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ORGULLO DE CUBANO. GUILLE VILAR

En el contexto universal de estos tiempos, donde los preceptos de una milenaria ética humanista pretenden ser suplantados por la utilidad amoral que propician la avaricia desmedida y la indolencia ante el destino incierto que afrontamos como especie en el planeta, el legado de Fidel es inmenso

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GUILLE VILAR

GUILLE VILARTengo muchas razones para sentirme orgulloso de ser cubano, y una de ellas es la de haber sido contemporáneo de Fidel. Por eso comprendo el origen de todas las infamias que se han querido levantar en contra de la obra a la que consagró su vida, la Revolución Cubana.

Mientras más intenso fuera el resplandor que desprendían sus acciones en favor de los demás, más profundo era y es el odio del enemigo por despreciar las motivaciones de su empeño.

En el contexto universal de estos tiempos, donde los preceptos de una milenaria ética humanista pretenden ser suplantados por la utilidad amoral que propician la avaricia desmedida y la indolencia ante el destino incierto que afrontamos como especie en el planeta, el legado de Fidel es inmenso.

A su constante preocupación por que el mundo pueda ser un mejor lugar para todos, le debemos este devenir de la nación cubana inspirado en su fidelidad a principios altruistas. Es esa voluntad compartida de entregarnos a los demás, cuyas raíces crecen desde el interior de aquellas almas donde la ética de ser prevalece por encima del egoísmo que predica el precio del tener como modo de vida.

Nombres de grandes líderes como los del escocés William Wallace, el hindú Mahatma Gandhi o el del sudafricano Nelson Mandela, juntos al de Fidel Castro Ruz, constituyen impactantes referencias de infinita lealtad de estos para con sus pueblos.

Por algo nadie recuerda el nombre de sus enemigos. Es que, como afirmó nuestro Apóstol José Martí: «La capacidad para ser héroe se mide por el respeto que se tributa a los que lo han sido».

Fuente: GRANMA

EN LA HÚMEDA Y FRESCA AMANECIDA QUE CLAREA. KATIUSKA BLANCO

Para nosotros, Fidel es el fundador de un sueño viejo, de un sueño de cien años que no fueron solitarios sino habitados por una multitud, por un pueblo entero en esta Isla grande rodeada de más de 4 000 islas
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Fidel en la Sierra Maestra

KATIUSKA BLANCO

katiuska 3Fidel para nosotros es el más fiel, espigado e insomne discípulo del Maestro. El poeta Roberto Fernández Retamar dice que para Fidel ser martiano es algo totalmente natural, «es como la respiración. Fidel no necesita citar a Martí, porque es martiano de modo orgánico, es algo totalmente natural».

Fidel viene del monte y del arroyo, viene de todas partes y hacia todas partes va, y echó, desde el comienzo de sus días, su suerte con los pobres de la tierra.

José Martí es el corazón de su vida extraordinaria. Como el Apóstol, está sin falta, rebelde, junto a los olvidados, y con una luz natural que el empeño y el esfuerzo incansables han moldeado erudita con el fervor con que el sol alumbra nuestro universo.

Fidel vive en esa dimensión especial de los solemnes y valientes, Quijote del tiempo donde no hay imposibles y cada detalle se observa y concibe como poesía, revolución, filosofía y naturaleza.

En lo inasible reconoce las cosas grandes: en los héroes, los símbolos, la historia, el recuerdo, la justicia, el saber, los ideales; pero también en lo común de todos los días, «en el mantel de la mesa y el café de ayer» —como canta Silvio—, en el decoro del abrigo humilde pero digno e ilustrado a que aspira para todos los pobladores de la Tierra. En ese afán se hermanó con quien soñaba repartir los panes y los peces, con los libertadores de todas las regiones distantes, de Nuestra América y del Archipiélago al que pertenecemos, con los ilustres del pensamiento y las luchas sociales como el Moro Marx, «el general Engels», y Lenin.

Para nosotros, Fidel es el fundador de un sueño viejo, de un sueño de cien años que no fueron solitarios sino habitados por una multitud, por un pueblo entero en esta Isla grande rodeada de más de 4 000 islas, cayos e islotes en el azul del Caribe, confluencia de vientos, corrientes y travesías, de lo profundo físico y cultural del mundo, y por eso mismo, encrucijada vital, llave de un futuro más noble, más humano para todos.

Fidel confió siempre en que era alcanzable el anhelo de un país justo y soberano y fue esa fe encendida la que le rodeó de los mejores hombres y mujeres de nuestro pueblo, acaso y por tanta decepción acumulada, descreído hasta entonces, hasta aquella madrugada de fuego sobre la ciudad dormida de Santiago, el desembarco en el manglar, el barro y los bombardeos, hasta las batallas en el firme de la Maestra.

Y cuando el triunfo fue una verdad absoluta y pasó el fugaz desconcierto al final de la guerra, emprendió lo difícil aún con más fuerza para cambiarlo todo, para ser plenos y mejores. Emprendió la tarea de Estado como un guerrillero, porque serlo es un espíritu de vida, una búsqueda de los trillos para llegar rápido, una entereza ante la adversidad, una fuerza en lo áspero, un conocimiento profundo del entorno, una vocación de hermanamiento montañoso con el otro, una agilidad de ardilla en la mente y el cuerpo, y una temeridad paciente para encarar la muerte.

Fidel fue uno al principio, pero después sobrevivieron en él sus compañeros: Abel, Renato, Boris Luis, Tassende y tantos otros jóvenes limpios y buenos que dieron su vida por una Patria como la de hoy. Ellos y los combatientes que lo siguieron a lo largo de la historia, en especial su hermano Raúl, lo poblaron para ser en sí una muchedumbre. Por eso Fidel es una espesura, una manigua. Fidel es la tierra del mambí.

Fidel se convirtió en un semillero y en un sembrador de ideas que se esparcieron por todo el continente propio y más allá, donde quiera que los pueblos luchan.

A un sueño realizado, sueña siempre uno nuevo. Fidel es raíz, tronco y follaje de la nación cubana y de la humanidad. Como los viejos hórreos, graneros de la Galicia de donde venía su padre, hoy es reserva para el invierno rudo, la guerra o el olvido, para la húmeda y fresca amanecida que clarea.

(Publicado en Juventud Rebelde el 13 de agosto de 2013)

Fuente: JUVENTUD REBELDE

EUSEBIO LEAL, HASTA SIEMPRE. ÁNGEL GUERRA CABRERA

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ÁNGEL GUERRA CABRERA

GUERRITALa partida de Eusebio Leal deja una enorme pérdida para la cultura y la Revolución cubanas. Hombre de corazón noble, abierto a lo diferente, capaz de apreciar los matices y el valor de la unidad en la diversidad, con cualidades creativas verdaderamente excepcionales, no dio tregua a los enemigos de Cuba. Fue un combatiente decisivo en la defensa, no solo del patrimonio cultural tangible de La Habana y de todo el país, sino de la identidad nacional. Íntimo conocedor del pensamiento de Martí y de Fidel, supo extraer de ellos el método para volcar las más valiosas esencias de la historia nacional y latinocaribeña en los nuevos valores e ideas que hoy sustentan la construcción cubana del socialismo.

Activo diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, todavía resuenan en los oídos de muchos cubanos y cubanas la apasionada defensa de la ley de los símbolos patrios que hizo ante ella. De esos raros hombres de elaborado pensamiento y gran capacidad de acción, unidos a una extraordinaria sensibilidad al dolor del prójimo, Eusebio nació en un hogar muy humilde del proletario municipio de Centro Habana. De niño sufrió severas privaciones materiales. Años después recordaría, todavía con dolor, cómo esperaba con añoranza unos soldaditos de plomo los días de Reyes que su querida madre no podía proporcionarle.  En medio de aquellas estrecheces tampoco consiguió terminar la educación básica. De modo que solo a fuerza de un gran sacrificio personal y gracias la Revolución pudo ingresar a los nuevos cursos nocturnos para trabajadores de la Universidad de La Habana, donde más tarde concluiría estudios doctorales en ciencias históricas.  Trabajador incansable, ya en esa época había transitado de recaudador de impuestos del gobierno de la ciudad a defensor ardoroso del patrimonio cultural y discípulo del venerable historiador Emilio Roig de Leuchsenring, director de la Oficina del Historiador de La Habana.  Él sería el sustituto de Roig en esa responsabilidad y con su desbordante imaginación y, a veces, sus propias manos, restauró el Palacio de los Capitanes Generales, para convertirlo en Museo de la Ciudad en 1968.   Una tarde de 1971 tuve el privilegio enorme de que me diera un recorrido por las salas del museo, donde pude apreciar sus concepciones sobre la identidad como fenómeno dialéctico, cuyo corazón, en aquellas instalaciones, lo formaban los espacios dedicados a las luchas independentistas contra el colonialismo español pero también los simbólicos restos del águila imperialista derribados del monumento a las víctimas del acorazado Maine, cuya explosión y hundimiento en el puerto de La Habana fueron tomadas como pretexto por el gobierno de Estados Unidos para su intervención militar en Cuba de 1898. A partir de allí nos unió la amistad y la fecunda cooperación entre el museo y la revista Bohemia, que yo dirigía.

De aquel museo fue irradiando una febril actividad para crear conciencia sobre los valores arquitectónicos de la capital pero también sobre los hechos y figuras imprescindibles de la historia patria: Varela, Martí, Maceo, Céspedes. Es la época en que conduce el magnífico programa “Andar La Habana”, de las conferencias multitudinarias en el Anfiteatro de La Habana.  En 1981 Eusebio recibe de Fidel la encomienda del rescate del centro histórico de La Habana. Muy pronto comienzan los trabajos de restauración de las Plazas de Armas, de la Catedral y de la Plaza Vieja, así como de calles de gran valor histórico como San Ignacio, Mercaderes y Obrapía y el Convento de San Francisco. En la actualidad deben añadirse el Teatro Martí y el gigantesco rescate del Capitolio Nacional.   En 1982 el centro histórico y el sistema de fortificaciones son inscriptos por la UNESCO en el registro del Patrimonio Mundial. Restaurar todo este magno conjunto arquitectónico será tarea de Eusebio hasta el día de su muerte, obra en la que dejó un avance muy notable y formó un conjunto de cuadros técnicos capacitados y compenetrados con sus concepciones y estilo de trabajo. También miles de obreros calificados en oficios antes perdidos. Realizó en la zona una labor social de gran envergadura pues para él la restauración no era solo de las piedras sino de las almas. Instaura allí valiosos programas para proteger a las personas de la tercera edad, a los niños con discapacidad, a las mujeres embarazadas, para dotar de vivienda digna -un gran reto me dijo en una ocasión- a los residentes, que ha supuesto hasta ahora la rehabilitación de 4 mil y la edificación de 2 mil viviendas nuevas.  Eusebio gozó de la amistad y del apoyo de Fidel y de Raúl. Silvio Rodríguez ha dicho de él y de otros que ya no están: “Conforman una estirpe de la que todas las ortodoxias desconfían. Son vidas que no están signadas por el afán de supremacía sino por el ecumenismo y la inclusión”. Personas así necesita mucho la Revolución. El pueblo colgó sábanas blancas en las calles habaneras para honrar al muerto. Tal vez nada lo defina tan exactamente como esta dedicatoria de Fidel: Al más leal de los leales.

Twitter:@aguerraguerra

Fuente: LA HABANA

 

PERFIL DE ALEJANDRO. ARTURO CORCUERA e HILDEBRANDO PÉREZ GRANDE

 

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ARTURO CORCUERA* 

EL PERFIL DE FIDEL

Para hablar de Fidel
hay que cederle la palabra al mar,
pedir su testimonio a las montañas.
El Turquino canta y cuenta su biografía,
los pájaros la propagan,
saben su edad y repiten su nombre.
La edad de Fidel
es la edad de los framboyanes en flor,
la enhiesta edad de su barba verde olivo.
Todos lo sabemos,
los héroes no tienen edad,
tienen historia,
hacen la historia,
son la historia.
No lo arredra la cuadratura del Pentágono
ni las bravatas al rojo de cara pálida
en la hora oscura de la Casa Blanca.
Quien lo dude puede ver en alerta al héroe
y un millón de cubanos cara al Norte
en el malecón de La Habana.
Él es América Negra,
América Hispana,
América Andina:
el perfil de Fidel
es el perfil
de América Latina.
 
 

HILDEBRANDO PÉREZ GRANDE** 

CANTAR DE ALEJANDRO

Marchamos hacia el amanecer de la armonía. Nadie podrá decir
que es una flecha oscura nuestro nombre. Con las luces
apagadas, y teniendo como lumbre los ojos acerados
de la aurora, salimos una madrugada de noviembre hacia la Isla.
La historia dice ahora que había mal tiempo
bajo el cielo de los navegantes. Que la lluvia
caía pertinaz sobre los hombres. Y los vientos del Caribe
no sólo presagiaban el constante peligro del naufragio
sino que los vómitos, las fatigas y los imborrables ataques de asma
arañaban nuestro corazón mientras oteábamos la sal del horizonte.
Nadie podrá decir que es una flecha oscura nuestro nombre.
En aquel yate de color blanco, remontando
un mar de azafrán y vieja cristalería, sentíamos
cómo las olas de la incertidumbre nos herían
de igual manera que nuestro deseo de acabar con el pasado.
Y al momento de registrar nuestro desembarco en las aguas
fangosas de Las Coloradas, con la misma alegría
de los niños que miran el porvenir con los ojos
de Abel, de Frank y de aquel peruanito cuyo nombre
nunca más supimos  y cuya imagen siempre atamos a la de Juan
Pablo, a su sonrisa insepulta, descubrimos
que detrás de cada acto nuestro resplandecía la palabra del  Apóstol.
Después vino la escritura de fuego, el temple
del cuchillo relampagueando en las noches de la Sierra,
la apertura hacia la luz del trabajo voluntario
y, como una mano tibia que se tiende
para estrechar otra, el internacionalismo proletario.
Nadie podrá decir que es una flecha oscura nuestro nombre.
Nuestro pequeñísimo nombre que hoy atraviesa otras latitudes
en el atavío y el máuser de los compañeros que entre cánticos y                                                                                                                                     /espasmos
marchan hacia el amanecer de la armonía.

Nadie podrá decir que es una flecha oscura nuestro nombre.

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*ARTURO CORCUERA (1935-2017). Reconocido escritor peruano, Su obra Noé delirante, lo sitúa como uno de los poetas más importantes de habla hispana.

 

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**HILDEBRANDO PÉREZ GRANDE (1941) Relevante poeta y periodista peruano. En 1978 obtuvo el Premio Casa de las Américas con su ibro Aguardiente forever, del cual forma parte “Cantar de Alejandro”.

LA GRANDEZA DE UNA ISLA PEQUEÑA. FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

 

buen abad 1Era muy caro, para mis recursos monetarios a los 16 años, enviar un telegrama a Cuba desde México. No obstante, hice «las mil y una» y pude poner en la oficina del telégrafo un mensaje: «Comandante Fidel Castro: feliz aniversario del 26 de Julio». ¿A qué domicilio lo envía?, me preguntó el telegrafista, y no supe qué decir. Ponga usted «Palacio de Gobierno de Cuba». Pagué por mi telegrama y me fui. Con el paso de los años recuerdo mi audacia (y mi ignorancia) no sin perplejidad: ¿cómo se me ocurrió semejante idea, de dónde saqué la locura de creer que, «así como así», uno podía enviarle a Fidel mensajes de aniversario que llegarían sin obstáculos a sus manos? Evidentemente no me pareció un imposible.

Una cantidad de recuerdos me ayuda a explicar por qué, para mi generación, Cuba y Fidel parecieron siempre muy cercanos y amigables. Yo nací en 1956, crecí con la Revolución Cubana instalada en mi casa. A los 16 años ya un tío me había obsequiado La Historia me Absolverá (1953) y mi abuela me había regalado El Diario del Che en Bolivia. En la unam había carteles con la imagen de Fidel, la música de Carlos Puebla nos llegaba en discos «sencillos» y el «long play». Entre la «secundaria» y la «prepa» (escuela nacional preparatoria) ya escuchaba a Oscar Chávez cantándole al Che y a Camilo. Mi abuela decía que quería a «los barbudos», porque hacían cosas buenas por su pueblo. Cuba, Fidel y la Revolución eran parte de mi familia desde mi adolescencia y antes. Muy rápido me di cuenta de que semejante familiaridad recorría las casas, las escuelas y los centros laborales de todo el país. No exagero, Cuba tocó fibras sociales muy sensibles en México.

He oído historias muy similares a lo largo de los años, historias de amor y compromiso engendrados por una isla pequeña del Caribe, que supo hacerse gigante en los corazones de los pueblos. No es solo una metáfora para un ejercicio de retórica. Es una confesión de parte. Mujeres y hombres de la intelectualidad, de la academia, de las artes y de las luchas populares crecimos impregnados de Cuba. De sus luchas y de sus ejemplos. Se nos estanció en la cabeza y en el corazón para florecernos en ideas y debates sobre la Revolución y sus motores de clase; sobre el método cubano para transformar el mundo; sobre el socialismo argumentado con acento de Caribe, con la proximidad rebelde y geográfica enmarcada por el Golfo de México. Todavía se ve la estela del Granma partir las aguas hacia una historia, que se nos hizo maestra de la vida desde la Sierra.

Llegaba hasta mi casa, la de mis padres, la revista Bohemia, porque me anoté en una lista que circuló en la «secundaria». Era una delicia hojearla en las tardes de tareas escolares. Mi padre fruncía el ceño, entre preocupado y curioso. Pronto se le acabaron los recelos porque leyó, de Rius, su Cuba para Principiantes (1966) y también leyó Marx para Principiantes (1972), salidos de la pluma genial de un amante de Cuba como pocos: Eduardo del Río, extrañado. Por cierto, libros leídos por millones de mexicanos que también aprendimos, con dibujos de un cómic singular, lo elemental de una experiencia revolucionaria que conectaba a Zapata, Villa y Flores Magón con Fidel, Camilo, Raúl y el Che en el mismo sendero que sigue el «espíritu que recorre el mundo».

De noche, tarde, en la radio de mi padre –que tenía onda corta– oíamos mi hermano y yo Radio Habana, Radio Reloj y música cubana, constantemente interferido por ese ruido de frecuencias entrecruzadas. Era un manjar sonoro de Cuba que saciaba el hambre de sonidos antimperialistas y anticapitalistas. Unas cuantas veces pudimos escuchar a Fidel sin entender del todo lo que decía, pero solazados por la dignidad de sus palabras en combate. Una escuela política nocturna con la oreja pegada a la radio. Delicias revolucionarias. ¿Por qué?, ¿qué estaba pasando que tantos jóvenes nos sentimos atraídos por Cuba y la Revolución que hacíamos nuestra a nuestro muy peculiar modo? ¿Qué amor extraño, de nuevo género, crecía en nuestras cabezas y corazones? No éramos pocos.

Ojalá fuese posible contarle al oído al pueblo cubano, cuánto nos ha educado su ejemplo titánico de resistencia y entereza. Ojalá fuese posible que unas cuantas líneas resumieran, y expresaran, el cúmulo de emociones fraternas que anidan en nuestras vidas gracias al ejemplo solidario de Cuba con todos los pueblos hermanos, en Angola tanto como en Venezuela, por solo mencionar un eje geopolítico e histórico de nuevo género en el tiempo y en el espacio.

Escribo en primera persona con el supuesto de que es así como mejor se explica el amor entrañable que sentimos muchos mexicanos por la Revolución Cubana y, también, la deuda inmensa que tenemos con su ejemplo de lucha y dignidad a toda prueba. Así, en primera persona, supongo que puedo dejar a la vista las tantas horas de lecturas y debates, la tanta música, cine, poesía y filosofía recogidos de tantos extraordinarios talentos cubanos. Casa de las Américas… Prensa Latina. Pablo, Silvio. Escribo en primera persona endeudado con las horas buenas de la mejor producción científica y cultural de Cuba y endeudado con la solidaridad (nunca suficiente) en las horas amargas de acoso, bloqueo y humillación contra un pueblo ejemplar e irrompible como es el cubano. A mis años ya sé que nunca podré retribuir lo tanto recibido. Me atengo, no obstante, a las palabras de Martí, que yo entiendo como canto guerrero en pie de lucha siempre humanista: «Amor con amor se paga». Espero estar a la altura en cada 26 de Julio, en primera persona.

Fuente: GRANMA

COVID–19, SECRETOS CUBANOS. ÁNGEL GUERRA CABRERA

 ÁNGEL GUERRA CABRERA

GUERRITACuba posee varios medicamentos únicos en el mundo por su efectividad en la sobrevivencia de los pacientes graves y críticos de la COVID-19. Mientras a escala internacional solo se salva alrededor de 20% de los contagiados en esas categorías, en Cuba sobrevive el 80%, aproximadamente.

En cuanto a la tasa de mortalidad sobre el total de contagiados, la isla exhibe 4.2%, menor al 11.5 de España, 5.9 de Estados Unidos y 5.5 de Irlanda. Con 82 fallecidos hasta la fecha, cuando ya transcurren varios días sin que se reporten defunciones o una diaria cuando más, la mortalidad por 100 000 habitantes es 0.72, entre las más bajas. Hasta el 27 de mayo solo cinco países de América Latina y el Caribe han logrado recuperar más de 50% de sus contagiados detectados: Cuba, con 78.4; Uruguay, 75.5; México, 66.7; Panamá, 65.6, y Costa Rica, 64.3.

Los fármacos con que la isla combate la COVID-19 existían antes del surgimiento de la enfermedad para tratar patologías virales u otras como artritis y soriasis. No fueron diseñados expresamente para ese propósito, pero poseen cualidades fundamentales para fortalecer el sistema inmune, lo que se llama inmunidad no específica o innata, un escudo contra la entrada al aparato respiratorio del nuevo coronavirus.

Tienen también otras virtudes que les han permitido evitar el fallecimiento de la mayoría de pacientes cubanos en estado grave o crítico. En el caso del interferón (INF) alfa 2b humano recombinante, reseñado en este espacio anteriormente, existen nueve países que lo utilizan, entre ellos China y España. Sin embargo, los hospitales de Estados Unidos no pueden acceder a él, ni a ningún remedio cubano, debido al bloqueo contra Cuba.

“A mí me han llamado médicos desesperados de hospitales en Nueva York para preguntarme cómo pueden conseguir el interferón alfa 2B”, dice Helen Yaffe, académica latinoamericanista de la Universidad de Glasgow y autora del libro We are Cuba. “No va a ser posible”, añade.

Pero además del INF alfa 2b, Cuba dispone del CIGB 258, gestado por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, y del itolizumab, desarrollado por el Centro de Inmunoensayo. De ambos, fue presentada la solicitud al Centro Estatal para el Control de los Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (Cecmed), para su uso en pacientes confirmados de COVID-19 en los estadios grave y crítico, la que fue aprobada.

Estos fármacos han sido muy efectivos para tratar la famosa tormenta de citosinas, con ostensible reacción favorable de una mayoría de pacientes en el curso de 72 horas. Estas medicinas, junto con otras, han formado parte del coctel con que se ha tratado a los contagiados de COVID-19. También se han aplicado con carácter preventivo a toda la población las gotas homeopáticas sublinguales PrevengHo Vir, y a pacientes confirmados o sospechosos con factores de riesgo, la biomodulina T, ambos para reforzar el sistema inmune.

Pero ello no explicaría por sí solo el enorme éxito alcanzado por la isla en el enfrentamiento a la enfermedad. Existen esos medicamentos porque hace décadas Fidel Castro impulsó con gran energía y previsión la creación de un verdadero sistema de centros de investigación, al que dedicó innumerables jornadas de trabajo y al que acicateó con ambiciosas metas.

No me refiero solo a la biomedicina, con todo y su principal protagonismo en el combate al nuevo coronavirus, pues también han tomado parte en él científicos de la matemática, la informática y las ciencias sociales.

Cuba previó un cuidadoso y detallado plan de combate a la COVID-19 desde enero, con activa participación de la comunidad científica, tanto de los centros de investigación como del Ministerio de Salud Pública y otras dependencias y sigue una política muy agresiva para acorralar al patógeno.

Miles de médicos de familia y estudiantes de medicina y estomatología recorren diariamente decenas de miles de hogares en la vigilancia epidemiológica. No se ha esperado por los contagiados, se les ha ido a buscar, además de establecer rigurosas medidas de aislamiento de los enfermos o de vigilancia en casa de los casos leves. Se acondicionaron suficientes camas y equipos para los pacientes sospechosos, los sin complicaciones y los graves. Las medidas de confinamiento y distancia social, las cuarentenas en zonas, municipios y provincias han permitido romper la cadena de contagios y que los hospitales no se hayan visto presionados por la demanda de enfermos.

Pese al asfixiante y criminal bloqueo de Estados Unidos, ahora recrudecido hasta el delirio, Cuba tiene un robusto sistema de salud pública totalmente gratuito. Atención primaria en las cuadras, policlínicos, hospitales generales y de especialidades, con el apoyo de una población consciente, organizada y disciplinada.

El país al que Washington despojó de miles de médicos, hoy es el que más galenos por habitante tiene en el mundo. Además de poder enviar personal sanitario a más de una veintena de países para combatir la pandemia.

II

Ha existido negligencia, dijo el presidente cubano Miguel Díaz-Canel con relación a un nuevo brote de covid-19 reportado en La Habana. Este hecho “nos ha demostrado que, aun con la experiencia que tenemos en el enfrentamiento a la enfermedad”, todavía cometemos errores, y cuando hay un descuido, “miren lo que sucede”, añadió. En efecto, cuando parecía que la pandemia iba en retirada, sin nuevos casos ni defunciones en la inmensa mayoría de las provincias, la capital cubana sufrió dos nuevos brotes. El lunes 1 de junio se reportaron 38 nuevos casos, la cifra más alta de los últimos 28 días, 32 de ellos debidos al nuevo foco de que habló el presidente, causado por negligencias administrativas en la tienda La Época, donde una trabajadora estuvo asistiendo cinco días a laborar, a pesar de presentar síntomas. Díaz-Canel comentó que era el mayor brote enfrentado en el país. Mientras, el gobernador de La Habana explicó que de los 57 casos reportados en los dos últimos días, 44 corresponden al foco en la tienda, lo que ha modificado el ostensible descenso del mal que se venía observando en la capital. Seguir leyendo COVID–19, SECRETOS CUBANOS. ÁNGEL GUERRA CABRERA

FIDEL SEGÚN LOCKWOOD

Imágenes del líder, el ser humano, que el fotorreportero estadounidense Lee Lockwood logró retratar y que nos regresan vivo, tremendo, vibrante, al Fidel de todos y todas
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Fidel le habla al pueblo de Santa Clara el 6 de enero de 1959. Foto: Lee Lockwood

Entre 1959 y 1969, el fotorreportero estadounidense Lee Lockwood retrató Cuba y al victorioso líder revolucionario Fidel Castro con una libertad sin precedentes. Aquel trabajo incluye una maratoniana entrevista con el propio líder cubano que se extendió durante siete días.

El periodista estadounidense mantuvo su extensa conversación con Fidel en Isla de Pinos en 1965 y ahí retrató al líder revolucionario hablando ante una multitud, sumergido hasta el cuello tras haber buceado, haciendo ejercicio, jugando con su perro Guardián o descansando sobre una hamaca.

“Cada día, durante varias horas, nos sentábamos Fidel, Vallejo (el comandante René Vallejo, que actuó como traductor) y yo alrededor de la mesita del porche a la entrada de la habitación de Castro (en una casa de campo de una sola planta, de madera), con el micrófono en medio de los tres, y hablábamos en voz baja, como en una sesión de espiritismo”, explica Lockwood en el prólogo del libro. “Una conversación con Castro es una experiencia extraordinaria y, hasta que te acostumbras, de lo más desconcertante (…) es uno de los conversadores más entusiastas de todos los tiempos”, asegura el autor.

La editorial Taschen publicó por primera vez en español en mayo de 2016 el libro del fotorreportero Lee Lockwood La Cuba de Fidel. Se trata de un libro de fotos de la primera década de la Revolución Cubana y la larga entrevista, de siete días, que Fidel Castro le concedió al periodista norteamericano.

Cubadebate recoge hoy algunas de esas imágenes del líder, el ser humano, que Lockwood logró retratar y nos regresan vivo, tremendo, vibrante al Fidel de todos.

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Fidel en 1959. Foto: Lee Lockwood
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Fidel sonriente, junto a Almeida y el Dr. Vallejos, en Manzanillo. Foto: Lee Lockwood
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Fidel se prueba un guante en un terreno de béisbol. A su lado el fotógrafo estadounidense Lee Lockwood
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Fidel jugando béisbol.1964. Foto: Lee Lockwood
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Con los trabajadores de una fábrica de cemento, 1964. Foto: Lee Lockwood

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EN EL CORAZÓN DE LA UNIDAD LATINOAMERICANA. ENRIQUE UBIETA GÓMEZ

ENRIQUE UBIETA GÓMEZ

UBIETA 4.jpgNuestra América vive días intensos. No hay motivo, ni tiempo, para el de­saliento. Los pueblos del continente han abierto las grandes alamedas de su emancipación, y el imperialismo no puede cerrarlas. Bolívar, Martí, Sandino, señalaron el camino de la unidad. «¿Hasta cuándo vamos a permanecer en el letargo? –preguntaba Fidel en 1959, durante su visita a Caracas– ¿Hasta cuándo vamos a ser piezas indefensas de un continente a quien su libertador lo concibió como algo más digno, más grande? ¿Hasta cuándo los latinoamericanos vamos a estar viviendo en esta atmósfera mezquina y ridícula? ¿Hasta cuándo vamos a permanecer divididos?».

Desde su etapa de formación, en los años 40, Fidel se había involucrado en los reclamos de justicia más ­apremiantes de la región: la independencia de Puerto Rico y el derrocamiento del dictador Trujillo en República Dominicana, entre otros, y viviría junto al pueblo colombiano los sucesos que hoy la historia recoge como el Bo­gotazo.

Su visita a Venezuela, apenas unos meses después del triunfo revolucionario, resultaría premonitoria. Allí diría, a propósito de la necesaria unidad de nuestros pueblos: «¿Y quiénes deben ser los propugnadores de esa idea? Los venezolanos, porque los venezolanos la lanzaron al continente americano, porque Bolívar es hijo de Venezuela y Bolívar es el padre de la idea de la unión de los pueblos de América».

Pero no se refería Fidel solo a la unidad interna de los pueblos, ­indispensable para el triunfo de la justicia, sino a la unidad entre naciones del continente, aunque sabía que habría gobiernos «sietemesinos» sin fe en su tierra, dispuestos a entregar las riquezas colectivas y los anhelos populares en espera de indignas recompensas personales. Por eso en muchas ocasiones trató de mostrar las ventajas de la unión, desde el respeto a la diversidad de modelos socio-económicos, y de identidades. «¿Cuál es el destino, además, de los países balcanizados de nuestra América? ¿Qué lugar van a ocupar en el siglo xxi? ¿Qué lugar les van a dejar, cuál va a ser su papel si no se unen, si no se integran?», insistía en 1990.

Los médicos cubanos brindan salud, bienestar y esperanza en las regiones más humildes y olvidadas de América Latina y el Caribe. Foto: Araquém Alcántara

En los años finales de esa década de renuncias y desesperanzas, Fidel relanzaría el internacionalismo médico cubano (que había nacido en Argelia, en 1963), para los pueblos de Centroamérica y Haití –donde no existían Gobiernos ideológicamente afines–, a raíz del paso de dos huracanes devastadores: centenares de trabajadores de la Salud acudieron a los rincones más apartados y atendieron desde entonces a las poblaciones más desamparadas. El ­pueblo cubano se encontraba cara a cara, sin intermediarios, con sus hermanos del continente.

Fidel se reunía siempre con cada brigada antes de su partida, conversaba con sus integrantes como un padre. El 25 de noviembre de 1998 diría: «Quiero desde ya recalcar bien esto: nuestros médicos no se mezclarán en lo más mínimo en asuntos de política interna. Serán absolutamente respetuosos de las leyes, tradiciones y costumbres de los países donde laboren. No tienen por misión propagar ideologías. (…) Van a Centroamérica como médicos, como abnegados portadores de salud humana, a trabajar en los lugares y en las condiciones más difíciles, para salvar vidas, preservar o devolver el bienestar de la salud, y enaltecer y prestigiar la noble profesión del médico; nada más».

Chávez y Fidel aunaron voluntades y empeño para que cientos de miles de latinoamericanos tuvieran salud, educación y recuperaran la dignidad. Foto: Jorge Luis González

Ese año, un discípulo de Bolívar llegaría a la presidencia de Venezuela. Dos soñadores, dos locos cuerdos, Fidel y Chávez, se encontrarían, en el empeño de contribuir a la unidad necesaria. Y nació el alba, el proyecto de unidad más avanzado que ha existido en nuestro continente, un acuerdo cuya base radicaba en el pueblo, en su infinita capacidad solidaria. Cientos de miles de latinoamericanos tuvieron salud, educación, recuperaron la vista, la dignidad. Nuestra América, concepto martiano que también incluye a las islas del Caribe, fue entonces más grande, porque supo mirarse por dentro y unirse, complementarse, en proyectos comunes. El imperialismo trata hoy de desarticular esas conquistas, a las que tanto teme. Es bueno recordarlo, en vísperas del tercer aniversario de la partida física del Comandante en Jefe Fidel Castro, el hombre que dedicó su vida a la defensa de la unidad de los pueblos y las naciones de América Latina.

Fuente: GRANMA

MI DESTINO VERDADERO. FIDEL CASTRO RUZ

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«Sierra Maestra
junio 5-58

Celia:

Al ver los cohetes que tiraron en casa de Mario, me he jurado que los americanos van a pagar bien caro lo que están haciendo. Cuando esta guerra se acabe, empezará para mí una guerra mucho más larga y grande: la guerra que voy a echar contra ellos. Me doy cuenta que ese va a ser mi destino verdadero.

Fidel»

MÁS ALLÁ DE LOS «13 DÍAS» DE LA CRISIS DE OCTUBRE. ELIER RAMÍREZ CAÑEDO

Aún existen enfoques que, al referirse a la Crisis de Octubre, reducen los análisis a los conocidos «13 Días» –del 16 al 28 de octubre–, desconociendo que, si para Estados Unidos la crisis había comenzado en octubre de 1962, ya Cuba vivía una crisis que amenazaba su supervivencia como nación independiente y soberana desde mucho antes
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Cuba tuvo que dar una intensa batalla diplomática en la ONU por la Crisis de Octubre. Foto: Sitio Fidel Soldado de las ideas

ELIER RAMÍREZ CAÑEDO 

elier-1.jpgAún existen enfoques que, al referirse a la Crisis de Octubre, reducen los análisis a los conocidos «13 Días» –del 16 al 28 de octubre–, desconociendo que, si para Estados Unidos la crisis había comenzado en octubre de 1962, ya Cuba vivía una crisis que amenazaba su supervivencia como nación independiente y soberana desde mucho antes, enfrentada a las más disímiles formas de agresión del Gobierno de Estados Unidos, incluyendo la invasión mercenaria por Playa Girón en abril de 1961. Tampoco se puede entender lo sucedido en octubre de 1962 sin hacer mención a la Operación Mangosta, la más amplia operación de guerra encubierta diseñada e implementada por Estados Unidos contra otro país en esa década, aprobada por el presidente Kennedy desde noviembre de 1961. El propósito fundamental de esta operación era crear el escenario ideal que facilitara una invasión directa de las fuerzas armadas estadounidenses.

Pero tampoco la crisis concluyó definitivamente luego de que el 28 de octubre se hiciera pública la carta de Jrushchov a Kennedy, donde el premier soviético se comprometía a retirar los cohetes de la Isla, decisión que no había sido consultada al liderazgo cubano. Solo la posición valiente e intransigente de la dirección cubana, al negarse a cualquier tipo de inspección del territorio cubano y plantear los Cinco Puntos, fue lo que salvó el prestigio moral y político de la Revolución en aquella coyuntura.

FIDEL EN LA TV, CRISIS DE OCTUBRE

Después del 28 de octubre de 1962 comenzó a ceder la escalada de confrontación, pero ello no significó que en los meses de noviembre y diciembre de 1962 desaparecieran la tensión y el peligro de una guerra termonuclear. En esos dos meses Cuba continuaría desarrollando una intensa batalla política y diplomática, siendo Fidel su principal artífice.

El lunes 29 de octubre, en Naciones Unidas, la delegación soviética anunció la designación del viceministro de Relaciones Exteriores, Vasilievich Kuznetzov, para encabezar las negociaciones con Estados Unidos. Por la parte estadounidense participarían Adlai Stevenson y John McCloy, y por Cuba, Carlos Lechuga. Otra noticia dada a conocer ese día fue la aceptación de U Thant, secretario general de la onu, de la invitación del Gobierno revolucionario para que visitara la Isla. En sus conversaciones con la alta dirección del país quedaron delineadas las posturas firmes de Cuba en cuanto al necesario cumplimiento de los Cinco Puntos. Se planteó que no se permitiría ninguna inspección de control en territorio cubano con pretensiones de verificar la verdadera retirada de los cohetes, pues Cuba no había violado ninguna ley internacional, y Estados Unidos sí, pero nadie controlaría el cumplimiento de su palabra de no invadir a la Isla.

U Thant coincidió con Fidel respecto a la ilegalidad del bloqueo y con otros muchos argumentos planteados por el líder de la Revolución, ello explica el por qué Washington evitó luego una discusión amplia en Naciones Unidas sobre la crisis y la participación directa de U Thant en las negociaciones.

Desde el regreso de U Thant a New York, los negociadores soviéticos y cubanos venían confeccionando un proyecto de Protocolo Tripartito para ser sometido al Consejo de Seguridad, en el que quedaban recogidos los intereses de Cuba planteados por Fidel en los Cinco Puntos. Seguir leyendo MÁS ALLÁ DE LOS «13 DÍAS» DE LA CRISIS DE OCTUBRE. ELIER RAMÍREZ CAÑEDO

MACONDO. GRAZIELLA POGOLOTTI

RICOS Y POBRES 3

GRAZIELLA POGOLOTTI

GRAZKIELLA 2Desde su aparición, Cien años de soledad obtuvo un éxito sensacional y alcanzó una notable diversidad de públicos. Nacido de las vivencias de la primera infancia de Gabriel García Márquez, Macondo devino un no lugar mítico en la representación metafórica del subdesarrollo, de un vivir en el estancamiento progresivo, en la desmemoria y en el desamparo por falta de conciencia de un destino propio, de un sentido de la vida. Progresivamente, los Buendía se iban hundiendo en el pantano. El  subdesarrollo es la resultante concreta del colonialismo y del neocolonialismo.

En procura de riquezas, Marco Polo emprendió una extraordinaria aventura que lo llevó a los confines del Oriente, los portugueses bordearon el África y Cristóbal Colón desembarcó en América impulsado por la codicia del oro que animaba a sus patrocinadores. Por medio de la violencia, sus seguidores, hipnotizados por la leyenda de El Dorado, se impusieron sobre las culturas autóctonas del continente, asentadas en el respeto por la Madre Tierra. Empezó el gran despojo de los metales preciosos que  impulsarían el desarrollo del capitalismo. En intercambio  desigual, las flotas se llevaban los miríficos bienes y las materias primas producidas por mano de obra esclava, y distribuían las mercancías más elaboradas para satisfacer los nuevos hábitos de consumo. La Colonia había sentado las bases del subdesarrollo.

Durante casi dos siglos, los pueblos lucharon por su independencia, desde los albores del XIX, hasta bien avanzado el siguiente, con las batallas de Argelia, de Vietnam y de buena parte del África subsahariana. Sin embargo, se habían elaborado nuevas formas de dominación. Cuba fue, al parecer, el primer experimento neocolonial. A la Enmienda Platt, que establecía prerrogativas de intervención directa en los asuntos internos de la Isla, se añadió el Tratado de Reciprocidad que aherrojaba la economía a Estados Unidos, principal importador de azúcar crudo con destino a sus refinerías, y aseguraba ventajas arancelarias para la exportación de mercancías desde el vecino del Norte y colocaba en desventaja a los competidores tradicionales. Llegados en ferris, junto al puerto de La Habana se estacionaban vagones de ferrocarril procedentes de lugares tan distantes como Portland, Oregón. Cargaban cemento y alimentos de todo tipo. En la zona colindante, se almacenaban las papas y cebollas que, por los efectos del clima, despedían un olor agrio. De esa manera, se desestimulaba la diversificación de la producción nacional, mientras se cerraba el paso al crecimiento de una industria propia. En tales circunstancias, tras la vitrina engañosa de la cara de algunas ciudades, se abría la brecha creciente de la pobreza en su entorno y la miseria infinita de las zonas rurales. Bajo el barniz cosmopolita de una élite reducidísima, se escondían el analfabetismo y el bajísimo nivel de escolarización.

Fidel comprendió que el subdesarrollo expresaba, de manera tangible, el legado neocolonial. Anidaba en el centro del reclamo profundo de una transformación revolucionaria. Sus efectos se cernían sobre gran parte del planeta. Los cubanos tenían que conocer la realidad profunda de su propio país. El 26 de julio de 1959, medio millón de campesinos conmemoraba en la capital el aniversario del asalto al cuartel Moncada. Fueron acogidos en casas de vecinos solidarios y en espacios públicos acondicionados al efecto. Muchos no habían visto el mar. Buena parte de ellos no sabía prender la luz eléctrica. Los jóvenes mostraban rostros sin edad, presa de toda clase de enfermedades curables. El impacto fue estremecedor. Pero el subdesarrollo tarda mucho en cicatrizar. Años más tarde, realizadas ya la Campaña de Alfabetización y la Reforma Universitaria, extendida la atención médica a zonas remotas, enviados los cines móviles a lugares donde nadie hubiera visto antes un filme, por iniciativa de Fidel, estudiantes y profesores marcharon a distintos puntos para llevar a cabo tareas de desarrollo social. Más que a enseñar, iban a aprender. Encontraron en todas partes rastros de aquella monstruosa deformación estructural.

Ahítos de tanta guerra sanguinaria, los pueblos aspiraron a crear un sistema jurídico que garantizara el respeto a la autodeterminación y a la no injerencia en el actuar de los Estados soberanos. Como lo había intentado antes la Liga de las Naciones, la ONU nació como un espacio de entendimiento entre los países con igualdad de derechos al margen de su dimensión y de su poderío económico-militar. Allí acudieron los que recién habían conquistado gobierno propio. El imperio no pudo resignarse a la pérdida de sus antiguos dominios. Abandonó el patrón oro y, sin esa garantía, hizo del dólar la divisa para el comercio mundial. Abandonó las regulaciones que pretendían controlar la hipertrofia de los monopolios. Las corporaciones se transnacionalizaron, prescindieron de intermediarios y se hicieron cargo de los mandos políticos. Las concepciones neoliberales se convirtieron en doctrina y en ideología. Asociado con frecuencia a la noción de modernidad, su vocabulario se va naturalizando en todas partes.

En la ofensiva neocolonial, el imperio se arroga la potestad de determinar la legitimidad de la línea política de las naciones, de certificar la buena conducta mientras instaura nuevas formas de violencia. La amenaza de la guerra bordea simultáneamente en varias zonas del planeta. Las represalias económicas violatorias de la libertad de comercio con sus implicaciones extraterritoriales se multiplican, a todo lo cual se añaden sofisticadas formas de manipulación de las conciencias. El contrataque se vuelve no solo contra los movimientos revolucionarios. Incluye también las medidas reformistas que no pretenden subvertir las bases del sistema. Mientras esto sucede, la depredación de la Tierra se acelera.

De ahí que la salvación del planeta, la lucha contra el subdesarrollo y la defensa de un sistema de valores solidarios se encuentren estrechamente mancomunados.

GRACIAS POR PENSAR COMO PAÍS. MIGUEL DÍAZ-CANEL BERMÚDEZ

DÍAZ-CANEL BANDERAS

MIGUEL DÍAZ-CANEL BERMÚDEZ*

El 30 de septiembre, tal como se informó previamente, cerró la recepción de mensajes sobre qué significa “Pensar como país”, iniciada el 26 de agosto.
El sitio (www.presidencia.cu) y el de Cubadebate (www.cubadebate.cu) publicaron hasta el cierre, 1210 mensajes en sus páginas principales y otras, incontables, en redes sociales.
A propósito de lo publicado, el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez ha escrito el siguiente mensaje a los participantes:

DÍAZ-CANEL 8

Queridos compatriotas:

Como comentaba en un tuit reciente, resulta impresionante la respuesta recibida a nuestra invitación a “Pensar como país”. No tanto por la cantidad, que no podía ser mayor en tan corto tiempo y en las condiciones que vive la nación en las últimas semanas, sino por la calidad del contenido.

Prácticamente todos los textos recibidos transmiten entusiasmo, responsabilidad ciudadana y compromiso. Emocionan por la sinceridad al abordar nuestros problemas y por la manera en que la crítica se vuelve en muchos casos autocrítica y casi siempre se traduce en propuestas.

Quienes hayan revisado detalladamente los mensajes, advertirán una clara sintonía entre lo que el Gobierno se ha propuesto hacer y lo que la ciudadanía demanda. El país que queremos es el mismo.

No es obra de la casualidad. Es el fruto de años de debates y búsquedas de los caminos más firmes para que transite nuestro socialismo, en consulta con el pueblo. Las discusiones sobre la Constitución y sobre los modos más proactivos de enfrentar el cerco externo y las trabas internas, han aportado mucho a esa sintonía, que es parte de nuestra historia revolucionaria.

Habría resultado sencillo y fácil implementar las políticas de ajuste con las que el neoliberalismo creó un bienestar deslumbrante para las minorías latinoamericanas, mientras enterraba en la miseria a tantos pueblos de nuestra región desde los ya lejanos años 90 del siglo pasado.

Cuba eligió preservar la mayor cuota de justicia y solidaridad social posible. Y hemos tenido que pagar un altísimo precio: el bloqueo se ha recrudecido hasta niveles insólitos. Genocidio es la palabra exacta para calificarlo. Y nadie puede negar que sólo gracias a la historia, a la unidad y al socialismo, no han podido destruirnos.

Creemos firmemente en las enormes potencialidades del trabajo colectivo y en las experiencias que todos los ciudadanos pueden aportar.

Intercambiar criterios, conectar propuestas diversas, que son fruto del estudio y fundamentalmente de la práctica, ayudan a iluminar el camino. El desarrollo, la prosperidad, el bienestar que espera y merece nuestro pueblo, no pueden instalarse por decreto. Entre propósitos y conquistas median las circunstancias.

Nuestro mayor interés y esfuerzo se consagra a diferenciar las que realmente dependen de factores externos. Y no sólo el bloqueo, aunque sobre todo el bloqueo: económico, financiero y comercial -así con sus tres apellidos, que equivalen a tres cercos- sino también las injustas relaciones que la tiranía del mercado impone a todos los países de menos recursos.

Los otros obstáculos, los que dependen de nosotros mismos, están generalmente identificados y nombrados con todas sus letras en los documentos que guían el trabajo del Partido y el Gobierno. Y los mensajes de ustedes los han diseccionado con la proverbial sabiduría popular cubana.

Pero no sobra insistir una y otra vez sobre ellos, porque también es preciso reflexionar sobre la cuota que cada uno de nosotros tiene en esas dañinas circunstancias que hemos contribuido a crear.

Hemos leído cada mensaje con el mayor interés. Y nos satisface comprobar que mucho de lo que ya está implementándose o se busca transformar desde el Gobierno, va justamente por las vías que en sus escritos nos proponen muchos de ustedes.

Ya podrá verse que “Pensar como país” es mucho más que una consigna para tiempos arduos. Es un ejercicio de Gobierno colectivo del que todos pueden ser parte.

Decía Fidel que “Cuando la patria se enfrenta al imperio en un gesto sin precedente y sin paralelo, cuando se ha convertido en la primera trinchera de la defensa de América, cuando la patria es lo que quiso hacer Martí, es un verdadero privilegio ser cubano”.

De esa certeza nació nuestro llamado a “Pensar como país”. Gracias por la energía, la confianza y las propuestas.

Venceremos,

*Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba.

PENSANDO COMO PAÍS SIN MIEDO A LA COYUNTURA. MIGUEL DÍAZ-CANEL BERMÚDEZ

DÍAZ CANEL 2

MIGUEL DÍAZ-CANEL BERMÚDEZ

“Los hombres van en dos bandos: los que aman y fundan, los que odian y deshacen. Y la pelea del mundo viene a ser la de la dualidad hindú: bien contra mal”.

¿Quién no ha recordado esa frase de Martí en estos días desafiantes en que el adversario aprieta el cerco con renovadas esperanzas de rendirnos y lo mejor de Cuba se levanta para enfrentarlo, mientras otros trafican con el malestar y las carencias?

Los primeros, perceptible y poderosa mayoría, elevan la autoestima nacional y energizan más que cien barcos de combustible.

Los he visto en nuestros recorridos por el país. Hombres y mujeres, jóvenes, niños o ancianos, que siguen las noticias, analizan contextos, condenan el abuso y ofrecen sus ideas, esfuerzos y hasta chistes, para enfrentar el indiscutible mal rato que la nueva vuelta de tuerca del imperio prepotente y abusador nos impone.

Ellos están en el bando de los que aman y fundan. Pesando en ellos hemos convocado a pensar como país, con la convicción de que es inagotable la fuente de la inteligencia colectiva.

Hemos convocado a pensar distinto, a ser proactivos, a distinguir las potencialidades del tiempo que vivimos, cualitativamente diferentes, como también lo son los seres humanos, en comparación con otras etapas, no solo porque han pasado los años, sino porque en su transcurso se transformaron el mundo, el país y los cubanos con ellos.

Cuando llamamos a rescatar experiencias de los años más difíciles, a desempolvar prácticas de ahorro y eficiencia del Periodo Especial, lo hacemos pensando en todo lo que entonces aportó la inteligencia colectiva y que erróneamente desechamos en cuanto pasó el peor momento.

Estamos convencidos de que esa búsqueda tiene que tomar en cuenta los nuevos contextos, los avances tecnológicos, los aportes del conocimiento en unos de los periodos más dinámicos de la civilización humana, y no solo en cuanto a lo que hemos avanzado como especie, también en cuanto a lo que hemos perdido bajo el empuje consumista y depredador del sistema capitalista.

No le tememos a las palabras, como no le tememos al desafío. Todo cambia, excepto los principios. En primerísimo lugar la decisión de preservar la soberanía y la independencia nacional y de defender el socialismo, la justicia social, la solidaridad y el internacionalismo al que debemos nuestra propia existencia como nación.

Algo más no cambia: la obsesión del imperio por castigar “el mal ejemplo de Cuba”.

Quizás por eso algunos han cuestionado el término coyuntural con el que hemos descrito la situación energética. En las inciertas condiciones en que opera el mercado internacional de los combustibles y bajo la enfermiza persecución financiera del bloqueo que padece Cuba, lo coyuntural puede sugerir optimismo excesivo, pero no fijar límites a esa situación habría sido innecesariamente pesimista e irresponsable.

Lo que no podíamos hacer de ninguna manera era callar frente a un escenario impuesto por una escalada en la hostilidad del imperio hacia Cuba por nuestra solidaridad con Venezuela.

Lo que debíamos y podíamos hacer era informar de modo amplio y transparente, nuestro plan contra el plan del enemigo. Un Gobierno serio y responsable tiene ese deber con su pueblo.

La situación se ha ido remontando hasta hoy sin tener que recurrir a los apagones. El bando de los que aman y construyen lo ha hecho posible.

En el bando contrario, los del odio tratan de deshacer lo que hacemos, llenos de rabia ante la respuesta popular claman porque los barcos no lleguen, porque las luces se apaguen, porque el cerco se cierre, porque la Cuba independiente y digna se rinda o se muera. Se alegran de cada nueva medida dirigida a reforzar el Bloqueo. Sueñan con la invasión a Cuba.

Como el Caín bíblico, hay quienes escriben, hablan y hasta chillan en las redes sociales, por unas monedas del millonario botín destinado a la subversión contra Cuba. Cada minuto de nuestra resistencia les permite venderse.

No hay peor precio que capitular frente al enemigo que sin razón, ni derecho, te agrede, escribió Fidel (1) . ¡Qué vigente su frase! Tanto como la de Almeida, con la que arrancamos y sostenemos esta pelea. Coyuntural o permanente el ataque: “Aquí no se rinde nadie…” La última palabra la pone el pueblo.

(1) Fidel Castro: “Triunfarán las ideas justas o triunfará el desastre” 31/08/2014. Cubadebate

Fuente: SITIO WEB DE LA PRESIDENCIA

UN MINUTO DE POESÍA POR LA PAZ. MIGUEL BARNET

Ser poeta es encarar responsabilidades éticas y un compromiso con la cultura de resistencia que nos caracteriza y la cultura de paz que defendemos

GUERNICA, DE PICASSO
Guernica, de Pablo Picasso

MIGUEL BARNET

Un minuto de poesía vale más que todas las armas del mundo. Un verso firme, poderoso, evocador, tiene la capacidad, si no de desarmar a los enemigos de la paz, al menos de alentar la esperanza en un  mundo cada vez más peligroso para la especie humana.

Hablo no solo de la poesía escrita o cantada, sino  de todo  acto de creación, de pensamiento original, de comunicación espiritual entre los hombres, de signo contrario a esa realidad que se nos quiere imponer desde la pesadilla hegemónica imperial.

Todos los días nos llegan noticias aterradoras. La actual administración norteamericana dice haber sometido a revisión –palabra engañosa, pues de lo que se trata es de regresión- la doctrina nuclear. Rompe acuerdos con Rusia e Irán, y no deja de calentar el ambiente bélico en la península coreana.

Ha vuelto a dar pasos para reanimar la Guerra de las Galaxias. El ocupante de la Casa  Blanca ordenó al Pentágono comenzar el proceso para la creación de  la fuerza espacial que sería la sexta división de las fuerzas armadas. «Cuando se trata de defender a Estados Unidos –ha dicho el Presidente de esa nación- no basta con nuestra presencia en el espacio, tiene que haber un dominio estadounidense del espacio». Otra palabra engañosa aparece en el discurso: en lugar de defender, debe leerse agredir o someter.

Con sus declaraciones, tuitazos, desplantes, arranques histriónicos y un inveterado desprecio hacia países y personas, el presidente Donald Trump se presenta como el enemigo número uno de la paz en el planeta. Algunos llegan a hablar de él como un enfermo mental. Una psiquiatra lo diagnosticó como un narcisista paranoico.  El general retirado  Barry McCaffrey habló abiertamente para el diario The Washington Post sobre el estado mental del presidente Trump: «Creo que el presidente está empezando a tambalearse en su estabilidad emocional y esto no va a terminar bien. El juicio de Trump es fundamentalmente defectuoso, y cuanto más presión ejercen sobre él y más aislado se vuelve, creo su capacidad para hacer daño va a aumentar».

Puede que la psiquiatra y el militar tengan razón. Son  muchos los que afirman que las riendas de Estados Unidos están en manos peligrosas. Sin negar mérito a tal percepción, prefiero mirar más a fondo, pues las decisiones políticas en ese país responden a intereses corporativos muy poderosos.

Es el caso de las ganancias que obtienen por su participación en la carrera armamentista empresas como Boeing, Lockheed Martin, Northrop Grumman Innovation Systems, Raytheon y Aerojet Rocketdyne. O la participación en el desarrollo de tecnología digital en función de los intereses bélicos por parte de las empresas de Silicon Valley.

Recordemos que para el año fiscal 2020 el presupuesto militar de Estados Unidos asciende a 738 000 millones de dólares. ¿A dónde va a parar ese dinero? ¿Quiénes se benefician con esa suma delirante?

Nosotros, los cubanos que hemos decidido tomar las  riendas de nuestro destino, somos los villanos. Históricamente ha existido un gran diferendo entre Estados Unidos y Cuba, una relación difícil, de mucha tensión. El bloqueo norteamericano contra la isla se mantiene y recrudece, de modo que la distensión que hubo durante el periodo presidencial de Barack Obama se revirtió y todo se vino abajo como un castillo de naipes.

La administración de Trump resucita legislaciones que no tienen vigencia, pero las vuelve a poner en acción, como el Título III de la Ley Helms-Burton, algo absurdo e ilegal y, además, criminal. No tiene sentido ninguno que después de 60 años, Washington pida que se le entreguen compañías, propiedades, casas, que no podamos hacer negociaciones con empresas norteamericanas. Es una pena porque Estados Unidos es un país con una gran cultura, nosotros le debemos mucho a esa cultura y ellos nos deben a nosotros mucho, desde la música, la literatura, las artes plásticas. Por la cercanía, deberíamos vivir como países hermanos, pero no quieren dar su brazo a torcer, piensan que son los dueños del mundo, los gendarmes del mundo, los policías del mundo, y les irrita que la Venezuela  bolivariana siga ahí, enhiesta, y que la Revolución cubana avance, y no dejemos de ser martianos, socialistas y fidelistas.

Estas convicciones las expresó de modo muy meridiano el Presidente Miguel Díaz-Canel en el acto por el aniversario 66 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. Allí dijo: «Nos quieren cortar la luz, el agua y hasta el aire para arrancarnos concesiones políticas. No se esconden para hacerlo. Declaran públicamente los fondos destinados a la subversión dentro de Cuba, inventan pretextos falsos e hipócritas para reincorporarnos a sus listas espurias y justificar el recrudecimiento del bloqueo. En el colmo del cinismo, apelan al chantaje. Ignorantes de la historia y los principios de la política exterior de la Revolución Cubana nos proponen negociar una posible reconciliación a cambio de que abandonemos el curso escogido y defendido por nuestro pueblo, ahora como antes.  Nos sugieren traicionar a los amigos, echar al cesto de la basura 60 años de dignidad. (…) Cuba, que conoce las distancias éticas y políticas entre esta administración estadounidense y los más nobles ciudadanos de ese país, no ha renunciado a su declarada voluntad de construir una relación civilizada con Estados Unidos, pero tiene que basarse en el respeto mutuo a nuestras profundas diferencias. Cualquier propuesta que se aparte del respeto entre iguales, ¡no nos interesa!».

¿Qué contribución se espera de los artistas e intelectuales en estas batallas por la dignidad y el triunfo de la sensatez? Seguir leyendo UN MINUTO DE POESÍA POR LA PAZ. MIGUEL BARNET

LA ROSA QUE HO CHI MINH REGALÓ A UNA CUBANA

A sus 21 años, Ivonne Suárez Roche se convirtió en la primera cubana que estudió el idioma vietnamita. Durante un largo período fue también la única en hablarlo en la Isla, además de la única extranjera traductora del Tío Ho
La rosa que Ho Chi Minh  regaló a una cubana
En la visita y el intercambio con el tío Ho este dio muestras de cariño por la Revolución Cubana y su líder. Foto: Cortesía de la entrevistada 

«Por Vietnam estamos dispuestos a dar hasta nuestra propia sangre».

                                                                                                                   Fidel

RECORRÍA un jardín muy lindo junto a Ho Chi Minh, después de visitar parte de la casa del líder vietnamita, cuando este le dijo: «si le gusta una de esas rosas cójala… Fue a arrancarla enseguida, pero en un tono muy dulce este la requirió: «las flores no se arrancan así, pues sino después no nacen…» Entonces el Tío Ho buscó la tijera que tenía cerca, cortó la flor y se la entregó.

El anterior está entre los muchos recuerdos que la cubana Ivonne Suárez Roche guarda de la «Tierra de los anamitas», y que ha conservado como tesoros durante toda su vida. Hasta la fecha en que aquella rosa llegó a sus manos, el domingo 22 de enero de 1967, le quedó marcada para siempre.

  La joven que entonces tenía 21 años es ahora una mujer de 76 que comienza a buscar en dos grandes álbumes, ya amarillentos por el paso del tiempo, pero muy bien conservados y con inscripciones vietnamitas, el sitio donde está disecada la rosa. Al verla me dice: «Todavía se conserva muy bien. Es algo que guardo con mucho amor».

—¿Cómo llegó usted a ser traductora de Ho Chi Minh?

—Fue a solicitud de nuestro embajador por aquella fecha —Julio García Olivera— para facilitar el diálogo durante una visita de una delegación encabezada por Santiago Álvarez, el documentalista, quien visitó aquel país interesado en crear una de sus obras.

«Cuando Ho Chi Minh nos recibió creyó que yo era la hija del embajador. Entonces me abrazó y le preguntó a Julio: ¿esta es su hija?…. Él le respondió que no, que yo hablaba vietnamita. Y seguía insistiendo: «ay, su hija habla vietnamita, qué linda… Le aclaré nuevamente que yo era la traductora, el respondió: «¿entonces nos va a traducir?, y le dijo a su traductor que no era necesario que estuviera, que yo lo iba a hacer.

«Imagina, el traductor no sabía qué hacer, pero al final me quedé yo. A ningún Jefe de Estado le traduce un extranjero, siempre es alguien de su país».  Seguir leyendo LA ROSA QUE HO CHI MINH REGALÓ A UNA CUBANA

LA PERMANENTE ENSEÑANZA DE FIDEL ES QUE SÍ SE PUEDE. RAÚL CASTRO RUZ

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Foto: Estudios Revolución

Discurso pronunciado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en el acto político en homenaje póstumo al Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel Casto Ruz, en la Plaza Mayor General Antonio Maceo Grajales, de Santiago de Cuba, el 3 de diciembre de 2016, “Año 58 de la Revolución”. 

Estimados Jefes de Estado y de Gobierno;

Destacadas personalidades que nos acompañan;

Compatriotas que se encuentran hoy aquí en representación de las provincias orientales y el Camagüey;

Santiagueras y santiagueros;

Querido pueblo de Cuba:

En la tarde de hoy, tras su arribo a esta heroica ciudad, el cortejo fúnebre con las cenizas de Fidel, que reeditó en sentido inverso la Caravana de la Libertad de enero de 1959, realizó un recorrido por sitios emblemáticos de Santiago de Cuba, cuna de la Revolución, donde, al igual que en el resto del país, recibió el testimonio de amor de los cubanos.

Mañana sus cenizas serán depositadas en una sencilla ceremonia en el Cementerio de Santa Ifigenia, muy cerca del mausoleo del Héroe Nacional José Martí; de sus compañeros de lucha en el Moncada, el Granma y el Ejército Rebelde; de la clandestinidad y las misiones internacionalistas.

A pocos pasos se encuentran las tumbas de Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, y de la legendaria Mariana Grajales, madre de los Maceo, y me atrevo a improvisar en este acto, que también madre de todos los cubanos y cubanas. Cercano también está el panteón con los restos del inolvidable Frank País García, joven santiaguero, asesinado por esbirros de la tiranía batistiana con apenas 22 años, un mes después de que cayera combatiendo en una acción en esta ciudad su pequeño hermano Josué. La edad de Frank no le impidió acumular una ejemplar trayectoria de combate contra la dictadura, en la que se destacó como jefe del levantamiento armado de Santiago de Cuba, el 30 de noviembre de 1956, en apoyo al desembarco de los expedicionarios del Granma, así como la organización del decisivo envío de armamento y combatientes al naciente Ejército Rebelde en la Sierra Maestra.  Seguir leyendo LA PERMANENTE ENSEÑANZA DE FIDEL ES QUE SÍ SE PUEDE. RAÚL CASTRO RUZ

FIDEL: EL HOMBRE QUE NOS ILUMINA. MIGUEL BARNET

PUEBLO BUENO. NELSON P. VALDÉS

fidel-4Nacemos, crecemos, vivimos. Esto sucede en un momento y contexto histórico. Somos productos del entorno social, económico, político y cultural-emotivo. Somos, también, nuestra historia; pero la mayoría de las personas no son ni siquiera conscientes de su entorno y de las condiciones que las influencian y afectan.

Fidel Castro desde niño tuvo la singularidad de ser físicamente atlético, inteligente, voluntad fuerte, pensante y nada miedoso. Además era –usualmente– más alto que el resto de los de su edad. Su inteligencia, memoria y osadía también le acompañaron.  Seguir leyendo PUEBLO BUENO. NELSON P. VALDÉS

ESCRIBO FIDEL, poema de JESÚS COS CAUSSE

castro-ruz-fidel-en-la-sierra-4-580x493Nací con las manos vacías y tan lejos de la fuente que nunca tuve rostro en la infancia y siempre tuve sed.

Nací en esta isla, pero mis playas fueron las lluvias, y mis sueños, mis canciones y mis juguetes naufragaron y tampoco tuve una lámpara o un relámpago a tiempo para mirar cómo se hundían hacia el fondo de las lágrimas de mi madre.

Yo sé que mi voz es colectiva como es ahora múltiple el pan, inmensa la mesa y tenemos zapatos y son nuestros los pasos.

Entonces vamos todos juntos a nombrar nuevamente la vida: nuestro rostro comienza con la pólvora del Moncada, nuestras manos son las aguas cruzadas por el “Granma”, miramos con los ojos eternos de Abel, vigilantes, fijos en la bandera izada por primera vez, donde de pie y junto al triángulo y los colores la imagen de Martí nos contempla para que tenga luz y fluya la estrella en el espacio de la patria.

Yo sé que mi voz es colectiva: escribo Fidel porque ya sé mi nombre, esta ventana es mía y mi madre desde el jardín espanta con las flores el fantasma de la miseria.

Escribo Fidel porque mi padre el obrero tiene una fábrica y una herramienta que canta y anuncia en su canto el porvenir.

Escribo Fidel porque mi escuela es azul. Escribo Fidel porque tengo en Girón una victoria y en octubre un himno que nos une siempre.

Escribo Fidel porque está cabalgando Bolívar otra vez sobre los Andes y las Antillas.

Escribo Fidel porque descubro en mis venas sufrida y profunda una gota de sangre africana mientras detengo con mi fuego el látigo del enemigo.

Escribo Fidel y el águila ya no levanta el vuelo y si lo levanta lo tengo en la mira de mi fusil.

Escribo Fidel y escribo ya conozco los caminos.

———————–

cosDe origen muy humilde, el poeta cubano Jesús Coss Causse nació en Santiago de Cuba el 15 de Octubre de 1945 y falleció en esa misma ciudad el 23 de agosto de 2007. Es considerado una de las voces más genuinas de la poesía cubana contemporánea.

CAMINO A SANTIAGO. ROSA MIRIAM ELIZALDE

«Con gente así cualquiera siente que la fraternidad es posible, que los hombres pueden volver a ser los niños que han sido y que no solo nuestro jardín, sino este planeta, puede tornarse en una casa habitable para todos los que respiramos en él.»

“¿De dónde eres, mijo?” De Bolivia, responde el muchacho tras una pausa larga: “De Valle Grande, Comandante. De La Higuera… donde mataron al Che…” A partir de ese momento no pudo pronunciar más palabras.

ROSA MIRIAM ELIZALDE* / CUBADEBATE
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Recorrido de la caravana #TributoAFidel por las provincias cubanas. Foto: Ladyrene.
Hay una imagen recreada por Margarita Yourcenar en uno de sus libros que me gusta mucho. Habla de ciertas tribus nómadas del Amazonas en la que los indios, al marcharse de los lugares donde han sido felices, cargan consigo unos manojos de juncos que utilizan en cestería y cuya virtud principal consiste en exhalar, si el tiempo es de lluvia, el olor que fue suyo meses y años atrás, cuando todavía eran verdes y frescos, a la orilla de los arroyuelos.
Voy camino a Santiago de Cuba y la hierba mojada del amanecer, la humedad que atraviesa las casas y los perros, el camino y el ganado, el árbol y la carreta del campesino, tienen la virtud de esos juncos que describía Yourcenar. Pasan por mi mente, como en una película hecha con retazos de memoria, momentos de mi vida anudados a la de Fidel y descubro, como todos los cubanos a los que conozco, que no podría llevar el hilo de mi biografía sin su presencia.
Para empezar, oí hablar de él cuando ni siquiera sabía el sentido de las palabras. En Sancti Spíritus, donde nací, la Revolución cambió “todo lo que debió ser cambiado”, como dice Fidel en su famosa definición. Mis padres se conocieron en un trabajo voluntario. Mi hermanos mayores salieron por primera vez de la villa para estudiar en La Habana, mi abuela y mis tías se matricularon en las Escuelas “Ana Betancourt” y yo aterricé en el Círculo Infantil “Verdes primaveras”, que estaba frente a mi casa y tenía los juguetes y los columpios más primorosos que un niño podría soñar. Participamos, más que en un cambio dramático del destino familiar, en un movimiento de palpitación que se prolongaría muchísimo más allá del instante en que la Caravana del Ejército Rebelde se detuvo en el Parque Serafín Sánchez y franqueara el puente sobre el río Yayabo.
Iba en brazos de mis padres a las movilizaciones en la agricultura, a las marchas y concentraciones, pero tuve conciencia de lo que era participar políticamente en algo a los cuatro años. Un terremoto había devastado a Perú y en todas las plazas del país se escuchó el discurso del Comandante pronunciado la Plaza de la Revolución, donde llamaba a donar sangre voluntariamente y preguntaba a cada ciudadano su disposición de compartir con los damnificados una libra de azúcar, de aquella que adquiríamos por la “libreta” –los alimentos subsidiados que recibían todas las familias en Cuba y que nos salvó de la hambruna que dictaban los documentos oficiales del gobierno de Estados Unidos-. Esa canasta básica incluía cosas que un economista pragmático podría considerar prescindibles, como tres juguetes al año para cada niño y el chocolate “Pionero”, que tanto me gustaba. En el Parque Serafín Sánchez, por donde ayer pasó la Caravana que lleva las cenizas de Fidel, me veo levantando la mano ante la petición del líder que suena por los altavoces y, a partir de ahí, ya tuve cierta conciencia de que yo formaba parte de algo más grande que los límites conocidos de mi propia familia.
Mientras desfilan los árboles y los postes del tendido eléctrico en los bordes de la Carretera Central, por donde vamos ahora, hay una procesión de recuerdos en paralelo que me llevan de la adolescencia a este punto en el camino a Santiago. Reconozco que no hay un solo hecho trascendente en mi vida personal que no esté anclado a un proyecto, un discurso, una marcha, una comparecencia por la televisión o una llamada teléfonica de, o a nombre de, Fidel. El ejercicio del periodismo, que nos convierte en testigo de muchas cosas –algunas no deseadas como este funeral-, ha significado para mi generación profesional la posibilidad de verlo, de tocar su mano, de reconocer sus diferentes tonos de voz, desde el exaltado hasta el susurro, pero la cercanía física con los periodistas no era otra cosa que una vía para acortar la distancia con el pueblo, una categoría sin fronteras geográficas y una vocación en la que él le dedicó cada minuto de su existencia. Por el pueblo -sea este el de una villa como la mía o un continente- había que intentarlo y construirlo todo de nuevo si era preciso, nos dijo una vez. Con gente así cualquiera siente que la fraternidad es posible, que los hombres pueden volver a ser los niños que han sido y que no solo nuestro jardín, sino este planeta, puede tornarse en una casa habitable para todos los que respiramos en él.
Solo eso explica las multitudes adoloridas que hemos visto por la televisión, las lágrimas y las reacciones al paso de la caravana con la urna que guardan sus restos. Ahora mismo, mientras escribo, pasamos por Jatibonico y desde la ventana del ómnibus veo las imágenes repetidas de Fidel, las banderas colgadas en los portales, crespones negros en los árboles, transeúntes silenciosos. Hace unas horas que pasó el cortejo fúnebre y lo que nos dice este paisaje todavía en duelo es que ese pueblo ancho del que les hablo, esa patria martiana que es sinónimo de humanidad, percibió perfectamente que él amaba al prójimo más que a sí mismo, con lo cual superó el más difícil de los mandamientos cristianos. Y la gente diversa y humildísima de Cuba y del mundo ha reaccionado en consecuencia.
Como pasa con el olor de los juncos que guarda la memoria de aquellas tribus del Amazonas, este entorno activa en mi recuerdo el 25 de diciembre de 2010, durante una visita que hice a su casa en compañía de un invitado suyo, José Pertierra. En la salita minúscula que ha fotografiado tantas veces Alex Castro, el tema principal era la epidemia de cólera que hacía estragos en Haití. Fidel se comunicaba de tanto en tanto con la brigada médica cubana, en particular con un grupo de graduados de la Escuela Latinoamericana de Medicina, que recorrían zonas a donde no había llegado ninguna expedición sanitaria y que llevaban a cuestas un hospital de campaña.
El Comandante hacía todo tipo de preguntas sobre los habitantes del lugar: quiénes vivían allí, qué enfermedades padecían, si tenían alguna instrucción, que comían, cuántos niños, ancianos, mujeres embarazadas; si el río tal o más cual era caudaloso, qué vegetación, qué temperatura, cómo afectó el terremoto del año anterior… La brigada llevaba poco tiempo, pero era evidente que se había preparado para el duelo con un curioso insaciable. El teléfono tenía el altavoz activado y seguíamos el hilo de la conversación, en presencia de Dalia, la esposa de Fidel. En lo que parecía ser el cierre del diálogo, él quiso saludar, uno por uno, a los integrantes de la brigada y volvió otra ronda de preguntas. Escuchamos varios acentos latinoamericanos que hablaban de su familia, el pueblo donde nacieron, los sueños de regresar a trabajar a su país. Entonces se escucha una nueva voz, notablemente emocionada: “¿De dónde eres, mijo?” De Bolivia, responde el muchacho tras una pausa larga: “De Valle Grande, Comandante. De La Higuera… donde mataron al Che…” A partir de ese momento no pudo pronunciar más palabras.
Nunca olvidaré la expresión en la cara de Fidel, un gesto entre la incredulidad y la gratitud, como si un milagro de ese calibre –un médico de La Higuera formado en Cuba y salvando vidas en Haití, exactamente como habría querido el Che– se lo debiéramos a otra persona que no fuera a él mismo.
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rosa-miriam-4Rosa Miriam Elizalde es periodista cubana y editora del sitio Cubadebate, doctora en Ciencias de la Comunicación y autora o coautora de los libros Antes de que se me olvide, Jineteros en La Habana, Clic Internet y Chávez Nuestro, entre otros. En Twitter: @elizalderosa

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