país,  en un vibrante video que hace historia por varias razones, replanteó todo el tablero a las fuerzas políticas con vista a los comicios de octubre, dejó descolocado al presidente Macri, el más perjudicado por la medida, y puso la iniciativa política en manos de la expresidenta a pesar del teatro judicial montado contra ella por el gobierno y el tóxico monopolio de medios Clarín, aliados a un grupo de jueces conservadores y venales. Uno de los problemas para Macri, para su alquimista electoral Durán Barba y demás asesores es cómo sostener una campaña concebida para polarizar intensamente con Cristina, contra un personaje como Alberto Fernández, que no participó en muchos de los actos del gobierno K más detestados por la derecha y que se caracteriza por su estilo no confrontacional y dialogante. Cómo evitar que sus propios partidarios y, en espacial, sus aliados radicales presionen ahora al jefe del ejecutivo a ceder su candidatura presidencial, que no levanta, a probablemente su íntima, socia y mejor posicionada en las encuestas María Eugenia Vidal.

Toca al nuevo candidato a presidente forjar la alianza con el kirchnerismo del máximo posible de fuerzas peronistas no kirchneristas, labor que él y Cristina venían realizando desde que se reencontraron pero para la que él está mejor preparado. De hecho, no hizo más que conocerse la noticia y varios gobernadores del justicialismo endosaron la fórmula, mientras figuras importantes de la fuerza deponían sus aspiraciones presidenciales y era evidente el acercamiento del aspirante presidencial Sergio Massa, el más descafeinado peronista pero políticamente importante, no solo en una alianza electoral sino en el gobierno, donde al parecer lo quieren Cristina y Alberto .

El mensaje de Cristina es poderoso. Antes que yo, la causa -el pueblo, la patria- la combinación y la estrategia que más favorezcan a los intereses populares. En tiempos nuevos, hacer volar el pensamiento y romper esquemas. Ella ha venido elaborando con sus allegados un diagnóstico de la trágica situación económica, política, social, cultural y moral de la nación, que Macri dejará hecha trizas.  El agujero financiero con el que lidiaría el dúo Fernández es de una entidad mucho más grave que cuando ella y Néstor llegaron a reconstruir y poner en pie las cadenas productivas y la economía destrozadas por dos décadas de neoliberalismo y la crisis de 2001. Por eso Cristina subraya en su mensaje que no se trata solo de ganar elecciones sino de crear una agrupación de fuerzas populares y aliadas tan potente que sea capaz de gobernar en ese cuadro. Mediante un nuevo contrato social de los argentinos, propone su libro, sentar las bases que permitan pagar la gigantesca deuda contraída por Macri con el Fondo Monetario Internacional y, a la vez, reindustrializar, crear puestos de trabajo, elevar los salarios, hacer justicia social universal y fortalecer la soberanía, sello de los tres gobiernos kirchneristas.  Es evidente que los empresarios son imprescindibles en esa perspectiva, sobre todo los pequeños y medianos, pero también todos cuantos estén dispuestos a participar. Se trata de una coalición de salvación nacional, en la que se abrirán todas las puertas posibles y hasta las imposibles, desprendo del mensaje de Cristina y los primeros pronunciamientos de Alberto.

En el kirhnerismo hay  compañeros preocupados por la fuerza que la derecha pueda ganar en una alianza tan amplia. Es comprensible, pero solucionar los graves problemas de este mundo exige alianzas muy heterodoxas y riesgosas. Se habla de crisis humanitaria en Venezuela, bajo cruel guerra económica, y resulta que todos nuestros países gobernados por el neoliberalismo están en escandalosa emergencia humanitaria. Solo que no hay campañas mediáticas para denunciarlo sino para meter la basura bajo la alfombra. No hay más que mirar cómo le dejaron México a AMLO. Día muy prometedor para nuestra América si venciera en Argentina la fórmula Fernández-Fernández.

Twitter; @aguerraguerra

 

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