Archivo de la etiqueta: HAYDÉE SANTAMARÍA

HAYDÉE SANTAMARÍA: A 40 AÑOS DE SU MUERTE. MARTA ROJAS

Antes y después del Moncada, Haydée Santamaría fue una de las líderes más destacadas de la Revolución
HAYDÉE
Haydée Santamaría en la Casa de las Américas. Marzo de 1980. Foto: Archivo de Granma

MARTA ROJAS

MARTA ROJAS«Ríndanle honores como a una valiente» –escribió Fina García Marruz en su poema a Haydée Santamaría, tras su muerte, y describe en pocas líneas quién era Haydée y cómo debemos honrarla. Hoy, cuando se cumplen 40 años de su muerte, vale la pena volver al texto de la poetisa antes de describir, sucintamente, su vida y su obra.

 (…) Cúbranla con flores, como a Ofelia. / Los que la amaron, se han quedado huérfanos / Cúbranla con la ternura de las lágrimas. /Vuélvanse rocío que refresque su duelo. / Y si la piedad de las flores no bastase /Díganle al oído que todo ha sido un sueño. / Ríndanle honores como a una valiente / Que perdió solo su última batalla. / No se quede en su hora inconsolable / Sus hechos, no vayan al olvido de la hierba. / Que sean recogidos uno a uno, / Allí donde la luz no olvida a sus guerreros.

El poeta y ensayista uruguayo, Mario Benedetti, quien trabajó con ella durante muchos años en la Casa de las Américas, escribió: «Haydée Santamaría significa un mundo, una actitud, una sensibilidad y también una Revolución».

Esas dos voces dan un significado peculiar, hermoso, para recordar y honrar a Haydée Santamaría Cuadrado, en el aniversario 40 de su muerte.

Antes y después del Moncada, Haydée Santamaría fue una de las líderes más destacadas de la Revolución, con un aval que comienza a gestarse en su propia conducta familiar, entre sus hermanos, allá en el Central Constancia, de la antigua provincia de Las Villas donde nació. Su inteligencia y carácter le hicieron ganar el reconocimiento desde edad temprana. Bastaría el ejemplo de su afinidad política y permanente actitud de colaboración con su hermano Abel Santamaría, al extremo de partir a La Habana con él cuando el joven decidió venir a trabajar y estudiar. Sus ideas revolucionarias eran las mismas de Abel y, obviamente, sería su más decidida y fiel colaboradora en el apartamento de 25 y o, donde vivían, el que pronto se convirtió en el centro clandestino del Movimiento Revolucionario de la Generación del Centenario que creó Fidel tras el golpe militar de Batista del 10 de marzo de 1952.

Haydée participó en la organización de lo que luego sería el asalto al Moncada. La historia de aquel día, respecto a ella y a las torturas y el asesinato de Abel, ha sido recordada en estos días, a partir de la propia denuncia realizada por Fidel en el juicio, tanto en el Palacio de Justicia el 21 de septiembre, como en el Hospital Civil el 16 de octubre, cuando pronunció su alegato de defensa La historia me absolverá.

Los horrores de aquellos días estuvieron vívidos en la mente y el corazón de Haydée, desde entonces hasta el 28 de julio de 1980. Aquello, en vez de debilitarla, estimuló su actitud revolucionaria en la cárcel de Guanajay y luego de su salida, tras ocho meses de prisión, en compañía de Melba Hernández, junto a quien compartió la dureza del martirio tras los hechos del 26, como prisioneras.

Para Haydée, según ella misma declaró muchas veces, el hecho de que Fidel la escogiera junto a Melba para que editaran e imprimieran su alegato, reconstruido por él en la prisión de Isla de Pinos, fue un aliento a seguir con más fuerza y brillantez el camino adoptado. La preparación del 30 de noviembre en Santiago de Cuba, como una de las dirigentes del Movimiento 26 de Julio; su inmediata subida a la Sierra Maestra, en esas funciones; su labor clandestina en La Habana, y la tarea de Delegada del M-26-7 en el exterior, en la recaudación de fondos para adquirir armas, hasta el triunfo de la Revolución fueron excepcionales. El asma, su padecimiento de toda su vida, jamás disminuyó sus tareas.

De inmediato la llenaría de fervor la Revolución triunfante, y se atrevería, con el valor de lo que era: una revolucionaria cabal. Su innata inteligencia la demostró dirigiendo la Casa de las Américas, creando y conciliando intereses intelectuales y revolucionarios con destacados escritores y artistas de América Latina y el Caribe. Lo hizo como quien teje una urdimbre. Hay testimonios inestimables de personalidades descollantes a su favor, cuando ella no había tenido oportunidad de alcanzar un nivel de enseñanza que superara la primaria.

Haydée, desde sus días en el Central Constancia, fue siempre una lectora extraordinaria. Lo siguió siendo en La Habana y luego del Moncada, y pudo establecer discusiones con hombres y mujeres intelectuales preclaros que, como Mario Benedetti, por ejemplo, ella atrajo a la Casa y fueron colaboradores excepcionales. Conocimiento y rebeldía fueron siempre sus pasiones.

Fue precisamente el Che quien en una carta le escribió: «…Veo que te has convertido en una literata con dominio de la síntesis, pero te confieso que como más me gustas es un día de año nuevo, con todos los fusiles disparando, y tirando cañonazos a la redonda».

En el orden político, Haydée formó parte del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, desde su fundación y fue presidenta de la Organización Latinoamericana de Solidaridad. En esa dirección enriqueció sus fueros latinoamericanistas y se entrevistó con Ho Chi Minh para atraer la acción de revolucionarios latinoamericanos a favor de la causa de Vietnam. En Cuba, no solo los escritores y la Casa de las Américas disfrutaron de su talento aglutinador, ella fue un apoyo extraordinario en el naciente movimiento y desarrollo de la Nueva Trova y de la Canción Protesta.

Haydée siempre fue esa, sin lograr olvidar, ni un día, las atrocidades del Moncada y, en particular, las cometidas contra su hermano Abel.

Fuente: GRANMA

MENSAJE DE LA CASA DE LAS AMÉRICAS EN UN NUEVO ANIVERSARIO DE SU FUNDACIÓN

YEYÉ 11
Haydée (Yeyé) Santamaría

Menos de cuatro meses después del 1º de enero de 1959, un día como hoy, 28 de abril, se creó la Casa de las Américas.

En medio de campañas mediáticas difamatorias, amenazas del presidente Eisenhower, secuestros de aviones y atentados terroristas, la Revolución se defendía y daba los primeros pasos en su proyecto emancipador. Convertía en ciudad escolar la fortaleza de Columbia, entregaba la propiedad de sus tierras a más de trescientos campesinos, fundaba el ICAIC y la Imprenta Nacional.

Pronto los Estados Unidos usarían su poder en la región para aislar a Cuba y su “mal ejemplo” de soberanía y justicia social. Lograron excluirla de ciertos foros y romper vínculos diplomáticos, acuerdos, papeles; pero no les fue posible quebrar otros lazos asociados al instinto y a las raíces de los pueblos, a su memoria, a sus sueños. La Casa, guiada por una personalidad tan luminosa como Haydee Santamaría, junto a un equipo comprometido y leal, contribuyó de manera decisiva a que Cuba no fuera espiritualmente desgajada de Nuestra América.

Inspirada en Bolívar, Martí y Fidel, nutrida de modo cotidiano por el pensamiento anticolonial de Roberto Fernández Retamar y la visión de vanguardia de Mariano Rodríguez, la institución encontró aliados en los mejores creadores de la región. Martínez Estrada, Galich, Benedetti y muchos otros intelectuales y artistas relevantes habitaron la Casa, la hicieron suya, y enriquecieron sus conceptos y estrategias.

La Casa, con los años, fue ampliando su mirada. Al examen y la promoción de las letras, la música, el teatro, las artes visuales y la cultura caribeña, se añadieron estudios sobre la mujer, los pueblos originarios, los latinos en los Estados Unidos y la presencia de África en América.

Celebramos este aniversario en una situación de emergencia para la región y para todo el planeta. Una doble pandemia se ensaña en los más pobres: el coronavirus y el neoliberalismo.

Negros y latinos sobresalen en las estadísticas de contagiados y fallecidos en los Estados Unidos. Los indígenas del Norte y del Sur de las Américas, tradicionalmente despojados de sus derechos, son en extremo vulnerables. Trabajadores informales, indigentes sin techo, habitantes de viviendas precarias en los suburbios de las ciudades, inmigrantes sin documentos ni destino y un largo etcétera parecen predestinados a una muerte segura, aunque no figuren luego en las cifras oficiales.

Muchos artistas, víctimas del desmontaje de las políticas culturales y de las propias circunstancias, se ven hoy en total desamparo.

Las personalidades más sensibles y juiciosas del mundo han venido reclamando un enfrentamiento a la crisis basado en la colaboración, en el esfuerzo coordinado, en la solidaridad.

La Casa, en el aniversario de su nacimiento, quiere insistir en esa palabra: solidaridad. Martí dijo: “Patria es humanidad” —y Fidel convirtió esta definición en patrimonio de todos los cubanos y en guía y sentido de la proyección internacional de la Isla.

Los médicos cubanos batallan hoy contra la pandemia en más de veinte países. Arriesgan sus vidas, como han hecho en tantas ocasiones, para salvar otras, y dejan un ejemplo moral intolerable para políticos e ideólogos neoliberales. De ahí que utilicen sin tregua su poderosa maquinaria de producir y circular mentiras para atacar la generosidad de la Revolución Cubana y de sus hijos.

La Casa de las Américas respalda la carta abierta “Simplemente, ¡ya basta!” de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad, que, entre otros temas cruciales, denuncia el cinismo de quienes fomentan la campaña contra la vocación solidaria e internacionalista de Cuba y no dicen una palabra acerca del bloqueo que impide, incluso, adquirir cualquier tipo de insumos para frenar la pandemia.

Y es que el coronavirus también ha agudizado la barbarie: la cultura del odio, violenta, fascistoide, xenófoba, racista. Frente a esas tendencias oscuras, la Casa, al igual que los representantes dignos de los pueblos latinoamericanos y caribeños, apuesta por la cultura de la paz, de la hermandad entre los seres humanos. Una cultura, además, que conviva respetuosamente con la Madre Tierra.

Un valioso aporte a estos debates lo constituye el número 298 de la revista Casa, que incluye el dossier “Encrucijadas de la América Latina” y desde hoy estará a disposición de los lectores en www.casadelasamericas.org. Estamos empleando la Web y las redes sociales para difundir publicaciones, obras de arte y textos investigativos, como parte de la razón de ser de la institución desde el 28 de abril de 1959.

Como en aquellos tiempos difíciles de su fundación, la Casa trabaja día a día para mantener sus vínculos con los que defienden, en medio de la crisis actual, la auténtica cultura de la emancipación en América Latina, en el Caribe y dentro de los propios Estados Unidos.

Fuente: LA VENTANA

HAYDÉE SANTAMARÍA: LA HEROÍNA DEL MONCADA ENTRE FUEGO Y LUZ

haydee_santamaria.jpg_1718483347

Su amor por la independencia de la Isla la hizo vincularse desde temprano con la causa revolucionaria. Estuvo aquel ajetreado 26 de julio de 1953 en Santiago de Cuba. Haydée Santamaría y su hermano Abel tomaban el hospital Saturnino Lora.

Era joven, como aquellos revolucionarios que luchaban por la libertad de Cuba. Había nacido en el municipio de Encrucijada, en la central provincia cubana de Villa Clara, el 30 de diciembre de 1922, hace 97 años. Y desde su temprana juventud, Haydée Santamaría Cuadrado estuvo del lado de los que arriesgan la vida para el bienestar de un país.

Fue editora de los periódicos clandestinos “Son los mismos” y “El Acusador”, junto a su hermano Abel Santamaría y otros revolucionarios, al tiempo que se mantenía vinculada a otras labores contra la dictadura, tras el golpe de Estado de 1952.

Su amor por la independencia de la Isla la hizo vincularse desde temprano con la causa revolucionaria. Estuvo aquel ajetreado 26 de julio de 1953 en Santiago de Cuba. Fidel Castro y un grupo de combatientes asaltaban el Cuartel Moncada. Haydée Santamaría y su hermano Abel tomaban el hospital Saturnino Lora, muy cercano a la institución militar en manos de la dictadura de Fulgencio Batista.

El objetivo era apoyar el asalto, pero el fracaso de la acción posibilitó que fuera hecha prisionera y, pese a que le dijeron que Abel y su novio Boris Luis Santa Coloma habían sido asesinados, jamás delató a sus compañeros.

Al referirse a la respuesta de Haydée, en su alegato de autodefensa, Fidel Castro expresaría: “Nunca fue puesto en un lugar tan alto de heroísmo y dignidad el nombre de la mujer cubana”. Ella se sobrepuso al dolor. Los esbirros de la tiranía le enseñaron los ojos de su hermano y los genitales de su novio. Y Haydée nunca habló. La vida se le hacía pedazos, pero la causa revolucionaria le daba luz.

Seguir leyendo HAYDÉE SANTAMARÍA: LA HEROÍNA DEL MONCADA ENTRE FUEGO Y LUZ

HAYDÉE Y NUESTRA AMÉRICA. ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR

Además de cubanos, Haydée mantuvo relaciones estrechas con muchísimos intelectuales latinoamericanos.
Además de cubanos, Haydée mantuvo relaciones estrechas con muchísimos intelectuales latinoamericanos.Foto: Fernando Lezcano

ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR

RETAMAR 2Heroína del Moncada, la Sierra y la lucha clandestina, Haydée Santamaría era ya una leyenda viva cuando se le encomendó crear, a raíz del triunfo revolucionario en 1959, la Casa de las Américas. Y lo hizo con la misma capacidad y la misma pasión con que hizo todo.

Llevó a la nueva tarea su valor, su carisma, su excepcional inteligencia, su intuición, su bondad, su don para dirigir, su lealtad a Fidel. Martiana de raíz, se volcó en lo que el Maestro había llamado «Nuestra América». Atrajo a grandes figuras del área, como el argentino Ezequiel Martínez Estrada, el guatemalteco Manuel Galich, quien fundó la dirección de Teatro, el uruguayo Mario Benedetti, quien hizo nacer el Centro de Investigaciones Literarias, los cubanos Mariano Rodríguez y Harold Gramatges, fundadores, respectivamente, de las direcciones de Artes Plásticas y Música. (Sobrevivimos en la Casa, del Consejo de Dirección del tiempo de Haydée, las compañeras Marcia Leiseca, Silvia Gil y Chiki Salsamendi y quien esto escribe).

Además de cubanos, Haydée mantuvo relaciones estrechas con muchísimos intelectuales latinoamericanos, como los argentinos Arnaldo Orfila, Julio Cortázar, David Viñas y Haroldo Conti, los uruguayos Idea Vilariño, Ángel Rama y Eduardo Galeano, los colombianos Gabriel García Márquez y Alejandro Obregón, los dominicanos Camila Henríquez Ureña y Juan Bosch, el venezolano Aquiles Nazoa, el mexicano Efraín Huerta, el peruano José María Arguedas, los salvadoreños Claribel Alegría y Roque Dalton, los chilenos Roberto Matta y Víctor Jara, el brasileño Thiago de Mello, el nicaragüense Ernesto Cardenal, el ecuatoriano Jorge Enrique Adoum, el puertorriqueño Manolín Maldonado Denis, para solo mencionar a algunos. He contado en otras ocasiones lo aleccionador que era, por ejemplo, ver a un escritor como Cortázar o a un pintor como Matta escuchar a Haydée con inmensa admiración, reconociendo la sabiduría de aquella mujer autodidacta y genial.

Se sabe lo decisiva que fue la defensa que Haydée hiciera de jóvenes músicos cubanos como Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Nicola. En ocasión memorable, Silvio dijo que el útero de la Nueva Trova había sido la Casa de las Américas: se refería, en verdad, a Haydée. Igual sentido de justicia la llevó a ella a intensificar su presencia en la Casa durante lo que Ambrosio Fornet llamó «el Quinquenio Gris».

Con la conducción de Haydée la Casa, a semejanza de lo que hizo el Icaic dirigido por Alfredo Guevara, logró que Cuba conservara vínculos con los demás países de nuestra América cuando los gobiernos de estos, salvo la honrosa excepción de México, rompieron relaciones diplomáticas con Cuba cumpliendo órdenes imperiales. La conducta inquebrantablemente revolucionaria de Haydée la llevó a presidir, a mediados de 1967, la conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS). Al inaugurarse dicha conferencia, un telón de fondo ostentaba el rostro de Simón Bolívar; y al clausurarse, el rostro era el del Che, quien peleaba entonces en Bolivia. Su asesinato, meses más tarde, hizo que Haydée le escribiera una conmovedora carta, publicada al frente de la entrega que dedicó al héroe la revista que es órgano de la Casa.

La Casa de las Américas sigue y seguirá siendo la Casa de Haydée. Los que tuvimos el privilegio de trabajar junto a ella, y los nuevos que nos acompañan, sabemos todos que la Casa es su hechura, y que están vivas sus claras orientaciones.

Fuente: GRANMA

EN ESPERA DE SILVIO. GRAZIELLA POGOLOTTI

silvio-en-casa-2.jpg
Haydée y Silvio

GRAZIELLA POGOLOTTI

grazkiella-2-1.jpgEl próximo 26 de abril Silvio ofrecerá uno de sus ya habituales conciertos en la esquina de Tercera y Avenida de los Presidentes, en pleno corazón del Vedado. Será  horas antes del sexagésimo aniversario de la Casa de las Américas, la institución fundada por Haydée Santamaría para tender puentes entre Cuba, la América Latina y el Caribe.

El lugar escogido para nuclear a hombres y mujeres de Nuestra América, hasta entonces aislados, era un edificio que había permanecido silencioso durante años. Se nombraba Sociedad Colombista Panamericana y en su denominación podía reconocerse el rezago de plataformas conceptuales de raigambre colonial y neocolonial. Según algunos investigadores, había algo más. Era una pantalla para el trasiego de sobornos, procedentes en ciertos casos, de la atroz tiranía de Trujillo.

En el año del triunfo de la Revolución el país vestía ropajes nuevos. La deuda con el pasado era inmensa. Simultáneamente, la impaciencia por hacer  y el impulso creador contenido se desataron en todas las direcciones. Se rediseñaba y se expandía la educación y se abrían nuevos cauces para la cultura. La visión resultaba integral e integradora. A la necesaria cohesión interna se añadía el proyecto de afianzar la siempre soñada unidad latinoamericana.

Al volver la mirada hacia atrás, la tarea realizada adquiere dimensiones gigantescas. Articulada a un proyecto transformador de enormes dimensiones, la Casa de las Américas acompañó a la Revolución Cubana en el campo de la cultura. Contra todo pronóstico, en la Isla un puñado de guerrilleros había logrado vencer a un ejército profesional armado y sostenido por Estados Unidos.

En las Naciones Unidas, Fidel afirmaba un programa descolonizador y tercermundista. Desde todas partes las miradas se volvían hacia un pequeño país conocido hasta ese momento, acaso, como productor de azúcar y tabaco. En América Latina la resonancia fue aún mayor. Los escritores y artistas cobijaban propuestas renovadoras desprovistas de vías de realización concreta.

Estaba madurando una literatura que muy pronto conquistaría preeminencia más allá de nuestras fronteras. Para la Casa de las Américas la acción inmediata se tradujo en la convocatoria a un premio literario que amplió progresivamente su perfil y ha subsistido, con rostros ajustados a las demandas de cada época, hasta nuestros días. Ofrecía en recompensa una modesta remuneración y la posibilidad de publicar las obras seleccionadas. De esa manera se dieron a conocer autores que hoy son nombres establecidos en nuestras letras.

La capacidad movilizadora se extendió a las artes visuales, a la música, al teatro. No hubo fronteras entre lo culto y lo popular. Resultado de esos vínculos solidarios y de la apertura hacia los más anchos horizontes, la Casa acumula en la actualidad una excelente colección de arte y de artesanía latinoamericanos.

En su sexagenaria trayectoria ha brindado apoyo a la auténtica alternatividad, aquella que anda a contracorriente del poder hegemónico y subsiste en la precariedad material, silenciada por los medios de comunicación dominantes.

Así ocurrió con los teatristas que estaban construyendo nuevos públicos en el continente, bajo las dictaduras y entre las comunidades chicanas y puertorriqueñas de Estados Unidos. Al convertirse en hogar de la nueva canción, obtuvo mayor alcance popular. Su línea editorial fue entregando un panorama de nuestra literatura y de nuestro pensamiento desde los orígenes hasta la actualidad.

Las revistas Conjunto y Casa constituyen desde hace tiempo referencia obligada para los estudiosos  de América Latina. Casa ha concedido siempre espacio a las artes y a las letras, sin soslayar por ello los debates fundamentales en lo concerniente a las ideas. Al repasar sus páginas, se redescubren las complejidades de un pensamiento en permanente desarrollo, registra las señales de cambio sin perder el rumbo del irrenunciable propósito emancipador. Entre los autores que allí aparecen encontraremos una amplia nómina de intelectuales, escritores, científicos sociales, políticos. Muchos, apenas conocidos cuando firmaban sus primeras colaboraciones, se han convertido en figuras de rango internacional.

Pertenece a la vanguardia, término que se ha vulgarizado un tanto, quien se sitúa en la avanzada de una formación. Son los exploradores que perciben lo que otros no advierten. Tal ha sido el papel esencial desempeñado por la revista, encarnación del espíritu esencial de la institución.

Siguiendo su práctica usual, la OEA intentó aislar a Cuba del continente. Sabido es que, sometidos a dictados, todos los países, salvo México, rompieron las relaciones con Cuba. En tan difíciles circunstancias, los intelectuales mantuvieron su fidelidad a los llamados de Casa de las Américas. Ante los obstáculos interpuestos, los amigos de la Casa cruzaban el Atlántico dos veces. Tenían que llegar a una capital europea para emprender desde allí el vuelo  hasta La Habana. Nada impedía seguir juntándose en la Casa de las Américas, la Casa de Haydée, nuestra Casa, el sitio donde la sabiduría de Haydée Santamaría animó un espíritu de quehacer colectivo, despojado de burocratismo, anclado en la pasión, la inteligencia  y la intuición.

El 26 de abril disfrutaremos el cantar de Silvio. En sus piezas más célebres nos uniremos a su voz para rendir homenaje a la Casa de las Américas.

Fuente: JUVENTUD REBELDE