Llevaba años leyéndole en la revista Cine cubano. Sus editoriales, sus textos teóricos, eran lo mejor que se escribía sobre cine en toda América Latina. Yo era entonces un cinéfilo de los de antes, rata de cinemateca, empollón de filmografías, gerifalte de cine club y fantasma de salas oscuras. Alfredo ya era un mito. Un príncipe del Renacimiento. De la nada o casi, ensamblando ingenios de muy diversas disciplinas y revelando talentos desatendidos, había hecho renacer toda la arquitectura de una flamante cinematografía insolente, creativa y singular. En sus primeros años, en sus primeras obras, el cine cubano poseía la impertinente frescura de la propia revolución. No me refiero solo a las obras de ficción, muy escasas entonces; sino a lo que abundaba, los documentales, los reportajes, los noticieros. Ellos constituían el mejor espejo, el mejor reflejo de la principal creación cultural producida por la revolución, o sea: los discursos de Fidel.
Alfredo Guevara, “fidelista de la primera hora, de antes mismo de que el propio Fidel tuviera conciencia de su singularidad política”. Foto: Walfrido Ojeda / Tomada de Granma
Nadie sabía eso mejor que Alfredo. Si el cine pertenecía a la cultura de masas, y si, en ese sentido, era una herramienta susceptible de influenciar y de transformar las mentalidades, los cineastas debían inspirarse de aquello que, en la nueva Cuba, estaba transfigurando el país, o sea, repito, los discursos de Fidel.
Fidelista de la primera hora, de antes mismo de que el propio Fidel tuviera conciencia de su singularidad política, Alfredo admiró siempre en él su total desparpajo para cambiar las cosas. Su ética. Su elegancia. Su cultura. Su genialidad creativa en la manera de hacer política. Su increíble rapidez en entender un problema, hallar una solución, aplicarla y sacar la teoría del asunto. Todo ello a la velocidad de un latigazo.
De eso hablamos cuando me lo encontré por primera vez en París en el otoño de 1972. En casa de una amiga común, Anne, escritora y reciente viuda del actor más popular de Francia, Gérard Philipe. Por casualidades de la vida, teníamos otras amistades compartidas. Especialmente tres: Alejo Carpentier y su centelleante esposa Lilia. Y Saúl Yelín, director de relaciones internacionales del Icaic, que yo había conocido muy bien en Rabat, en la residencia del primer embajador de Cuba en Marruecos, el inolvidable Enrique Rodríguez-Loeches.
Ahí empezó una amistad fraterna e intelectual que iba a durar más de 50 años… Le debo enormemente. Alfredo tenía idéntica edad que Fidel y 20 años más que yo. No pertenecíamos a la misma generación. Pero nos unían dos temas polémicos, centrales en nuestras vidas: el cine y la Revolución cubana.
La victoria revolucionaria de 1959 significó, a escala internacional, una conmoción política de la que no se tiene idea hoy. En el seno de la hornada de jovencísimos líderes que llegaban entonces al poder, Alfredo, marxista del 26 de Julio, poseía la particularidad de ser quizás el único intelectual, a ese nivel, venido del mundo del arte. A veces se olvida que estuvo entre el reducidísimo grupo de dirigentes que, cinco meses después de la victoria, en torno a Fidel y al Che, redactó la ley de la Reforma Agraria. Unos meses más tarde, a la cabeza del recién creado Icaic, lideró la complejísima batalla por la conquista de la hegemonía cultural dentro de la revolución. Contra, por un lado, el viejo partido comunista y, por el otro, los novísimos de Lunes. En sus determinantes Palabras a los intelectuales, Fidel zanja el debate y le entrega de hecho el bastón de mando al Icaic, o sea, a Alfredo, cuyo magisterio a partir de entonces será lo más cercano al de un ministerio de Cultura (que se creará casi 20 años después…).
«Estados Unidos, no ayudó a nadie, brilló por su ausencia, no ha enviado medicamentos, mascarillas a ninguno de sus aliados. Mientras que, por ejemplo, un pequeño país como Cuba, bloqueado, sancionado injustamente, ha enviado brigadas médicas a decenas de países para ayudar, mostrando algo, una dimensión de la que el mundo ha carecido, que es la solidaridad.»
El periodista y ensayista Ignacio Ramonet visitó a Buenos Aires y Mar del Plata. en 2013/2014
BERNARDA LLORENTE*
El periodista y ensayista español Ignacio Ramonet, que se ha dedicado en los últimos meses a analizar las transformaciones económicas, sociales y tecnológicas que está provocando la pandemia, sostiene que el debate crucial en las sociedades contemporáneas se da hoy en torno a la verdad, que ha perdido peso frente al valor de las creencias, lo que vuelve al periodismo «más necesario que nunca porque es el que viene a poner un poco de racionalidad y luz sobre lo que está pasando».
Ramonet le da jerarquía a la profesión de periodista con las mismas dosis de calidad e irreverencia, sin apartarse nunca de un sentido crítico profundo. La temática de su obra gira alrededor de la influencia de los medios de comunicación en la sociedad y la presión ideológica que ejercen las nuevas tecnologías, todo ello visto desde su posición crítica contra el neoliberalismo. Lúcido y apasionado, realizó en una entrevista con la presidenta de Télam, Bernarda Llorente, una aproximación al mundo pospandemia y al rol del periodismo en este nuevo escenario.
El también escritor y sociólogo es una voz autorizada para reflexionar sobre el futuro de los medios posCovid. Director de Le Monde Diplomatique durante casi dos décadas y promotor del Foro Social Mundial de Porto Allegre, Ramonet fue además cofundador de la organización no gubernamental Media Watch Global , observatorio Internacional de los Medios de Comunicación, y es autor o coautor de una veintena de libros, entre ellos «Un mundo sin rumbo» (1997), «La tiranía de la comunicación» (1998), «La golosina visual» (2000), «Marcos, la dignidad rebelde» (2001), «Guerras del siglo XXI» (2002), «Fidel Castro: biografía a dos voces» (2006) y «La catástrofe perfecta: crisis del siglo y refundación del porvenir» (2010).
Gran conocedor de la política latinoamericana hoy reside en Francia y es Doctor en Semiología e Historia de la Cultura por L´Ecole des Hautes Ètudes en Sciences Sociales de París y se desempeña como catedrático de Teoría de la Comunicación en la Universidad Denis-Diderot. Ha ejercido la crítica cinematográfica y escrito sobre cine en diferentes revistas.
– Télam: «Para comprender y descifrar el mundo» es el lema de Le monde Diplomatique, prestigiosa publicación dirigida por usted desde hace muchísimos años. En tiempos de reflexión imprescindible, ¿Cómo se explica el momento que estamos viviendo y cómo imaginar el mundo post pandemia?
– Ignacio Ramonet: Primero, indiscutiblemente nos está ocurriendo algo que no ocurrió nunca: la brutalidad de la pandemia, la novedad también de la pandemia. Ninguna generación humana actualmente ha tenido una experiencia de este tipo. En un ensayo que se llama «La pandemia y el sistema mundo» había definido esta pandemia como un hecho social total, porque sólo la guerra violenta, abierta y frontal se parece a lo que estamos viviendo. Es un tipo de guerra en el sentido de que perturba el conjunto de parámetros de la sociedad, ya sean los parámetros colectivos, los individuales, los económicos, sociales y culturales. El mundo entero está un poco patas para arriba por la pandemia, tenemos una experiencia de casi un año. China denunció la existencia de un nuevo virus en diciembre del año pasado, y ahora nos damos cuenta de que todas las sociedades en el planeta, todos los Estados se han visto confrontados a esta situación, algunos más, algunos menos. Hemos visto que no hay ningún gobierno, ninguna autoridad que estuviese lista, que tuviese una agenda para enfrentar esta pandemia. Algunos gobiernos lo han hecho mejor, otros lo han hecho decididamente mal, en particular el gobierno de la primera potencia mundial que es Estados Unidos, y evidentemente todo esto nos ha llevado a reflexionar sobre la fragilidad de nuestro mundo.
Estábamos en un momento en que había como una especie de orgullo desmesurado respecto a la capacidad del ser humano de tener tecnologías de punta. En particular las comunicaciones, pero también en el sentido económico, financiero. Por ejemplo, planteando la conquista de Marte. Y de repente un pequeño virus, casi invisible, ha venido a demostrarnos que dependemos pues de la naturaleza. Por otra parte, lo que no cabe duda es que la pandemia ha cambiado el mundo y debemos pensar a qué mundo vamos. Aquí también debemos ser muy prudentes, es una pregunta muy difícil de contestar, sólo podemos hacer algunas apuestas; no cabe duda de que en este momento lo que el mundo está esperando es salir de la pandemia.
– T.: Siguiendo con el lema de Le monde, ¿con qué herramientas se descifra el mundo actual? ¿Creés que los medios pueden seguir lidiando entre los poderes y la gente?
– I.R.: Creo que en cada época la tecnología comunicacional ha determinado la organización de la sociedad. Finalmente el ser humano es un ser gregario, que vive en sociedad, que vive en grupo y, por consiguiente, a lo largo de la historia cada vez que el grupo dominante ha tenido una forma diferente de comunicar, el grupo ha cambiado. Podríamos decir que, desde un punto de vista antropológico, cuando el grupo de grandes simios que éramos encontró una manera de comunicar mediante el habla, pues, ahí se flanqueó la frontera entre el animal y el humano. La humanización se hizo con la palabra o, por lo menos, aceleró ese proceso. Cuando los seres humanos empiezan a comunicarse, a transmitir y acumular experiencia, se distinguen del resto.
Cuando se inventó la escritura, que es la segunda gran revolución en la comunicación, fue en un solo lugar -no en dos o tres- y luego se expandió. Esta fue una revolución muy importante que dio nacimiento al Estado, a la religión de una manera jerarquizada, a organizaciones de carácter político y social muy diferentes. Al inventarse la imprenta en 1440, el libro y su difusión masiva cambiaron la historia de la humanidad, la historia política. Y quizás ahora, con Internet, estemos en la cuarta revolución que tiene un efecto antropológico. Cuando apareció Internet todos pensamos -como especialistas de la comunicación- que Internet permitía liberarnos de la dominación de los grandes medios. En el momento en que aparece, a finales de los años 80, la televisión predominaba sobre el resto de los medios: la prensa escrita, la radio, el cine, la fotografía. Al mismo tiempo que los grupos multimedia empezaban a fusionarse para tratar de dominar.
– T.: ¿Internet aparecía en ese momento como la respuesta democratizadora a un proceso de concentración mediática y a la necesidad de diversificar las voces y ampliar las representaciones ciudadanas?
– I.R.: Cuando aparece internet pensábamos que ante la posibilidad de circular desde el punto de vista planetario, ya no habría distancias comunicacionales: alguien en Europa podía leer un periódico mexicano, alguien en México podía leer un periódico indio. Esa especie de planetarización de la comunicación hizo que pensáramos que podíamos liberarnos de los grupos mediáticos dominantes en cada uno de nuestros países. Y de hecho fue lo que ocurrió, se produjo una democratización de la comunicación. Es lo que estamos haciendo ahora: no nos cuesta nada, es gratuito. Es la democratización de la comunicación. Ahora, ¿esto ha resuelto el problema de nuestra autonomía intelectual, de nuestra autonomía cultural, de la manipulación eventual de la comunicación? No, obviamente no.
En un artículo que publiqué recientemente digo que la historia humana se resume en un mito griego, el mito de Sísifo. Sísifo era un semidiós castigado por los dioses a subir una piedra, rodarla a lo alto de la montaña, pero cuando llegaba a lo alto la piedra rodaba de nuevo hasta abajo y Sísifo tenía que volver a subirla, y así hasta el fin de la eternidad. Bueno pues, cuando los seres humanos encuentran la solución a un problema, esa solución es otro problema. Entonces siempre los habrá. La dificultad consiste en identificar el problema y ahora ver cuál es la solución a este nuevo problema. Nosotros aspirábamos a la democratización de la comunicación para no depender de tal o cual medio. En ese sentido, tú y yo conversando ahora, no estamos pasando por ningún canal de televisión, ni una radio dominante, ni un periódico. Lo hacemos de manera autónoma. Pero para hacer esto tenemos que pasar por Zoom, y Zoom por ejemplo no existía antes de la pandemia. Uno de los efectos de la pandemia es la expansión brutal en bolsa de Zoom, que se ha transformado en una empresa millonaria y hoy ha sustituido a Skype, por ejemplo, o a otras herramientas que permitían este tipo de cosas con más protocolos tecnológicos.
Hace 25 años, en noviembre de 1995, se publicaba, en España, el primer número de Le Monde diplomatique en español, una traducción y adaptación del prestigioso mensual francés, considerado como el mejor medio del mundo consagrado a la geopolítica, fundado en 1954. Lanzarlo e instalarlo sólidamente en el panorama de las revistas españolas dedicadas a la política internacional y a los temas sociológicos más problemáticos no fueron tareas fáciles. Y hay que rendir homenaje a todos los equipos, mujeres y hombres (gerentes, administradores, secretarios, diseñadores, traductores, correctores, cartógrafos, redactores, periodistas, etc.) que tanto se han sacrificado, ofreciendo todo su talento, para que puntualmente, cada mes, nuestra revista esté en los kioscos. Y debemos agradecer a nuestros suscriptores y a nuestros lectores su gran fidelidad, su total solidaridad y su apoyo constante sin los cuales nuestra publicación no hubiese podido mantenerse tantos años.
Le Monde diplomatique en español tiene la misión y el compromiso de desvelar la realidad del mundo. Más allá de las apariencias, desgarrando el tupido velo que tejen los grandes medios dominantes para ocultar las verdades que molestan, nuestros analistas ofrecen una lectura esclarecedora de lo que ocurre en el planeta. Una lectura plural, contrastada, indócil, exigente… Apostando siempre por el pensamiento crítico y la inteligencia de los lectores. Nuestra revista no pertenece a ningún partido, a ninguna capilla, a ninguna empresa multinacional, a ninguna doctrina. La única disciplina que se impone aquí es la de pensar libremente y, en la medida de lo posible, a contracorriente.
No es nada fácil. Y menos aún en estos momentos tan dramáticos cuando esta pandemia feroz sigue acosándonos y cuando la humanidad está viviendo un momento de gran transición.
En estos 25 años, el mundo ha cambiado mucho. La geopolítica de las grandes potencias estuvo casi inmovilizada durante medio siglo, durante lo que se llamó la «guerra fría», entre el final de la Segunda Guerra Mundial (1945) y el derrumbe de la Unión Soviética (1991)… Pero en estos últimos 25 años, la historia se volvió a poner en marcha, y el mundo se mueve hacia una dirección desconocida… Las certidumbres de antaño han dejado de serlo, pero el nuevo panorama está aún bien borroso. Además, para añadir confusión, en estos últimos 25 años, el mundo ha visto la mayor revolución tecnológica en materia de comunicación desde la invención de la escritura hace cinco mil años.
Por otra parte, y como siempre que se desvanecen las certidumbres, están surgiendo nuevos temores… Al razonamiento lógico sucede el pensamiento mágico. Antes de aquella afirmación de Gramsci: «Muere el viejo mundo, el nuevo tarda en aparecer, y en ese claroscuro surgen los monstruos», ya nos había avisado Goya: «El sueño de la razón produce monstruos». Y una vez más, en estos tiempos confusos, aparecen algunos ilusionistas haciendo creer que todo se podría resolver con una varita mágica que señala al «eterno culpable» de nuestros tormentos: el extraño extranjero. Ayer judío o gitano, hoy inmigrante o musulmán. El racismo y la xenofobia ancestrales como solución elemental a complejos problemas contemporáneos… ¡Qué miseria! Pero, en efecto, en toda Europa están resurgiendo las extremas derechas y los movimientos abiertamente racistas, antisemitas e islamófobos. Es legítimo que nos preguntemos si se repetirá la historia, esta vez como farsa. Por eso, en Le Monde diplomatique en español nos oponemos con todos los recursos del racionalismo y de la democracia a esta subida de los extremismos de derecha. Nuestro análisis es que el nuevo mundo afronta, además de la pandemia de la covid-19, tres crisis globales que amenazan radicalmente el futuro de la humanidad: 1) el cambio climático; 2) las migraciones masivas; y 3) los efectos no controlados de las nuevas tecnologías.
Sobre el cambio climático no nos extenderemos porque ya es una evidencia para muchos ciudadanos… Cada uno de nosotros ha vivido recientemente, en su entorno inmediato, un fenómeno climático que jamás antes había conocido (tempestad, inundación, incendio, sequía, calor asfixiante, lluvias torrenciales, nevada catastrófica, frío extremo, vientos huracanados, etc.). Hay una toma de conciencia general a propósito de la emergencia climática; de la necesidad de modificar nuestros hábitos de consumo; de la urgencia de descarbonizar la energía; de optar por un sistema de producción que no emita gases de efecto invernadero… Porque si no detenemos el calentamiento del planeta vamos hacia el colapso de nuestra civilización. Y nos precipitamos hacia el fin del mundo…
ENTREVISTA CON EL PERIODISTA Y DIRECTOR DE LA EDICIÓN ESPAÑOLA DE LE MONDE DIPLOMATIQUE
Evidentemente hay una manera de afrontar esta cuestión desde el punto de vista sanitario que demuestra lo que se sabía ya, que Cuba es una gran potencia médica. Pero que es una gran potencia con una generosidad y solidaridad espectaculares...
El periodista Ignacio Ramonet, en una imagen de archivo. / Efe
Su nombre está asociado desde hace décadas a la publicación periodística Le Monde Diplomatique tanto en Francia como nuestro país. Este periodista y catedrático de teoría de la comunicación fue también el impulsor del movimiento ATTAC, protagonistas en el movimiento antiglobalización con eventos tan destacados como el Foro Social de Porto Alegre y las sucesivas ediciones. Prolífico autor de libros, premiado en diferentes ocasiones y Doctor Honoris Causa por varias universidades. Durante el inicio del confinamiento estuvo en Cuba. Desde allí, Ignacio Ramonet (Redondela, Galicia, 1943) escribió un extenso ensayo con sus reflexiones sobre el mundo actual y futuro en medio de una pandemia sin precedentes. De esos pensamientos, y ya desde París donde reside habitualmente, tenemos el placer de hablar con él en cuartopoder.
-Ha definido la pandemia como un “hecho social total”. ¿Qué significa?
–Es una expresión que algunos sociólogos utilizan. En particular, un sociólogo de gran referencia como Norbert Elias. ¿Qué es un hecho social total? Pues a veces en la historia se producen acontecimientos, por ejemplo una guerra, que tienen repercusiones en todos los ámbitos de la sociedad. Primero en la organización misma de la sociedad, en la economía, en la cultura, en la política, en la organización de la vida de la gente. La pandemia, tal y como nos ha sorprendido, ha funcionado y está funcionando como un hecho social total. Realmente hay pocos espacios en nuestra vida cotidiana y en la de las sociedades que no se hayan visto afectadas de manera particularmente impactante por la pandemia.
-Ha señalado, al igual que otras muchas personas, que el mundo y la vida no va a ser igual cuando acabe todo. Parece que lo tenemos todos claro
-Yo creo que sí. Bueno, todos no, ha habido una serie de intelectuales que han dicho que todo sería exactamente igual. Por ejemplo, aquí en Francia, Michel Houellebecq escribió un texto diciendo que después de la pandemia todo será igual. ¿En qué sentido todo seguirá igual? Bueno, seguiremos en una sociedad vertical, el capitalismo no se habrá derrumbado, las grandes empresas seguirán teniendo un rol determinante… En ese aspecto no cabe duda de que la estructuración, el esqueleto portador de la sociedad, probablemente no se va a mover, al menos en un primer tiempo. Pero sí que muchas cosas ya se están moviendo. Y podemos decir quizás que muchas han cambiado ya. Por ejemplo, la cuestión del teletrabajo. Hoy día es conocido que, en particular en nuestras sociedades desarrolladas, cantidad de gente piensa que ir a la oficina cada día tiene cada vez menos sentido. Y que durante estos meses se ha demostrado que se puede trabajar perfectamente igual desde casa.
«Vamos a ver muchos Gobiernos cambiar de color por los efectos de la pandemia»
Por otro lado, una parte del consumo virtual se ha podido hacer de manera virtual. Globalmente, la aceleración de toda la virtualidad, de todo el universo de internet, no cabe duda de que aunque ya estaba bien anclada en nuestras sociedades, ha conocido una aceleración muy notable. No es una casualidad que precisamente las empresas del GAFA (Google, Amazon, Facebook, Apple) sean las que más han ganado y las que menos han sufrido con esta pandemia. Así podríamos decir que muchas cosas se han modificado. Probablemente también, aunque decía antes que el capitalismo se va a mantener, el neoliberalismo como lo habíamos conocido hasta ahora probablemente no va a ser posible. Porque esta pandemia tiene tres tiempos. Estamos viviendo el tiempo sanitario, que es el más importante en esta fase. Pero ya está viniendo el tiempo económico, y la pandemia económica va a ser de una brutalidad desconocida. Las cifras últimas publicadas sobre las expectativas de la economía española, la situación de los bancos en España… Todo esto da una idea de la colosal tempestad que están viviendo las economías. Y el tercer tiempo va a ser el social. No cabe duda de que si las economías sufren, quienes van a sufrir van a ser los trabajadores a todo nivel. Por consiguiente, eso va a producir aquí y allá protestas o revueltas. Y sea electoralmente o por otras vías, vamos a ver muchos gobiernos cambiar de color por los efectos de la pandemia.
-Se está haciendo también mucho hincapié, especialmente a nivel europeo, en que la crisis no la paguen los de siempre como ocurrió en 2008. ¿Debemos ser algo optimistas con esto?
-Por ejemplo, un país del Sur cualquiera. ¿De qué vive? La mayoría viven de tres cosas. La mayoría de los países de África, América Latina, de gran parte de Asia, viven de tres cosas. O bien de las exportaciones de los productos del suelo o subsuelo, la minería o la agricultura. Segundo, de las remesas que envían sus trabajadores emigrados. Y tercero, en algunos de ellos, del turismo. Estas fuentes de recursos hoy día están muy impactadas por la pandemia. El turismo está con un encefalograma plano. Las remesas, como la mayoría de estos trabajadores está en los países desarrollados, que, evidentemente, van a entrar en una crisis colosal, van a disminuir masivamente. Como por otra parte la economía está medio paralizada, las exportaciones también están de capa caída. Entonces, imagina, cuando en un país se caen estos tres recursos, obviamente el número de quiebras va a ser colosal. Cuando quiebran las empresas, quienes sufren son los bancos. Porque han dado créditos para que las empresas funciones. Por tanto, el propio sistema bancario se puede derrumbar en muchos países.
«En Europa va a haber una gran sufrimiento social aunque haya mucho capital para ayudar»
Esto es lo que normalmente podría haber ocurrido en Europa. No va a ocurrir por el acuerdo que se logró. Porque la UE, que ve venir esta situación, está dispuesta a endeudarse sin límite para que precisamente todo el sistema bancario, que es un poco el sistema de riego sanguíneo de la economía europea, no dé quiebra y colapse. En Europa va a haber un gran sufrimiento social aunque haya mucho capital para ayudar. Pero eso no va a cambiar el hecho de que mucha gente vaya a perder su empleo. En Francia, por ejemplo, el propio presidente anunció hace dos semanas que se espera en otoño próximo la pérdida de un millón de puestos de trabajo. Es enorme, si piensas que cada puesto de trabajo hace vivir a dos o tres persona.
-Cambiando de tema, hay muchas referencias, y también las describía usted en el artículo, sobre la irrupción de la vigilancia masiva digital. Supongo que en este tipo de situaciones hay riesgos y beneficios dentro de una crisis sanitaria
-La era digital, en la que ya estábamos desde hace unos 30 años, ahora ha alcanzado una normalidad. El mundo actual es el mundo de la virtualidad. Para los que aún dudaban de si estábamos en una prolongación de la era industrial, pues ahora estamos en la era virtual y de la ciberactividad. Por consiguiente, eso significa que cada vez que toco una tecla en mi computadora, teléfono o Ipad, estoy dejando una huella de lo que hago. Por consiguiente, no cabe duda de que ahora sí que se confirma algo que algunos ya habíamos predicho desde hace bastante tiempo. Y es que los datos que cada uno damos de nosotros pasan a ser una materia prima de alto valor y que probablemente pueden transformarse en la materia prima de la era digital. Eso va a tener un valor económico en la medida en la que en el mundo del 5G y Big Data, se va a trabajar exclusivamente con datos. En el mejor de los casos para conocer mejor desde el punto de vista comercial o publicitario todas las simpatías y deseos de los individuos. Pero, además, eso va a permitir a las grandes empresas digitales y a los gobiernos e institutos de inteligencia tener un conocimiento muy fino de cada uno de nosotros.
Entonces, la idea de que precisamente haya una especie de Big Brother que conozca a cada uno de los 7.000 millones de habitantes del planeta, o los 5.000 que usan constantemente internet, eso, que era ciencia ficción cuando Orwell escribió 1984, está siendo cada día más real. Yo escribí hace poco un libro llamado El imperio de la vigilancia y creo que me quedé corto. Porque con la pandemia esto se ha confirmado completamente. Antes podían decir que era un poco paranoico y cosas así pero ahora es la realidad. Seguir leyendo IGNACIO RAMONET: “LA PANDEMIA ESTÁ ESTABLECIENDO LA CRISIS DEL MODELO NEOLIBERAL”. MIGUEL MUÑOZ→
El ex-director de Le Monde Diplomatique y analista político, Ignacio Ramonet, nos entrega su visión actual de América Latina, así como de la política estadounidense ante un continente en ebullición…
Al expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, encarcelado en la ciudad de Curitiba, en el sur del país, solo le permiten la visita de dos personas por semana. Una hora. Los jueves en la tarde, de cuatro a cinco. Hay que esperar turno. Y la lista de quienes desean verle es larga… Pero hoy 12 de septiembre, nos toca a Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz, y a mí.
Lula está en prisión, cumpliendo una pena de 12 años y 1 mes «por corrupción pasiva y lavado de dinero», pero no ha sido condenado definitivamente (aún puede apelar) y sobre todo, sus acusadores no han podido demostrar su culpabilidad. Todo ha sido una farsa. Como lo han confirmado las demoledoras revelaciones de «The Intercept », una revista de investigación on line dirigida por Glenn Greenwald. Lula ha sido víctima de la arbitrariedad más absoluta. Una trama jurídica totalmente manipulada, destinada a arruinar su popularidad y a eliminarlo de la vida política. A asesinarlo mediáticamente. Impidiendo de ese modo que pudiese presentarse y ganar las elecciones presidenciales del 2018. Una suerte de ‘golpe de estado preventivo’…
Además de ser juzgado de manera absolutamente arbitraria e indecente, Lula ha sido linchado permanentemente por los grandes grupos mediáticos dominantes -en particular O Globo-, al servicio de los intereses de los mayores empresarios, con un odio feroz y revanchista contra el mejor presidente de la historia de Brasil, que sacó de la pobreza a cuarenta millones de brasileños y creó el programa ‘hambre cero’… No se lo perdonan… Cuando falleció su hermano mayor, Genival ‘Vavá’, el más querido, no le dejaron asistir al entierro, a pesar de ser un derecho garantizado por la ley. Y cuando murió de meningitis su nietecito Arthur, de 7 años, el más allegado, sólo le permitieron ir una hora y media (!) al velatorio… Humillaciones, vejaciones, venganzas miserables…
Antes de poner rumbo hacia la cárcel -situada a unos siete kilómetros del centro de Curitiba-, nos reunimos con un grupo de personas cercanas al expresidente para que nos expliquen el contexto.
Otra vez Cien horas con Fidel, y se agradece. Esta vez con algunos añadidos. De nuevo la ocasión de acercarnos a ese padre que no nos ha soltado de la mano porque no queremos desasirnos nunca. Gracias a Ignacio Ramonet y a las editoriales implicadas por traernos esta nueva edición, doce años después de la primera.
El libro, como bien se conoce, recoge el contenido de largas conversaciones entre Ignacio Ramonet y Fidel desde principios de 2003 hasta mediados de 2005. Abarcan una amplísima diversidad de temas, que transitan desde los más personales hasta los vinculados a la gesta histórica de nuestro país, la situación internacional y las preocupaciones del líder cubano sobre la urgencia de proteger a la especie humana de un sistema suicida. Esta vez el libro que hojeamos es el resultado de una revisión cuidadosa hecha por el propio Fidel después de la primera edición, con correcciones y precisiones, cotejada incluso, con documentos conservados por la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, a cargo, entonces, de Pedro Álvarez Tabío.
También se adiciona esta vez el texto “Dos horas más con Fidel”, testimonio de un posterior encuentro del autor con el Comandante, en diciembre de 2013, un capítulo dedicado a los vínculos de Fidel con Francia y su cultura, no incluido en las versiones cubanas anteriores, y otro emotivo texto a modo de prólogo denominado “Preludio a la cuarta edición. Fidel, la fuerza del espíritu”, nacido de la primera visita de Ignacio Ramonet al monolito que guarda las cenizas del Comandante en el cementerio de Santa Ifigenia. En este “Preludio…” Ramonet reconoce, conmovido, haber percibido su presencia y su fuerza vital. Un texto poético y sincero que nos une en la orfandad sentida por el autor.
Es posible que 2017 sea recordado en la historia como el año de la Gran Muralla. ¿Por qué? Porque Donald Trump, el nuevo presidente de Estados Unidos, está decidido a edificar una monumental barrera de protección en la frontera con México para impedir, según él, la “invasión” de los inmigrantes ilegales venidos del “peligroso Sur”…
Al mandatario estadounidense, alguien debería recordarle lo que la Historia precisamente enseña: que casi nunca esas ciclópeas fortificaciones detuvieron nada. ¿No construyeron acaso los chinos, en la antigüedad, la impresionante Gran Muralla para detener a los mongoles? ¿No elevó el Imperio romano, en el norte de Inglaterra, el colosal Muro de Adriano para rechazar a los bárbaros de Escocia? Es conocido, en ambos ejemplos históricos, que los gigantescos vallados fracasaron. Los mongoles pasaron, y también los manchúes, y los caledonianos… Como seguirán pasando, hacia Estados Unidos, los mexicanos, los centroamericanos, los caribeños, los musulmanes… En la eterna dialéctica militar del escudo y la espada, la respuesta a la Gran Muralla de Donald Trump serán los miles de túneles subterráneos que probablemente los parias de la tierra ya están perforando… Seguir leyendo EL AÑO DE LA GRAN MURALLA. IGNACIO RAMONET→
Palabras de Rosa Miriam Elizalde en la presentación del libro El imperio de la vigilancia, de Ignacio Ramonet, en la Feria Internacional del Libro de La Habana, 12 de febrero de 2017.
Ignacio Ramonet en la Feria del Libro este domingo. Foto: Feria Internacional del Libro de La Habana/ Facebook
La distopía de sociedad que representó 1984, la novela de George Orwell, repleta de recursos increíbles para la vigilancia, nos tiene zambullidos hoy en un mundo extraño y contradictorio. El pasado ha vuelto. Facebook ha rescatado los “dos minutos de odio” diarios, aquel ejercicio obligatorio de los ciudadanos de Oceanía en el que todos entraban en trance, descargando su ira verbal contra el que disiente del sistema orwelliano. Los flujos de información van y vienen, invisibles por el aire y quedan almacenados en cascadas de servidores. El Big Data permite a la información interpretarse a sí misma y adelantarse a nuestras intenciones. Es un indicador de cuánto saben las grandes empresas de nosotros y lo más preocupante, expone lo fácil que está siendo convertir a las cacareadas democracias en dictaduras de la información dispuestas a encerrar a cada ciudadano en una burbuja observable, parametrizada y previsible.
El imperio de la vigilancia, de Ignacio Ramonet, parece estar escrito por Winston Smith, el protagonista de 1984, tras resucitar con el campanazo de Edward Snowden, el ex agente de la CIA que reveló las escandalosas violaciones y el espionaje masivo de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), de los Estados Unidos. Pero el tono de la lúcida aproximación a los “estados orwelianos” que ofrece este libro, parece estar marcado no tanto por lo que dijo Snowden el 7 de junio de 2013 -él en definitiva dio cuerpo a lo que ya sabíamos-, sino por la escasa conciencia o la indiferencia frente al ejército de la vigilancia y el control mundial, que hace su agosto en nombre de la lucha contra el terrorismo y al amparo del proceso de centralización que ha sufrido Internet en los últimos años. Seguir leyendo EL IMPERIO DE LA VIGILANCIA SEGÚN RAMONET. ROSA MIRIAM ELIZALDE→
Unos días después del acuerdo entre Rusia y Turquía que permitió acabar con la interminable batalla de Alepo, leí en un célebre semanario francés el siguiente comentario: “La permanente crisis de Oriente Medio está lejos de resolverse. Unos piensan que la solución pasa obligatoriamente por Rusia, mientras que otros creen que todo depende de Turquía. Aunque lo que queda claro ahora es que, de nuevo y definitivamente –por lo menos cabe desearlo–, Rusia tiene en sus manos los argumentos decisivos para poner punto final a esa crisis”. ¿Qué tiene de particular este comentario? Pues que se publicó en la revista parisina L’Illustration… el 10 de septiembre de 1853.
O sea, hace ciento sesenta y tres años la crisis de Oriente Medio ya era calificada de “permanente”. Y es probable que lo siga siendo… Aunque un parámetro importante cambia a partir de este 20 de enero: llega un nuevo presidente de Estados Unidos a la Casa Blanca: Donald Trump. ¿Puede esto modificar las cosas en esta turbulenta región? Sin ninguna duda, porque, desde finales de los años 1950, Estados Unidos es la potencia exterior que mayor influencia ejerce en esta área y porque, desde entonces, todos los presidentes estadounidenses, sin excepción, han intervenido en ella. Recordemos que el caos actual en esta zona es, en gran parte, la consecuencia de las intervenciones militares norteamericanas decididas, a partir de 1990, por los presidentes George H. Bush, Bill Clinton y George W. Bush, y por el (más reciente) azorado apoyo a las “primaveras árabes” estimuladas por Barack Obama (y su secretaria de Estado Hillary Clinton). Seguir leyendo EMPIEZA LA ERA TRUMP… IGNACIO RAMONET→
En el año más duro y más largo, en el que tantos apostaron por su tropiezo, el Presidente Nicolás Maduro, sorteando todos los escollos, todas las trampas y todas las dificultades, ha demostrado su talla excepcional de hombre de Estado.
Todo se presentaba muy complicado, a inicios de 2016, para las autoridades de Caracas. Principalmente por tres razones : 1) la oposición neoliberal había ganado las elecciones legislativas de diciembre 2015 y controlaba la Asamblea Nacional ; 2) los precios del petróleo, principal recurso de Venezuela, habían caído a su nivel más bajo en los últimos decenios ; 3) el presidente estadounidense Barack Obama había firmado una orden ejecutiva en la que declaraba que Venezuela representaba una “inusual y extraordinaria amenaza para la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos”[i].
O sea, en tres campos decisivos –el político, el económico y el geopolítico-, la revolución bolivariana parecía estar a la defensiva. Mientras que la contrarrevolución, tanto interna como externa, pensaba tener, por fin, el poder en Venezuela al alcance de la mano.
Y todo esto en un contexto de guerra mediática de larga duración contra Caracas que comenzó con la llegada al poder de Hugo Chávez en 1999 y se intensificó a partir de abril de 2013. Alcanzando unos niveles inauditos de violencia después de la elección del presidente Nicolás Maduro. Seguir leyendo LAS DIEZ VICTORIAS DEL PRESIDENTE MADURO EN 2016. IGNACIO RAMONET→
Fidel ha muerto, pero es inmortal. Pocos hombres conocieron la gloria de entrar vivos en la leyenda y en la historia. Fidel es uno de ellos. Perteneció a esa generación de insurgentes míticos – Nelson Mandela, Patrice Lumumba, Amilcar Cabral, Che Guevara, Camilo Torres, Turcios Lima, Ahmed Ben Barka – que, persiguiendo un ideal de justicia, se lanzaron, en los años 1950, a la acción política con la ambición y la esperanza de cambiar un mundo de desigualdades y de discriminaciones, marcado por el comienzo de la guerra fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos.
Trump no es un antisistema, ni obviamente un revolucionario. No censura el modelo político en sí, sino a los políticos que lo han estado piloteando. Su discurso es emocional y espontáneo. Apela a los instintos, a las tripas, no a lo cerebral, ni a la razón.
La victoria de Donald Trump (como el ‘Brexit’ en el Reino Unido, o la victoria del ‘no’ en Colombia) significa, primero, una nueva estrepitosa derrota de los grandes medios dominantes y de los institutos de sondeo y de las encuestas de opinión. Pero significa también que toda la arquitectura mundial, establecida al final de la Segunda Guerra Mundial, se ve ahora trastocada y se derrumba. Los naipes de la geopolítica se van a barajar de nuevo. Otra partida empieza. Entramos en una era nueva cuyo rasgo determinante es ‘lo desconocido’. Ahora todo puede ocurrir.
¿Cómo consiguió Trump invertir una tendencia que lo daba perdedor y lograr imponerse en la recta final de la campaña? Este personaje atípico, con sus propuestas grotescas y sus ideas sensacionalistas, ya había desbaratado hasta ahora todos los pronósticos. Frente a pesos pesados como Jeb Bush, Marco Rubio o Ted Cruz, que contaban además con el resuelto apoyo del establishment republicano, muy pocos lo veían imponerse en las primarias del Partido Republicano, y sin embargo carbonizó a sus adversarios, reduciéndolos a cenizas. Seguir leyendo IGNACIO RAMONET: LAS SIETE PROPUESTAS DE DONALD TRUMP QUE EXPLICAN SU VICTORIA→
El susto ha sido grande. Y aunque finalmente, el pasado 22 de mayo, en Austria, Norbert Hofer, el candidato de la extrema derecha, no fue elegido (por un pelín… [1]) presidente de la República, cabe preguntarse qué miedos están sintiendo los austríacos para que el 49,7% de ellos haya optado por votar a un neofascista. Seguir leyendo Los nuevos miedos→
Autopista en silencio. Foto de Claudia González Machado
Omar Gonzalez: The alter-globalization movement is being accused of certain dilettante eclecticism, paralysis, of being less precise each day. I wish you would refer to the historic process of these alternatives, their real impact, the possibilities of changing the world into a better one, and especially regarding the project which in the Porto Alegre edition of the World Social Forum makes a statement regarding what you define as an Alternative Manifest, already outlined in your article “To Resist”.