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UN NOMBRE EN LA PARED Y LA HISTORIA DEL ÚLTIMO SUPERVIVIENTE ESPAÑOL DEL CAMPO NAZI DE MAUTHAUSEN

Una vieja construcción de Lleida fue reconvertida en hospital de campaña por el Ejército de la República durante la Batalla del Ebro, en cuyas paredes se conservan dibujos, garabatos y nombres de los militares  que por allí pasaron.
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Pintada con el nombre de Juan Romero en lo que fue un hospital de soldados republicanos en Soleràs.- MIQUEL ANDREU

ALEJANDRO TORRÚS

ALEJANDRO TORRÚS 4En el pequeño municipio de Soleràs, en la comarca de Les Garrigues, en Lleida, se ubica Casa Seró, una vieja construcción privada que durante la cruenta Batalla del Ebro fue reconvertida por el Ejército de la República en un pequeño hospital. La Guerra terminó, la II República desapareció y Casa Seró volvió a manos de sus propietarios.

Pero hubo un detalle, una habitación, que permaneció inmutable a lo largo de más de 80 años. En sus paredes se conservan dibujos, garabatos y nombres de los militares republicanos que pasaron por el improvisado hospital. Entre todas ellas se leía, escrito a lápiz, un nombre: Juan Romero.

Un nombre demasiado común que no aparecía en los registros. ¿Quién sería este Juan Romero? ¿Sería uno de los más de 140 personas que fueron enterrados en una fosa común tras fallecer en este hospital?

El periodista catalán Miquel Andreu, redactor en Som Garrigues, anotó el nombre y comenzó una búsqueda, pero no conseguía reunir información clara sobre ningún Juan Romero que hubiese pasado por el hospital de Soleràs. Pasaron varios años y Andreu volvió a introducir el nombre en Google.

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Pared en Casa Seró con dibujos realizados por soldados republicanos. Está construcción fue un Hospital del Ejército republicano durante el conflicto bélico. /Imágenes cedidas a ‘Público’ por los propietarios de la casa

Esta vez sí había información de un Juan Romero. Este diario y Cordópolis informaban de que Juan Romero, de 101 años, era el último superviviente español vivo del campo de concentración nazi de Mauthuansen (del que ahora se cumplen 80 años de la llegada del primero grupo de españoles presos). ¿Sería este el Juan Romero que pasó por el hospital de Soleràs? Su biografía, recogida en Deportados.es, señalaba que había combatido en la Batalla del Ebro y que había sido herido.

«Me puse en contacto con la familia de Juan Romero gracias a Público y pude mandarle las fotos de las paredes. Su hija Janine y su nieta me confirmaron, tras hablar con Juan, que efectivamente esa era su firma y su letra«, explica a este diario Miquel Andreu. Romero, de 101 años y residente en Francia, ya no recordaba el nombre del pueblo en el que fue atendido tras caer herido. Solo que desde allí fue trasladado a Barcelona donde iniciaría un largo camino en el exilio que le llevaría al campo nazi de Mauthausen, donde ingresaría con el número 3799.

La habitación donde se encuentran las firmas está en la segunda planta de la Casa Seró, justo en el extremo donde el sol pega en los mediodía de invierno permitiendo una temperatura más templada. Su actual dueño Sergi Seró explica a Público que durante muchos años la habitación cumplió las funciones de corral y que desde niño su abuelo le explicó que aquellas firmas y aquellos dibujos pertenecían a soldados republicanos que habían sido atendidos en aquella misma casa durante la Guerra Civil.

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Pared en Casa Seró con dibujos realizados por soldados republicanos. Está construcción fue un Hospital del Ejército republicano durante el conflicto bélico. /Imágenes cedidas a ‘Público’ por los propietarios de la casa

«Supongo que utilizarían esta habitación en invierno porque da el sol y se está mejor que en otras partes de la casa y que las pintadas y los dibujos a lápiz serían una forma de entretenerse y matar las horas muertas. Además de la firma de Juan Romero hay nombres de pueblos, dibujos y también otras firmas. Para mí era impensable que se pudiera identificar a una de las personas que estuvo aquí durante aquellos años», prosigue Seró.

Los días o semanas que Romero pasó en este lugar, a apenas unos kilómetros de un frente de batalla que acababa de decir la suerte de la guerra, sus últimos días de relativo reposo. El soldado de la 33 brigada del XV Cuerpo de Ejército fue trasladado a Barcelona y en febrero de 1939, junto con otras decenas de miles de personas, pasó a Francia por Puigcerdà. Pero la acogida de los franceses no fue la esperada, la II Guerra Mundial estaba a punto de estallar y el joven Juan Romero no podía ni imaginar lo que vendría por delante.

Las autoridades francesas internaron a Romero en el campo de concentración de Vernet d’ Ariège. Pero no duraría mucho. La II Guerra Mundial se avecinaba y Romero se unió a la Legión Extranjera para seguir combatiendo al fascismo en Europa.

Un año más tarde la Alemania nazi invadiría Francia y Romero fue hecho prisionero y trasladado al campo de prisioneros de guerra stalag III-A, desde donde fue deportado a Mauthausen un año después tras la negativa de Franco de reconocer como españoles a los exiliados.

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Pared en Casa Seró con dibujos realizados por soldados republicanos. Está construcción fue un Hospital del Ejército republicano durante el conflicto bélico. /Imágenes cedidas a ‘Público’ por los propietarios de la casa

Este 6 de agosto se cumplen precisamente 80 años de la llegada de 398 prisioneros españoles a Mauthausen, los primeros de muchos de los que terminaron recluidos en el campo de exterminio nazi, donde fallecieron dos de cada tres españoles que estuvieron allí. Seguir leyendo UN NOMBRE EN LA PARED Y LA HISTORIA DEL ÚLTIMO SUPERVIVIENTE ESPAÑOL DEL CAMPO NAZI DE MAUTHAUSEN

ESPAÑA: REVOLUCIÓN PASIVA, CRISIS, Y ASCENSO DE VOX. KATU ARKONADA

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KATU ARKONADA

Francisco Franco moría en su cama un 20 de noviembre de 1975, tras 40 años de dictadura y una guerra civil que dejó decenas de miles de republicanos enterrados en fosas comunes.

A su muerte, el franquismo no pudo continuar pues ETA había volado por los aires a su sucesor, el Almirante Carrero Blanco, pero encontró en la llamada transición española y la Constitución española la vía para poder implementar otro tipo de dictadura, la que de verdad importaba, la del modelo neoliberal que comenzó a implementarse en los 80 en Europa. Los partidos socialdemócratas, como el PSOE, se volvieron social-liberales, y los partidos comunistas se volvieron socialdemócratas, y aquí paz y después gloria.

Ese consenso duró 30 años hasta que el famoso movimiento 15M o los procesos soberanistas en las periferias del Estado hicieron temblar los cimientos de la España postfranquista.

La respuesta estatal fue una revolución pasiva que podría haber escrito el mismísimo Antonio Gramsci en un manual: la abdicación del Rey Juan Carlos, en favor de su hijo Felipe VI, más joven, guapo, simpático y sin tanta afición a cazar elefantes en Botsuana o cobrar comisiones por contratos entre empresas españolas y países de la península arábiga. Y junto al recambio del Jefe de Estado, la irrupción al mismo tiempo de Podemos, un PSOE recargado con un discurso socialdemócrata sincero en una época de desmantelamiento del Estado de Bienestar, y un Ciudadanos que venía a representar el lavado de cara de la derecha en un país donde no existían electoralmente opciones de ultraderecha pues estas ideas estaban cobijadas al interior del Partido Popular.

Sin embargo, esa restauración pasiva impulsada por las élites políticas y económicas que de verdad gobiernan España se ha encontrado con resistencias, y prueba de ello es la crisis política que se refleja en lo electoral, con 3 elecciones generales en poco más de 3 años.

Es tal la crisis política española, que este 28 de abril se sabe quién va a ganar las elecciones (el PSOE de Pedro Sánchez), pero no quién va a gobernar.

No se sabe quién va a gobernar porque el sistema electoral en España es parlamentario, no presidencialista, y es una mayoría de parlamentarios electos quien designa al jefe del ejecutivo.

Parece claro que el PSOE en el gobierno será el más votado con alrededor del 30% de los votos. Pero a partir de ahí tenemos más incógnitas que certezas.

En primer lugar, porque los votos que obtenga Unidos Podemos (entre 10 y 15%) no le van a dar al PSOE para gobernar con Pablo Iglesias de Vicepresidente, ni siquiera con los votos/escaños de algún partido más, como el PNV o Coalición Canaria.

Por lo tanto, el PSOE y Podemos solo podrían formar gobierno a partir de un acuerdo con los independentistas vascos y/o catalanes, lo cual se antoja harto difícil después de la criminalización e incluso encarcelamiento de los líderes independentistas catalanes. Podría llegarse a algún tipo de entendimiento para una abstención en la sesión de investidura (que podría darse incluso a cambio de nada), pero a partir de ahí, cualquier ley o presupuesto a ser aprobado tendría que llevar contraprestaciones políticas que no parece el PSOE esté en condiciones de otorgar.

Una segunda vía es un acuerdo entre PSOE y un Ciudadanos que podría obtener hasta el 15% de los votos, lo cual tampoco garantiza en principio mayoría ni en votos ni en escaños. El PSOE ha negado la posibilidad de pactar con quienes proponen en campaña practicarle un cordón sanitario, pero, aunque las promesas de campaña son solo eso, y aunque este pacto es el preferido de las élites económicas en general, y de los bancos en particular, no parece que vayan a dar los números.

La tercera vía es la de la suma de una mayoría entre la derecha y la ultraderecha. Esta última opción depende del desempeño de Vox, el socio de Steve Bannon en España, que, con un discurso contra la ideología de género, el marxismo cultural (que comprende desde el independentismo a las reivindicaciones LGTBIQ) y la inmigración, se ha ido haciendo un hueco en el escenario político español y ya ha obtenido más del 10% en las recientes elecciones andaluzas.

Vox ha sido el elefante en la habitación de los 2 debates electorales celebrados esta semana. Un debate entre 4 candidatos, todos ellos hombres, que ya son parte del establishment político, y que temen la irrupción de Vox, o bien porque les quite votos o bien porque les impida conformar una mayoría electoral.

En un mundo donde la globalización está en crisis, no es casualidad que esta crisis se muestre con más intensidad en los dos países donde se implementó por primera vez, tras el experimento chileno, el neoliberalismo. Al igual que Trump en Estados Unidos y el Brexit en el Reino Unido son síntomas de este mundo de monstruos, Vox es también síntoma de un sistema político que no ha sabido dar respuesta a los problemas de las mayorías sociales y que aspira a volver al viejo orden, a un franquismo sin Franco.

Todos los escenarios están, por tanto, abiertos para las elecciones generales, incluso el de la repetición electoral si ninguno de los 3 bloques posibles alcanza la mayoría. Todo ello sin olvidar la segunda vuelta que van a suponer las elecciones al Parlamento Europeo del 26 de mayo.