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QUE LA CRISIS LA PAGUEN LOS RICOS. KATU ARKONADA

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KATU ARKONADA*

KATU 4Después de la crisis económica de 2008, hubo un sector que no sólo se recuperó rápido, sino que siguió creciendo exponencialmente, el de los artículos de lujo. Mientras una buena parte de la población veía recortados sus derechos sociales y laborales, la ocupación de hoteles de 5 estrellas, la venta de inmuebles de firmas de lujo como Engel & Völkers, o la compra de productos como relojes caros, joyería o arte, aumentó por encima de 10 por ciento anual.

Este obsceno indicador sintetiza muy bien lo que significó la crisis de 2008 para la humanidad. La salida a la crisis la pagaron las mayorías sociales en beneficio de una élite. Se socializaron las pérdidas, mediante la compra de la deuda de los bancos privados con el objetivo de que no colapsara el sistema financiero internacional, y se privatizaron las ganancias. Se rescataron otras grandes empresas como General Electric o General Motors, sin que el Estado después de salvar a estas empresas, impusiera ninguna cláusula de recuperación de empleos. Y cuando una parte de esos trabajos se recuperaron, fue con unas condiciones salariales infinitamente peores que antes de la crisis.

Hoy día, cuando parece que ya ha pasado lo peor de la pandemia y la crisis de salud, nos encontramos a las puertas de una crisis económica mundial, probablemente más fuerte y profunda que la de 2008.

La Organización Mundial del Comercio ha estimado que la economía mundial podría contraerse hasta en 18.5 por ciento, y el informe de abril del Fondo Monetario Internacional calcula que el PIB regional podría descender 5.2 por ciento, porcentaje mayor a 5 por ciento de los años 30 posteriores al crack de la bolsa de Nueva York de 1929 y desde luego más grande que el 2 por ciento posterior a 2008.

En América Latina y el Caribe, una región exportadora de materias primas y productos manufacturados, la OIT calcula que más de 10 millones de personas perderán sus empleos por la pandemia, y la Cepal en su informe El desafío social en tiempos del Covid-19 calcula un aumento de la pobreza de 4.4 puntos porcentuales que se traducen en 28.7 millones adicionales de personas pobres (para alcanzar 214.7 millones de personas) y un aumento de la extrema pobreza de 2.6 puntos porcentuales, que eleva el total a 83.4 millones de personas en la región.

A todo lo anterior hay que sumarle la crisis petrolera, con una rebaja de la producción de 10 millones de barriles y el desplome de los precios que aunque ya en recuperación, no volverán a alcanzar a finales de 2020 los de 2019, según la Agencia Internacional de la Energía.

Si a todo lo anterior le sumamos la crisis estructural en forma de cambio climático que vivimos, con un aumento de las emisiones anuales de dióxido de carbono por encima de los 50 gigatones (cada gigatón equivale a mil millones de toneladas), el resultado es devastador: deshielo acelerado de los polos al mismo tiempo que se eleva el nivel del mar, y aumento de la temperatura media global de entre 1.2 y 1.3 °C en los próximos cinco años, que nos acerca al temido límite de más 2 °C de temperatura media del planeta por encima del periodo preindustrial.

Por todo lo anterior se hace cada vez más urgente el debate sobre el modo de producción capitalista, pero sin posiciones maniqueas como las que estamos acostumbrados a leer en todo lo que tiene que ver con el modelo de desarrollo. Los países del sur no sólo tienen el derecho, sino la obligación de sacar a centenares de millones de personas de la pobreza, haciéndolo eso sí, en un equilibrio entre ese crecimiento al que tuvieron acceso los países del norte, y los derechos de la naturaleza en un planeta finito que no da mucho más de sí.

La pandemia global de coronavirus ha venido a acelerar una crisis que ya se atisbaba en el horizonte, el de un modo de producción insostenible, sobre todo de los países del norte, que además no quieren hacer una transferencia de tecnología, como pago parcial de la deuda ecológica que tienen con el sur por la explotación de sus pueblos, personas, y recursos naturales durante siglos. Si además le agregamos a la ecuación la variable de la financiarización de la economía, con cada vez menos producción de bienes tangibles, y mayor especulación económica, la combinación es explosiva, y sobre todo, insostenible.

Pero si algo bueno deja esta pandemia es el retorno del Estado, la ruptura entre amplias capas de la clase media del consenso cultural instalado por el neoliberalismo de que el Estado no era necesario, y de que a menos Estado, más eficiencia. Va a ser muy difícil para los defensores de la globalización neoliberal en crisis defender que los bienes comunes, especialmente la salud, no deben estar en manos del Estado para garantizar el acceso universal y en las mejores condiciones posibles a su población.

Ahí está la grieta para romper el consenso neoliberal, todavía hegemónico desde el punto de vista cultural. La necesidad del retorno del Estado. Y después de instalar ese nuevo consenso, es necesario dar un nuevo paso: que la crisis no la paguen las y los de siempre, los de abajo, los más humildes. Que la crisis económica que está llegando la paguen los de arriba. Que la crisis la paguen los ricos.

*Politólogo vasco-boliviano, especialista en América Latina

Fuente: LA JORNADA

ESTADOS UNIDOS: DEL «I HAVE A DREAM» AL «I CAN’T BREATH». KATU ARKONADA

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Foto: Bill Hackwell

KATU ARKONADA

KATU 1El asesinato policial de George Floyd ha provocado un levantamiento antirracista y antifascista en Estados Unidos, que retoma el Black Lives Matter puesto en marcha en 2013 tras el asesinato por un disparo policial en el pecho del adolescente Trayvon Martin, y que cobró fuerza en 2014 tras ser abatido a tiros en Ferguson, también por la policía, Michael Brown.

Tal y como transcurren los acontecimientos, es probable que la muerte de una persona tenga cuanto menos la misma incidencia en el resultado de la elección presidencial de noviembre que la crisis del Covid-19 que ya ha cobrado la vida de más de 110 mil estadunidenses.

A Floyd, guardia de seguridad que había quedado desempleado por la pandemia, le ahogaron durante ocho minutos y 46 segundos con la rodilla en su cuello por haber pagado un plato de comida con un billete de 20 dólares falso.

Pero el asesinato de George Floyd es la punta del iceberg de un sistema basado en el racismo y el clasismo que permite, según la web Mapping Police Violence, que 99 por ciento de las muertes a manos de la policía entre 2013 y 2019 hayan quedado impunes.

Tan sólo en 2019 hubo mil 42 personas muertas por disparos policiales. De ellas, según una investigación del Washington Post, por cada millón de habitantes 12 eran blancas, 23 hispanas, y 31 afroamericanas. Es decir, en Estados Unidos tienes casi tres veces más probabilidades de morir por disparos de la policía si eres negro.

Otra estadística terrorífica muestra que, aunque en EU aproximadamente 50 por ciento de las personas asesinadas son blancas, 80 por ciento de los condenados a muerte lo son por haber matado a una persona blanca.

Y si pensamos la pandemia de coronavirus que azota el planeta, en Estados Unidos, con 13 por ciento de la población afroamericana, 26 por ciento de las muertes por Covid-19 son de raza negra. Se hace necesario darle un vistazo al proyecto The Covid Racial Data Tracker para comprobar que quienes más están muriendo por Covid-19 son personas afroamericanas, latinas e indígenas.

Todo ello, a menos de cinco meses para una elección presidencial donde,en principio, era casi segura una relección de Trump, basada en los buenos datos del crecimiento económico y la reducción del desempleo, frente a un Partido Demócrata en crisis y un candidato gris como Joe Biden. Sin embargo, hoy, con una crisis sanitaria que se traduce en una crisis económica y social sin precedente, que ha dejado más de 40 millones de desempleados entre marzo y mayo, y una previsión del FMI de contracción del PIB de 6 por ciento, Trump ya no está tan seguro de la victoria y comienza a dar síntomas de nerviosismo.

Por eso el magnate se repliega sobre su núcleo duro tuiteando el 29 de mayo “ When the looting starts, the shooting starts” (el saqueo lleva a los disparos), que hace referencia a expresiones utilizadas por policías y racistas en 1967 en pleno auge del movimiento por los derechos civiles, y en 1968, año del asesinato de Martin Luther King. El 31 tuitea: “ Law order!”, la misma frase con la que Richard Nixon ganó las elecciones en 1968.

Enfrente de Trump, la población afroestadunidense, migrantes, estudiantes, mujeres y ambientalistas, con la duda de si Biden va a ser capaz de articular todas sus demandas y sumar además de los sectores del establishment a los que representa, la izquierda que acaudilla Bernie Sanders. Para ello va a ser importante su acompañante como vicepresidenta, que con toda seguridad va a ser una mujer.

Es difícil que sea Amy Klobuchar, con un perfil de centro parecido a Biden, pero tampoco Elizabeth Warren, muy a la izquierda para el establishment demócrata. La elección de vicepresidenta podría estar entre tres mujeres afroestadunidenses, la senadora por California, Kamala Harris, la ex candidata a gobernadora de Georgia, Stacey Abrams, y la congresista por Florida, estado clave, Val Demings.

Y así como el Make America great again fue un mensaje potente que permitió a Trump ganar una elección, el Black lives matter está dando también una batalla en redes sociales, donde una de las figuras más importantes está siendo Bernice King, hija de Martin Luther King, quien publicó una carta de 1963 de su padre desde la cárcel, donde afirma que la mayor piedra con la que se tropieza la liberación negra no es el Ku Kux Klan, sino los blancos moderados, que prefieren una paz negativa entendida como ausencia de tensión, a una paz positiva comprendida como realización de la justicia. Luther King señalaba en esa carta que la experiencia les ha enseñado de manera dolorosa que la libertad nunca es dada voluntariamente por el opresor, sino que debe ser exigida por las y los oprimidos.

Del Make America great again al Black lives matter. Del I have a dream, de Martin Luther King en 1963, al I can’t breath, de George Floyd en 2020, la pandemia está cambiando el tablero geopolítico, y el levantamiento del pueblo estadunidense contra el racismo estructural en su sociedad podría cambiar también el resultado de las elecciones presidenciales.

Mientras tanto, no hay suficiente fuego que pueda traer justicia por el asesinato de George Floyd y el resto de víctimas de la violencia policial y racial en Estados Unidos.

Fuente: LA JORNADA

10 CLAVES PARA ENTENDER EL MÉXICO DE LÓPEZ OBRADOR. KATU ARKONADA

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KATU ARKONADA

“Si hay que optar entre la ley y la justicia, no lo piensen mucho,
decidan en favor de la justicia.”
ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR,
conferencia mañanera del 17 de abril.

KATU 1A un año del triunfo del pueblo, de una insurrección popular con votos en las urnas como la que ocurrió el 1 de julio de 2018, y 7 meses de gobierno, quizás la frase que mejor sintetiza el gobierno de Andrés Manuel López Obrador es con la que inicia este análisis. Un Presidente, movido por un profundo anhelo de justicia social, que se encuentra con que el desmontaje del modelo neoliberal es mucho más que desterrar la corrupción, estructural, en el gobierno federal, e implica, para poder construir algo nuevo, desmontar el viejo Estado neoliberal y colonial, Estado que tiene unos cimientos muy sólidos.

Pero si algo está haciendo López Obrador es justo eso, reconstruir la nación. La corrupción no es más que una metáfora (significante vacío dirían algunos) para nombrar el modelo neoliberal que sembró México de pobreza, desigualdad, y violencia.

Estos 12 ó 7 meses podemos sintetizarlos en 10 claves, que permiten entender un México en proceso de transformación, aunque no sea tan profunda, ni tan rápida, como desearíamos:

  1. Es la economía. Siempre es la economía. Garantizar las condiciones de vida materiales de la población debe ser el principal objetivo de cualquier proceso de transformación. Subir el salario mínimo un 16’2% en su primer mes de gobierno es sólo la forma. El fondo es la redistribución, mismo que sea parcial, de la riqueza, vía bonos universales. Si los programas sociales logran llegar de manera rápida a millones de personas, como se ha propuesto Amlo, junto con la reforma laboral progresiva que incrementa los derechos de la clase trabajadora, México puede reincorporarse a la senda del crecimiento y terminar el sexenio con el 4% de incremento del PIB puesto como meta. El crecimiento basado en el aumento de la demanda interna en el corto plazo mientras se va (re)industrializando el país en el medio-largo plazo es una fórmula que ya ha funcionado en otros procesos progresistas del continente, y aunque la derecha, económica, política, y mediática, se asuste, es Keynes, y no Marx, el modelo a seguir.
  2. Austeridad. La apuesta económica viene precedida de una decisión férrea de austeridad republicana. De dar ejemplo con tu propia praxis, aunque eso tenga como eje rector una decisión inamovible, y errónea, en opinión de muchos, de no endeudamiento público. Además, en la cuarta transformación no existe el refrán de más vale prevenir que curar. Primero se detecta la enfermedad/error, y después se cura/corrige si es necesario.
  3. Lucha contra la pobreza y violencia. A pesar de la tentación de dividirlo en dos, no podemos separar estos conceptos. El modelo neoliberal en México sólo pudo ser implementado mediante la doctrina del shock, mediante la violencia más salvaje que ha dejado México sembrado de fosas comunes. Y los restos que hay en ellas son siempre de pobres de piel morena. Los programas sociales no solo deben permitir respirar a las mayorías sociales ahogadas por el neoliberalismo, sino deberían servir, en el medio-largo plazo, para reducir la implicación de las clases populares en esquemas de violencia promovidos por el narco y otros grupos criminales. Algunas decisiones de gobierno, como que el primer decreto firmado por Amlo, el 3 de diciembre, fuese para crear la comisión especial por el caso Ayotzinapa, van más allá de lo simbólico. La designación de Omar Gómez Trejo[1] como titular de la Unidad Especial de Investigación y Litigación para el caso Ayotzinapa, ratifican que el esclarecimiento de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, hecho del que se cumplen 5 años este 26 de septiembre, es una política de Estado.
  4. Economía criminal. Pero, además, la doctrina del shock es parte de un tablero de juego mucho más amplio, donde la economía criminal, que es mucho más que el narco, ha jugado un rol determinante. La frase de Carlos Fazio “No existe la guerra a las drogas sino la administración de los negocios de la economía criminal» sintetiza muy bien un negocio que además de, o quizás deberíamos decir gracias a, dejar un saldo de 250.000 muertos y 40.000 personas desaparecidas, supone ya más del 10% del PIB mexicano. Y aunque la economía criminal sea más que el narco, el cómo se va a enfrentar el problema del narco es clave en esta ecuación. La amnistía para los campesinos cultivadores y colocar sobre la mesa debates sobre la legalización de la marihuana o incluso la amapola (lo que implicaría la guerra con las mafias farmacéuticas legales), son un primer paso. En algún momento se tiene que dar una negociación, implícita o explícita, con los grupos a los que se les entregó la soberanía territorial en una buena parte del país.
  5. Guardia Nacional. Y en la recuperación de la soberanía territorial va a jugar un rol determinante la Guardia Nacional. Ante una policías locales o estatales que en muchos casos están coludidas con las mafias territoriales, una nueva fuerza de seguridad que, desde un enfoque de Derechos Humanos, restablezca la soberanía y la seguridad en amplías partes del territorio nacional, es fundamental. Probablemente en cómo se despliegue y actúe la Guardia Nacional se van a jugar una parte del éxito, o no, del gobierno de López Obrador al finalizar el sexenio. En cualquier caso, la Guardia Nacional debe servir para hacer cumplir la ley y nunca para reprimir la protesta social o a las personas migrantes que atraviesan México. Está demás subrayar que ningún ser humano es ilegal. Ilegales son las mafias que transportan y ejercen trata de migrantes.
  6. Trump. El debate sobre la Guardia Nacional se ha intensificado a raíz de la decisión de enviarla a sentar presencia estatal, y por tanto soberanía, en la porosa frontera sur, como parte de la negociación con el caprichoso inquilino de la Casa Blanca. Negociación a la que se entró pudiendo perder poco, o perder mucho, y se consiguió ganar tiempo. Sabemos que, de aquí a noviembre 2020, fecha de la elección presidencial en Estados Unidos, México va a ser sometido a los vaivenes, y probablemente también chantajes político-electorales del vecino del norte. En algún momento (habrá que elegir bien ese momento) habrá que confrontar y no ceder. No se puede hacer nada en el ámbito del nuevo TLCAN-TMEC, ni tampoco se puede hacer mucho en la cuestión migrante (la reciente tragedia de Óscar y Valeria, migrantes salvadoreños ahogados por su ansía de ingresar a EEUU, a pesar de estar esperando la petición de asilo en territorio mexicano y con visa humanitaria otorgada por el gobierno de Amlo, es la más cruel constatación de lo difícil que es proponer alternativas viables para encarar la cuestión migratoria en territorio mexicano). Aunque si bien el tráfico de droga y personas van en dirección sur-norte, el tráfico de armas y el lavado de dinero lo hacen en dirección contraria, y permite explorar posibilidades para presionar a EEUU.
  7. Política Internacional. A pesar de haber repetido mil veces que la mejor política exterior es una buena política interior, el rol jugado por México en la crisis de Venezuela, por acción (presentando el Mecanismo de Montevideo) u omisión (deslegitimando con su ausencia en el Grupo de Lima), hace que la política internacional deba ser considerada entre las principales claves para analizar el gobierno de Amlo. El próximo encuentro para impulsar un nuevo momento progresista, que se celebrará este mes de julio en Puebla con varios de los principales líderes progresistas del continente, indica que México, más allá incluso de las políticas gubernamentales, va a ser una referencia en la nueva oleada de izquierda y nacional-popular continental. Seguir leyendo 10 CLAVES PARA ENTENDER EL MÉXICO DE LÓPEZ OBRADOR. KATU ARKONADA

HONDURAS: DIEZ AÑOS DE GOLPES Y NEOLIBERALISMO. KATU ARKONADA

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KATU ARKONADA

KATU 2.jpgLas movilizaciones populares se suceden en Honduras. En estos días, son 60.000 médicos y maestros en pie de guerra contra un sistema político que busca, por imposición del Fondo Monetario Internacional, la privatización de la salud y la educación. Las movilizaciones cuentan con tal grado de apoyo popular, que hasta la Policía Nacional se ha sumado al paro, forzando al gobierno de Juan Orlando Hernández (JOH) a desplegar a las Fuerzas Armadas en tareas de represión de las protestas populares.

Pero esta historia comienza hace 10 años, un 28 de junio de 2018, cuando 200 militares encapuchados entran con nocturnidad y alevosía en la residencia presidencial de Tegucigalpa y sacan en pijama al Presidente Mel Zelaya para, tras un breve paso por una base militar, deportarlo a Costa Rica, a pesar de que el artículo 102 de la Constitución prohíbe expresamente que ningún hondureño puede ser expatriado ni entregado a un Estado extranjero.

El argumento para el golpe de Estado era la intención de Mel Zelaya de colocar una urna en la siguiente elección, promoviendo un referéndum que diese paso a reformas constitucionales. Pero eso era la forma. El fondo era que Zelaya, un terrateniente que había ganado las elecciones con el apoyo del Partido Liberal, había dado un giro a la izquierda tras conocer las penurias del pueblo hondureño, sumido en la pobreza y violencia, e incluso, con la autorización del Parlamento, había incorporado Honduras primero a Petrocaribe, y luego al ALBA.

Ese fue el primer golpe exitoso contra los gobiernos del ciclo progresista, y lo fue contra su eslabón más débil, inaugurando un periodo de restauración conservadora a lo largo y ancho de América Latina, al que le sucedieron los golpes parlamentarios en Paraguay contra Fernando Lugo, o en Brasil contra Dilma Rousseff, al mismo tiempo que se desataba el lawfare, la guerra judicial contra líderes progresistas como Lula da Silva, Cristina Fernández de Kirchner, o Rafael Correa.

Pero Honduras vivió dos golpes más, en este caso electorales. Seguir leyendo HONDURAS: DIEZ AÑOS DE GOLPES Y NEOLIBERALISMO. KATU ARKONADA

ESPAÑA: REVOLUCIÓN PASIVA, CRISIS, Y ASCENSO DE VOX. KATU ARKONADA

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KATU ARKONADA

Francisco Franco moría en su cama un 20 de noviembre de 1975, tras 40 años de dictadura y una guerra civil que dejó decenas de miles de republicanos enterrados en fosas comunes.

A su muerte, el franquismo no pudo continuar pues ETA había volado por los aires a su sucesor, el Almirante Carrero Blanco, pero encontró en la llamada transición española y la Constitución española la vía para poder implementar otro tipo de dictadura, la que de verdad importaba, la del modelo neoliberal que comenzó a implementarse en los 80 en Europa. Los partidos socialdemócratas, como el PSOE, se volvieron social-liberales, y los partidos comunistas se volvieron socialdemócratas, y aquí paz y después gloria.

Ese consenso duró 30 años hasta que el famoso movimiento 15M o los procesos soberanistas en las periferias del Estado hicieron temblar los cimientos de la España postfranquista.

La respuesta estatal fue una revolución pasiva que podría haber escrito el mismísimo Antonio Gramsci en un manual: la abdicación del Rey Juan Carlos, en favor de su hijo Felipe VI, más joven, guapo, simpático y sin tanta afición a cazar elefantes en Botsuana o cobrar comisiones por contratos entre empresas españolas y países de la península arábiga. Y junto al recambio del Jefe de Estado, la irrupción al mismo tiempo de Podemos, un PSOE recargado con un discurso socialdemócrata sincero en una época de desmantelamiento del Estado de Bienestar, y un Ciudadanos que venía a representar el lavado de cara de la derecha en un país donde no existían electoralmente opciones de ultraderecha pues estas ideas estaban cobijadas al interior del Partido Popular.

Sin embargo, esa restauración pasiva impulsada por las élites políticas y económicas que de verdad gobiernan España se ha encontrado con resistencias, y prueba de ello es la crisis política que se refleja en lo electoral, con 3 elecciones generales en poco más de 3 años.

Es tal la crisis política española, que este 28 de abril se sabe quién va a ganar las elecciones (el PSOE de Pedro Sánchez), pero no quién va a gobernar.

No se sabe quién va a gobernar porque el sistema electoral en España es parlamentario, no presidencialista, y es una mayoría de parlamentarios electos quien designa al jefe del ejecutivo.

Parece claro que el PSOE en el gobierno será el más votado con alrededor del 30% de los votos. Pero a partir de ahí tenemos más incógnitas que certezas.

En primer lugar, porque los votos que obtenga Unidos Podemos (entre 10 y 15%) no le van a dar al PSOE para gobernar con Pablo Iglesias de Vicepresidente, ni siquiera con los votos/escaños de algún partido más, como el PNV o Coalición Canaria.

Por lo tanto, el PSOE y Podemos solo podrían formar gobierno a partir de un acuerdo con los independentistas vascos y/o catalanes, lo cual se antoja harto difícil después de la criminalización e incluso encarcelamiento de los líderes independentistas catalanes. Podría llegarse a algún tipo de entendimiento para una abstención en la sesión de investidura (que podría darse incluso a cambio de nada), pero a partir de ahí, cualquier ley o presupuesto a ser aprobado tendría que llevar contraprestaciones políticas que no parece el PSOE esté en condiciones de otorgar.

Una segunda vía es un acuerdo entre PSOE y un Ciudadanos que podría obtener hasta el 15% de los votos, lo cual tampoco garantiza en principio mayoría ni en votos ni en escaños. El PSOE ha negado la posibilidad de pactar con quienes proponen en campaña practicarle un cordón sanitario, pero, aunque las promesas de campaña son solo eso, y aunque este pacto es el preferido de las élites económicas en general, y de los bancos en particular, no parece que vayan a dar los números.

La tercera vía es la de la suma de una mayoría entre la derecha y la ultraderecha. Esta última opción depende del desempeño de Vox, el socio de Steve Bannon en España, que, con un discurso contra la ideología de género, el marxismo cultural (que comprende desde el independentismo a las reivindicaciones LGTBIQ) y la inmigración, se ha ido haciendo un hueco en el escenario político español y ya ha obtenido más del 10% en las recientes elecciones andaluzas.

Vox ha sido el elefante en la habitación de los 2 debates electorales celebrados esta semana. Un debate entre 4 candidatos, todos ellos hombres, que ya son parte del establishment político, y que temen la irrupción de Vox, o bien porque les quite votos o bien porque les impida conformar una mayoría electoral.

En un mundo donde la globalización está en crisis, no es casualidad que esta crisis se muestre con más intensidad en los dos países donde se implementó por primera vez, tras el experimento chileno, el neoliberalismo. Al igual que Trump en Estados Unidos y el Brexit en el Reino Unido son síntomas de este mundo de monstruos, Vox es también síntoma de un sistema político que no ha sabido dar respuesta a los problemas de las mayorías sociales y que aspira a volver al viejo orden, a un franquismo sin Franco.

Todos los escenarios están, por tanto, abiertos para las elecciones generales, incluso el de la repetición electoral si ninguno de los 3 bloques posibles alcanza la mayoría. Todo ello sin olvidar la segunda vuelta que van a suponer las elecciones al Parlamento Europeo del 26 de mayo.

COMUNICACIÓN Y POLÍTICA EN TIEMPOS DE BIG DATA. KATU ARKONADA

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KATU ARKONADA

En mayo de 2018, dos reportajes en The Guardian y The New York Times, basados en los testimonios de Christopher Wylie, analista de datos y ex empleado de Cambridge Analytics, destapaban el escándalo: se habían recolectado los datos personales de alrededor de 80 millones de usuarios y usuarias de Facebook, datos que habían permitido crear perfiles (políticos y psicológicos) de votantes a quienes, mediante microsegmentación, se les habían teledirigido mensajes especialmente diseñados para cada perfil, mensajes que podrían haber sido determinantes en la elección presidencial que Trump ganó en 2016.

¿Cómo se recopilaron los datos? Pues a partir de una app llamada Thisisyourdigitallife, que, mediante una encuesta, 300.000 usuarios hicieron login en Facebook y completaron un test psicológico, entregando los resultados de manera voluntaria a la empresa Global Science Research (GSR). De manera involuntaria, y escondida entre las políticas de privacidad, quienes hicieron el test entregaron también los perfiles de sus contactos, por lo que los perfiles se multiplicaron exponencialmente.

Cambridge Analytics, que le había comprado los datos a GSR, era subsidiaria de Strategic Communication Laboratories (SCL), propiedad de Robert Mercer, el principal financiador de las campañas del Partido Republicano, tercer mayor donante de las campañas de Trump, e inversor, con 10 millones de dólares, del portal web Breitbart News que dirigía Steve Bannon.

Y aquí es donde la minería y análisis de datos (Mercer) se encuentran con la comunicación (Bannon), dando inicio a la era de las fake news y la manipulación electoral mediante microsegmentación en una campaña electoral exitosa que se tradujo en la victoria de Trump en Estados Unidos.

Después del escándalo de Cambridge Analytics, Facebook se apresuró a afirmar que no vende datos a compañías externas, aunque esto es una verdad a medias pues sí está documentado que utiliza los datos como moneda de cambio con otras empresas.

Facebook extrae nuestros datos en primer lugar de la actividad que generamos en sus empresas y productos (Instagram o Whatsapp también son de su propiedad), actividad que genera patrones muy valiosos para las empresas que nos quieren vender algo.

En segundo lugar, y quizás más importante, nuestros datos son expuestos por medio de Facebook Pixel, un código “invisible” que nos sigue en nuestro accionar diario en internet, sea cuando bajamos una app, compramos productos o servicios, o rellenamos formularios de registro.

Facebook Pixel es el responsable de que nos sintamos vigilados cuando después de haber estado buscando información sobre un determinado país, por ejemplo, nos aparecen anuncios para viajar a dicho país.

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2018: EL AÑO QUE VIVIMOS PELIGROSAMENTE. KATU ARKONADA

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Se cierra un 2018 intenso en emociones y hechos políticos. Un año donde en los dos países más grandes de América Latina han ganado dos polos opuestos, que a la vez son dos caras de una misma moneda, tintada de oxímoron: la crisis de la democracia neoliberal, o del neoliberalismo democrático.

La victoria de Andrés Manuel López Obrador en México es una derrota del proyecto neoliberal que nunca pudo desarrollar un modelo de crecimiento basado en la apertura del mercado al capital financiero trasnacional, vía instrumentos como el Tratado de Libre Comercio, la Alianza del Pacífico, o la reforma energética fruto del Pacto por México. Un modelo que, además, necesitó de la doctrina del shock para imponerse, dejando un saldo de más de 200 mil muertos y desaparecidos,y centenares de fosas comunes en una guerra contra las drogas que en realidad sólo sirvió para ceder soberanía territorial, dejando amplias zonas del territorio mexicano en manos del narco.

De alguna manera, cuando AMLO enarbola la bandera de la lucha contra la corrupción, la gente humilde, sin necesidad de tanta teoría, ha votado contra un modelo económico, el neoliberal, que ha hecho retroceder a México a los niveles de pobreza y desigualdad de los 90.

La otra cara de esa moneda es la victoria de Jair Bolsonaro en Brasil, que más allá de todos los errores cometidos por el PT y las izquierdas brasileñas, es también fruto de la crisis del mismo sistema, que nunca pudo imponer a su candidato, y derivó en la victoria de un monstruo llamado Bolsonaro. Porque, al igual que en Estados Unidos la candidata de Wall Street y el complejo industrial-militar era Hillary Clinton, y no Trump, en Brasil el candidato de las élites económicas era Alckmin (con un 4 por ciento de votación en la primera vuelta) y no Bolsonaro. Seguir leyendo 2018: EL AÑO QUE VIVIMOS PELIGROSAMENTE. KATU ARKONADA

VENEZUELA: SANCIONES ECONÓMICAS Y MANIPULACIÓN MIGRATORIA. KATU ARKONADA

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KATU ARKONADA

La inminente visita de Nicolás Maduro a México ha despertado la indignación no solo de la derecha, sino también de algunos sectores de Morena.

A pesar de que López Obrador ha dejado claro que todos los presidentes del mundo, incluido Maduro, son bienvenidos, llama la atención que la derecha neoliberal y la progresía lightberal no hayan protestado por la llegada de Mike Pence, vicepresidente de Estados Unidos, violador en serie de los derechos humanos (tanto en sus fronteras, como en otras regiones del mundo, desde América Latina a Oriente Medio) o de Iván Duque, delfín de Uribe, cuyo legado en Colombia de desapariciones y falsos positivos deja más restos humanos en fosas comunes que todas las dictaduras militares del cono sur en su conjunto; una Colombia donde hoy, durante el gobierno de Duque, se siguen desapareciendo a decenas de luchadores sociales (más de 150 desde que se firmaron los recientes acuerdos de paz con las FARC-EP).

Nada de lo anterior sucede en Venezuela, cuyo gobierno no tiene bases militares en territorio extranjero, no impulsa golpes de estado ni realiza injerencia política en otros países, y tampoco desaparece líderes sociales; sin embargo, las matrices de opinión que se construyen, sobre todo en torno a dos ejes, crisis económica y éxodo migratorio, para obligarnos permanentemente a opinar sobre su gobierno.

Hablemos y debatamos entonces, sobre las dos matrices en torno a Venezuela sobre las que personas que nunca han estado en ese país caribeño, que tiene las reservas de petróleo certificadas más grandes del mundo (sumadas a las altísimas reservas de oro o coltán, además de un vínculo sur-sur con China o Rusia), opinan a partir de lo que ven o leen en los medios de comunicación masivos.No hay ninguna duda de que Venezuela está inmersa en una grave crisis económica. Lo que quizás no es tan conocido es que es resultado de la orden ejecutiva de Barack Obama, de marzo 2013, que declaraba a Venezuela peligro para la seguridad nacional de los Estados Unidos. Orden que ha permitido un ataque multidimensional a la estructura económica venezolana.Por un lado, mediante las sanciones económicas que incorporan las cuentas que maneja el gobierno venezolano para sus compras en el exterior a la unidad de investigación financiera que indaga, y bloquea en caso de ser necesario, cuentas del Estado Islámico y otros grupos terroristas. Eso ha permitido, por ejemplo, que bancos como el Citibank hayan bloqueado en septiembre de 2017 la compra de 30 mil unidades de insulina, o que el 18 de mayo de 2018, a dos días de la elección presidencial, Colombia bloqueara la llegada de 15 contenedores con 25 mil cajas CLAP (Comité Local de Abastecimiento y Producción, un refuerzo del gobierno venezolano para garantizar la seguridad alimentaria de su población) que contenían 400 mil kilos de alimentos.

Y para quien todavía duda sobre la existencia de un bloqueo, el canciller de Brasil admitió recientemente que no pueden pagar una deuda de 40 millones de dólares a la empresa estatal venezolana Corpoelec (por el suministro de electricidad al estado de Roraima) debido a las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea.

Este bloqueo tiene dos componentes más. En primer lugar, la operación quirúrgica de las élites económicas estadunidenses por medio de sus calificadoras Standard & Poor’s, Fitch Ratings y Moody’s, colocando la deuda venezolana (igual que hace JP Morgan con el riesgo país) a nivel de países africanos en conflicto bélico. El objetivo es claro: ahuyentar cualquier posible inversión extranjera. Y el círculo iniciado por Obama en 2013 lo cierra este 2018 la administración Trump, con sanciones contra Pdvsa con otro objetivo nítido, reducir la capacidad de ingreso de un país que vive y se mueve a partir de la renta petrolera.

A esta matriz mediática contra Venezuela debemos sumarle la del llamado éxodo migratorio. Mientras periodistas estrella de Televisa se van a la frontera venezolana a mostrarnos la realidad fronteriza, ningún medio va a la cercana Honduras a realizar un reportaje que explique por qué miles y miles de hermanos centroamericanos huyen de su país con solo una mochila en la espalda, atravesando ríos, montañas y países enteros, arriesgándose al secuestro y asesinato en las vastas zonas del territorio mexicano controlado por las mafias criminales y el narco.

Un dato: mientras la migración hondureña pertenece a los estratos socioeconómicos más bajos, víctimas directas de la doctrina del shock neoliberal, la mayor parte de la población venezolana que migra (52%), según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de la Población Venezolana, pertenece a las clases media-alta y alta. El 82 por ciento del total afirma migrar en búsqueda de mejores perspectivas económicas.

Es por tanto mentira que la migración venezolana se deba a cuestiones políticas (son muy poquitas peticiones de asilo y refugio las concedidas por los países miembros del beligerante Grupo de Lima). La población migrante venezolana lo hace por motivos económicos, buscando un futuro mejor, algo tan digno y legítimo como cuando lo hacen más de 20 millones de personas en México y Colombia.

En definitiva, ojalá que la visita de Nicolás Maduro a México nos ayude a debatir la realidad venezolana de manera objetiva, tomando distancia del ruido mediático producido por intereses geopolíticos.

Fuente: LA JORNADA

FORO DE SAO PAULO: REINVENTARSE. KATU ARKONADA

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KATU ARKONADA

El balance que deja el Foro de Sao Paulo, celebrado en La Habana, Cuba, es positivo. Seiscientos 25 delegados acreditados de 51 países, pertenecientes a 168 organizaciones, entre partidos políticos, movimientos sociales e intelectuales.

Veintiocho años después de su fundación como foro de partidos políticos de izquierda, el momento es complicado. Como recoge la declaración final del foro, América Latina y el Caribe se encuentran en medio de una multifacética ofensiva reaccionaria, con una arremetida del imperialismo estadunidense que, en la medida en que va perdiendo la hegemonía de un mundo unipolar que transita al multipolarismo, se torna más violento y peligroso que nunca. El imperialismo se ha montado sobre los errores y limitaciones de las fuerzas transformadoras y procesos de cambio amplificando los mismos.

El documento rechaza la idea de un fin de ciclo progresista. Objetivamente, la izquierda articulada en el Foro de Sao Paulo cuenta con menos gobiernos que con los que tenía en los primeros años del siglo XXI y durante toda la década pasada. Pero no únicamente está mejor que a finales del siglo XX, sino la acumulación política y social en muchos procesos es mayor. El ejemplo de Colombia es claro. A pesar de la victoria de la derecha y de la llegada del uribismo al gobierno, la izquierda tiene fuerza como nunca antes, expresada en los más de 8 millones de votos a Petro, que necesita, eso sí, ser canalizada de manera adecuada. Incluso es paradigmático el ejemplo de Honduras. Podemos afirmar sin ninguna duda que la izquierda y la movilización popular son hoy más fuertes que en 2009, antes del golpe de Estado contra Mel Zelaya, participante en el encuentro de La Habana.

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ABECEDARIO PARA ENTENDER LA VICTORIA DEL CHAVISMO EN VENEZUELA. KATU ARKONADA

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KATU ARKONADA

El chavismo volvió a ganar las elecciones en Venezuela. Son 22 de 24 elecciones celebradas en Venezuela desde el triunfo del Comandante Chávez en 1998, triunfo que inauguró el cambio de época en América Latina.

En un claro ejemplo de disonancia cognitiva, una buena parte de la opinión pública internacional, incluida la izquierda, no termina de entender porque si Venezuela es una dictadura en medio de una guerra civil, se celebran elecciones en paz, sin muertos, y con resultados parecidos, en participación y apoyo al ganador, a otros procesos electorales del continente.

Vamos con un breve abecedario para intentar comprender lo sucedido:

C de chavismo. Este abecedario no comienza por la A, si no por la C de chavismo, que más que un concepto teórico, es una teoría de acción colectiva, plebeya, llevada a la práctica. Sin el chavismo político y sociológico, salvaje en palabras de Reinaldo Iturriza, no sería posible entender no ya la revolución bolivariana, si no la resistencia heroica a los ataques políticos, económicos y mediáticos contra un proceso, ataques que comenzaron desde la victoria de Chávez, pero se recrudecieron con su muerte en 2013.

E de elecciones. Celebradas en un ambiente de total calma y tranquilidad, y garantizadas por un sistema electoral que la propia Unión Europea ha avalado, y que el ex Presidente estadounidense Jimmy Carter ha considerado como “el más seguro del mundo”. Es necesario destacar que el proceso para votar se abre mediante la huella dactilar, única, de cada persona, que permite realizar un voto electrónico en una máquina, que a su vez emite un recibo, que a su vez se introduce en la urna. Por lo tanto, el proceso tiene 3 salvaguardas que lo convierten en extremadamente seguro y confiable ante cualquier auditoria.

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NINGÚN PROCESO SOPORTARÍA LO QUE HA RESISTIDO EL VENEZOLANO. ENTREVISTA A KATU ARKONADA

ROSA ÁNGELA LATORRACA / REVISTA TODOSADENTRO

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Katu Arkonada, es un joven militante de los procesos de cambio que se viven en el continente.

Vasco de nacimiento, boliviano de adopción y nuestroamericano de corazón, como él mismo se define, es miembro de la Red de Intelectuales En Defensa de la Humanidad y es conocedor de las diferentes revoluciones que se desarrollan en América Latina.

Todasadentro tuvo la oportunidad de conversar con él, a propósito de su visita al país.

Para él los gobiernos progresistas de la región tienen el reto de crear alternativas al capitalismo, para poder ser irreversibles. Seguir leyendo NINGÚN PROCESO SOPORTARÍA LO QUE HA RESISTIDO EL VENEZOLANO. ENTREVISTA A KATU ARKONADA

CARTOGRAFÍA DE LA LUCHA DE CLASES EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

KATU ARKONADA Y PAULA KLACHKO

la-epoca-copiaEl presente texto es el epílogo del libro “Desde abajo, desde arriba. De la resistencia a los gobiernos populares: escenarios y horizontes del cambio de época en América Latina”, de inminente publicación por la Editorial Caminos de La Habana, Cuba.

En primer lugar, es necesario recordar que en todo proceso de revolución surge también la tendencia a la contrarrevolución; esto tiene carácter objetivo. Triunfa en definitiva la corriente que logra la mayor fuerza, la que se guía por una línea y un plan más acertados, más inteligentes. Es decir, la posibilidad de predominio de la revolución o la contrarrevolución se decide en el terreno subjetivo, depende de la conducción de una y otra.

Schafik Hándal (1990)

 

Desde noviembre de 2015 han ocurrido sucesos excepcionales que cambian el panorama geopolítico y la cartografía de la lucha de clases en nuestra América. Con este trabajo pretendemos abordarlos, haciendo previamente un repaso de las etapas del ciclo posneoliberal que abrió una nueva etapa en nuestra región, al tiempo que intentamos un análisis sobre los acontecimientos de los últimos meses, que nos sitúan en un punto de inflexión y marcan enormes desafíos para los pueblos. Nos referimos centralmente al avance político de las fuerzas de derecha, avances expresados en el plano electoral y judicial que han logrado desalojar a dos gobiernos progresistas y estratégicos dado su peso político y económico como Argentina y Brasil, y que han ganado elecciones en Bolivia y Venezuela, modificando la correlación de fuerzas subjetivas y objetivas en la región.

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