Discurso pronunciado por Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de la República de Cuba, en la clausura del VI Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en su IX Legislatura, en el Palacio de Convenciones, el 17 de diciembre de 2020, “Año 62 de la Revolución”. (Versiones Taquigráficas – Presidencia de la República)
Queridos General de Ejército Raúl Castro Ruz y compañeros de la Generación Histórica;
Compañero Esteban Lazo, Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular y Presidente del Consejo de Estado;
Diputadas y diputados;
Compatriotas:
Se honra Cuba al contar en un día como hoy, cuando se cumplen seis años de su regreso a la patria, con el compañero Gerardo Hernández Nordelo como miembro de nuestro Consejo de Estado (Aplausos).
Hace un año, desde esta misma tribuna dijimos: ¡nos tiraron a matar y estamos vivos! Suponíamos entonces que nada podría ser peor que aquella escalada de medidas de endurecimiento del bloqueo imperialista y de ataque a las fuentes de suministros energéticos, a las brigadas médicas y a cualquier posibilidad de financiamiento.
Hasta que llegó el 2020, un año duro y desafiante como pocos a causa de la desconcertante pandemia de la COVID-19 que cerró de golpe y durante meses las puertas a la economía y a la vida misma.
Todo fue peor, porque su impacto es universal y alcanzó momentos insoportables, con el oportunista recrudecimiento del bloqueo estadounidense, prueba definitiva de la profunda maldad de nuestros adversarios.
Ellos insistieron en matarnos; pero nosotros insistimos en vivir y vencer. Cuba Viva saltó por encima de sus propias posibilidades.
Es el destino de este pueblo: crecerse con los desafíos. Está en los genes de la nación cubana, forjada en la resistencia y la rebeldía de los esclavos que se negaron a serlo y en la voluntad de los emigrantes cargados de sueños; está en la herencia de los líderes independentistas que quemaron sus riquezas en el fuego de la Revolución; en las madres de sus hijos nacidos en medio del combate, y en la fuerte identidad del criollo que maduró en los largos años en que la patria solo fue libre en la manigua. Está en las sucesivas generaciones que dejaron sangre y simiente en desiguales combates en calles y en serranías hasta la victoria.
No hay modo de explicar la existencia de la Revolución, su triunfo y su sobrevivencia frente a despiadados acosos y dolorosos abandonos, sin esas esencias que todos los días nos ponen frente a una historia que ya acumula tantas heroínas y héroes por habitante que se hace difícil contarlos.
Pero el ejemplo contagia. En estos meses de pandemia, hemos sido testigos de hazañas cotidianas en personas de todas las edades y oficios, mujeres y hombres, jóvenes y ancianos. Hasta los niños lo han sido, al transformarse en ejemplares educadores de sus padres en cuanto al uso del nasobuco, el lavado de las manos o el distanciamiento físico, los tres pilares de la responsabilidad individual en esta batalla de todos.
Quiero decir hoy aquí que cada hora de estos meses de enfrentamiento a la COVID-19 fue de crecimiento y aprendizaje. Hubo jornadas tensas, agotadoras, pero jamás nos acompañó el desánimo, gracias especialmente al pueblo.
No es posible el desánimo cuando se tiene enfrente el heroísmo, no de una persona o de un grupo, sino de una nación entera. Y ese heroísmo nos hala constantemente, nos inspira a dar más, a hacer más, a sentir vergüenza cuando el cuerpo nos pide un descanso.
Soportando carencias de todo tipo, colas desgastantes y una renuncia temporal a fiestas y abrazos, las cubanas y los cubanos aceptamos los más duros retos en el año 2020.
El nuevo coronavirus es un gigantesco desafío en medio de la crisis impuesta por el bloqueo. Pero lo asumimos sin miedo. Hemos tenido menos medicinas, menos comida, menos transporte…, pero también menos contagios, menos enfermos y menos fallecidos. Eso solo se explica porque hemos tenido más voluntad política, más solidaridad, y más justicia social. Más socialismo.
En la Ciencia y la Medicina se implantaron récords en cuanto a la entrega y el sacrificio personales y colectivos, que permitieron que el país se colocara muy pronto entre los que han logrado controlar la pandemia.
Para ilustrarlo con la rotundidad de las cifras: el país acumula 1 294 052 muestras realizadas, con 9 771 casos positivos, de los cuales, lamentablemente, han fallecido 137 personas, para una tasa de letalidad del 1,40, por debajo de la tasa mundial de 2,25, y también por debajo de la tasa de la región de las Américas de 2,54.
Somos de los pocos países del mundo que no han registrado muertes por COVID-19 de embarazadas, niños, ni personal sanitario.
Cerca del 90 % de todos los contagiados se han recuperado gracias a los robustos protocolos que se perfeccionan continuamente. Las salas de terapia intensiva no han colapsado. Y paralelamente con la atención médica, los profesionales de la Salud trabajan en más de 800 investigaciones, que han generado cientos de publicaciones científicas. Más de una docena de biofármacos cubanos se emplean en los tratamientos, mientras se ensayan cuatro candidatos vacunales y ya se lograron prototipos de tres modelos de ventiladores pulmonares, de cuya producción se ocupará la industria nacional.
Como la historia, con sus siglos de lucha y resistencia, la obra educacional y el modelo de desarrollo humano que la Revolución escogió para sus hijos, nos pusieron, en el enfrentamiento a la pandemia, por delante de países de similar o superior desarrollo.
El talento natural del pueblo y aquella sentencia premonitoria de Fidel de que nos convertiríamos en un país de hombres —y mujeres— de Ciencia, pero muy especialmente su idea llevada a la práctica en la voluntad política de invertir en áreas tan novedosas y casi exclusivas del primer mundo, como la ingeniería genética y la biotecnología, las neurociencias y la producción de medicamentos, nos han permitido colocarnos a la vanguardia de los estudios sobre la pandemia y los protocolos de atención y seguimientos a los contagiados.
Un principio humanista, inseparable de la Revolución: la vida humana como bien supremo de la sociedad está en la base de la estrategia nacional de enfrentamiento a la epidemia en Cuba y en otros 39 países, hasta donde han llegado en estos meses unos 3 000 profesionales cubanos, agrupados en 53 brigadas del Contingente Henry Reeve.
El acoso, la persecución, la difamación y las groseras presiones del actual Gobierno de los Estados Unidos contra otros países por recibir o simplemente solicitar apoyo del prestigioso Contingente, no tiene precedentes.
Pero su obra ya caló tan hondo en las naciones que la reciben, que de su agradecimiento brotó la propuesta para el Nobel de la Paz al Contingente Henry Reeve, una candidatura que honra profundamente a un proyecto de Fidel en este mundo gobernado por los egoísmos y las reglas del mercado. Se reconoce así la consagración de nuestros trabajadores de la Salud a salvar vidas en las más difíciles condiciones y en los sitios más remotos, a donde nunca llegará ni una limosna de sus perseguidores.
Sin ceder al exceso de optimismo, siempre peligroso por cuanto desmovilizaría las acciones que deben mantenerse en el tiempo, vamos pasando todas las pruebas de la pandemia gracias al pueblo y al empuje preciso de la Ciencia, un poderoso motor de tracción múltiple, si me perdonan la analogía.
Porque hay que decir que los aportes de la inteligencia colectiva no se reducen al área vital de la Medicina y los servicios de Salud Pública. Agradecemos que algunas de las mentes más brillantes de nuestro país permanecieran atentas y aportando, desde las plataformas digitales, con agudeza crítica, a los análisis científicos que, también desde la economía y las ciencias sociales e históricas, deberán dotar a la nación de un cuerpo teórico indispensable a este momento preñado de urgencias.
Nunca es poco ni banal lo que se aporta desde el conocimiento y el compromiso con el destino de la nación. Es una señal que distingue a los muchos cubanos que acompañan a la Revolución en todos sus desvelos y quieren ayudar a la conquista de la prosperidad pendiente. Y a los que hoy cumplimos el deber de gobernar nos ayuda a rectificar mientras caminamos, algo de lo que jamás nos avergonzaremos ni renegaremos. Entendemos que estudiar, aprender y tomar decisiones, desde los saberes colectivos, conduce siempre por caminos más seguros y más justos.
Compatriotas:
En el año 2020 enfrentamos condiciones excepcionales en la economía. Cualquier adjetivo resultaría insuficiente para calificar la atroz combinación de bloqueo reforzado y pandemia sobre la economía y la sociedad.
Hablamos de efectos acumulados de la persecución financiera y el cerco a cualquier fuente de ingresos en divisas, que se refuerzan de forma oportunista en medio de la pandemia y la contracción económica universal que provoca, con la consecuente interrupción de la actividad turística, una de las principales fuentes de ingresos del país; la contracción de las importaciones; la disminución de la actividad productiva y de servicios, tanto en el sector estatal como en el no estatal y los gastos de salud adicionales a los previstos en el plan, junto al incremento de los financiamientos desde el Presupuesto del Estado, entre otros.
Al diseñar el Plan de la Economía para el año 2020, habíamos previsto, aun en condiciones de fuertes restricciones, alcanzar un crecimiento en el orden del 1 %. Como ha sucedido prácticamente en todas las regiones y países, la COVID-19 nos obligó a modificar todas las previsiones.
El hecho es que no habrá crecimiento. Como se ha informado aquí, se decrecerá alrededor de un 11 %.
Cae la economía, pero no se detiene. Hemos aprobado la Estrategia Económico-Social y el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el año 2030 y se concluyeron los estudios para la implementación del ordenamiento monetario, que se iniciará el próximo 1ro. de enero.
En medio del peor escenario se han concluido importantes inversiones en los principales programas de desarrollo, incluyendo el de la vivienda, con 47 400 inmuebles terminados; el turismo, con 2 000 nuevas habitaciones; la primera bioeléctrica en operaciones en el país, e inversiones en el sector hidráulico y la producción de alimentos, entre otros.
Simultáneamente, se aprobaron 29 proyectos de Inversión Extranjera, por 2 455 millones de dólares, 5 de ellos en la Zona Especial de Desarrollo Mariel, importante y estratégico enclave económico del país, donde operan empresas de 21 países y de 11 multinacionales. Allí se han aprobado 55 negocios, con un monto de inversión comprometido que supera los 3 000 millones de dólares, generándose 11 763 nuevos empleos.
Si bien en el escenario en el que se elabora el Plan de la Economía para el año 2021, prevalece la incertidumbre asociada a la evolución de la pandemia y sus graves impactos en la economía mundial, el próximo año se espera un proceso gradual de recuperación, con un crecimiento entre un 6 % y un 7 %, lo que demandará un trabajo intenso de todos los actores económicos.
Alcanzar este objetivo exige de nosotros mantener el control de la COVID-19, en función de no enfrentar retrocesos en la apertura que ya hemos iniciado en el turismo y en la actividad productiva en general.
El país continuará trabajando en su desarrollo. El plan de inversiones se incrementa un 22 % respecto al año 2020; concentrándose el 60 % de los recursos en los sectores priorizados: producción de alimentos; medicamentos; defensa; turismo; fuentes renovables de energía; programa de la vivienda y las fábricas de producción de cemento y acero.
A pesar de la contracción que nos deja este año, no renunciamos a alcanzar el crecimiento proyectado para la segunda etapa del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social, comprendida en el período del 2022 al 2026.
Para ello, es preciso continuar avanzando con mayor celeridad y prioridades claras en la implementación de la Estrategia Económico-Social, y mantener bajo control la inflación, evitando que se exprese por encima de los niveles proyectados en el ordenamiento monetario; incentivar la generación de nuevos empleos, fundamentalmente en la actividad productiva, para lo cual es imprescindible el impulso al desarrollo local, priorizando el turismo, en respaldo a su recuperación gradual y con énfasis en los suministros para la circulación mercantil minorista en moneda nacional, sobre todo de productos de amplia demanda.
Se priorizará, igualmente, el impulso a las inversiones en la Zona Especial de Desarrollo Mariel y el incremento de las ventas de las entidades nacionales a la Zona por encima de lo proyectado en el Plan, y la participación de la industria nacional como proveedor de las ventas minoristas y mayoristas en divisas.
En ese contexto, será preciso mejorar el déficit fiscal proyectado, a partir de una mayor eficiencia del gasto público y del aumento de los ingresos del Presupuesto del Estado.
Con el inicio del ordenamiento monetario, el año 2021 será decisivo en la recuperación gradual de la economía, en tanto logremos crear condiciones más favorables para el desarrollo del sector productivo nacional.
Esas prioridades conectan con algunos avances logrados durante este año difícil, como los programas de desarrollo territorial, la gestión de la ciencia y la innovación, las redes de laboratorios de biología molecular, las nuevas facultades otorgadas al sistema empresarial, el programa para el avance de la mujer, la política de comercialización de productos agropecuarios, la creación de parques tecnológicos y sociedades mercantiles de interfaz entre universidades y empresas.
La conducción de la economía se ha diseñado bajo el principio de asegurar, como objetivos esenciales, el acceso a los alimentos, combustibles, fertilizantes y plaguicidas, medicamentos, satisfacer las demandas de la defensa, así como la prioridad en la obtención de los financiamientos para la industria nacional, haciendo efectivo el propósito de no importar lo que podamos producir eficientemente en el país.
El principio ha sido introducir modificaciones para lograr mayor flexibilidad, objetividad e innovación en la respuesta a los problemas y la búsqueda de soluciones.
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