Nunca es inútil mentir. La mentira más descarada, con tal de que se repita lo suficiente y durante el tiempo suficiente, siempre deja huella. Es este un principio que la propaganda alemana ha tomado como propio, y tenemos hoy otro ejemplo de la forma en que lo aplica. Inspirada por los servicios de Goebbels, ferozmente pregonada en la prensa de los lacayos y escenificada por la Milicia, [1] acaba de comenzar una campaña formidable que, so capa de luchar contra los patriotas del maquis y la Resistencia, pretende dividir una vez más a los franceses. Se les dice a los franceses: «Matamos y destruimos a bandidos que os matarían si no estuviéramos nosotros aquí. No tenéis nada en común con ellos».
Pero si la mentira, con una tirada de millones de ejemplares, conserva pese a todo cierto poder, basta al menos con decir la verdad para que la mentira retroceda. Y la verdad es esta: los franceses lo tienen todo en común con esos a quienes ahora se pretende que aprendan a temer y a despreciar. No existen dos Francias, una que lucha y otra que juzga esa lucha. Pues incluso aunque hubiese algunos que quisieran quedarse en la cómoda postura del juez, no es posible. No podéis decir: «Esto no va conmigo». Pues sí que va con vosotros. La verdad es que en la actualidad Alemania no solo ha desencadenado una ofensiva contra nuestros mejores y más orgullosos compatriotas, sino que también prosigue con la guerra total en contra de toda Francia, expuesta por completo a sus golpes.
No digáis: «Esto no va conmigo. Yo vivo en el campo y el final de la guerra me hallará en la misma paz en que me encontraba ya al principio de la tragedia». Porque sí que va con vosotros. Y, si no, atended. El 29 de enero, en Malleval, en Isère, los alemanes incendiaron un pueblo entero por la única sospecha de que quizá unos rebeldes se habían refugiado allí. Doce casas quedaron completamente destruidas, aparecieron once cadáveres, detuvieron a alrededor de quince hombres. El 18 de diciembre, en Corrèze, en Chaveroche, a cinco kilómetros de Ussel, al resultar herido un oficial alemán en circunstancias poco claras, fusilaron in situ a cinco rehenes e incendiaron dos casas de labor. El 4 de febrero, en Grole, en Ain, como los alemanes no habían dado con los rebeldes a quienes buscaban, fusilaron al alcalde y a dos notables de la localidad.
Son estos unos muertos franceses «con los que todo aquello no iba». Pero los alemanes decidieron que sí que iba con ellos y desde ese mismo día demostraron que iba con todos nosotros. No digáis: «No va conmigo; yo estoy en mi casa, con mi familia, oigo todas las noches la radio y leo el periódico». Porque irán a buscaros so pretexto de que otro hombre, en la otra punta de Francia, no ha querido alistarse. Se llevarán a vuestro hijo, con quien tampoco va nada, y movilizarán a vuestra mujer, que creía hasta ahora que se trataba de cosas de hombres. Sí que va, en verdad, con vosotros, y va con todos nosotros. Pues a todos los franceses en la actualidad los une el enemigo con lazos tales que del gesto de uno nace el impulso de todos los demás y que la distracción o la indiferencia de uno trae consigo la muerte de otros diez.
No digáis: «Soy simpatizante, con eso basta y el resto no va conmigo». Porque os matarán, os deportarán u os torturarán lo mismo si sois simpatizantes que si sois militantes. Actuad; no correréis mayores riesgos y al menos tendréis ese corazón tranquilo que los mejores de los nuestros conservan hasta en las cárceles.
Y así Francia no estará dividida. En lo que se esfuerza el enemigo, en realidad, es en hacer titubear a los franceses ante ese deber nacional que es la resistencia al STO [2] y el apoyo a los maquis. Lo conseguiría si la verdad no se irguiera ante él. Y la verdad es que la acción conjunta de los asesinos de la Milicia y de los criminales de la Gestapo solo ha tenido resultados irrisorios. Cientos de miles de rebeldes siguen resistiendo, luchan y esperan. Eso no lo van a cambiar unas cuantas detenciones. Y eso es lo que tienen que entender los 125.000 jóvenes que el enemigo tiene intención de deportar cada mes. Porque todos están en el punto de mira, y los reemplazos del 44 y del 45 a los que el enemigo llama con estupenda sinceridad «una reserva de mano de obra» son el ejemplo de esa Francia a la que Alemania unifica en el mismo odio.
Se ha declarado la guerra total y esta exige la resistencia total. Tenéis que resistir porque esto va con vosotros y no hay dos Francias. Y los sabotajes, las huelgas y las manifestaciones organizadas por toda Francia son las únicas formas de responder a esta guerra. Eso es lo que esperamos de vosotros. Acción en las ciudades para responder a los ataques en el campo. Acción en las fábricas. Acción en las vías de comunicación del enemigo. Acción contra la Milicia: todo miliciano es un asesino en potencia.
Solo hay un combate. Y, si no os unís a él, nuestro enemigo os demostrará a diario que es, pese a todo, el vuestro. Ocupad en ese combate vuestro lugar, porque si la suerte de todo cuanto queréis y respetáis va con vosotros, entonces, una vez más, no lo dudéis, este combate va con vosotros. Basta con que os digáis que a él aportamos todos juntos esa magna fuerza de los oprimidos que es la solidaridad en el sufrimiento. Es esa fuerza la que, a su vez, matará la mentira, y nuestra común esperanza es que conservará entonces suficiente empuje para dar vida a una verdad nueva y a una Francia nueva.
Marzo-julio de 1944: Combat clandestino.
NOTAS
[1] Creada en enero de 1943, la misión de la Milicia era apoyar a los alemanes contra la Resistencia francesa.
[2] El Servicio de Trabajo Obligatorio lo creó en febrero de 1943 el Gobierno de Vichy por presiones de Alemania. De lo que se trataba era de abastecer de mano de obra francesa a las fábricas alemanas. Muchos prefirieron unirse a los maquis, pero así y todo 170.000 trabajadores fueron trasladados a Alemania.
Fuente: Albert Camus, LA NOCHE DE LA VERDAD, Los artículos de Combat (1944-1947).Traducción: María Teresa Gallego Urrutia. Editorial Debate, España, 2021.