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IZQUIERDA LATINOCARIBEÑA EN 2019 (I). ÁNGEL GUERRA CABRERA

CHILE, PROTESTAS

ÁNGEL GUERRA CABRERA

GUERRITAEn 2019, se demostró la falacia que auguraba el fin del “ciclo” progresista en América Latina y el Caribe. Bastaría con citar las rotundas victorias electorales de Andrés Manuel López Obrador en México y Alberto Fernández en Argentina para refutarla. No obstante, la aseveración sobre el fin del ciclo se basaba en hechos reales y muy lamentables, pero a la vez aleccionadores para las fuerzas populares, progresistas y revolucionarias. Después de todo, la irrupción de gobiernos populares iniciada posteriormente al arribo a la presidencia de Venezuela por Hugo Chávez en 1999 parecía no solo estar en retroceso sino haberse detenido en 2016 tras dos derrotas muy graves para el movimiento popular en Nuestra América: el desplazamiento de la Casa Rosada en diciembre de 2015  del Frente para la Victoria, gracias al triunfo electoral de una coalición neoliberal  y proimperialista encabezada por Mauricio Macri; y el golpe de Estado mediático-judicial-parlamentario contra la presidenta de Brasil Dilma Rousseff en agosto del año siguiente. El golpe llevó una pandilla de bandidos al Planalto que, como ya había hecho el macrismo en el país rioplatense, inició de inmediato un gobierno para el 1 por ciento: desmantelamiento del andamiaje de defensa de la soberanía nacional y protección social instaurado por los gobiernos del PT, especulación financiera desenfrenada y venta a las transnacionales de los recursos naturales y bienes públicos. Aunque estas fueron las más costosas derrotas para la izquierda en el período analizado, no fueron las únicas. En 2009, un golpe de Estado militar evidentemente orquestado por Estados Unidos derrocó al gobierno del presidente Manuel Zelaya, quien había ingresado a Petrocaribe, a la Alba y promovido una política exterior digna y soberana. Cuatro años después era derribado por un golpe parlamentario-mediático el presidente de Paraguay, Fernando Lugo, notable adherente del progresismo. A esto debe añadirse la artera traición de Lenín Moreno a sus compañeras y compañeros de la Revolución Ciudadana, al pueblo de Ecuador y a su propio discurso desde que se integró al primer gobierno del presidente Rafael Correa hasta que resultó electo a la primera magistratura del país, que impulsó un retroceso al vapor al neoliberalismo y un entreguismo sin precedente a Washington. De la misma manera, la injusta y perversa condena de cárcel al expresidente brasileño Lula da Silva en abril de 2019, maniobra evidente del imperialismo yanqui y la oligarquía local para impedir su segura victoria en la elección presidencial de octubre de ese año.  Como resultado, la elección de Jair Bolsonaro constituyó un refuerzo a las posturas ultraderechistas no solo en la región sino en el mundo; y a la profundización de las políticas neoliberales y las actitudes aun más obsecuentes hacia el imperialismo, también traídas a sus países por los nefastos presidentes Sebastián Piñera e Iván Duque.

A consecuencia de este devenir, sufrieron también rudos golpes organismos como Unasur -hoy deshecho- y la Celac -en estado de parálisis- que, nacidos después de 2004, habían logrado dar importantes pasos hacia la unidad, integración y concertación política soberanas de América Latina y el Caribe. A su vez, Petrocaribe y la Alba fueron impactados por las consecuencias de la caída en los precios del petróleo y, sobre todo, del recrudecimiento cada vez mayor de la guerra económica estadounidense contra Venezuela y Cuba.

Pero lo más sobresaliente de este año han sido tres factores de enorme trascendencia y ambos constituyen victorias indiscutibles para las fuerzas revolucionarias y progresistas, además de los ya citados triunfos electorales en México y Argentina. El primero son las grandes protestas populares que recorren el continente desde el primer trimestre del año, que han puesto contra las cuerdas a los gobiernos de varios países de la región, muy especialmente al de Piñera en Chile y al de Uribe-Duque en Ecuador. Contrasta la estabilidad y el orden existente en Cuba, Venezuela, Nicaragua y México con la situación de impopularidad de los gobiernos de derecha, prendidos con alfileres y sostenidos fundamentalmente por el apoyo de Estados Unidos. Es un hecho que el neoliberalismo no puede gobernar más al sur del río Bravo sin infringir brutalmente las reglas de la democracia liberal. El segundo factor es la denodada resistencia y batalla por su desarrollo de Cuba y Venezuela, cada una en su circunstancia, contra la implacable y creciente guerra económica de Washington, signada en el caso venezolano por el golpe permanente y por graves hechos de violencia contrarrevolucionaria. El tercero es el relevante papel de los países miembros del Caricom en la defensa de los principios del derecho internacional, como se vio el 19 de diciembre con la paliza a Estados Unidos y a Almagro en la OEA y en otros hechos de este año. El golpe de Estado en Bolivia, la derrota electoral del Frente Amplio de Uruguay y un par de asuntos más quedan para la siguiente entrega.

Twitter:@aguerraguerra

LA FURIA DEL HECHICERO Y LA VENGANZA DE ROGER CASEMENT. ATILIO A. BORÓN

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ATILIO A. BORÓN

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Días pasados Mario Vargas Llosa descargó otra de sus habituales diatribas sobre los gobiernos y líderes progresistas y de izquierda de Latinoamérica. [1] Pero en esta oportunidad dio un paso más y no se privó de atacar también a los electorados que, según su peculiar visión, al elegir a gobiernos “populistas” optan por la barbarie y el atraso de la tribu en lugar de disfrutar las mieles de la civilización capitalista. El novelista está furioso porque algunos países de Latinoamérica no parecen dispuestos a querer avanzar por el sendero neoliberal que él les viene proponiendo desde hace tanto tiempo.

Como no podía ser de otro modo objeto preferente de su ojeriza  es el gobierno de Nicolás Maduro. Desde el confort y el lujo de la deliciosa Marbella descerraja sus disparos contra Diosdado Cabello, quien le pidió a su gente que “recurran al trueque para desterrar del país de una vez por todas la moneda imperialista.” El novelista abunda en el asunto y denuncia tarde lo que el gobierno bolivariano viene denunciando hace años: que como parte de la guerra económica que Washington le declaró a Venezuela las mafias vinculadas a los capos del imperio se apoderan de cuanto bolívar circula en el mercado, se los llevan a Colombia y dejan a la población sin circulante para hacer sus compras. Esto no es producto de la lógica del mercado sino una perversa artimaña destinada a fomentar el malhumor social y potenciar el descontento con el gobierno, apostando a que estas penurias provocarán la tan esperada insurrección popular que ponga fin al gobierno de Maduro. En otras palabras: planificar el caos económico y social y sentarse a esperar que maduren las condiciones para la revuelta popular. Pero el señalamiento de Vargas Llosa se detiene, no por obra del azar o el descuido, en el engañoso mundo de las apariencias dado que omite identificar las causas que originan la desaparición del circulante y los objetivos que la Casa Blanca persigue con esta maniobra. Oculta a sabiendas que esta operación es una de las vigas maestras de las “guerras de quinta generación” (también llamadas “guerras híbridas”) que lleva a la práctica el imperio. [2] Guerras que ya no se libran con armas convencionales sino por medio de la conquista de las mentes y los corazones de los pueblos, sembrando el caos, promoviendo el odio y la ira, incentivando el temor y canalizando todas estas frustraciones hacia el gobierno que Estados Unidos desea destruir.  En suma: ganar una guerra sin disparar una sola bala y confiando en la eficacia de la “artillería del pensamiento”, como advirtiera Hugo Chávez.

El diagnóstico del novelista es categórico: “lo que ha hecho con Venezuela el ‘socialismo del siglo XXI’ es uno de los peores cataclismos de la historia.”  Puede ser, porque lo ha reconocido el propio gobierno bolivariano. Pero no basta con constatar un crimen de lesa humanidad: hay que investigar quién es el culpable, el autor intelectual y el agente material responsable de esta situación. Recordemos: no fueron también cataclismos los que ocasionó Estados Unidos en Irak, en Libia, en Siria, antes en Chile, Nicaragua, Haití, República Dominicana, Granada y por supuesto en Vietnam y en Indonesia, Camboya, Laos como antes lo produjeron los ataques de la Alemania nazi en Francia, Italia e Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial. Todos los países víctimas de una agresión sufren terribles penurias, pero nadie en su sano juicio puede culpar a los agredidos por sus padecimientos. Al escritor no se le puede escapar el hecho de que Venezuela es víctima de una guerra de una crueldad infinita, que se ha cobrado miles de muertos por el bloqueo en el suministro de alimentos y medicamentos por lo que debe enfrentar una situación humanitaria de extrema gravedad. [3] Pero ¿desde cuándo la responsabilidad de esta tragedia recae sobre la víctima y no sobre los hampones, amigos y protectores de Vargas Llosa, que son los que perpetran el crimen de la guerra?

En la  alucinada visión del novelista Estados Unidos es exaltado como la indiscutible vanguardia de la civilización, y por lo tanto incapaz de hacer el mal. Éste lo hacen los malos gobiernos que eligen los incorregibles latinoamericanos y nada debe culparse a Washington por nuestros infortunios. Al idealizar a Estados Unidos el escritor barre bajo la alfombra a una sociedad alienada  y alienante que cada semana produce un asesinato colectivo perpetrado por un humanoide que «oye voces» que le ordenan entrar a una iglesia, una escuela, un hospital o una cafetería y disparar a mansalva:  o un veterano desquiciado en las guerras de Irak, Siria o Afganistán, o un drogadicto enloquecido deseoso de vengarse de una sociedad que lo redujo a tan desgraciada condición. Nada de esto dice el locuaz y prolífico escritor. También obvia la existencia de 50 millones de estadounidenses que viven bajo la línea de la pobreza y los otros tantos que están apenas por encima y que comen cuando pueden gracias a las “food stamps”; o la de los poco más de 550.000  «homeless» diseminados a lo largo y a lo ancho de todo el país; o la del 25 por ciento de la población de Estados Unidos que no tiene asistencia médica alguna o que la tiene en grado insuficiente.[4]  Esto para ni hablar de una «civilización» que perpetró los dos mayores atentados terroristas de la historia de la humanidad al reducir en instantes a cenizas a más de doscientas mil personas inocentes cuyo único delito había sido vivir en Hiroshima y Nagasaki.

LA FURIA DEL HECHICERO

Incapaz de controlar el  sesgo ideológico que tanto lo ofusca el autor de Conversación en la Catedral clama por los “cuatro millones de venezolanos” que han huido del país, pero cierra beatíficamente sus ojos ante los ocho millones de desplazados en Colombia, oficialmente reconocidos por las autoridades de ese país. Cuatro millones (suponiendo que sean cuatro) que huyen de Venezuela es una catástrofe; ocho millones que abandonan los campos colombianos es un agradable paseo que no despierta el menor reproche en el rencoroso escritor. Peor aún, en su desbocada iracundia se congratula de que Chile “progrese a pasos de gigante” al igual que en  “Colombia, donde la democracia funciona y parece hacer avances pese a todas las deficiencias del llamado ‘proceso de paz’.” Es obvio que el novelista extravía por completo el rumbo cuando abandona el terreno de la ficción -en el que se mueve con indiscutible maestría- y pretende instalarse como un cronista objetivo y profundo de su época. Para su desazón hay que decir que en este terreno es apenas un diletante.

Por ejemplo, se escandaliza de las “gigantescas fortunas” fugadas por la dirigencia chavista sin aportar, como ocurre invariablemente en sus frecuentes libelos, un solo dato concreto o una sola fuente objetiva sobre la cual apoyar sus denuncias. Pero seré solidario con él y le ofreceré una información que seguramente le será de utilidad: bajo el gobierno de su admirado amigo Mauricio Macri fugaron de la Argentina, entre el 1º de Enero del 2016 y el 30 de Junio de 2019,  la friolera de 70.200 millones de dólares, a razón de 54 millones de dólares día a día, incluyendo sábados, domingos y “fiestas de guardar.” Son datos oficiales del Banco Central. Pero como se trata de un amigo el novelista seguramente se llamará a silencio ante este descomunal saqueo. Prefiere fantasear con el dinero que los chavistas habrían fugado de Venezuela y no meter sus narices en los delitos cometidos por sus amigos y auspiciantes. Seguir leyendo LA FURIA DEL HECHICERO Y LA VENGANZA DE ROGER CASEMENT. ATILIO A. BORÓN

AMAURI CHAMORRO: RELATOS DESDE LA IZQUIERDA. MARYLÍN LUIS GRILLO

Entre law fare, fake news y otras tantas agresiones en América Latina, el comunicador ecuatoriano Amauri Chamorro nos habla de nuevos códigos y de una juventud comprometida con causas justas a la que hay que emocionar.
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Amauri Chamorro. Foto: Roberto Suárez

MARYLÍN LUIS GRILLO

MARILYN JRUn día antes había inundado el aula del Instituto Internacional de Periodismo José Martí con lecciones sobre América Latina.

Habló del progresismo y de las revoluciones. Dijo también que las izquierdas de la región habían creado una burguesía y destacó el error comunicacional en los reveses de las campañas políticas, pero —afirmó— no fue el único.

Amauri Chamorro se define a sí mismo en Twitter, donde tiene casi 15 000 seguidores, como un «soldado de la segunda independencia de América Latina. Ms. en Comunicación política, estratega, consultor, analista, escribo en “portuñol”».

Lo último se entiende por los tantos años que ha vivido en Brasil (allí incluso se formó profesionalmente y trabaja ahora) y por su origen ecuatoriano. Fue, durante muchos años, parte del equipo de trabajo del expresidente Rafael Correa.

Cuando lo entrevisto en La Habana viste informal, escribe en su laptop mientras toma café y fuma un tabaco, recibe numerosas llamadas y usa un pulóver de «Zapata vive».

—¿Cómo se entiende que la izquierda latinoamericana haya reafirmado el capitalismo?

—Económicamente lo que hizo el progresismo latinoamericano a través de la llegada de estos presidentes fue insertar a la gente a la sociedad de consumo. El primer paso fue entregarle a la ciudadanía más capacidad de endeudarse: tuvieron más acceso a los bancos, a comprar a crédito su casa, aumentaron su sueldo, comenzaron a tener más trabajo, mejores condiciones laborales. También llegaron, obviamente, los procesos de justicia social, los derechos al acceso a más educación, salud, a la vivienda… Pero el gran avance fue material.

«Eso permitió que a lo largo de diez años, cuando surge una nueva generación que no pudo ser acompañada con una transformación cultural de la percepción de su sujeto histórico sobre los factores que posibilitaron que tuviera una mejor calidad de vida, no le permitieron entender que había mucho que avanzar y que su avance material era apenas uno de los pasos a lograr.

«Si vemos eso desde un punto de vista sociológico, filosófico, económico, lo que hicimos fue reafirmar el capitalismo. Si las personas no tuvieron una condición de percibir que el progresismo les había dado muchas más cosas que apenas una mayor capacidad de consumo, entonces reafirmamos ese capitalismo, esos valores capitalistas en el que yo construyo la percepción de lo que soy, de mi entorno y de mi familia a partir de la capacidad que tengo de comprar cosas».

ASIMETRÍAS Y NUEVAS GUERRAS

El 6 de diciembre de 1998, Hugo Rafael Chávez Frías gana las elecciones presidenciales de Venezuela con el 56,2 por ciento de los votos. Ese fue un punto neurálgico en el cambio que Latinoamérica viviría en los 2000.

Luego llegaría Lula en BrasilNéstor y Cristina Kirchner en ArgentinaEvo Morales en BoliviaRafael Correa en EcuadorDaniel Ortega vuelve en Nicaragua y Pepe Mujica en Uruguay.

«Cuando el progresismo llegó a las presidencias, cuando se convirtió en una opción política real de sustituir por vías democráticas el neoliberalismo que se instauró en América Latina durante los años 90 del pasado siglo, en aquel entonces dialogaba con un gran grupo de electores pero que en su mayoría eran pobres, eran los que no tenían acceso a ese consumo, no tenían acceso a los hospitales, a la educación», prosigue Chamorro.

«Al llegar el progresismo hablaba de la conquista de esos derechos, sobre un mundo mejor, sobre una mejor vida, sobre superar esa pobreza; solo que cuando eso cambia la gente ya no está preocupada por si iba a tener trabajo o no.

El progresismo continuó hablando a esas mismas personas como les hablaba anteriormente; no renovó sus códigos, no habló más sobre el futuro, hablaba sobre el pasado: “Mira lo que yo he logrado, mira los hospitales, mira lo que yo he hecho”, y en un país que tiene una sociedad capitalista, como la nuestra, tienes que, continuamente estarles hablando sobre el futuro, sobre las nuevas conquistas. Seguir leyendo AMAURI CHAMORRO: RELATOS DESDE LA IZQUIERDA. MARYLÍN LUIS GRILLO

POR LULA, CRISTINA, CORREA Y MADURO. ÁNGEL GUERRA CABRERA

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  ÁNGEL GUERRA CABRERA

El miércoles 22 Evo Morales tuiteaba: nos unimos al pronunciamiento de la Red de Intelectuales que denuncia acción injerencista de Estados Unidos para derribar el gobierno de Venezuela, e impulsa persecución mediática y judicial contra hermanos Lula, Correa y Cristina.

Ante los continuos triunfos electorales de las fuerzas populares y progresistas y el éxito de sus gobiernos en el combate al neoliberalismo al en elevar el bienestar de nuestros pueblos, Washington y las derechas locales optaron por la tremenda. Lanzaron una contraofensiva integral basada en el esquema de las revoluciones de colores de Eugene Sharp, fundador y cabecilla de la organización ultraderechista Open Society, cuyo historial golpista y desestabilizador recorre la geografía planetaria donde quiera que haya gobiernos que no son del agrado de Estados Unidos.

Evidenciando una vez más en nuestra historia que solo respetan las reglas de la democracia representativa cuando los favorecen, el imperialismo yanqui y las derechas iniciaron una cadena de golpes de Estado contra los gobiernos progresistas. La primera víctima fue la pequeña Honduras, donde derribaron al presidente Manuel Zelaya(2009) por la fuerza de las armas, para lo que contaron con apoyo judicial, parlamentario y mediático. Siguieron los golpes contra el presidente Fernando Lugo en Paraguay(2012) y contra su homóloga Dilma Rousseff(2016) en el gigantesco Brasil.

Pero también ha habido varios intentos derrotados de golpe contra los gobiernos populares. El caso paradigmático es Venezuela por haberse utilizado casi la totalidad de los recursos de la guerra no convencional, híbrida o de cuarta generación. Por solo mencionar algunas acciones muy relevantes, se produjo el golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez en 2002, precedido de un paro patronal y seguido a los pocos meses del paro petrolero, que paralizó la principal industria del país a un costo de miles de millones de dólares. El golpe llegó a sacar del gobierno a Chávez pero duró escasas 48 horas al reinstalar al líder venezolano luego de un contundente contragolpe popular-militar sin precedente. Allí se soldó la unidad cívico-militar que ha vencido los numerosos intentos de derrocar al chavismo, encarnado en los últimos años por el presidente Nicolás Maduro. Entre ellos, las feroces guarimbas de 2014 y 2017, el recrudecimiento sin límites de la criminal guerra económica y mediática y el recientemente frustrado intento de magnicidio contra el mandatario venezolano. No es casual, este estaba por lanzar una verdadera revolución económica y financiera dentro de la revolución, que golpeará muy duro a la especulación contra la economía popular y rompe con el dólar como moneda de cambio.

También fueron objeto de graves intentos de derrocamiento los presidentes Evo Morales (2008) y Rafael Correa (2010), los que, dada su esencia, no pueden calificarse sino de golpes de Estado de nueva generación. Ambos requirieron de una acción enérgica de UNASUR, hoy en proceso de liquidación por el actual gobierno ecuatoriano y otros gobiernos de derecha de América del Sur.  Seguir leyendo POR LULA, CRISTINA, CORREA Y MADURO. ÁNGEL GUERRA CABRERA

CLAVES DE LA DISPUTA POLÍTICA EN ECUADOR

Claves de la disputa política en Ecuador

La crisis política del partido de gobierno (Alianza País-AP) ha trastocado las expectativas de la izquierda ecuatoriana y latinoamericana que, hace apenas seis meses, respiraba aliviada con la llegada de Lenín Moreno al Palacio de Carondelet. Ex vicepresidente de Rafael Correa y legitimado por un proyecto social en favor de las personas con discapacidad, Moreno aglutinaba las fuerzas de la continuidad. Siempre se esperó que el estilo fuese otro, pero pocos auguraban que las diferencias llegaran tan rápido y con el ritmo vertiginoso con que ocurrieron.

¿Cuál es la disputa real en Ecuador que parece no menguar? ¿Cuáles son las perspectivas para un proyecto que venía ganando catorce elecciones consecutivas y hoy tiembla en sus bases?  Proponemos algunas claves para entender cuáles son los elementos centrales de una disputa por la apropiación del liderazgo, que hoy se organizan en torno a un propósito claro: desestructurar la figura de Correa y desplazarlo de un escenario de gravitación.

La construcción del liderazgo de Lenín Moreno

Lenín Moreno ya advertía en la primera vuelta electoral: “El estilo será otro”. Con ello proponía un nuevo liderazgo, más conciliador con los que, según él, Correa había dejado de lado. Insistía en volver a los “actores”. Restañar las heridas. Después de diez años de gestión, del impacto de la crisis económica internacional y de un liderazgo envolvente, muchos consideraban que una parte de la sociedad quería cambios en el modo en como éste se administraba o se ejercía. Una sociedad que apoyaba la continuidad de algunas políticas e instituciones que dejó el correísmo con la aparición de un estilo de conducción distinto. El gran Diálogo Nacional –que inició Lenín Moreno– comenzó a aglutinar a todos los espacios partidarios, tanto a aquellos que se opusieron a la Revolución Ciudadana desde el primer momento como aquellos que se fueron oponiendo al transcurrir los años correístas. Invitó a aquellos que hace pocos días atrás le habían desprestigiado y denigrado en la campaña electoral. Esto, de alguna manera, suscitó la primera tensión que Moreno introdujo al liderazgo de Correa y a las fronteras políticas que éste y AP habían delineado. Un acercamiento a la nueva y antigua partidocracia, desde los Bucaram, sinónimo de corrupción, hasta Mauricio Rodas, quien llamó a la desobediencia y a la violencia en la segunda vuelta electoral. La segunda tensión que exacerbó la disputa entre liderazgos fue que esta política era apoyada por la banca, los medios de comunicación y toda la élite empresarial. Lenín Moreno, así, ensayaba una nueva geometría del poder. Mostrar esa capacidad política pateó el tablero de los dirigentes de AP que apoyaban la anterior configuración del poder presidencial.

Estas tensiones se produjeron al calor de la afirmación del nuevo estilo de liderazgo. Una perspectiva sobre el mismo y un actor clave jugarían un papel protagónico en este proceso. La perspectiva moralista y regeneracionista de Lenín Moreno –que enlaza desde una mirada pentecostalista y de cálculo político– y los medios de comunicación establecieron dos contrafiguras: Correa el “mafioso” y Moreno el “alma bella”. No se puede negar que, con su propuesta, el presidente actual capturó cierto apoyo social gracias a una figura antagónica al estilo del presidente Correa. Seguramente, también perdió el apoyo de aquellos que salieron a votar en segunda vuelta por Correa.  Seguir leyendo CLAVES DE LA DISPUTA POLÍTICA EN ECUADOR

«ME PARECE UN DESPERDICIO DE FUERZA QUE TANTOS MILITANTES DE IZQUIERDA ESTÉN DE PLEITOS CON EL GENERAL TORRIJOS». GABO

torrijos-5EL GENERAL TORRIJOS SÍ TIENE QUIEN LE ESCRIBA

gabo-7GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ / REVISTA ALTERNATIVA

El general Torrijos, jefe de gobierno de Panamá, dio hace pocos días una prueba terminante de su valor personal. Recibió él solo a veinte mujeres periodistas de México, y durante cuarenta y ocho horas conversó con ellas sin más interrupciones que las esenciales para dormir. Al tercer día, por su­puesto, ni él mismo recordaba qué cosas había dicho en realidad. De modo que optó por la fórmula sabia: rectificó algunas opiniones que sin duda eran suyas pero que no era prudente publicar, patrocinó otras que no eran suyas pero habían sido bien inventadas por las periodistas, y dejó el res­to navegando en la duda.

En medio de tantas cosas, el general Torrijos reveló que yo tenía algo que ver con las conversaciones que se adelantaban entre él y algunos de los exiliados de la izquierda panameña. Puesto que él –que es el dueño de la noticia– no ha tenido ningún inconveniente en revelarlo, creo que tampoco yo debo tener ninguno para agregar otros datos, de modo que se sepa de una vez cómo es que estoy metido en estas cosas que parecen tan ajenas a la literatura.  Seguir leyendo «ME PARECE UN DESPERDICIO DE FUERZA QUE TANTOS MILITANTES DE IZQUIERDA ESTÉN DE PLEITOS CON EL GENERAL TORRIJOS». GABO

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