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80 AÑOS DE LUIS BRITTO GARCÍA. JOSÉ LUIS DÍAZ-GRANADOS

El gran escritor venezolano Luis Britto García y el poeta colombiano José Luis Díaz-Granados, en Caracas, Venezuela, el 10 de enero de 2019.

JOSÉ LUIS DÍAZ-GRANADOS

En 1970, los jóvenes que nos estábamos iniciando en el difícil, hermoso y hechizante oficio de escribir, nos congratulamos al recibir la noticiade que un contemporáneo nuestro, el narrador venezolano Luis Britto García, acababa de recibir el Premio Casa de las Américas por su novela *Rajatabla, *en La Habana, Cuba.

Britto García —nacido en Caracas el 9 de octubre de 1940, exactamente el mismo día del mismo mes y del mismo año que vino al mundo John Lennon—, adhirió desde su febril adolescencia las disciplinas de la creación literaria y la militancia política en la izquierda revolucionaria, pasiones que sigue cultivando con actitud incondicional hasta el día de hoy.

Este hombre bueno, culto y noble de espíritu, cuando tenía apenas quince años, participó activamente en las multitudinarias y sucesivas manifestaciones en contra de la dictadura militar del general Marcos Pérez Jiménez, la cual se cayó en enero de 1958, cuando el déspota huyó despavoridamente a Miami “como un conejo sonámbulo”, al decir de Pablo Neruda en su famosa *Canción de gesta.*

Años después, Luis Britto García recibió el título de Doctor en Derecho en la Universidad Central de Venezuela. En la “década prodigiosa” fundó y dirigió periódicos literarios y humorísticos (donde colaboraba además con caricaturas), como *Clarín *y*La Pava Macha.*

Su vocación literaria ha sido reconocida a lo largo de más de cincuenta y cinco años fecundos con galardones como el Premio Nacional de Literatura, el Premio Nacional de Teatro Juana Sujo,**por *Venezuela Tuya, *el Premio Municipal de Teatro por *El tirano Aguirre o la conquista de , *el Premio Municipal de Ensayo por *Demonios del mar: corsarios y piratas en Venezuela, *y el Premio Ezequiel Martínez Estrada, en La Habana, entre otras distinciones.

Su obra literaria es multifacética y abundante, en novela, cuentos, ensayos, periodismo, artículos políticos, teatro y guiones de cine. Entre sus libros más sobresalientes citamos: *Los fugitivos y otros cuentos, Racha, Rajatabla, Abrapalabra *(también, como la anterior, fue reconocida con el Premio Casa de las Américas), *Me río del mundo, La orgía imaginaria o Libro de utopías, Rajapalabra, Pirata, El imperio contracultural, Muñequita linda, La ópera salsa *(con música de Cheo Regas), *Golpe de gracia, Andanada, Pare de sufrir *y *Arca, *libros que testimonian su ejemplar entrega a ese apostolado cultural que como el poema de Miguel Hernández, es un rayo que no cesa.

Luis Britto, consecuente del curso racional de la historia —entre deslumbramientos, derrotas, tempestades, logros y triunfos—, es un firme y valeroso defensor de la Revolución Bolivariana y al mismo tiempo de las luchas por la emancipación de todos los oprimidos del mundo.

Ha escrito y publicado, además, decenas de ensayos de ciencias sociales, ciencias del lenguaje y numerosas obras teatrales.

Su amigo, el escritor Gabriel Jiménez Emán, lo define en breves y brillantes palabras:

“Nuestro escritor está siempre develando lo oculto, acercándose a lo marginado o marginal, a los extramuros, a la conciencia que nace de la subversión, y eso a su vez le da pie para obtener una conciencia aun mayor acerca de las cosas que ocurren en el continente, esta vez desde una óptica socialista (su visión ha sido siempre y necesariamente socialista) y ello le hace pergeñar un ensayo sobre la* Conciencia de América Latina***(2002) y aún más, ser más ambiciosamente propositivo en cuanto a un *Socialismo del tercer milenio* (2008). En sencillamente imparable”.

¡Larga vida e infinita fecundidad literaria a Luis Britto García, grande escritor, cardinal y emblemático de Venezuela y de Nuestra América!

LOS POETAS DE LA ALEGRÍA DE VIVIR. JOSÉ LUIS DÍAZ-GRANADOS

En estos días de imprescindible aislamiento, presentamos un breve texto del escritor colombiano José Luis Díaz Granados, «quizá uno de los ensayistas más amenos  e informados de nuestra lengua. Poesía, militancia, impulsos vitales y la evolución de la mirada de los poetas respecto al mundo, son tópicos abordados aquí», en el característico estilo de este gran amigo de Cuba y su literastura.

hierba seca

JOSÉ LUIS DÍAZ-GRANADOS

JOSÉ LUIS DIAZ-GRANADOSSería superficial limitar a un simple rótulo el carácter esencial de determinado movimiento o generación literaria. Eso no ayuda en nada al conocimiento de la cultura universal y por el contrario contribuye a crear falsos estereotipos con los cuales se han alimentado muchas gentes desprevenidas en nuestro continente mestizo.

Es el caso de Quevedo, que lejos de ser conocido por nuestras clases medias urbanas como uno de los poetas mayores de la lengua castellana, su nombre ha sido usado para chistes grotescos y a veces como sinónimo de bajas pasiones.

Algo similar aconteció (o acontece aún) con el controvertido polemista colombiano José María Vargas Vila, uno de los profetas del radicalismo, humanista admirado por José Martí y Rubén Darío, a quien siempre se le señaló, desde las orillas opuestas a la suya, como escritor obsceno, incestuoso, depravado y ateo.

Y en cuanto a las etiquetas, me remito al Romanticismo, uno de los movimientos cardinales del arte de todos los tiempos, pero que para millares de seres no pasa de ser el sinónimo del amor en medio de bonitos versos bajo la luz de la luna. ¡Oh, qué romántico! ¿O no?

De todas maneras, y a riesgo de caer en tales improvisaciones, me atrevo a ponerle la etiqueta de “poetas de la alegría de vivir” a aquella generación de escritores nacidos con el siglo, que  vivieron su época con tal intensidad hasta el punto que tomaron parte de sus dolores y combates para luego celebrar las victorias populares y con ellas, la construcción de la esperanza y la posibilidad de la alegría.

HIERBA

Estos autores vivieron, sin proponérselo, una trayectoria similar, en experiencias, en gustos estéticos y en militancia política. Citemos sólo algunos nombres: Louis Aragón, Paul Eluard, Pablo Neruda, Rafael Alberti, Nicolás Guillén, Nazim Hikmet, Miguel Angel Asturias, Jorge Amado, Raúl González Tuñón. Jorge Zalamea, Yannis Ritsos, Langston Hugues, Félix Pita Rodríguez, Ilya Ehremburg y Miguel Otero Silva, entre otros.

Como anoté anteriormente, nacieron con el siglo. Hacia los años 20 incursionaron en el piélago de todas las vanguardias y experimentaron lo que les vino en gana —escritura automática, visiones oníricas, monólogo interior, prescindencia de lo racional, etc.—, hasta hacer de la literatura una verdadera fiesta verbal: “El mármol de los palacios es hoy más duro que el sol” (Cadáver exquisito, de Bretón, Char y Eluard).

En los años 30, nuestros poetas derivaron su creación hacia lo testimonial y coloquial. Se alinearon a favor de la República Española y a ella dedicaron sus cantos: “Ardiendo España estás! Ardiendo / con largas uñas rojas encendidas; / balas matricidas / pecho, bronce oponiendo, / y en ojo, boca, carne de traidores hundiendo / las rojas uñas largas encendidas…”. (Nicolás Guillén).

En la década de los años 40 se opusieron con todas las energías de su pluma a las huestes invasoras de Hitler y Mussolini y festejaron la victoria del Ejército Rojo en la célebre batalla de Stalingrado: “Los que España  quemaron y rompieron / dejando el corazón encadenado / de esa madre de encinos y guerreros, / se pudren a tus pies, Stalingrado!” (Neruda).

Luego de la victoria de los aliados sobre el Eje, cuando Stalin, Roosevelt y Churchill dividieron el mapa del mundo y los soviéticos instauraron gobiernos socialistas en Europa Oriental, estos poetas decidieron enfilar sus baterías creadoras hacia lo que prometía encarnar los valores de la paz, la amistad y la justicia social: “Venid, los que dudéis, a ver este milagro. / No hay ya nubes que puedan confundirse los ojos. / Confesad, si os lastima. Gritad, si os apasiona. / Aquí ha nacido algo que ha de asombrar al mundo” (Rafael Alberti).

En los años 50 viajaron por esos territorios promisorios y todos, coincidencialmente, dejaron el testimonio escrito de su paso por “la primavera de los pueblos”. Neruda escribió Las uvas y el viento; Miguel Ángel Asturias, Rumania, su nueva imagen; Nicolás Guillén, La paloma de vuelo popular; González Tuñón, Todos los hombres del mundo son hermanos; el costarricense Joaquín Gutiérrez, La URSS, tal cual; Jorge Amado: El mundo de la paz; Carlos Luis Fallas, Un mes en la China Roja y Jorge Zalamea:Reunión en Pekín.

hierba verde

Los poetas cambiaron luego sus versos combatientes y diatribas antifascistas por poemas cotidianos y coloquiales donde la sencillez se entronizó en el centro de sus trabajos creativos. Transformaron sus gritos por trinos y sus arengas por campanas matinales, y el mundo oyó el ritmo de las más sencillas canciones a la alegría elemental: “Quiero que los aviones tengan aterrizajes felices, / que el médico salga sonriente del quirófano, / que se abran los ojos de los ciegos…”. (Nazim Hikmet). “Esta vez dejadme / ser feliz. / Nada ha pasado a nadie, / no estoy en parte alguna, / sucede solamente / que soy feliz…” (Neruda).

Ante la amenaza de destrucción nuclear por parte de las superpotencias enfrentadas, estos autores oponen a la barbarie la posibilidad de la alegría. Y predican en sus poemas y narraciones el disfrute de todos los dones de la vida: el trabajo, la amistad, el amor a plenitud, los viajes, las exquisitas comidas y el buen vino “que nace de los pies del pueblo”. Neruda y Asturias escriben Comiendo en Hungría, libro jubiloso y suculento como un buen goulasch…

La década del 60 los vuelve a unificar con florecientes odas a  Fidel, al Che y a la Cuba revolucionaria, lo mismo que al Vietnam en armas y al triunfo de Salvador Allende en Chile.

La séptima década sorprende a estos autores (algunos ya han fallecido) con toda clase de honores y distinciones: Guillén es el Poeta Nacional de Cuba; Asturias y Neruda ganan el Premio Nobel de Literatura; Alberti retorna a España luego de un larguísimo exilio y gana el Premio Cervantes; Vidales, Zalamea, Ritsos y Jorge Amado obtienen el Premio Lenin de la Paz y todos en su tercera primavera retornan a las estructuras y metros tradicionales de la poesía y  escriben novelas y memorias.

Todos ellos, sin excepción, quintuplicaron en sus obras la fidelidad a la vida y su fe en la criatura humana. Y siempre creyeron en que otro mundo mejor, podría ser posible, experimentando minuto a minuto, como Picasso —el dios particular de todos ellos—  la plena posibilidad de la alegría.

José Luis Díaz-Granados (Santa Marta, Colombia, 1946). Poeta, novelista y periodista colombiano. 

Fuente: CÍRCULO DE POESÍA