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SEMIÓTICA DE LOS FEMINICIDIOS. FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

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FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

Cultura de lo macabro

“En el comportamiento hacia la mujer, botín y esclava de la voluptuosidad común, se manifiesta la infinita degradación en que el hombre existe para sí mismo… Del carácter de esta relación se desprende en qué medida el hombre ha llegado a ser y se concibe como ser genérico, como ser humano: la relación entre hombre y mujer es la más natural de las relaciones entre uno y otro ser humano”. C. Marx

Pocas formas del asesinato poseen más carga simbólica que los feminicidios. En ellos se coagula un poliedro de fenómenos históricos degradantes, cocinados en las entrañas del poder hegemónico más podrido. Lo ya de suyo macabro, en lo particular, trasciende y salpica al contexto mientras destruye los mejores valores colectivos amasados durante milenios. En el asesinato alevoso de mujeres, niñas o adultas, reina una moraleja pútrida que se ha dejado macerar para que haga metástasis en todo el cuerpo social y nos deprima, nos agobie, nos cancele todo futuro. No es un problema nuevo ni ingenuo. Se lo ha dejado progresar para hacernos sucumbir en los pantanos del pesimismo donde no hay salida porque convence al mundo de que las mujeres nada valen. 

Hay geopolíticas macabras emblemáticas, como las “Muertas de Juárez”, y también hay paradigmáticos, como los crímenes incontables silenciados en la intimidad de la gente “pudiente”, abrigada con impunidad mediática a fuego. Violencia de género que siempre ha sido tolerada como un derecho de machos, cultivado en la nervadura ideológica de la burguesía que fue siempre permisiva y siempre impune. La violencia contra las mujeres en los hogares, en las parejas o en cualquier forma de las relaciones de producción, no es otra cosa que un crimen social tolerado largamente. No hay seguridad para las mujeres que conviven con hombres orgullosos de ser violentos. Hay muchas patologías fúnebres en el “sistema patriarcal” que se repite en las casas, las empresas, las oficinas, las iglesias, las calles y en todo lugar. La mitad de los asesinatos de mujeres, por razones de género, no se esclarece. ¿Hay que llamar a la palestra a Henri Désiré Landru? ¿A Thomas De Quincey con su “On murder considered as One of the Fine arts” (Sobre el asesinato considerado como una de las bellas artes)?

Si alguien pretende reducir lo macabro del feminicidio a “episodios aislados”, de “locura individual”; reducirlo a un tema de debate en sesudas “sobremesas” a propósito de la violencia “de unos cuantos”, en vez de abrir el cuestionamiento al capitalismo todo. Si alguien pretende tal reduccionismo, debe saber que muchas mujeres morirán mientras nosotros discutimos porque, para ellas, la vida depende de la comunidad, de la defensa colectiva de su integridad, de su cuerpo y su dignidad. Y tal defensa depende de destruir el poder patriarcal hegemónico desde sus fuentes ideológicas, en sus fuerzas opresoras concretas y en el consenso ético y jurídico que lo protege; desde la familia y en su forma más horrorosa del Estado Nacional que perpetúa la supremacía machista para, a través de la violencia, lograr la posesión, la colonización y la destrucción de las mujeres. Buñuel lo retrató muy bien en más de una de sus películas.

La violencia que asesina mujeres es un producto más de la ideología de la clase dominante infestada con mentiras y perogrulladas. Se trata de violencia basada, incluso, en el miedo a que las mujeres sean “superiores”. Eso es intolerable para el poder machista. El asesinato de mujeres tiene relación íntima con un sistema social basado en desigualdades por el hecho, incluso, de pertenecer al “sexo débil”. Es un problema creciente. Históricamente se aceptó que el vínculo entre hombres y mujeres conlleva una licencia para abusar. Fueron silenciados miles de episodios de violencia real, plenamente asimilada en la vida cotidiana. El extremo de esa pedagogía de la violencia es el permiso reservado para la industria de la pornografía que vende la imagen de mujeres dispuestas siempre a soportar, una y otra vez y para siempre, cientos y cientos de vejaciones. Estímulo audiovisual para la violencia sexual, la violación y el asesinato perpetrado, en el fondo, por los valores morales del establishment retrógrado que mercantiliza a las mujeres y las somete al absolutismo lujurioso del placer machista… hasta el asesinato. Un placer de la carne humana en su forma más deshumanizada. Como ocurre en muchos matrimonios.

No es ilógico que, en cada feminicidio, esté anidada una moraleja y una simbología contra la sociedad condenada a ser esclava de la supremacía conservadora que es, a su vez, un campo de concentración ideológico lleno de víctimas muertas. Y nadie parece poder frenarlo. Falta mucha investigación sobre las causas, de manera fundamentada y rigurosa. Investigaciones históricas en torno al feminicidio sobre un escenario histórico de desigualdad genérica. Son asesinatos que simbolizan la misógina extrema, e histórica, orientada a producir más explotación y más subordinación de las mujeres. El significado es tan terrible por lo complejo como por lo macabro. Simboliza la moral de los cuchillos, las pistolas y las trompadas destinadas a la piel de las mujeres reducidas a un genital despreciado que puede herirse bajo la complicidad cultural del establishment. El mensaje lumpen del feminicidio es “que no importa lo que le hagan a una mujer y de cuántas maneras la lastimen, a ella le va a gustar” (Andrea Dworkin). Hay un cancionero amplísimo que lo avala y lo repite hasta el hartazgo. Con tríos, mariachis, regetones o bandas de rock.

He aquí el tiempo de los asesinos. Es una atrocidad histórica como las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki, como Vietnam o como Irak. Son crímenes de lesa humanidad que simbolizan violación, mutilación y humillación, usadas con placer de clase incluso promovidos por los “mass media”. Es la industria de una semiótica fúnebre generada como insulto de clase contra la conciencia humana. Las muertas se reducen a estadísticas que nadie quiere conocer y se apilan en una zona oscura de la memoria colectiva para que no estorben antes, durante y después del asesinato próximo. Por cierto la palabra “feminicidio” también sirve, paradójicamente, para esconder el horror parido por el capitalismo. Por eso la difunden con furor algunos moralistas conservadores que se escandalizan, sólo, mientras llega la publicidad de turno. En los feminicidios habita la violencia como solución final que evidencia el anhelo de dominar al otro aniquilarlo. Ejercicio de un poder auto conferido para conducir a la víctima a la totalización de la negación. Poder enano pero poder omnipotente cuya violencia es siempre respuesta aterradora ante el exhibicionismo del poder así sea efímero y robado.

¿Qué significa esto? Una sociedad que tolera y no combate, decididamente, la degradación humana, la violencia y el asesinato, fomenta lo macabro y lo hace crecer. Nos acostumbra a que nada de esto es “grave”, que es parte del “paisaje”, que es una calamidad con la que vivir sin escandalizarse. Que ya nada importa, ni el saqueo, ni la explotación, ni la corrupción. Es el marco perfecto para toda degradación imaginable. Pero la vida es otra cosa y no se debe bajar la guardia, hay que identificar el dolor de la brutalidad sistematizada y luchar organizadamente en su contra. Gran parte de ese dolor es ocasionado por un sistema económico e ideológico diseñado para someternos a todas las patologías del poder. En lo general y en los casos específicos. Es vital luchar contra los feminicidios antes de que la indolencia nos haga cómplices de la lógica que asesina a mujeres. Y pueblos.

Todos los asesinatos de mujeres dejan una marca indeleble en la memoria de los pueblos, dejan tatuada una referencia que desnuda a la cultura y a los valores dominantes. Los asesinos actúan impregnados con los tufos más fétidos y complejos de la ideología del poder dominante y son criaturas dolidas de ser “la gente normal”, de ser humanos de carne y hueso pero hambrientos de poder. Los feminicidios son intentos de dominación monstruosa cuya empatía mediocre conduce a la nada del otro, a la condición de víctima irremediable ahogada con el carisma ideológico del verdugo. La víctima es la realización del exterminio pletórico de un rol macabro en el proceso morboso del homicida y cierta fascinación insólita de origen social siempre en la lógica criminal. Funciona como alegoría amarga de la realidad política, su cultura y valores. Es un poderoso tufo de brutalidad a veces disfrazado de amor.

Es urgente desarrollar la investigación, el interés semiótico por el homicidio de mujeres. Desarrollar la crítica de cuanto signifique para ser intervenido semióticamente. Cuando un feminicidio está en desarrollo (antes, durante y después de cometido) llega a nosotros inyectado semánticamente con todos los medios. Necesitamos una teoría de acción semiótica que identifique que el asesinato como “sentido” destinado a causar golpes de azoro ¿de qué, a quién? A la víctima al victimario, a quien analice los hechos y sienta compasión por el dolor ajeno y el temor por sufrir lo que lo conduzca a cierto estado de miedo. La representación del asesinato y su realización verdadera deben conocerse desde sus entrañas semánticas. En el alma de las primeras expresiones de pena por quienes han perecido, en el epicentro del tiempo, en la vehemencia de la pasión donde es inevitable examinar y evaluar los aspectos textuales y contextuales, su estética, sus valores comparativos, los móviles y fuentes. Semiótica del feminicidio en las circunstancias que lo hacen índice de efectos sociales, misterio, venganza…dominio.

Semiótica de los actos secuencias en un feminicidio como plan de horror sobre un plano de las ideas que se ha hecho “natural” porque aniquila y degrada la grandeza de los seres humanos, porque exhibe cierta naturaleza humana abyecta y humillante. Semiótica de la víctima que no lo es sólo del asesinato sino de la cultura, también, de sus sentimientos, del pensamiento, del flujo y reflujo de la pasión criminal sistémica encarnada en un asesino que, también, es víctima del proceso de la muerte generada y que lo aplasta todo con su mazo ideológico. En el asesino habita una semiosis violenta como tormenta de pasión, celos, ambición, venganza, odio… un infierno en él;  y donde nosotros todos habitamos Sale por la tele.

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LOS PLACERES DEL ENGAÑO. FERNANDO BUEN ABAD

Estética de las “Fake News”

“Quizá me haya acostumbrado tanto a las mentiras,  que la verdad me suena indecentemente falsa”

 (Trainspotting, Danny Boyle, 1996, basada en la novela homónima escrita por Irvine Welsh) 

FERNANDO BUEN ABAD

A la mentalidad burguesa, patrocinadora de la más brutal metástasis de miedos rentables, le repugna vivir sin certezas negociables, cuando no las posee las inventa (o le paga a alguien para que se las invente) así sea de forma placentera o efímera, como en la publicidad o como en las iglesias, por ejemplo. Fabrican toneladas de angustia reflejada ante la realidad, (como en la caverna de Platón) y con tal angustia pavimenta el camino de todas las negaciones y las resignaciones. Si el mundo es (como lo presentan desde la moral judeocristiana) un amasijo de amenazas que aterrorizan, la única verdad es la alegría del engaño que consiste en aceptarlo todo tal como nos lo representan y defender, fanáticamente, lo que ofrezca algo de seguridad. Eso facilita asumir el engaño como la mejor realidad, como el mejor escudo que es mucho más placentero y fácil. La otra realidad es imposible enfrentarla porque nos muestra vulnerables, impotentes, frágiles… y para eso, mejor vivimos de ilusiones convencidos de que somos una humanidad creada para el engaño y por el engaño… en la vida “privada”, en la política, en la educación, en el arte… vivir de ilusiones sabrosas. Así es la cosa desde Adan y Eva.

Un cantante de poca monta, y relativa fama en México, decía en uno de sus “éxitos”: “miénteme más que me hace tu maldad feliz”. ¿Por qué les gusta a algunos la mentira, qué placer produce la falsificación de lo que estamos viendo y viviendo? ¿Reina la “pereza mental”, la flojera de saber la verdad y asumirla? Freud conocía bien estas estrategias psicológicas a las que denominó “mecanismos de defensa” y que permiten alejar la realidad mientras no estamos preparados para enfrentarla. Existe una manía inducida de negar lo existente, que no es ignorancia (ni error) sino negación de conocer la realidad… y hacerla amable.

¿Qué es lo que nos hace disfrutar del engaño? Son múltiples las causas asociadas a lo doloroso y a lo irremediable. El final de la felicidad, de los amores… de la vida misma. En la Historia de la Filosofía se contabilizan cientos de corrientes idealistas acostumbradas a sembrar la idea de que de la realidad provienen todas las desgracias. De esos idealismos han vivido muchos filósofos, padres o padrastros del subjetivismo, el escapismo, el irracionalismo y los idealismos escolásticos seriales. Si la realidad es amenazante, incomprensible e incognocible… un vertedero demoníaco de miedos y pavores… más nos vale huir y resguardarnos en alguna ficción, fantasma o falacia confortables como el vientre de una madre. El placer uterino por el engaño. Aquella canción del mal cantante con relativa audiencia, dice: “Voy viviendo ya de tus mentiras…”, “… más si das a mi vivir la dicha con tu amor fingido, miénteme una eternidad que me hace tu maldad, feliz. Y qué más da, la vida es una mentira, miénteme más, que me hace tu maldad feliz”. (Autor: Armando Domínguez Borrás)

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CARTA DE LA VERDAD. DISPUTAS SEMIÓTICAS EN LOS TERRITORIOS DE LA REALIDAD. FERNANDO BUEN ABAD

FERNANDO BUEN ABAD

“¿No es el primer deber del que busca la verdad dirigirse directamente a la verdad sin mirar a diestra o siniestra?” K. Mar

Conquistar la verdad es un trabajo… es una lucha. La verdad no es una moneda que pueda darse y recibirse, sin más, en el mercado de la información. No nos cuenten que la verdad es “incognoscible”, o subjetiva, porque el estado actual del conocimiento esté limitado, mientras fabrican escondites, o mentiras retorcidas, para dificultar el camino del saber. La verdad se alcanza, y se defiende, con el esfuerzo militante del pensamiento y la acción organizados. Se alcanza en la dialéctica tensional entre el error y la certeza. En el debate capital-trabajo. Al margen de reduccionismos. El problema de la verdad (tanto como la mentira) es un problema humanista de nuestro tiempo. Sólo se resuelve en la praxis.

Para nosotros es fundamental una concepción totalizante, e indisoluble, de la especie humana y el universo, en función, objetiva y subjetiva, transformadora del mundo. Para nosotros es fundamental un método crítico de toda información (sentido amplio) que produce la sociedad en que vivimos; por tanto, en función de esa crítica, como resultado de ella, necesitamos un plan de acción superadora, con un programa de transformación revolucionaria, para la creación de un tipo nuevo de relaciones entre los seres humanos hacia un nuevo orden mundial de la información y la comunicación. Con un punto de no retorno lógica y políticamente. La verdad al alcance de todos. La mejor contribución al proceso revolucionario es la crítica inspirada por la lealtad, la crítica científica que empodera a la razón de la lucha para profundizarla. La crítica sin complacencia, sin torpeza. La que alimenta a la revolución y esmerila al capitalismo. La verdad sea dicha.

Empeñarse en la búsqueda de la verdad, sobre una base semiótica concreta y científica es, en más de un sentido, un cambio histórico que revoluciona a la historia misma. Transforma a la búsqueda, y sus métodos, en un instrumento magnífico. No esperemos “bienvenidas” por parte de los poderes hegemónicos expresados en sus trincheras políticas, económicas ni académicas. La bienvenida deben darla, si se ofrecen resultados potentes, las bases en pie de lucha. Quienes asumen el deber de estudiar y defender el problema de la verdad, trabada en las luchas de clase que se verifican en sus entrañas, deben desarrollar métodos, hipótesis y teorías correctas capaces de ascender a la praxis correcta que no es otra más que la praxis emancipadora dirigida desde las bases.

Las premisas de una semiótica científica están íntimamente vinculadas al desarrollo histórico, a las condiciones objetivas de la economía y de la vida material determinadas por leyes objetivas y cargadas, a su vez, de significación histórica, aunque sea imperfectamente, explicado en su praxis misma. La base del carácter científico de la semiótica que debemos desarrollar exige, desde su definición, capacidades predictivas (y preventivas) sobre el destino marcado por el modo de producción de sentido que interesa a las clases dominantes y sus componentes esenciales. ¿Cómo están pensando y proyectando la “manipulación simbólica”?

Falsificar la realidad es una actividad sistémica del capitalismo, una religión en la que las falacias son esencia y necesidad vital para poner, fuera de la vista de la clase trabajadora, los modos y los medios de hurto contra el producto del trabajo. No sólo invisibilizan la plusvalía, además nos embriagan con ilusiones o espejismos que hacen de las víctimas cómplices solidarios de sus verdugos. La producción de embrutecimientos, borracheras y anestesias simbólicas tiende a expandirse y a producir mutaciones aberrantes, afamadas porque son muy rentables. A cualquier costo. No nos cansaremos de repetirlo.

Es una necesidad imperativa prever a dónde quiere llevarnos la maquinaria fabricante de falacias. Identificar sus horizontes, sus métodos, sus recursos y sus consecuencias. Es crucial la tarea de producir anticuerpos y desplegar de inmediato fuerzas para la defensa y para la vanguardia en el estudio de la realidad y la búsqueda de la verdad. Sin los relativismos tóxicos de las filosofías con sordina, sin las baratijas ideológicas de los individualismos ni las metafísicas del cangrejo. Ya está en el horno “el nuevo orden”, la “nueva normalidad”, el “happytalism” (capitalismo feliz y progre). Matrices teóricas y “categorías nuevas” de donde se desprenderán cifras y paisajes para anestesiarnos a golpes de silogismos espurios y “entretenimiento familiar”.       

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SEMIÓTICA DE LA PANDEMIA (III). FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

El gran circo de los “cambios” y de las “premuras”

FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

Hábitos, costumbres y tradiciones (tan aparentemente intocables en tiempos de “normalidad”) fueron “descarrilados” por la fuerza descomunal de la crisis sanitaria, hasta hoy, más grande de la historia, provocada por el capitalismo. Bodas, cumpleaños, bautizos, exequias… ritos, procesiones o heredades a cuál más, se suspendieron, se modificaron o se postergaron bajo los designios del Covid-19 y toda la parafernalia desatada por la irracionalidad del capitalismo y de sus “mass media”. 

Aquellos que, abrazados a sus dogmas, juraron jamás faltar a los ritos de su elección, se quedaron sin su misa y sin homilía. Todas las rutinas se trastocaron. “Cambió”, provisionalmente, la catarata de estereotipos matutinos ejecutados (a veces con orgullo) por padres e hijos al emprender el día y precipitarse hacia la jornada laboral o escolar. “Cambió”, en apariencia, el rito de la higiene y la vestimenta, el peinado, el perfume y el saludo. “Cambió”, momentáneamente, el “ritmo” de la calle, del transporte y la supervivencia entre enjambres de automóviles, trenes y motocicletas. “Cambió” el smog y la polución sonora. Así sea por una temporada. ¿Cambió todo para que nada cambie?

Ahí donde hubo cuarentena, obligatoria o voluntaria, hubo “cambios” para gustos y disgustos. Toda la estructura cultural burguesa sufrió un cimbronazo enorme. La rutina monstruosa, fabricada para estandarizar la explotación de la mano de obra, con sus jaurías de engaños y sus lavados de cerebro cotidianos, se fisuró sensiblemente. Quedó a la vista el esperpento descarnado del capitalismo y sus muy pocos dueños usureros. Como en el “Mago de Oz”. Eso explica la “infodemia” desatada para remendar las fisuras del sistema y evitarle visibilidad al sujeto social transformador. Que no vea el desastre (del que es cómplice involuntario) contra sí mismo. Que no se note el despojo y que siga pareciendo progreso. Por eso les urge “volver a la normalidad”. 

Todo lo enunciado como invencible, tartamudeó zarandeado por el “virus” (de origen accidental o experimental ¿algún día lo sabremos?) Todo lo que nos vendieron como inamovible se doblegó en la suma de los contagios y los decesos. Lo sólido se disuelve. Las “grandes verdades” del establishment resultaron ser paparruchadas de tecnócratas que, donde juraban que había “carencia de recursos”, aparecieron mágicamente con carretadas de asistencialismo. Estado subsidiario de emergencia, antes de que se les escape de las manos el “control” social y se les esfume el “estado de derecho” burgués. Sólo el miedo al contagio contuvo a las masas. Todo lo demás quedó al desnudo. Nuevamente. Y se desató un vendaval “renovado” de falacias. 

Si, como se dice, “la verdad nos hará libres”…  se entiende por qué se la persigue, se la desfigura y se la prostituye tan febrilmente en las mazmorras ideológicas de las oligarquías. Las tácticas y estrategias de las falacias mediáticas se han perfeccionado y se producen en serie desde los laboratorios de guerra psicológica mejor disfrazados. Algunos se llaman “noticieros”. Y nos mienten, a mañana tarde y noche, bajo el cobijo, incluso, de empresas y gobiernos en países “democráticos”. Hay que ponerle punto final a eso.

  1. Falta a la verdad el periodismo que se solaza en las consecuencias y no explica las causas. 
  2. Falta a la verdad el periodismo que superpone su opinión al devenir de los hechos. 
  3. Falta a la verdad el periodismo que se alía a las agendas de los poderosos en contra de los débiles. 
  4. Falta a la verdad el periodismo que engorda calumnias para granjearse dinero y/o simpatías.
  5. Falta a la verdad el periodismo que empeñado en halagar intereses de cúpula e ignorar testimonios de los pueblos. 
  6. Falta a la verdad el periodismo que se rinde a la “obediencia debida” ante injusticias editoriales. 
  7. Falta a la verdad el periodismo que pone al capital por encima de los seres humanos.
  8. Falta a la verdad el periodismo que pierde solidaridad con las luchas emancipadoras de los pueblos. 
  9. Falta a la verdad el periodismo que no denuncia los intereses del saqueo de recursos naturales de los pueblos. 
  10. Falta a la verdad el periodismo que hace indiferente ante la explotación de los trabajadores en todo el mundo. 

Estamos infestados con retahílas de afirmaciones imprecisas, con sustento paupérrimo y próximas a la calumnia, referidas a la situación actual del mundo y de la pandemia. La verdad sometida a un bloqueo económico demencial, sometida a sanciones ideológicas imperiales y algarabías demagógicas en defensa de la “libertad de expresión” burguesa. En los noticieros de todo tipo, han fabricado infamias descomunales que nada le envidian a los peores libelos de Miami. Ningún rigor informativo, encuestas adquiridas en fuentes de derecha y un “tonito” de superioridad que parece haber olvidado la situación de emergencia a que está siendo sometida la humanidad por culpa del capitalismo. ¿Alguien lo duda?. 

Ese “periodismo de guerra” también de pandemia debe repudiarse. Ya se prepara el clan de los monopolios mundiales, están en el horno cientos de “Fake News” nuevas. Las tendremos temprano con el desayuno. Es muy probable que a los directores o directoras de noticias les guste la usurpación y la injerencia, sea de donde sea, que ayuden voluntariosamente a profundizar la agresión imperial contra la especie humana y que les importe un bledo el respeto a la soberanía de los pueblos y no la intervención en la vida política de cada país, aunque lo disfracen como “noticias internacionales”.

En la fase actual de la pandemia (si alguien sabe cuál es que avise) la “información” copia los formatos de una prensa que en nada hace justicia a las mejores tradiciones periodísticas. Todo lo contrario, las envilece. No seamos cómplices. Quizá no sea mucho lo que pueda hacerse con unas líneas de protesta y denuncia pero mucho se hace no permitiendo que gane el silencio. Ni la impunidad. No debemos aceptar la impudicia oligarca cuando exhibe falacias peligrosas como si fueran verdades atesorables. Somos los indicados, e indicadas, para darle un lugar a la denuncia. Tenerlo en cuenta, comentarlo y compartirlo. Desterrar los vicios históricos y las deficiencias en nuestros modos y medios de producción informativa. Que no nos gane el silencio.

LOS HIJOS DE LA VIOLENCIA. FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

9 de agosto, Día Internacional de los Crímenes Estadounidenses contra la Humanidad 

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¡Hay niños encerrados en jaulas!

buen abad 3¿Hay un plan para encubrir los crímenes contra la Humanidad? Sí, se llama Capitalismo.

Quedarse quieto es hacerse cómplice. Ésta no es una denuncia cómoda para tranquilizar conciencias pequeño-burguesas. Es denuncia y es autocrítica. Mientras Trump y sus jaurías criminales reprimen, humillan y encarcelan a familias de “inmigrantes”; todos los Crímenes Estadounidenses se coagulan en las injusticias fronterizas, la inmensa mayoría de nosotros aporta su cuota de ignorancia, indolencia e inutilidad funcionales. Algunos claman aL cielo y oran, otros se subliman mentando madres, algunos hacen donativos, limosnas y gestos compungidos. Otros más, alzan los hombros y siguen viendo su noticiero favorito.

La única solidaridad concreta ocurre desde abajo, de la mano del pueblo que mira en el que sufre sus propios sufrimientos. Para no importunar al magnate de la Casa Blanca, cientos de funcionarios se cosen la boca con hilos de burocracia y silencian lo que les queda de consciencia para que el horror no les quite el sueño. Algunos abogados fabricaron trincheras de “jurisprudencia” a prueba de toda vergüenza, desde ahí pontifican deyecciones leguleyas expelidas por el “Estado de derecho” y los “tratados internacionales”.

Se exhiben muy pulcros para el tecnicismo y muy puntuales para la cobranza. Van y vienen de congreso en congreso, de conferencia en conferencia, de burocracia en burocracia… mientras los niños aprenden, tras las rejas, que viven en un mundo donde ser pobre se castiga, no importa de dónde vengas ni qué edad tengas. Castigo inclemente sin delito, sin juicio, sin defensa. “La única forma de salvar la vida de las personas detenidas es su liberación”, dice el periodista Jacob Soboroff, que ingresó a estas cárceles del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) donde, ya en 2008, vio niñas y niños encerrados en jaulas. Soboroff lo relata en su nuevo libro Separated: Inside an American Tragedy (Separados: una tragedia estadounidense).

Es uno más de los Crímenes Estadounidenses contra la Humanidad, convertido en mercancía “mediática”. Mercancía del horror prefabricado por intereses de clase a cuyo servicio está el Estado, para venderla en el mercado de la dominación de una clase sobre otra. Esta vez usando a los niños, sin clemencia, sin defensa, sin piedad. En el alma de esa violencia la complacencia de gobiernos reformistas y oportunistas escupiendo a mansalva discursos legalistas. Se descargan, minuto a minuto, ráfagas de violencia ideológica para esconder la tortura a que son sometidos los más indefensos en el imperio oligarca de la indefensión social. No importa el horario, no importa el tema y no importa el impacto… siempre hay violencia a destajo contra niñas y niños victimados tras las rejas del imperio. Y parece tan “natural”. “Según diferentes cables, en mayo ICE tenía a unos 184 menores, pero los activistas creen que pueden ser más, después de trascender que el gobierno federal está deteniendo a los niños en hoteles de Texas y Arizona antes de deportarlos a sus países de origen.”

Esto no es una arenga contra la solidaridad genuina, es una reflexión contra esa violencia infiltrada en las cabezas de los pueblos para naturalizar todo lo que  el capitalismo impone como modelo para mentalidades dóciles, cómplices de las aberraciones del saqueo y la explotación que reinan planetariamente. “Casi 2.000 niños han sido separados de sus padres desde que el fiscal general, Jeff Sessions, anunció la política que determina que los funcionarios de seguridad interna deriven todos los casos de ingreso ilegal a los EE.UU. para procesamiento.

Esto es un llamado de atención no sólo sobre el papel que cumple el aparato de Estado y gobiernos gerenciadores de esclavitudes a diestra y siniestra, sino también contra las jaurías de burócratas que, con toda impunidad, violan los derechos humanos. El plan de exterminio contra las “familias de inmigrantes”, desatado por Trump, es una declaración de guerra a la que debemos presentar frentes de lucha de todo tipo y a toda costa. Los niños y las niñas enjaulados no pueden defenderse y menos si encuentran otra forma de violencia agazapada en la indiferencia, la ignorancia y la apatía nuestras.

LA MEMORIA (TAMBIÉN) ES UN CAMPO DE BATALLA SIMBÓLICA. FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

Memorándum sobre los olvidos funcionales

FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

buen abad 1Entre los planes de toda dominación, económico-cultural, ocupa un lugar de privilegio la usurpación simbólica incluso en los campos de la identidad y de la memoria. Nunca será fácil someter a un pueblo que tenga “fresco” en su recuerdo, el bagaje histórico de las luchas con sus derrotas y sus victorias. No es que sólo de recuerdos viva la especie humana y tampoco que los archivos mnemotécnicos, por sí solos, salven a los pueblos de las tragedias opresoras. Pero es seguro que las batallas en los campos simbólicos de la memoria son decisivos no sólo por la cantidad sino por su calidad movilizante y su oportunidad coyuntural. Es urgente re-politizar a la memoria.

También es preciso emancipar a la memoria de todas las emboscadas ideológicas que pretenden reducirla a sólo “archivo muerto”, “ocioso” y “estorboso”, capricho de la imaginación “solipsista”. No es suficiente la “memoria activa” si no es, específicamente, memoria crítica y descolonizadora. Recordar por recordar comporta el peligro de las nostalgia boba. Recordar es una parte de la producción de sentido donde entran en juego todas las formas de la memoria que no sólo es repertorio de “retratos mentales” quietos. La memoria opera en toda la red de los sentidos, objetivos y subjetivos. Umberto Eco, en algunos temas desmemoriado, entendía que uno recuerda rostros, aromas, fechas, frases, gestos, afectos, texturas… pero, por más que se las ingenien para que así parezca, ninguna memoria es puramente individual. El recuerdo expresa al conjunto de las relaciones sociales y en ellas los modos y los medios de la producción económica e ideológica.

Nada tiene la memoria de “enciclopédica” per se, no es un plan armado por coleccionistas organizadores de saberes. Es mucho más parecida a un “collage” (no caprichoso) que cobra sentido sólo en el sentido de la dialéctica social desde el epicentro de esas contradicciones internas que la convierten en “cultura de masas”, “comics”, letras de canciones, mitos cinematográficos, éxitos de propaganda, obsesiones de educación religiosa… a fuerza de emociones que dan adherencia a los fanatismos. Tales contradicciones internas son la presión sanguínea de un cierto metabolismo ideológico, siempre con pronóstico reservado, según la trama en que se activan o manipulan los recuerdos. Sólo con luchas emancipadoras a conciencia, se recupera la memoria crítica de sí y del contexto, porque sin cuerpo político, sin poder social emancipador, pensamientos y recuerdos se quedan en la infancia o la adolescencia de tipo museísticos y contemplativos. Ésta es quizás la parte más revolucionaria de una semiótica emancipadora de la memoria, donde las fuerzas del recuerdo se vuelven movilizadores y marcan la vida simbólica de los pueblos que, al final, se revitaliza en clave abolicionista contra toda manipulación, usurpación o degeneración de la memoria.

A la burguesía le gusta jugar con la memoria para homenajearse a sí misma, convirtiéndose en añoranza profunda que se nos inserta como “recuerdo del futuro” inexistente. Inventaron “épocas de oro” para inocularnos ensoñaciones e ilusionismos nostálgicos, para hacernos sentir que perdimos esa “tierra prometida” que nunca tuvimos. Nos hacen sentir tristeza y ansias para rescatar, compulsivamente, la época en que todo fue “prospero”, abundante y feliz… con una especie de memoria taxi que nos lleva hacia lo que nunca existió pero que está ahí, motorizado por películas, cancioneros, museos y baratijas ideológicas de moda. Si “todo tiempo pasado fue mejor” estamos fritos. Lo peor no ha “pasado”, lo “mejor” no ha existido (más que para unos cuantos) y la memoria es, en manos de la ideología dominante, mercancía del capricho hegemónico. La realidad de los seres humanos simplemente empeora: más hambrunas, más desempleo, más inflación, más pobreza… menos futuro bajo el capitalismo. ¿Alguien lo recuerda?

Un lugar específico (no exento de necesidad crítica y autocrítica) ocupa el estudio científico de las patologías de la memoria. El repertorio es muy amplio, y con excepciones, estudiado bajo muchas limitaciones, voluntarias e involuntarias. No será aquí donde se pueda profundizar con solvencia esa revisión. Lo que sucede en el campo de las “enfermedades de la memoria” contiene desorientación, dudas y cuestionamientos que debemos elaborar y profundizar como contribución teórica en un área tan sensible que, más de una vez, ha sido estancia de los peores experimentos en la guerra psicológica orquestada por el imperio. Recordemos Hiroshima y Nagasaqui y la manipulación “clásica” sobre cuánto de nosotros es “propio” y cuánto producto de la manipulación simbólica fabricado por la cultura dominante aunque, a veces, lo “olvidemos”. Algunos sueñan con que el único sentido de nuestras vidas opere como respuesta a una suma de “recuerdos” inducidos por cierta capacidad de compra. Memoria del consumismo fabricada en laboratorios de semiótica burguesa.

Dicen algunos que la memoria es un “género de ficción”. Eso supondría que hay un “autor”, demiurgo de memorias al antojo de las circunstancias o las conveniencias. Como los publicistas. Pero eso sería cierto en una definición del individualismo que ignorara el peso de la Historia sobre la memoria con los lenguajes, las arquitecturas, los modos de producción y las relaciones de producción. Al otro lado del conflicto, en el campo de Batalla que, también, es la Memoria, está el bastión del amor (única fuerza capaz de reconciliarnos con nosotros mismos decía Breton) y todas sus expresiones. En el amor no mercantil, que genera tantas memorias, está la fuente de lo mejor de nosotros mismos, la base de toda idea de futuro, la clave de un humanismo de lo concreto y de nuevo género. Algo que está muy presente en nuestras vidas, que lucha contra las tinieblas ideológicas (falsa consciencia) imperantes. Principio fundamental y programa de lucha emancipador para recuperar a la memoria y ponerla a salvo de nuestro propio olvido.

Mucho cuidado. En memoria de “grandes luchas” y “grandes luchadores” se han cometido equivocaciones inmensas. Bajo la cualidad aparente del “homenaje” memorioso a personas o eventos, puede habitar una no poco tendenciosa usurpación simbólica que termine desplazando a los hechos concretos y los convierta en despojos anecdóticos para condimentar discursos ampulosos o charlas en cocteles diplomáticos. Un día, por fin, las fuerzas de la epistemología y la pedagogía comprometidas con la multidisciplina y la política emancipadoras, resarcirán el papel de la memoria en la construcción del sujeto social crítico hoy cercenado de los modelos educativos. Harán lugar a una Semiótica para la Emancipación inserta, también, en la revolución de las consciencias. Y eso es urgente, no lo olvidemos.

 

 

LA GRANDEZA DE UNA ISLA PEQUEÑA. FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

 

buen abad 1Era muy caro, para mis recursos monetarios a los 16 años, enviar un telegrama a Cuba desde México. No obstante, hice «las mil y una» y pude poner en la oficina del telégrafo un mensaje: «Comandante Fidel Castro: feliz aniversario del 26 de Julio». ¿A qué domicilio lo envía?, me preguntó el telegrafista, y no supe qué decir. Ponga usted «Palacio de Gobierno de Cuba». Pagué por mi telegrama y me fui. Con el paso de los años recuerdo mi audacia (y mi ignorancia) no sin perplejidad: ¿cómo se me ocurrió semejante idea, de dónde saqué la locura de creer que, «así como así», uno podía enviarle a Fidel mensajes de aniversario que llegarían sin obstáculos a sus manos? Evidentemente no me pareció un imposible.

Una cantidad de recuerdos me ayuda a explicar por qué, para mi generación, Cuba y Fidel parecieron siempre muy cercanos y amigables. Yo nací en 1956, crecí con la Revolución Cubana instalada en mi casa. A los 16 años ya un tío me había obsequiado La Historia me Absolverá (1953) y mi abuela me había regalado El Diario del Che en Bolivia. En la unam había carteles con la imagen de Fidel, la música de Carlos Puebla nos llegaba en discos «sencillos» y el «long play». Entre la «secundaria» y la «prepa» (escuela nacional preparatoria) ya escuchaba a Oscar Chávez cantándole al Che y a Camilo. Mi abuela decía que quería a «los barbudos», porque hacían cosas buenas por su pueblo. Cuba, Fidel y la Revolución eran parte de mi familia desde mi adolescencia y antes. Muy rápido me di cuenta de que semejante familiaridad recorría las casas, las escuelas y los centros laborales de todo el país. No exagero, Cuba tocó fibras sociales muy sensibles en México.

He oído historias muy similares a lo largo de los años, historias de amor y compromiso engendrados por una isla pequeña del Caribe, que supo hacerse gigante en los corazones de los pueblos. No es solo una metáfora para un ejercicio de retórica. Es una confesión de parte. Mujeres y hombres de la intelectualidad, de la academia, de las artes y de las luchas populares crecimos impregnados de Cuba. De sus luchas y de sus ejemplos. Se nos estanció en la cabeza y en el corazón para florecernos en ideas y debates sobre la Revolución y sus motores de clase; sobre el método cubano para transformar el mundo; sobre el socialismo argumentado con acento de Caribe, con la proximidad rebelde y geográfica enmarcada por el Golfo de México. Todavía se ve la estela del Granma partir las aguas hacia una historia, que se nos hizo maestra de la vida desde la Sierra.

Llegaba hasta mi casa, la de mis padres, la revista Bohemia, porque me anoté en una lista que circuló en la «secundaria». Era una delicia hojearla en las tardes de tareas escolares. Mi padre fruncía el ceño, entre preocupado y curioso. Pronto se le acabaron los recelos porque leyó, de Rius, su Cuba para Principiantes (1966) y también leyó Marx para Principiantes (1972), salidos de la pluma genial de un amante de Cuba como pocos: Eduardo del Río, extrañado. Por cierto, libros leídos por millones de mexicanos que también aprendimos, con dibujos de un cómic singular, lo elemental de una experiencia revolucionaria que conectaba a Zapata, Villa y Flores Magón con Fidel, Camilo, Raúl y el Che en el mismo sendero que sigue el «espíritu que recorre el mundo».

De noche, tarde, en la radio de mi padre –que tenía onda corta– oíamos mi hermano y yo Radio Habana, Radio Reloj y música cubana, constantemente interferido por ese ruido de frecuencias entrecruzadas. Era un manjar sonoro de Cuba que saciaba el hambre de sonidos antimperialistas y anticapitalistas. Unas cuantas veces pudimos escuchar a Fidel sin entender del todo lo que decía, pero solazados por la dignidad de sus palabras en combate. Una escuela política nocturna con la oreja pegada a la radio. Delicias revolucionarias. ¿Por qué?, ¿qué estaba pasando que tantos jóvenes nos sentimos atraídos por Cuba y la Revolución que hacíamos nuestra a nuestro muy peculiar modo? ¿Qué amor extraño, de nuevo género, crecía en nuestras cabezas y corazones? No éramos pocos.

Ojalá fuese posible contarle al oído al pueblo cubano, cuánto nos ha educado su ejemplo titánico de resistencia y entereza. Ojalá fuese posible que unas cuantas líneas resumieran, y expresaran, el cúmulo de emociones fraternas que anidan en nuestras vidas gracias al ejemplo solidario de Cuba con todos los pueblos hermanos, en Angola tanto como en Venezuela, por solo mencionar un eje geopolítico e histórico de nuevo género en el tiempo y en el espacio.

Escribo en primera persona con el supuesto de que es así como mejor se explica el amor entrañable que sentimos muchos mexicanos por la Revolución Cubana y, también, la deuda inmensa que tenemos con su ejemplo de lucha y dignidad a toda prueba. Así, en primera persona, supongo que puedo dejar a la vista las tantas horas de lecturas y debates, la tanta música, cine, poesía y filosofía recogidos de tantos extraordinarios talentos cubanos. Casa de las Américas… Prensa Latina. Pablo, Silvio. Escribo en primera persona endeudado con las horas buenas de la mejor producción científica y cultural de Cuba y endeudado con la solidaridad (nunca suficiente) en las horas amargas de acoso, bloqueo y humillación contra un pueblo ejemplar e irrompible como es el cubano. A mis años ya sé que nunca podré retribuir lo tanto recibido. Me atengo, no obstante, a las palabras de Martí, que yo entiendo como canto guerrero en pie de lucha siempre humanista: «Amor con amor se paga». Espero estar a la altura en cada 26 de Julio, en primera persona.

Fuente: GRANMA

SIGNOS VITALES. FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

Filosofía de la Semiótica para una revolución del “sentido” deseable, posible, realizable y perfectible


ilustraión buen abad signos vitales

FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ*    

buen abad 1Mientras tengamos las cabezas humanas convertidas en millones de campos de batalla, necesitamos un cuerpo científico, de nuevo género, para intervenir críticamente en la producción de los signos y solucionar, de raíz, muchos problemas semióticos impuestos a nuestros pueblos. Eso implica una tarea dialéctica que mientras desactiva la maquinaria sígnica hegemónica, contribuya a gestar un “nuevo orden mundial” en la producción de sentido. Necesitamos un instrumental científico capaz de impulsarse con la vanguardia del pensamiento descolonizado y descolonizador; que tenga el “don” de la ubicuidad y de la velocidad; que interpele todo y se interpele, a sí mismo, en la praxis que moviliza la nueva producción social del conocimiento. Ciencia contra la dictadura del mercado y contra los vicios más odiosos en los campos de la investigación. Ciencia del movimiento general de los procesos de significación y sus metabolismos. Ciencia semiótica emancipadora al servicio de las luchas sociales. Estamos bajo peligro si permanecemos como un archipiélago inmenso de semiósferas inconexas. Basta de ilusionismo.

“Semiótica” aquí, significa: ciencia para la praxis que interviene en los procesos de producción, distribución y consumo de “sentido”, en sus causas y en sus fines, en las redes de signos y los procesos dialécticos de significación, decodificación y transmisión. Que evidencie los fondos y trasfondos de toda significación, de sus raíces económicas y de los mecanismos sígnicos que las expresan. Que analice y denuncie las técnicas de la “manipulación simbólica” y produzca, críticamente, hipótesis, tesis y movilizaciones con modelos para un “nuevo orden mundial” de la semántica, la sintaxis y la dialógica emancipadoras contra el contexto de hegemonía económica e ideología opresora.

Es una trampa separar la economía de la ideología, la infraestructura y la superestructura. Entre la infraestructura y la superestructura existe una relación dialéctica, desigual y combinada, caracterizada por tensiones y luchas complejas que no admiten simplismos ni linealidades bobas ante el amasijo de intereses, objetivos y subjetivos. Esas tensiones y contradicciones -de la lucha de clases- producen también “signos” que son productos sociales determinados históricamente para “representar” intereses, hechos, fenómenos o acciones concretas. Muy pocos objetos, naturales o culturales, (y sus mezclas) han quedado, en su desarrollo histórico, exentos de significados (directos o indirectos).

Quizá el ejemplo más acabado de nuestro tiempo, donde se ejemplifica mejor la convergencia sígnica de todas las tensiones de clase en disputa, sea la mercancía. En toda mercancía habita un corpus de “sentido” ideológico que ha sido convertido en mercancía, incluso el Trabajo ha sido convertido en mercancía y en signo. Y también las materias primas que se han convertido en mercancía, han sido tocadas por la producción hegemónica de sentido que, a u vez, también se ha convertido en mercancía. “La devaluación del mundo de los hombres”, pensaba Marx “está en proporción directa con el creciente valor del mundo de las cosas”.

Que la Semiótica no se reduzca a mercancía ella misma porque la necesitamos “emancipada” y capaz de revelar la trama ideológica que es nervadura de las mercancías bajo el capitalismo. No una semiótica para la ocultación. Si la ideología de la clase dominante se basa en adoctrinar al mundo bajo el dogma de “acumular” mucho, a bajo costo y con poca ética, acumular con base en el trabajo de otros y hacer que crean que es por su bien; nuestra Semiótica debiera ser ciencia de la producción de sentido emancipador, de sus medios y de sus modos. Semiótica que desmonte los comunes denominadores ideológicos (falsa consciencia) de las máquinas hegemónicas de producción de sentido: religión, familia, estado, derecho,  educación, moral, filosofía, ciencia, arte, etcétera… impuestos por el capitalismo, porque no son más que modos especiales de la producción y reproducción del sistema sujetos a la ley general de producir plusvalía para unos pocos, cada vez más pocos y más poderosos. “Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio” Einstein

Sabemos bien que “las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante”. Sabemos que no existe una ciencia inmune a las ideologías que la rodean. Que no hay ciencia “inmaculada”. Por eso aquí preferimos que identifique y declare sus marcos filosóficos, esta vez humanistas de nuevo género y emancipadores, en oposición al viejo método de traficar ideologías “bajo la mesa”. Necesitamos una Semiótica emancipadora que asuma su responsabilidad de dirección y de fuerza social para intervenir en el modo de producción y en las relaciones de producción del conocimiento científico, también, porque en el presente el modo de producción dominante del conocimiento científico ha sido reducido a símbolo del conocimiento-mercancía.

Es un error creer que para superar al capitalismo es suficiente con desactivar sus resortes económicos y es falso que sólo combatiendo las ideas de la clase dominante se debilita la estructura de la contradicción capital-trabajo. Necesitamos una instrumental científico que no sólo sirva para analizar sino que, también, sirva para transformar. Ciencia incubada por la praxis dialéctica del pensamiento y la acción críticos. Ciencia emancipadora y emancipada de la dictadura del mercado. Ciencia interdisciplinaria, multidisciplinaria, trans-disciplinaria capaz de nutrirse con los problemas objetivos y producir soluciones para el corto, mediano y largo plazo. Desmontar los anti-valores del consumismo, del individualismo, de la moral burguesa basada en la hipocresía que hace pasar por filantrópica su pulsión alevosa por la plusvalía y la alienación.

Ciencia, además, que desactive la historia, el desarrollo y las consecuencias de la guerra psicológica desatada para intoxicar la mente de los pueblos con dispositivos ideológicos esclavizantes. Miedos, anti-política, odios, banalidades, vulgaridades, mentiras, complejos, adicciones…Ciencia parida por la Filosofía de la Praxis (Sánchez Vázquez). Explicación objetiva del universo, sus formas y procesos, sus enlaces internos y sus conexiones, sus acciones recíprocas y la intervención humana posible en las condiciones y medios necesarios. (Eli de Gortari). Necesitamos una Semiótica emancipada y para la emancipación, que entienda que la base económica no determina mecánicamente a la superestructura pero que son indisociables y eso importa mucho porque la vida simbólica de la sociedad, sometida a los procesos acelerados de monopolización de “medios” y de discursos, ha convertido las cabezas humanas en millones de campos de batalla. La Guerra Simbólica.

*El Dr. Fernando Buen Abad Domínguez es director del Instituto de Cultura y Comunicación y del Centro Sean MacBride en la Universidad Nacional de Lanús, Argentina.

ESO QUE LLAMAN «PERIODISMO». FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

La lucha de clases no se detiene en las puertas de los “diarios”.Cada día más mediocre, más corrupto y más servil eso que llaman «periodismo», en las empresas mercantilizadoras de «noticias» o «información», constituye hoy una de las maquinarias de guerra ideológica capitalistas más degeneradas… Su degeneración es su fracaso y al mismo tiempo su delación. Se delata su definición a partir de su función distorsiva y […]

PERIÓDICOS BULTO 2

FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

buen abad 1Cada día más mediocre, más corrupto y más servil eso que llaman «periodismo», en las empresas mercantilizadoras de «noticias» o «información», constituye hoy una de las maquinarias de guerra ideológica capitalistas más degeneradas… Su degeneración es su fracaso y al mismo tiempo su delación. Se delata su definición a partir de su función distorsiva y lo que debiera servir para orientar a la sociedad es, en realidad, un negocio para desorientar.

No es lo mismo «periodismo» que mercadeo de noticias. Aunque se ha instalado la idea perversa de que sólo lo que vende diarios es información, y con ello se han creado cátedras, carreras, posgrados y especialidades… aunque reine en la cabeza de muchos la idea de que «periodismo» es el arte mercenario de vender la pluma al mejor postor… aunque impere el criterio peregrino de que un periodista es mercader de confiabilidad… y, aunque se machaque con la falacia de que el periodismo es el arte demagógico la «objetividad» burguesa… lo cierto es que lo que llaman y practican como «periodismo» en las empresas de periódicos es una mercancía más sometida a las peores leyes del capitalismo. Lo saben bien los trabajadores.

Los hechos que genera la vida social, económicos, políticos, artísticos, culturales… a partir de su motor histórico que es la lucha de clases, no pueden ser privatizados por maniobra comercial alguna aunque esta sea capaz de convertirlos, según sus intereses, en «información» o «noticia». Los hechos cotidianos (ocurran cuando ocurran) producto de las relaciones sociales, hasta hoy divididas en clases, además de requerir registros y análisis científicos, exigen capacidad de relato clarificante, creativo y emancipador, para contribuir a elevar el nivel de la conciencia colectiva incluso en la resolución de problemas individuales. La terea de producir análisis e información periodística además de ser parxis ética cotidiana, debe ser trabajo organizador para la transformación del mundo. Así lo ejerció el propio John Reed.

En las empresas que han hecho de la información una mercancía caprichosa y desleal con la verdad, el trabajo de los «periodistas» ha sido deformado hasta la ignominia de la esclavitud del pensamiento y la explotación de personas obligadas a traicionar la conciencia (individual y colectiva) sobre la realidad. Se vive diariamente un desfalco informativo en contra de todo sentido común y se humilla la inteligencia de los trabajadores de la información sometiéndolos a principios y fines empresariales cada día más mediocres, corruptos y mafiosos. La Sociedad Interamericana de Prensa conoce bien esta historia.

En las escuelas hay no pocas tendencias empeñadas en «formar» mano de obra barata, mansa y a-crítica dispuesta a tragarse, con disfraz academicista, las condiciones laborales más aberrantes a cambio de ilusiones de fama burguesa, prestigio de mercachifles y, desde luego, rentabilidad de cómplices muy creativos a la hora de inivisibilizar las verdades más duras, criminalizar a quienes luchan por emanciparse y asegurar las ventas de los «informativos». Títulos universitarios de «periodista» amancebados con el capitalismo y sus odios, así sea necesario mentir, calumniar o matar. Así sea necesario auspiciar golpes de estado o magnicidios. Los hemos visto y los vemos a diario. Para la tele, para la web, para la radio… para los impresos.

Dignificar el trabajo del «periodista» es un reto social enorme que no se resuelve sólo de manera «gremialista», ni sólo con «educación de excelencia», ni sólo con «buena voluntad». Se trata de una profesión, un oficio y una tarea política… atascada en el pantano de la guerra ideológica y la guerra mediática burguesa. Dignificar la definición y la función de periodista comprende factores muy diversos que parten de la base concreta de luchar contra el trabajo alienado y contra las condiciones de insalubridad ideológica extrema en que, bajo el capitalismo, se desarrolla. Dignificar el trabajo periodístico implica emprender, a diario, una revolución de conciencia y acción que devuelvan a la producción informativa su alma socialista y su poder como herramienta emancipadora de conciencias… implica pues devolver al «periodismo» sus brújulas y sus responsabilidades en el camino de la revolución.

Eso implica exigencias programáticas, organizativas y disciplinarias cuya base es la lucha de clases y cuya praxis debe andar al lado de las luchas emancipadoras de la clase trabajadora. Ya basta de que cualquier payaso capaz de publicar, bajo cualquier método y medio, sus canalladas se haga llamar «periodista» a costa de degenerar la verdad que es de todos. Frenarlos en seco implica desarrollo científico y político para conquistar un poder profesional y militante capaz de ponerse al servicio de la clase que emancipará a la humanidad. Ese es su lugar mejor. Eso implica impulsar escuelas nuevas, estilos nuevos, sintaxis, comunicación y conciencia revolucionarios. Eso implica impulsar generaciones nuevas de trabajadores del periodismo emancipados de la lógica del mercado informativo. Nada menos.

Ahora que estamos asqueados por la desfachatez y la impunidad con que exhiben sus canalladas omnipresentemente los amos y sus siervos «periodísticos», hay que fortalecernos para combatirlos. Ahora que la náusea nos sacude y la irracionalidad del mercado informativo se vuelve comando golpista y magnicida, en todo el mundo, es preciso organizarnos de manera democrática, plural y combativa. Ahora que se despliegan las acometidas más feroces de las mafias comerciales que venden «diarios» contra la verdad de los pueblos en lucha y contra sus logros más caros… nosotros requerimos la unidad y la acción organizada y desde abajo como causa ética suprema. Ahora que se alían las mafias mediáticas y forman su ejército de «periodistas» para bombardearnos con misiles de injurias y mentira… nosotros debemos hacer del «periodismo» un frente riguroso en sus principios y adaptable en su organización para sumarnos abiertamente a todas las fuerzas de la comunicación emancipadora donde se propicie colaboración revolucionaria irrestricta. Al menos. Así, eso que llaman «periodismo» dejará de ser, muy pronto, reducto de farsantes mercenarios enfermos consuetudinarios de la mentira para convertirse, de una vez por todas, en herramienta creativa de la verdad al servicio de la Revolución. Y ya hay muchos trabajadores que avanzan en esa ruta. A diario.

Fuente: REBELIÓN, 7 de julio de 2015

EL MALESTAR EN LA MENTIRA. FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

Desaparición forzada de la verdad: Las “Fake News” son un “delito de lesa humanidad” 

ilustración buen abad

FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

buen abad 1Aunque algunos se esmeran en reducir la pandemia de falsedades (“Fake News”) al solo campo de los expertos en lo “comunicacional”, para que pontifiquen diagnósticos y pronósticos, la dimensión del problema ha escalado latitudes de gravedad inusitada. ¿Están haciéndonos adictos a lo falso? Informarse es un derecho transversal a múltiples derechos y responsabilidades. Incluye a la educación, a la democracia, a la justicia… a la política. La información y su relación con la verdad no pueden ser marionetas del circo mercantil mediático, servil a la manipulación ideológica de algunos gobiernos y empresarios oligarcas. Es inaceptable, se lo mire desde donde se lo mire, y cada caso de falacias mediáticas constituye una agresión a la realidad, a sus protagonistas y a la historia de los pueblos. Al modo de conocer y al modo de enunciar la realidad. Nada menos.

En la praxis está la clave. Verdades o mentiras no deben presentarse como “opciones” antojadizas que se ofrecen en el “menú” cotidiano de las conveniencias manipuladoras. Eso es una obscenidad. Aunque la moral burguesa tenga, para sí, un repertorio amplio de justificaciones a la hora de mentirnos. “El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico”. Marx.

En las “Fake News” se establece claramente una fractura que corrompe el carácter objetivo y social de una verdad. Los comerciantes de falsedades pasan horas pergeñando qué estrategia del desfalco cognitivo es más funcional a sus intereses sin tener que someter sus “Fake” a la prueba de los hechos. Eso convierte al “consumidor” de falacias en un glotón de embustes disfuncional y sofisticado. Mientras tanto, la producción de mentiras genera relaciones de producción que, para sostenerse, requiere de extinguir la verdad objetiva. Sitúa a los grupos sociales como animales de noria –como si fuese su destino– para motorizar el saber de lo falso. Desfigura las verdades objetivas y la práctica colectiva que las sustenta.

Esta demolición de la verdad objetiva, se genera para negar la posibilidad de conocer el mundo y con ello la posibilidad de transformarlo. Atenta contra el derecho humano fundamental de crear condiciones mejores de existencia y desarrollo de capacidades, sin límite, gracias al goce de las riquezas naturales y las del producto del trabajo. Hasta ese punto la pandemia de “Fake News” intoxica la vida y las culturas. Es escandaloso. Entre las agresiones perpetradas por las máquinas de falacias mediáticas, que desempeñan un papel considerable, están los tipos de quiebres decisivos en el punto de vista de la vida que convierte al “auditorio” en holgazán sin pensamiento crítico y lo reduce (a los ojos de la burguesía y sus cómplices) en inútil, incómodo e impertinente. La pandemia de falacias aplasta al raciocinio libre y lo hace adicto a cualquier chatarra idealista; la adicción a las falacias aplasta todo lo que de ingenioso o profundo tiene el pensamiento crítico.

Por lo general las “Fake News” son extravagancias de la irracionalidad que, como todas las extravagancias, desfiguran a la experiencia. Hay quienes borran con falacias mediáticas la propia vivencia y la sepultan bajo los escombros del “sinsentido” común hegemónico. Emboscados por la pandemia de “Fake News” no podemos demostrar la exactitud de nuestro modo de entender e intervenir en un proceso social evaluándolo con independencia de praxis. Nos vemos sometidos a restringir nuestros derechos humanos (el derecho a la información) y, a cambio de ponemos al servicio de los propios fines del engaño, damos al traste con la realidad y nos volvemos puramente contemplativos de las mentiras que hacemos propias. Despojados de nuestros derechos, mutamos y nos hacemos parásitos de generalizaciones abstractas y especulaciones subjetivas que obran como “verdades” placebo. Es la burocratización de la verdad.

Despojarnos del derecho a informarnos no sólo es privarnos de “datos”, es sepultar una necesidad social que reduce el acto de informar al capricho convenenciero de una guerra ideológica alienante. Eso implica una ofensiva contra la consciencia emboscada con una realidad deformada, desfigurada, desinformada. Es un fraude de punta a punta. No es una “omisión” más o menos interesada o tendenciosa…no es una “falla” del método; no es un accidente de la lógica narrativa; no es un incidente en la composición de la realidad; no es una “peccata minuta” del “descuido”; no es una errata del observador; no es miopía técnica ni es, desde luego, “gaje del oficio”. Es lisa y llanamente una canallada contra el conocimiento, un delito de lesa humanidad. Es como privar a los pueblos de su Derecho a la Educación.

A estas alturas de la Historia y, especialmente de la historia de los “medios de comunicación”, es insustentable e insoportable cualquier excusa para informar oportuna, amplia y responsablemente. No hay derecho que justifique la acción deliberada de tergiversar lo que ocurre y, en el poco probable caso de que un “medio de información” no se entere de lo que ocurre, ese medio realmente no merece respeto alguno. La excusa de “no saber”, de “no conocer”, de “no tener información” para, por ello, no asumir la responsabilidad profesional y ética… es francamente sospechosa y ridícula. Ningún pueblo debería soportar la falacia inducida al transmitir la información que es propiedad social. Hay tecnología y metodología suficientes que invalidan toda palabrería esmerada en excusar las intenciones míseras de los que des-informan y mienten. Incluso si lo hacen mintiendo con emboscadas finamente elaboradas en laboratorios de guerra psicológica.

Léase críticamente: Artículo: 19 “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. Declaración Universal de los Derechos Humanos. A la vista de todas las canalladas inventadas por el capitalismo para violar el legítimo derecho de los pueblos a la mejor información –evaluada ética y científicamente por las sociedades– bien vendría instruir una revolución jurídico-política hacia una nueva Justicia Social, irreversible, que tuviera como ejes prioritarios los que competen a la Cultura y a la Comunicación como inalienables. O dicho de otro modo, que nunca más la Cultura, la Comunicación –ni la Información– puedan ser reducidas, retaceadas ni regateadas por el interés de la clase dominante contra las necesidades de las clases oprimidas, impunemente. Informarse –bien– es un Derecho.

MEDIOS DE PRODUCCIÓN Y RELACIONES DE PRODUCCIÓN EN EL CAMPO TEÓRICO. FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

dinero y medicina

FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

Más tareas para la “post-pandemia”: Crítica de (cierta) mediocridad científica.

Sálvense todas las excepciones pero una “sensación” de empobrecimiento recorre los párrafos de algunas “investigaciones” que uno va leyendo. Es la “sensación” de cierta precariedad, o mediocridad, en la producción teórica de nuestro tiempo donde predomina el refrito de los refritos, el repaso sobre lo repasado, el revisionismo nuevamente revisado y no pocas audacias proclives a la prestidigitación terminológica, tipológica y taxonómica de moda. Claro que aquella “sensación” siempre es acompañada por la perplejidad o por las limitaciones, cuantitativas y cualitativas[1], que hoy se tienen en medio de la densidad y velocidad de las marejadas “editoriales” en sus versiones librescas o de “papers”. Entiéndase aquí por “teoría” lo que propone Elí de Gortari en su Introducción a la Lógica Dialéctica. 1978[2]: “…la teoría científica no es otra cosa que la hipótesis comprobada experimentalmente… suministra una perspectiva de conjunto, y desde un nivel más elevado, para investigaciones posteriores.” No poca “producción teórica” es efímera desde su concepción. El modo de producción teórica dominante es antagónico a los intereses de la humanidad.

¿Qué Ciencia cabe esperar en centros de producción teórica infestados por reaccionarios y por el conservadurismo? Es imprescindible la crítica[3]. Abundan, por ejemplo, los trabajos efectistas inspirados en causticas de moda. Según sea el ingenio de los teóricos, se abordan temáticas con aparente “equilibrio” (lo cual quiere decir que rehúyen al compromiso político) recurriendo, sin empacho, al socorrido lenguaje de las estadísticas o los números que se ofrecen como paradigmas de la objetividad fría. A veces un poco de observación minuciosa delata los móviles verdaderos de cierta “producción teórica” que sólo sirve como peldaño en el ascenso hacia los empleos o las simpatías de alguna institución privada, de Estado o de “carne y hueso”. Incluso la ética ha sido desfigurada. Sálvense las excepciones, insistamos.»ara la «Ca Svadas ogica ificos  reptir el formto mercantil en la enseñanza de l Comunicciia de la Repescubiertolas acciones rec “En el mundo se publican alrededor de tres millones de artículos científicos al año y, aunque pueda parecer algo bueno, lo cierto es que este nivel de publicaciones está directamente vinculado a malas prácticas y a falseamiento de resultados.”[4]

Esa “práctica” trepadora se desarrolla silenciosamente, a veces con penurias y a veces con orgullo. Suele imponerse al teórico una cadena tortuosa de becas, incentivos, apoyos… tatuados a fuego bajo el imperio del burocratismo académico, mercantil o de ego puro. Esa “práctica” prolifera en feligresías que suelen estar urgidas de halagos -y auto-halagos- para resistir, hasta la ignominia, los requisitos de la ascensión. Incluyendo los besamanos. Desde luego que el desarrollo científico y la solución de los problemas de la humanidad quedan para decorar algún prólogo o algún discurso… cuando llegue la ocasión. La prioridad es recortar aseadamente el objeto de estudio -especialmente recortarle las ramas políticas- y citar párrafo por párrafo, el santoral “teórico” que reina en el contexto. Muy en particular empacharse con parrafadas de quienes firman las becas y los “apoyos” financieros, al lado de quienes puedan servir a ulteriores beneficios. Está plagado el “mercado” con caritas frescas de muchachos y muchachas “de bien”, adiestrados por el establishment para escalar lo que sea, al costo que sea, como merito principal. Especialmente si ayudan a esconder la lucha de clases. “Es harto frecuente ver a un Becario de Investigación dar clases sin estar lo suficientemente preparado; recorrer la geografía española acudiendo a mil congresos absurdos de jóvenes –o no tan jóvenes– investigadores, en los que hay veinte o treinta mesas y talleres paralelos; hacer estancias de investigación que, en muchos casos, se alargan sine die innecesariamente, pues lo mismo que muchos hacen en París, Londres o Nueva York, lo podrían hacer perfectamente en Madrid, Barcelona o Valencia; y, por supuesto, publicar y publicar papers que, en un 90% de casos, siendo generosos, van directamente a la basura porque nadie, en su sano juicio, invertiría media hora de su vida en leerlos.”[5]

Otro sector, más profesionalizado, que ha podido saborear la mieles de sus méritos y goza con lisonjas variopintas, oficia de “consultor” incluso cuando nadie lo consulta. Valga lamentar las escenas que se verifican a menudo cuando, en su insistencia por pertenecer a ciertos circuitos de poder académico o científico, los dejan en la puerta, les regatean las sillas o no los dejan acercarse a los “poderosos” o a los “famosos”, a punta de codazos, endógenos o exógenos. Más de uno padece estados depresivos por eso. La “producción teórica”, en no pocos de esos cenáculos profesionalizados, suele ser sólo una cazuela de sofismas adosada con palabrerío de época para engordar la demagogia de los jefes. Realmente lastimoso. Algunos deambulan como profesores eméritos. “Ciertamente hay ahora más científicos de gran nivel y más Ciencia excelente que en ninguna otra época, pero también es cierto que nunca como ahora ha habido tanta Ciencia mediocre y casi superflua.”[6]

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¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DEL «NUEVO ORDEN»? FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

¿Usurpación semántica para derrotarnos con nuestras propias banderas?

ILUSTRACIÓN NUEVO ORDEN

FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

buen abad 1Transformar al mundo es una consigna de los pueblos. Está en disputa (renovada) la hegemonía semántica sobre la idea de “Nuevo Orden”. No es la primera vez que una “crisis” internacional produce el antojo de esconder la basura, generada por la opresión, bajo la alfombra de lo “Nuevo”. Como si fuese un conjuro para saltar, sin solución de continuidad, de una estadio económico-político-social a “otro” idéntico pero desmemoriado∫. Aunque la vida no se comporte así. Un personaje de teleserie dijo: “el pasado nunca se queda donde lo dejas”.

Por ejemplo, las viejas manías reformistas, pertinaces e irritantes, pretenden anestesiarnos con una invocación “reloaded” hacia un “Nuevo Orden”. Añejo truco desvencijado que sólo tiene seguidores a sueldo o desprevenidos. Si los poderes fácticos hablan de otro “Nuevo Orden” hay que fijarles una agenda de mínima y de máxima, con los pies bien puestos sobre a realidad, objetiva y subjetiva, vigentes. Ya basta de “buenos propósitos” efímeros. Lo único Nuevo es el Socialismo; la comunidad organizada, por ella misma para poner como interés social supremo la vida buena, el buen vivir, inclusivo y diverso, en sociedades igualitarias. Lo único nuevo es la emancipación de los oprimidos, asumiendo su papel como dirección transformadora. Nada hay nuevo en el capitalismo, incubadora repetitiva de desorden y anarquía.

Avejentado el modelo económico que tiene al 1% de la población como poseedor del 99% de las riquezas mundiales… lo “nuevo” será crear un sistema riguroso de distribución equitativa, por ejemplo. Distribución nueva: a cada cual según sus necesidades, de cada cual según sus capacidades. Avejentado el modelo de valores, que impone respeto y pleitesía al aparato jurídico dominante, donde la ley pesa como maldición contra los pobres y la corrupción inclina la balanza de la “justicia” siempre hacia la impunidad de los adinerados… lo nuevo exigiría un modelo de Justicia Social capaz de impedir la apropiación de las riquezas en unas cuantas manos y eso implica las riquezas naturales, comunicacionales, artísticas, científicas, éticas… lo nuevo sería salir derrotar al capital. Y así con la educación, la salud, la ciencia… No es la pandemia lo que acelera en “Nuevo Orden”, tampoco es una liturgia.

Decir “avejentado” aquí, no implica amor por el novedosísmo. Tampoco es emboscada para echar a la basura la experiencia y mucho menos la historia que siempre debe ser analizada críticamente. Implica enfatizar el peso de una injusticia cometida contra la humanidad, en un plazo específico, y que hoy sólo tiende a empeorar los daños contra el planeta y contra la especie humana. Un modelo económico e ideológico que sólo hace felices a unos cuantos privilegiados y a algunos subalternos con el cerebro lavado. El capitalismo envejeció y hoy es un catálogo macabro de inmoralidades y peligros del que urge salir en consenso, con un plan superador. Sin amos, sin patrones, sin clases sociales, sin humillaciones ni desprecios. Nuevo, radicalmente…desde las raíces, pues. Seguir leyendo ¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DEL «NUEVO ORDEN»? FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

BUEN ABAD: “ESTAMOS TAN INFECTADOS DE OPORTUNISMO COMO DE CORONAVIRUS”. ENTREVISTA DE LEO VÁZQUEZ

El filósofo y periodista mexicano Fernando Buen Abad señala que la pandemia ha profundizado los males del sistema dominante, pero advierte que también podría convertirse en una oportunidad para encauzar las luchas de la clase trabajadora, al tiempo que resalta el valor de las estrategias regionales y el rol de los medios.

buen abad entrevista canal abierto

LEO VÁZQUEZ

Redacción Canal Abierto | Fernando Buen Abad Domínguez es especialista en filosofía de la comunicación y política, periodista y director de cine entre otras muchas cosas. Integra el Consejo Consultivo de Telesur y dirige, en Argentina, donde vive hace varios años, el Centro Universitario para la Comunicación Sean MacBride de la Universidad Nacional de Lanús.

Su mirada sobre la importancia de la nueva relación Buenos Aires-DF que inauguraron Alberto Fernández y Andrés Manuel López Obrador antes del recambio presidencial en nuestro país, resulta un valioso disparador para intentar observar cuales son las posibilidades de salir de la crisis que generó la pandemia, mirando hacia adelante.

“No recuerdo cosa más hipócrita que ver a tipos como Macri o Donald Trump abogar por la asistencia médica a los pueblos. En esa emboscada ideológica hay un trabajo que se debe hacer”, anota.

Con el foco puesto en las maniobras ventajeras de los poderes dominantes, en las alternativas que plantea la compleja situación para las clases obreras y sociales postergadas, en la capacidad que tienen las empresas de medios para borrar las virtudes de la democracia y en la necesidad impostergable de generar un cambio revolucionario en las políticas comunicacionales a nivel regional, transcurre esta conversación con Canal Abierto.

¿Es necesario, o posible, pensar en la posibilidad de un nuevo orden global post coronavirus?

– La propia aparición de esta pandemia ocurre en el contexto del desarrollo mismo del capitalismo, no es un problema ajeno a la crisis general del capitalismo, y lo que ha hecho es agudizar contradicciones internas del sistema que hoy se muestran con toda su desnudez.

Un modelo que no ha invertido jamás lo necesario, por ejemplo en salud pública, que se ha desentendido casi totalmente del cuidado de la salud de los pueblos, obviamente tenía que reventar ante un caso como este. Si esto va a modificar el futuro de la humanidad, si está cambiando las vidas, yo anhelo que sí, porque lo peor que nos puede pasar es tener desnudo al sistema y que ni siquiera nos percatáramos. Por lo demás, las transformaciones no dependen del sistema que produjo esto, y esa es otra de las disquisiciones que hay que plantear, con qué modelos alternativos, con qué salidas organizadas se puede superar esta situación.

¿Cree que la situación puede representar un impulso para las luchas de las clases trabajadoras y los sectores postergados?

– Estoy convencido que sí. La clase trabajadora tiene un instinto que le permite identificar su papel en las distintas circunstancias. Pero tampoco es tan simple ni mecanicista el problema, porque por otro lado también el establishment se las ingenia para generar sus propios sistemas de defensa. Entonces también se pone en evidencia algo que ha venido siendo nuestra debilidad histórica, en las fuerzas de izquierda y demás, que es la crisis de dirección revolucionaria. Sin orientación y organización, esta gran fuerza que se multiplica en el mundo entero, se puede diluir.

¿Qué sensaciones le genera ver a los representantes y defensores del libre mercado ponderando el rol del Estado?

– A mí me produce mucho rechazo el oportunismo. Estamos tan infectados de oportunismo como de coronavirus. Donde uno corre una cortina hay cuarenta tipos esperando para treparse al tren de la situación. Es verdad que hoy estamos llenos de gurúes, de conferencistas y peroratas que pretenden ofrecer cada cual caminos, salidas y respuestas a cosas que en general ignoran. Pero esto es parte de la dinámica de la hipocresía del capitalismo. No recuerdo cosa más hipócrita que ver a tipos como Macri o Donald Trump abogar por la asistencia médica a los pueblos. No nos olvidemos que los grandes poderes concentrados son los que les escriben el guion, y hoy por hoy es imperativo de ese establishment anestesiar a las masas. Ese es el oficio del reformismo, de los sectores de la vida política que viven para frenar los procesos transformadores. Además ahora mismo también tienen una gran crisis de discurso, porque no saben que inventar para justificar que el Estado tiene que intervenir. En esa emboscada ideológica hay un trabajo que se debe hacer y no se está haciendo.

Y esa trampa discursiva posibilita la llegada al gobierno de personajes como Bolsonaro, Trump o el propio Mauricio Macri…

– Trabajadores comunes, de a pie, como la clase trabajadora norteamericana o brasileña, de pronto ven a alguien que pega un grito y quiere poner orden en una situación caótica, y escuchan eso, porque la verdad es que hay un apetito enorme de frenar esta pachanga obscena que es el capitalismo. Pero el problema es que aparecen estos que son globos de ensayo para producir emboscadas como la que está padeciendo Brasil, Estados Unidos y todos los pueblos de Europa con la dictadura financiera.

¿De qué manera está analizando el nuevo mapa político en su país?  

– La conducta que se ha seguido respecto al manejo financiero de la crisis es un aspecto crucial, porque hay un sector de la oligarquía, de la burguesía mexicana, que está acostumbrado históricamente a manejar a su antojo todos los fondos del Estado. Resulta que ahora se encontró con un presidente que está luchando contra la corrupción declaradamente, y que les ha cerrado la llave a todos. Ahí hay una desesperación grande de estos sectores, porque siempre aprovecharon las crisis para hacer negocios. Entre otras muchas cosas, lo que está pasando con la pandemia es que hay un sector que se está enriqueciendo como nunca. Y esos sectores hoy, cuando se encuentran con líderes como López Obrador, que ha tenida una dirección económica distinta, les duele muchísimo. Por otro lado hay un pueblo que esta movilizado, disputando en muchos frentes ese campo de sentido.

¿Le parece que el vínculo México-Argentina puede ser el que promueva un nuevo rumbo para el continente a la salida de la pandemia?

– Yo creo que mucho antes. Se van a empezar a abrir en las siguientes etapas del desarrollo de la pandemia necesidades regionales concretas, porque, por ejemplo, ayer Naciones Unidas advirtió sobre un problema de crisis alimentaria a nivel global. Qué mejor que tener un acuerdo regional que pudiera, entre dos potencias como México y Argentina, desarrollar un convenio para intercambiar productos, desarrollar un eje energético, hay una agenda muy rica que en términos de la situación actual podría abrir cauces muy interesantes. Esto metería al congelador de la historia al Grupo de Lima, que quedaría incapacitado para prevalecer por su propia razón de ser pero además por sus crisis internas. Es un momento particularmente interesante para profundizar la opción que se abrió con el encuentro Fernández-López Obrador y la propia dinámica de la crisis nos va a llevar a acelerar intercambios, yo soy de los más optimistas en eso, porque veo la posibilidad de sumar a esto a Cuba, a Venezuela, a las voluntades que alcancen a  vislumbrar una alianza de cara a cómo se va a salir de la pandemia. México está proponiendo que tiene que ser con la creación de empleos, poniendo recursos en los bolsillos de los trabajadores, para que eso reactive la tarea productiva. Seguir leyendo BUEN ABAD: “ESTAMOS TAN INFECTADOS DE OPORTUNISMO COMO DE CORONAVIRUS”. ENTREVISTA DE LEO VÁZQUEZ

EL CAPITALISMO, SUS MÉDICOS Y SUS MEDICAMENTOS. FILOSOFÍA DE LA SALUD. FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

Una sociedad enferma lucra, incluso, con las enfermedades

DOLARES

 

FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

El Capitalismo, sus médicos y sus medicamentos Filosofía de la Salud

buen abad 1Mientras la salud (o las enfermedades) de los pueblos sean un negociado de mercachifles en el que estén prendidos como vampiros muchos laboratorios, universidades, instituciones gubernamentales, hospitales y médicos… mientras existan personas y pueblos enteros sin seguridad médica… mientras reinen los hábitos y las manías patológicas que inoculan las mafias publicitarias en contra de la salud pública… viviremos una injusticia monstruosa que se ha naturalizado como parte del decorado miserable de las sociedades divididas en clases. Todos los días, durante las madrugadas, las filas de personas a las puertas de los hospitales, en espera de una consulta, padecen listas enormes de violaciones a los derechos humanos mientras, por ejemplo, la industria farmacéutica (13 de los 20 más voraces) instalada en Puerto Rico, recibe beneficios fiscales caimánicos y mueve saludables fortunas en el orden de 60 000 millones de dólares.

El capitalismo entrena a los médicos, a las enfermeras y a los trabajadores de la salud como se entrena a un ejército de mercenarios vendedores de análisis cínicos, estudios diagnósticos, cirugías, medicamentos y terapias. Las materias y reflexiones humanísticas, la conciencia social, brillan fulgurosamente por su ausencia y precariedad. Les uniforman las cabezas con aspiraciones y sueños burgueses (estereotipados hasta las náuseas) para que exhiban impúdicamente su lealtad convenenciera a los negocios de dueños de los laboratorios que ya antes entrenaron a sus jefes. “Pfizer es actualmente la mayor compañía farmacéutica, y se reporta 45 mil millones de dólares de rentabilidad. Las empresas multinacionales, entre ellas Glaxo Smith Kline, Merck & CO., Bristol-Myers Squibb, AstraZeneca, Aventis, Johnson & Johnson, Novartis, Wyeth y Eli Lilly, acapararon el 58,4% del mercado, alrededor de 322 mil millones de dólares en ganancias”.[i]

Hay que ver los desplantes de prepotencia y petulancia que pasean muchos jefes de sección, de guardia, de departamento… en cada clínica, hospital o laboratorio frente a las enfermeras, los estudiantes y los trabajadores que deben aprender primordialmente a convertir su humillación en buenas calificaciones, diplomas, nombramientos especiales o premios… como la asistencia a congresos, la publicación de “papers” y los regalitos de los laboratorios. No nos asustan, ni silencian, los medicuchos que se envuelven con enjambres terminológicos y estadísticos para inmolarse en el reino de la erudición archi-especializada y donde no sólo no se aceptan las denuncias más obvias, sino que éstas son vistas como desplantes de “mal gusto”. De esos bonzos demagogos, tecnócratas y burócratas, están repletas las academias y asociaciones de especialistas… y muchos hospitales. No todos, claro… claro. Pero. Muchos estudiantes son adiestrados con excelencia “técnica” para sustentar la servidumbre de clase que justifica el negocito y justifica también algunas dádivas de la filantropía médica que, con su ética mesiánica, beneficia a algunos pobres en hospitales para pobres y con burocracia para pobres.

¿Es esto muy exagerado?

Los médicos, las enfermeras y los trabajadores de la salud suelen ser amaestrados para que adopten, como suyas y originales, ideas reaccionarias y conductas mediocres. Sus heroicidades se reducen a ser serviles y mansos con el negocio y llevar al reino de su individualismo las glorias de las cuentas bancarias y los bienes terrenales. Su heroicidad tiene por alma mater una vanidad inmisericorde entrenada diariamente en el campo de concentración a que someten a sus “pacientes” y a los familiares de ellos. Muchos “doctorcitos” se hacen pagar su magnanimidad con agradecimientos eternos, y halagos, gracias a extorsionar a todo mundo con el viejo truco de regatear información, hablar con tono didáctico y condescendiente, jugar a que el tiempo nunca les alcanza y sacarse de la manga soluciones milagrosas. Muchas bajo el método de la escopeta… algún perdigón le pegará a la perdiz. Cuantos más medicamentos ensayen… mejores regalitos mandarán los laboratorios. Existe un ranquin internacional de premios en hoteles, líneas aéreas y merchandising variopinto. Lo aprenden los médicos, las enfermeras y los trabajadores de la salud desde las primeras lecciones.

Sueñan con infectarnos la vida con saliva de burócratas serviles a la carnicería neoliberal. Son “doctores” inoculados de epidemia usurera entre los mercados farmacéuticos, caldo infecto de la demagogia neoliberal, el peso de la miseria y el crimen, el hambre, el desempleo, la injusticia galopante. Nosotros lo pagamos. Ellos se autonombran “doctores” para esconder su prepotencia y suficiencia de ignorantes funcionales indolentes a la miseria, desnutrición, hospitales destruidos, escuelas desvencijadas, podredumbre y hediondez a diestra y siniestra. Depresión, mal humor, desesperanza, hartazgo, tristeza, melancolía rabia… furia… odio. Cansancio y soledad, trabajadores humillados. Ancianos victimados con indolencia… enfermos carcomidos por la burocracia. Los niños miran atónitos el futuro que les heredamos. Es una Monstruosidad. Vivimos infestados de negligencia. Los más pobres están más desprotegidos, no están bien alimentados, no pueden ir al doctor, imposible pagar medicamentos y, en general, no tienen posibilidad de atender su salud. No es poca cosa. Seguir leyendo EL CAPITALISMO, SUS MÉDICOS Y SUS MEDICAMENTOS. FILOSOFÍA DE LA SALUD. FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

ROBERTO Y LA CASA DE TODOS NOSOTROS. FERNANDO BUEN ABAD

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FERNANDO BUEN ABAD

“Casa de las Américas. La fortaleza moral en la batalla de las ideas”

BUEN ABAD 1Por sí sola Casa de las Américas ha logrado construir la experiencia cultural que muchos gobiernos (u organizaciones internacionales) ni imaginan (ni lograrán). No somos pocos los endeudados con Cuba por el regalo, y legado, continentales que implica Casa de las Américas. Hay que decir a los jóvenes de todo el mundo que se trata de una realidad floreciente y posible porque un pueblo en revolución ha impulsado Casa de las Américas y que Cuba –pese al bloqueo, las injusticias y las calumnias- la ha hecho posible. “Fundada en 1959 por Haydee Santamaría, y actualmente presidida por Roberto Fernández Retamar, la Casa de las Américas divulga, investiga, auspicia, premia y publica la labor de escritores, artistas plásticos, músicos, teatristas y estudiosos de la literatura y las artes; cuya comunicación fomenta el intercambio con instituciones y personas de todo el mundo.”1

Casa de las Américas es una de esas obras revolucionarias con la que el pueblo cubano revela su carácter internacionalista y sus mejores ideas socialistas. Casa de las Américas es una realidad de importancia primordial y ejemplo para todo proyecto cultural revolucionario. Eso no quiere decir que sea “perfecta” ni quiere decir que no ejerza (por lógica propia) sus autocríticas. Casa de las Américas es una realidad floreciente que destila las esencias de fraternidad inteligente, es decir, el alma de Martí. Casa de las Américas es un bastión y un “Alma Mater” contra el individualismo y la vanidad de ciertas “inteligencias” (reaccionarias por definición) en un mundo agobiado por el imperialismo que fabrica (a mansalva y rentablemente) miseria e ignorancia. Casa de las Américas en una fuerza de inteligencias y creatividades que impulsa (incluso para la revolución) la nada sencilla tarea de consolidar vínculos, solidarios e internacionalistas, entre los artistas, los escritores, los intelectuales y los científicos latinoamericanos y caribeños. Y es una realidad, y un honor, modelo de combate.

Contra la devastación cultural perpetrada por el capitalismo, Casa de las Américas ha sido ejemplo de praxis en clave de lucha, a gran escala, por el defender el patrimonio cultural de los pueblos y para contribuir a desarrollar, en plena transición hacia el socialismo, una cultura revolucionaria para la emancipación. No son pocos los intelectuales “exquisitos” que “valoran” los premios de Casa de las América, “valoran” sus publicaciones y también sus investigaciones… pero no todos son intelectuales de combate dispuestos a entender que la lucha de Casa de las Américas es la lucha de un pueblo antiimperialista y anticapitalista. No sólo anti-yanquis.

Casa de las Américas ha sido un combatiente ejemplar contra el aislamiento impuesto a Cuba. Gracias a sus actividades (publicaciones, concursos, premios, festivales, exposiciones y encuentros de literatura, teatro, plástica y música) se ha cumplido la tarea de liberar los caudales expresivos (libertad de expresión) para vincular a la Revolución Cubana son los pensadores y creadores más progresistas. Semejante tarea, cálida y fraterna, es el verdadero sustento de este centro cultural tan prestigioso que un pueblo en revolución ha impulsado y sostenido ejemplarmente.

Desde sus ejes temáticos diversos y puntuales, desde sus tareas en disciplinas artísticas variadas y necesarias… el trabajo de Casa de las Américas ha hecho profesión de ejemplo al poner su pasión por la calidad como valor revolucionario fundamental. Desde ese parámetro uno puede hacerle balances y entender por qué proyecta sus tareas como las proyecta. Por qué su espíritu de trabajo es, en lo esencial, un espíritu de servicio revolucionario. Semejante responsabilidad de ser útil debe vincular la política socialista y la emancipación como expresión orgánica que exige verdad y calidad (no sólo artísticas) sintetizadas firmemente en un compromiso de combate sobre el escenario contemporáneo. Casa de las Américas ha probado la importancia de luchar para preservar lo mejor de nuestras tradiciones sin convertirlas en anécdota muerta y, al contrario, hacerlas visibles como fuerza viva que informa y anima al presente y al futuro en plena lucha dialéctica. Tal dinámica de los valores culturales, es conciencia de trabajo de una Casa de las Américas que ha sabido evitar el vicio burocrático de inducir, sugerir o señalar pautas al arte, a la creación o a los idearios de la inteligencia internacional. Eso es un mérito que uno además de reconocer… aplaude y divulga. La variedad y la búsqueda permanente le son consustanciales.

Casa de las Américas ha logrado vivir heroica y ejemplarmente en contra, incluso, de todas las calamidades producto del bloqueo, la ofensiva mediática inclemente contra Cuba, y las hordas de intelectuales (algunos de ellos traidores) que se han servido de Casa de las Américas para lustre individual como francotiradores.

Casa de las Américas, ante el panorama complejo y dramático de nuestros países, ha sostenido su rechazo al imperialismo y ha combatido cuantas maniobras se han urdido contra la vida intelectual emancipadora. Ha impulsado, por eso, valores jóvenes y los ha sumado a la lista de “cabezas” llamadas a configurar una fuerza imaginativa y revolucionaria nueva con respuestas pertinentes (combatientes) en las circunstancias actuales. Su lucha contra fragmentación de nuestras culturas, financiada por el imperialismo, representa un centro vital para la irradiación cultural desde su nacimiento, es un triunfo de la sensibilidad responsable y símbolo de un poder de la revolución y de la creación revolucionarios. Sin igual. Todo esto, sin pedir ni dar cuartel, casi sin recursos y con mucho en contra. Todo esto con la voluntad revolucionaria del pueblo cubano, con la certeza de que la batalla de las ideas deberá impulsar, permanentemente, a la imaginación como herramienta (también) de la revolución permanente. Casa Nuestra.

HACIA UN NUEVO ORDEN MUNDIAL DE LA CULTURA Y LA COMUNICACIÓN. FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

POLÍTICAS DE CULTURA Y COMUNICACIÓN

FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

buen abad 1Toda organización política (y, por lo tanto, toda organización) debe tener en su “agenda” la problemática histórica actual en materia de Cultura y Comunicación. No es mucho pedir y no hay escapatorias. Ya tuvimos tiempo de sobra para aprender que, entre todas las batallas que la humanidad libra hacia su emancipación, los “territorios” de la Cultura y la Comunicación han sido especialmente colonizados y mayormente plagados con derrotas muy severas.

Pero no se trata de priorizar a la Cultura y a la Comunicación en una “agenda” donde se las entienda exclusivamente como “espectáculo”, “entretenimiento” o “curiosidad”… como suele hacer cierto sector de las oligarquías y sus burocracias. No se trata de fingir, con discursos, que nos ocupa o preocupa la “diversidad” expresiva de los pueblos. No se trata de repetir la mueca clientelista que reparte becas, o subsidios, a los amigos y a los amigos de los amigos. No se trata de convencernos con sesudas disquisiciones academicistas ni convenciones internacionales plagadas con naderías en la práctica. De lo que sí se trata es de habilitar, profundizar y ensanchar el ejercicio de derechos humanos inalienables como son el Derecho a la Cultura y el Derecho a la Comunicación, no sólo en igualdad de “oportunidades” sino, principalmente, en igualdad de condiciones.

Una “agenda” de Cultura y Comunicación para nuestro tiempo, debe interesarse por la democratización de las herramientas de producción, distribución e interlocución del “sentido”. Debe interesarse por el ascenso de una corriente semántica renovada por el fragor de las luchas sociales que en todos los ámbitos (ciencias, artes, filosofías, tecnologías…) viene librando la especie humana para garantizarse un lugar digno en su propio desarrollo y no un lugar de “espectador” sometido por un sector social acaparador e históricamente opresor de las mayorías. Tal “agenda” debe interesarse, (inter, multi y transdisciplinariamente) por erradicar los medios y los modos con que los pueblos han sido infiltrados con “valores” o “antivalores” que sólo convienen al statu quo y que han inoculado núcleos de “falsa conciencia” redituables a la ignorancia funcional, al mundo de la mentira como verdad, al sometimiento de consciencias y al mercantilismo desaforado infectado de individualismo y consumismo.

De las fuerzas políticas actuales (que dicen ser emanación de la voluntad popular o de las clases trabajadoras) no podemos espera menos que un modelo comprensivo y dinámico que, en materia de Cultura y Comunicación, se disponga a corregir las asimetrías en el campo de la disputa por el sentido. Que sepa desarrollar un arsenal de herramientas para la crítica (en todos los “sentidos”) ante la hegemonía de la “Iniciativa Privada”; contra el burocratismo clientelista y contra el silenciamiento de las comunidades semánticas más variadas que, además de diversas, son mayoría abrumadora. Que, además de las herramientas para la crítica ponga al alcance de todos los cuerpos legales, las fuentes metodológicas, los espacios de formación, las herramientas de producción, las infraestructuras de transmisión, los modelos de evaluación y la dinámica de la retroalimentación. Abiertas, participativas, autogestionadas, autónomas y de revocabilidad consensuada desde las bases. Para empezar.

No es posible aceptar políticas de Cultura y Comunicación sin consultas desde las bases y desde la historia. No es aceptable abandonarse a los caprichos del mecenazgo, no es recomendable aspirar al mundo feliz de las “industrias culturales” reproductoras de la lógica de la mercancía en el campo de las ideas y las emociones sociales. Cultura y Comunicación no son mercancías, son Derechos Humanos Fundamentales y al Estado compete su desarrollo, ensanchamiento y profundización. O será nada. Seguir leyendo HACIA UN NUEVO ORDEN MUNDIAL DE LA CULTURA Y LA COMUNICACIÓN. FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

TEORÍA DEL CANSANCIO. FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

fastiga 1

La “fatiga” es uno de esos medios burgueses para escamotearnos la vida.

buen-abadNada nos tiene más “cansados” que el peso del capitalismo sobre nuestros hombros. En cantidad y en calidad, minuto a minuto, el capitalismo es una máquina trituradora de seres humanos exhaustos. Virtualmente ninguna de las definiciones “oficiales” del “cansancio” -o la “fatiga”- (“agotado”, “quemado” o síndrome burnout) alcanza para expresar la repercusión física y psicológica que tiene, en la clase trabajadora, el modelo despiadado de explotación perfeccionado por el capitalismo, sistemáticamente, como tortura de clase convertida en gran negocio. Pero “fatiga” no es sinónimo de derrota. “La acumulación de la riqueza en un polo –escribió Marx sesenta años antes que Sombart- es, en consecuencia, al mismo tiempo de acumulación de miseria, sufrimiento en el trabajo, esclavitud, ignorancia, brutalidad, degradación mental en el polo opuesto, es decir, en el lado de la clase que produce su producto en la forma de capital”. León Trotsky[1]

No pocas veces el cansancio se expresa con impotencia y con desesperación. No pocas veces se entra en desánimos y no son pocas las oportunidades en que, extenuados por las jornadas de trabajo irracionales, sucumbimos en abulia e indiferencia escapistas. En todos los casos los signos del cansancio constituyen un relato contradictorio que el capitalismo redacta feliz de la vida, viéndonos sin potencia para golpearlo donde debe de ser golpeado. La fatiga que inocula el capitalismo es también un arma de guerra ideológica y es, por eso, un dispositivo criminal que incurre en delitos de lesa humanidad, de todo tipo, no tipificados. Es, precisamente, la fatiga una de las formas delincuenciales de limitar a la mente.

No se trata de cualquier “cansancio” común o de coyuntura. No se arregla con “reposo”, con “descanso” ni con “vacaciones”. No se trata de “eso” que se arregla con diversiones o con entretenimientos de farándula. No se repara con sedantes, con masajes ni con membresías de “spa” o “fitness laboral”. Es una depredación física y psíquica que enferma y mata. Es una degeneración que aturde, que enajena y que embrutece a seres humanos que debieran, por su trabajo, esclarecerse, emanciparse y desarrollarse felizmente. Es una enfermedad progresiva y mortal de cuerpo y del alma.

Una definición insuficiente dice: “-¿Qué se entiende por fatiga? En la terminología médica es la aparición precoz de cansancio una vez iniciada una actividad. Es una sensación de agotamiento o dificultad para realizar una actividad física o intelectual, que no se recupera tras un período de descanso.”[2] No pocas fuentes dan cuenta de un embrollo diagnóstico y terapéutico -entre palabrería médica- sin resolver y, para peor, no se conocen tratamientos. Hacen malabares con el concepto “fatiga crónica” sólo para concluir que nada se sabe… hasta hoy. No obstante, de la “fatiga” causada por el capitalismo, que no está en la mira de cierta “medicina” reduccionista empantanada en individualismo y ahistoricidad aguda, los trabajadores sí saben mucho. Son los que más saben… a veces sin entenderlo. Ni “fatiga crónica”, ni burnout, ni otro eufemismo, incluso con sus virtudes diagnósticas, sirven para resolver un problema social e histórico que se invisibiliza con capas gruesas de indiferencia e indolencia bajo el peso demencial de la explotación a los seres humanos, en lo individual y en lo colectivo.

Democratizar el descanso no enajenante

La burguesía, con su concepto del “descanso” exhibe, obscenamente, sus antídotos contra la “fatiga” que operan como sistemas de exclusión y maltrato psicológico a la vista de los trabajadores. Sólo unos cuantos pueden pagarlo y el paquete de valores que contiene son acumulación de decadencia en clave de “placer” burgués. Tienen hoteles en playas usurpadas, en montañas secuestradas y en todo lugar o paisaje donde las jornadas extenuantes se “olvidan”. Tienen mano de obra esclavizada para masajearse, alimentarse y embriagarse. Tienen, para sí y los de su clase, transportes ricos en comodidades y tienen dinero para procurarse “vacaciones” y “relax” que sólo pueden tener gracias a la “fatiga” de miles de trabajadores que, extenuados, jamás podrán disfrutar de descanso real. “…Lo que el obrero vende no es directamente su trabajo, sino su fuerza de trabajo, cediendo temporalmente al capitalista el derecho a disponer de ella… Tomás Hobbes, uno de los más viejos economistas y de los filósofos más originales de Inglaterra, vio ya, en su Leviathan, instintivamente, este punto, que todos sus sucesores han pasado por alto. Dice Hobbes: “Lo que un hombre vale o en lo que se estima es, como en las demás cosas, su precio, es decir, lo que se daría por el uso de su fuerza. ” K. Marx[3]

Están fatigadas nuestras fuerzas de producción. Está fatigada nuestra paciencia y está fatigada la razón, la lógica y la sensatez ante un sistema absurdo, criminal y genocida. Ese fardo de absurdos y aberraciones que el capitalismo deyecta diariamente nos tiene extenuados e irascibles. Pero no estamos derrotados porque la fuerza del proletariado mundial está organizándose progresivamente. El problema es que, además, la lucha contra los lastres y estragos de la “fatiga” nos hace perder tiempo y nos desesperan con frecuencia.

La principal causa de la “fatiga” generada por el capitalismo es el trabajo alienado y alienante. ¿Es esto obvio? Quizá. Algunos datos de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) dicen que un 29% de los trabajadores en el mundo está durmiendo menos de lo que quisiera para cumplir con todos sus compromisos. La “fatiga” ocasiona envejecimiento prematuro, agotamiento emocional, despersonalización y baja autoestima. El trabajo extenuante y alienante está relacionado con “stress” y con enfermedades cardíacas, dolores de cabeza, problemas del sueño, desórdenes gastrointestinales y recrudecimiento de desórdenes médicos preexistentes. Además, una persona extenuada experimenta, sin control, insatisfacción sobre la duración o la calidad de la vida misma e incluso angustia diaria para conciliar el sueño. Suelen despertar a la mitad de la noche o despertar con sobresaltos. Estos signos se presentan también con secuelas diurnas que acarrean más “cansancio”, “fatiga”, somnolencia, bajo rendimiento, cambios de humor y malestar social, mientras el reloj de patrón sigue corriendo y amenazante. Y los sueldos cada día alcanzan para menos.

Sólo hay que ver a las masas de trabajadores que diariamente arrastran su “fatiga” desde las madrugadas. Hay que verlos retacados en los “transportes” miserables que acarrean sus cuerpos extenuados hasta las mazmorras “productivas” donde el sistema los exprime cada día y cada noche. Hay que verlos, con el cansancio enredado en los pies, caminar las calles y avenidas donde se hacina la fatiga hecha mugre hedionda entre paisajes de basura y abandono. Hay que ver esos millones y millones de rostros somnolientos abofeteados por el amanecer, hijos de la explotación y huérfanos de justicia. Hay que ver cómo la fatiga derrumba voluntades y amansa vidas aturdiéndolas con resignación rutinaria.

Quien sufre la “fatiga” responde, ante estímulos menores, con actitudes y sentimientos antipáticos hacia sí y hacia su trabajo. La OIT definió en 1999 el concepto de “trabajo decente” como aquel que “resume las aspiraciones de la gente durante su vida laboral. Significa contar con oportunidades de un trabajo que sea productivo y que produzca un ingreso digno, seguridad en el lugar de trabajo y protección social para las familias, mejores perspectivas de desarrollo personal e integración a la sociedad, libertad para que la gente exprese sus opiniones, organización y participación en las decisiones que afectan sus vidas, e igualdad de oportunidad y trato para todas las mujeres y hombres”.[4] ¡Muy lejos estamos! Seguir leyendo TEORÍA DEL CANSANCIO. FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

METABOLISMOS DEL EGO. FERNANDO BUEN ABAD

Si la medida de la salud (suponía Freud) es “la capacidad de amar y la capacidad de trabajar”[1], todo se desfigura cuando la capacidad se reduce a sólo amarse a sí mismo y la capacidad de trabajar radica en esforzase sólo para sí sometiendo, además, el trabajo de otros al beneficio de uno solo. Reina el amor por el individualismo para romper con la comunidad. El ego es inseparable de la lucha de clases, y los opresores han encontrado -siempre- argumentos de sobra para justificar su preminencia sobre los oprimidos. O se creen dioses o se creen semidioses; o se creen emisarios de la (o las) divinidades o de plano se creen mejor dotados por la “raza”, la “genética”, las “bellezas”, la “inteligencia” o la “suerte”… con todas sus combinaciones. Y no hay quién les aguante el ego[2].

Metabolismos del ego

La egolatría es una enfermedad inclemente. Un mundo enfermo de belicismo rentable, enfermo de usura bancaria, enfermo de guerras mediáticas… sufriendo hambre, analfabetismo, corrupción, represión y humillaciones infinitas contra los más desposeídos. Un mundo destazado por terratenientes, exhausto de contaminantes, atrofiado de mercantilismo y bañado en sangre de todas las violencias del poder dominante… es un mundo enfermo al que le ha costado demasiado encontrar el remedio para todos sus males: la superación del capitalismo que se adueñó del poder del dinero, del poder de las armas, del poder de los medios y del poder del insulto contra los dominados. El principio de comunidad demolido por la individualidad de los ególatras.

El ego inflamado, de sí y por sí, es uno de los subproductos más odiosos, que rompe el cúmulo de las relaciones sociales y se produce en ese punto donde se patologíza lo individual cuando domina la negación del conjunto. Son muchas las fuentes y las causas por las cuales una persona sube a las cumbres de sí mismo para quedarse a vivir ahí donde el paisaje es perfecto porque todo lo que ve es el reflejo de su persona en todas “sus obras”. Incluso en las que no existen. Son muchas las argucias del sistema económico e ideológico dominante que, incapaz de inspirar respeto por sus valores morales, se empeña en imponer amor por lo puramente individual incluso cuando su mérito único, a falta de contribución al bien común, radique a en amarse a sí mismo. Y son interminables las invenciones de la clase dominante para ahogar en ego todo sueño de vida buena en comunidad. Con la moraleja del “rico que se hace solo”, del talento que “nada le debe a otros”, del “golpe de suerte” como destino inmutable para los que nacen “en buen cuna”… tenemos un fanatismo histórico empeñado en postrar a la comunidad humana ante los atrios del “ego” que se adueñó de todo.

Para el ego se filman películas, se imprimen revistas con sus portadas, se editan libros, se escriben canciones y se despliega una parafernalia descomunal planetaria que hoy ya es, además de un daño severo por contaminación visual y sonora, un asco mundial por el regodeo de la nadería a cambio de la fachada del individualismo. Desde las empresas y los gobiernos hasta las familias, las escuelas, las oficinas y las iglesias. Egos para toda ocasión, para todo lugar y para cada momento. Egos desorbitados en las campañas políticas y en las campañas publicitarias… egos en los libros de historia y en las histeria de los libreros. Egos para la dama y egos para el caballero. Niños y niñas, ancianos y ancianas. El ego es el opio de los pueblos. También.   Seguir leyendo METABOLISMOS DEL EGO. FERNANDO BUEN ABAD

ANATOMÍA IDEOLÓGICA DE DISNEY. FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

Fases superiores de la ofensiva alienante

FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

Hace rato que Disney se consolidó como una de nuestras más grandes derrotas ideológicas en la política, la ética y la estética. Como con otras muchas mercancías hiperventiladas publicitariamente, un “público” masivo y mundial decidió sepultar toda razón critica frente al discurso Disney y le cedió territorios nodales haciéndolo carne de sus ilusiones y de sus afectos. Los hijos como primeras víctimas. Hasta los más recalcitrantes socialdemócratas visten a sus niñas de princesitas. Y hay que oír las, no poco irresponsables, justificaciones.   

Hoy el imperio Disney ha dado pasos enormes en su aventura monopolizadora del reino mediático global. Anuncia la prensa monopólica, también, (como si fuese un logro moral) la compra que Disney hace de un porcentaje de acciones a la empresa Fox: “La compra por parte de Disney de la división de entretenimiento de Fox por US$52.400 millones vaticina un sacudón en el mundo del consumo digital y audiovisual.” Pero no todo es dinero para estos “hombres de negocios”. Ya lo decían Ariel Dorfman y Armand Mattelart (1972) históricos analistas de Disney.

En el epicentro del problema que esto implica para la humanidad, no sólo esta el protagonismo descontrolado del imperio económico anglosajón-israelí sobre los medios de comunicación y cultura planetarios; no sólo está el peligro de la uniformación de los gustos y de los consumos; no sólo está la cancelación de la diversidad y de la libertad de expresión de los pueblos… está el colonialismo de la mentalidad belicista empeñado en convencernos de aceptar la industria de las guerras como un hecho natural y darwiniano ante cual sólo nos queda resignarnos, consumir y aplaudirles.

Y para que lo aceptemos mansamente, es decir consumidoramente, ellos cuentan con sus noticieros, sus películas, sus series televisivas, sus héroes, sus dibujos animados y sus valores mercantiles farandulizados. Y también cuentan con las fiestas, los disfraces, la música, las canciones y la navidad. Han infiltrado la propaganda sus bastiones ideológicos con personajes emblemáticos hasta en las cunas de los bebes. Dominación amplísima de los territorios simbólicos. “Esta adquisición que antes habría sido impensable promete transformar Hollywood y Silicon Valley. Es el contraataque más grande de una compañía de medios tradicional en contra de los gigantes tecnológicos que se han metido de forma agresiva en el negocio del entretenimiento», señaló en un análisis el diario The New York Times…Ahora Disney tiene suficiente músculo para convertirse en un verdadero competidor de Netflix, Apple, Amazon, Google y Facebook en el mundo de acelerado crecimiento del video en línea.[1]  Seguir leyendo ANATOMÍA IDEOLÓGICA DE DISNEY. FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ