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¿QUÉ ES Y QUÉ HACE UN INTELECTUAL? LUIS BRITTO GARCÍA

LUIS BRITTO GARCÍA

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Intelectuales, inteligencia, intelócratas, intelligentzia,  incluso brillantina o pomada son términos en boga desde 1880, cuando un grupo de pensadores y artistas fija posición en Francia sobre el controvertido caso Dreyfus y tras pugnaz debate logra su  revisión. Si la terminología es novedosa, el tema  se remonta a las primeras sociedades humanas. Desde Egipto con sus escribas, China con sus mandarines, Grecia con sus filósofos  y la Edad Media con sus monjes han existido seres humanos especializados en la concepción, preservación, difusión y aplicación de ideas. ¿Cuáles de ellos pueden ser apropiadamente designados como intelectuales, en el sentido moderno?

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Para el cuarto trimestre de 2018, el Instituto Nacional de Estadística informa que  de 32.985.763 venezolanos están económicamente activos 15.947.719, cerca de  la mitad. De ellos,  15,08% son profesionales, técnicos y afines; 3,6%  gerentes, administradores o directores¸ 7,1%  empleados de oficina y afines, y 17,8% vendedores y  dependientes. Un 44,3 % de la fuerza de trabajo, aproximadamente la cuarta parte de la población,  se desempeña en labores de recolección, procesamiento y difusión de información, en las cuales prepondera aproximativamente el uso del intelecto sobre el esfuerzo físico. Se los puede catalogar por ello como trabajadores intelectuales.

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Sin trabajador intelectual no hay civilización. Desde que el  sapiens empleó por primera vez un guijarro  como herramienta, los trabajadores intelectuales originaron las más decisivas prácticas y trascendentes cambios  de la Historia. Actualmente, activan el llamado sector terciario de la economía (investigación, educación, información, turismo, entretenimiento, finanza, política) que genera cerca del 70% del PIB global. La fisonomía de un país se revela, más que por cualquier otra cosa, por la proporción de trabajadores intelectuales que aloja. Pero una mayoría de éstos sólo  aplica fórmulas y procedimientos elaborados por otros, sin añadirles ni omitirles componente  alguno. Para ser calificado de intelectual en el sentido moderno, el trabajador intelectual debe además ser creativo, proponer nuevas ideas o conocimientos o reelaborar significativamente las que existen.

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Mas no basta con desempeñarse creativamente en la generación, reelaboración o difusión de información para ser considerado intelectual en el sentido moderno. Tal designación se aplica históricamente  para aquellos que utilizan la prominencia obtenida en su campo específico para intervenir en el debate público. Newton, que  circunscribió sus estudios a las ciencias naturales, es un trabajador intelectual; Voltaire, Zola, Marx, Engels, que utilizan sus destrezas como escritores y pensadores para proponer creativamente cambios sociales y políticos, son intelectuales en el sentido moderno del término.

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Esta distinción no niega ni elude el concepto de intelectual orgánico desarrollado por Gramsci. Entre los trabajadores intelectuales la mayoría pueden ser considerados orgánicos en cuanto aplican sus destrezas específicas en instituciones de la clase a la cual pertenecen, bien para perpetuar su hegemonía o para instaurarla.  Si bien hay intelectuales que no muestran una adscripción institucional, el sentido de sus obras la suple. Pero sólo deberían ser considerados intelectuales, en el sentido contemporáneo del término, el   grupo de trabajadores intelectuales que ejerce una función creativa y además interviene  activamente en el debate público.  Noam Chosmky,  lingüista prominente  del personal académico de una institución universitaria, es asimismo persona pública, que al expresar sus opiniones puede influir e influye de hecho en el curso de los acontecimientos que comenta. 

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Esta influencia se puede ejercer incluso fuera de la voluntad del trabajador intelectual. Nadie más alejado de la intención de participar en una polémica pública que Nicolás Copérnico, quien dispuso que sus trabajos sobre el sistema heliocéntrico permanecieran inéditos hasta después de su muerte. Pero la idea expresada en ellos era de tal  relevancia, modificó  tan decisivamente nuestra percepción del mundo, que todavía hoy hablamos de revoluciones “copernicanas”. De igual forma se negó Charles Darwin a participar en el enconado debate que suscitó la publicación de El Origen de las Especies, pero sus investigaciones todavía determinan en gran parte la manera en que interpretamos la vida. Me inclino  por calificar también de intelectuales a las personas cuyo trabajo conceptual opera un decisivo efecto económico, político, social o cultura, aunque éste no haya sido programado, previsto o debatido por su autor.

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La categorización precedente incluye a los artistas. Una obra de arte es una idea expresada sensorialmente. Pocas cosas tan decisivas en el debate ideológico como las creaciones estéticas, bien por el contenido ideológico que expresan, bien  por la autoridad de que invisten las opiniones del creador. Las composiciones  de Chopin y  de Giuseppe Verdi son  poderosos agentes del resurgimiento nacional de Polonia e Italia. La Guernica de Picasso es la lápida de la sepultura ideológica del fascismo.

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Todas las revoluciones de la modernidad han sido preparadas conceptualmente por vanguardias ilustradas. Para la constitución de  éstas  es necesario un núcleo de trabajadores intelectuales con dificultades de integración social; con creatividad para formular un proyecto alternativo; que el mismo suscite adhesiones; que éstas sean validadas por un compromiso,  y que dispongan de medios de comunicación  para divulgarlo. Sin intelectual no hay revolución. Lograda ella, es indispensable comprender la realidad para planificar la nueva sociedad, defenderla  y mantener la cohesión de las clases emergentes. Sin intelectuales no hay socialismo.

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¿Qué responder a quienes menosprecian la tarea del intelectual? De una vez y para siempre  contestó de manera lapidaria al místico Weitling el joven Carlos Marx: “La ignorancia no ha servido a nadie para nada”.

LA INTELECTUALIDAD DEL CONTINENTE PUEDE CONTAR SIEMPRE CON CUBA PARA ENFRENTAR LOS DESAFÍOS ACTUALES

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El Presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, aseguró este lunes en el país austral que “la intelectualidad argentina, como la latinoamericana y caribeña, pueden contar siempre con Cuba para enfrentar los desafíos actuales. No hablo de esos que escriben manuales idiotas, aclaró, “a esos tenemos que combatirlos con nuestras ideas”.

En un diálogo entrañable con cerca de cuarenta amigos de la Isla, quienes “han contribuido durante años al sostén moral de este gran país y su pueblo”, el Jefe de Estado confesó que se preguntaba de “camino al encuentro si venía a escucharlos o a hablarles… Muchos de ustedes han sido, en cierto sentido, maestros nuestros. Nos han ayudado a conocer mejor y a interpretar el mundo, sus complejidades y desafíos”, aseveró.

Total certeza manifestó al recordar que “cuando planificamos nuestra visita a la Argentina, creímos imprescindible encontrarnos con ustedes”. Y es que “las relaciones entre la intelectualidad argentina y la Revolución cubana se comenzaron a edificar desde los primeros años del triunfo, antes aun de que todos los países del hemisferio rompieran relaciones con nosotros”, le dijo.

Imposible ignorar entonces que las “relaciones culturales entre Cuba y la Argentina tienen su origen en la profunda visión que se abrió paso en ambas sociedades acerca del papel liberador de la cultura, del pensamiento y de las ideas”.

De ahí nace también de alguna manera este encuentro de lunes, porque en Cuba, definitivamente, “hay una huella de la cultura argentina muy sólida”.

Como también lo son las relaciones entre nuestras universidades, que siguen siendo intensas, especialmente entre las escuelas de filosofía, derecho y, más reciente, de economía. “Para nuestra Academia es imprescindible la Academia argentina.”

Inevitable resultó en las palabras del Jefe de Estado la mención a los vínculos culturales de la nación sudamericana con Casa de la Américas, que desde el año 2000, el premio que otorga a los ensayos más relevantes lleva el nombre de un argentino: Ezequiel Martínez Estrada.

Una institución –reconoció- que “fue y continúa siendo lugar de forja y abrazo de nuestras identidades y culturas para dialogar entre los pueblos hermanos del hemisferio”.

La Revolución cubana, ya lo decía Fidel –subrayó Díaz-Canel- es hija de la cultura y de las ideas.

Y es esa la real fórmula para lograr la “transformación de una nación pequeña y atrasada como la nuestra y su incorporación al mapa político global”; todo gracias a la gigantesca inversión realizada en educación y cultura, en su universalización y democratización.

Precisamente la Revolución “fue la que abrió para los cubanos el acceso ilimitado al conocimiento, a la creación, al diálogo, a la formación de públicos lectores y capaces de apreciar las diferentes manifestaciones artísticas; gente que se informa y piensa, y no cree porque se lo ordenen.

“Fue la Revolución la que puso a los cubanos de a pie, tanto en versos o puntas de zapatillas de ballet, como en el camino de increíbles ingenios científicos y tecnológicos, de hallazgos biotecnológicos y bioéticos que, además, compartimos con otros.”

Al hacer un recuento de los complejos tiempos que vivimos, en momentos de retroceso político y social, el Presidente cubano mencionó la ocurrencia de golpes de Estado y asesinatos políticos; la imposición de sangrientas y corruptas dictaduras neoliberales; y la proliferación de ideas neofascistas. Al mismo tiempo, aseveró que se ensayan nuevas tecnologías represivas y de contrainsurgencia; mientras, los grandes medios monopolizan y manipulan la información y se persigue a los líderes de izquierda mediante procesos políticamente motivados.

Ante tamaños retos, resulta “imprescindible producir ideas que abran caminos, que devuelvan la espiritualidad al ser humano, ideas enaltecedoras. Todos debemos pensar, sembrar ideas y valores, mostrando el sendero de la justicia, de la verdad, la unidad y la honestidad a los pueblos”, insistió Díaz-Canel.

Ejemplificó luego cómo la Red en Defensa de la Humanidad –incluido su combativo capítulo argentino-, Telesur y otros proyectos culturales contrahegemónicos creados en los últimos años demuestran que “si nos unimos en toda nuestra diversidad, hallamos los recursos, las formas y las fuerzas necesarias para enfrentar esta guerra de símbolos y vencerla”.

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INTELECTUALES PROPONEN ARTICULAR ESFUERZOS CONTRA OLEADA FASCISTA QUE ATACA A VENEZUELA

Caricatura Guerra contra cuba y venezuela
Ilustración: Osval

MADELEINE 2«La Venezuela heroica, bolivariana y revolucionaria es la que convoca a los pueblos hermanos del continente y del mundo», expresó ayer, en acto efectuado en la embajada de Venezuela en Cuba, Ernesto Villegas, ministro del Poder Popular para la Cultura de la hermana nación, en ocasión de que el capítulo cubano de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad (REDH) suscribiera la Carta a los pueblos del mundo, etiquetada con la rúbrica No+Trump #noMoretrump, que dirige el Gobierno venezolano a António Guterres, secretario general de la onu, la cual ha sido firmada por millones de hombres de bien.

En presencia de Adán Chávez, embajador de Venezuela en Cuba; Omar González, presidente del capítulo cubano de la REDH; Alpidio Alonso, ministro de Cultura; Abel Prieto, director de la Oficina del Programa Martiano, y Pedro Calzadilla, coordinador general de la REDH –a cargo de la lectura del documento– el capítulo cubano de la Red, en nombre de sus miembros, se sumó, mediante firmas y voces, a la postura internacional que denuncia el bloqueo y la brutal campaña de Estados Unidos contra la patria de Bolívar.

«A lo largo de su historia, ningún gobierno venezolano ha enviado su fuerza armada para agredir a nadie, salvo para liberar a sus hermanos del primer colonialismo invasor», reza el documento que deja explícito con sólidos argumentos que Venezuela no constituye una amenaza para nadie y jamás ha pretendido dominar ni explotar a ningún pueblo».

A propósito de la carta, en la que se solicita «se exija el cese de esta brutal agresión contra esta Patria»; se activen «los mecanismos existentes para la protección del pueblo venezolano, y se garantice el pleno derecho que tienen todos sus habitantes al desarrollo humano y a la vida plena», fue enunciada, en la voz de los presentes, la postura de los intelectuales de la Isla.

Omar González ratificó, en nombre del capítulo cubano, la solidaridad con Venezuela, lo cual agradeció en primer lugar Adán Chávez, quien recordó el papel de Fidel y Chávez en la conformación de la red.

«Venezuela es hoy la primera trinchera contra la oleada fascista», dijo Abel Prieto, quien aseguró que la Red tiene ahora la urgencia de trabajar en articular los empeños de toda la gente digna de este mundo que somos mayoría.

Para Alpidio Alonso, la presente convocatoria es la oportunidad que tenemos hoy de servir. «Todos los días debemos preguntarnos qué más podemos hacer por servir a Venezuela», expresó y recordó que lo que ocurre en ese país es también nuestro problema, por lo que la contraofensiva fascista nos implica a todos. «Estamos llamados a actuar. Hace falta enterar a todos de la verdad», para que venzan el bien y el amor, comentó.

En una sentida charla, Villegas transmitió el saludo enviado por el presidente Nicolás Maduro a los firmantes, a la vez que saludó al Presidente Miguel Díaz-Canel y al Partido. Consciente de que los intelectuales y artistas son los adelantados en la sensibilidad de los pueblos, expresó que «no tiene nada extraño que cuando se les convoque sean los primeros en la línea de combate».

«Lo que está viviendo el planeta solamente un insensible podría mantenerlo en la indiferencia. La causa venezolana, como la de la Cuba revolucionaria, es la causa de la humanidad», subrayó.

Fuente: GRANMA

ANTONIO GRAMSCI: LA CULTURA Y LOS INTELECTUALES. ARNALDO CÓRDOVA

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ARNALDO CÓRDOVA / LA JORNADA

En este joven solitario, sin afectos, sin alegrías, debe darse una gran
tortura interior, una disidencia terrible que lo ha conducido a hacerse,
interiormente, casi de modo inconsciente, apóstol y asceta. Su tortura ha
comenzado con sus condiciones físicas: es jorobado y está consumido
por enfermedades nerviosas. Ésta su vida constantemente pura y seria ha
hecho, desde luego, que en Turín, aunque no sea renombrado
públicamente tenga, empero, una influencia grandísima en todos los
ambientes socialistas y la sección turinesa siga sus directivas. Por él todos
los jóvenes socialistas tienen una admiración y una fe entusiastas.
Intransigente, hombre de partido, a veces casi feroz, ejercita su crítica
también en contra de sus compañeros, no por polémica personal o
cultural, sino por una necesidad insaciable de sinceridad. En el
partido cumple una función de verdadera moralidad.

Piero Gobetti, carta a Giuseppe Prezzolini
del 25/VI/1920, Carteggio. 1918-1922

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Gramsci niño.

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Antonio Gramsci (Ales, provincia de Cagliari, en Cerdeña, 1891-Roma, 1939) es el más grande pensador marxista que se haya dedicado al estudio del papel de la cultura y de sus creadores, los intelectuales, en la vida social, económica y política. Sus estudios, él mismo lo anticipaba, no pretendían ser de carácter sociológico, sino, precisamente, culturales e históricos (Quaderni del carcere, Einaudi, Torino, 1975, p. 1515). Ningún otro estudioso, de hecho, de ninguna tendencia ideológica o filosófica, ha aportado lo que Gramsci a la comprensión del rol que la cultura y la creación espiritual y, sobre todo, los intelectuales, desempeñan en la vida social en todos sus aspectos en el mundo moderno. Él es único entre los marxistas, porque ninguno se había ocupado de esta crucial temática. Y resulta único entre todos los que han estudiado los fenómenos culturales y espirituales de la sociedad, porque ninguno llegó a los hallazgos que él logró.

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Gramsci en la cárcel

Para Gramsci no es que existan, dualísticamente, por un lado, la realidad ciega y, por el otro, la inteligencia y el pensamiento organizado. Mientras el hombre exista, el pensamiento será siempre parte indisoluble de la realidad. Donde el hombre existe, éste forma parte de la realidad primaria y siempre será la fuerza motriz y dinámica de la realidad material. El pensamiento en abstracto, existente por sí mismo, es una necedad; la empiria que opera ciegamente es un sinsentido.Gramsci jamás creyó en fatalismos materialistas o determinismos económicos. Para él, el mundo es el escenario de la vida social, en el que los hombres, con todas sus capacidades espirituales y todas sus energías naturales, actúan y crean su vida en sociedad. Los hombres, al actuar en el mundo, crean la cultura, que es la obra humana en la realidad natural. Pueden destruirlo todo, es posible; pero incluso eso es obra suya y no hay fuerzas ocultas en la naturaleza que lo obliguen a hacer lo que no quiere o él mismo no decide. Las llamadas fuerzas productivas de la sociedad, que los marxistas convirtieron en un fetiche con poderes demiúrgicos, no son sólo “cosas”, fuerzas ciegas de la naturaleza, sino y sobre todo, inteligencia aplicada, pensamiento organizado y voluntad de crear y de cambiar en la realidad. Seguir leyendo ANTONIO GRAMSCI: LA CULTURA Y LOS INTELECTUALES. ARNALDO CÓRDOVA