Reseña del libro Washington Bullets de Vijay Prashad
EVE OTTENBERG
Hasta el momento la política exterior de Joe Biden no difiere radicalmente de la de Trump. De hecho, su primera medida –reconocer al supuesto presidente no electo de Venezuela, Juan Guaidó– ha sido tan penosa como cualquiera de las adoptadas por Trump. Suscita el espectro de los golpes de Estado, asesinatos y cambios de régimen promovidos por la CIA y de las revoluciones de color orquestadas por Washington, que dos de los cargos nombrados para política exterior, Victoria Nuland y Samantha Power, acogieron entusiastas en el pasado. Está claro que estos golpes promovidos por EE.UU. son la antítesis de la democracia y su resultado completamente previsible es la destrucción de países enteros; pero así ha sido como EE.UU. ha ejercido su poder en el mundo (principalmente en el Sur global) desde, al menos, el inicio del siglo XX.
Vijay Prashad documenta este ignominioso historial de Estados Unidos en su nuevo libro Washington Bullets, cuya retahíla de depredaciones de la CIA es capaz de provocar la más absoluta desesperación: oportunidades perdidas; la historia humana desbaratada; dirigentes honestos eliminados por ser honestos; héroes asesinados; proyectos para mejorar la vida de millones de personas hechos añicos. El panorama global que describe es absolutamente desconsolador. Este libro describe el modo en que Washington gobierna el mundo, trata del poder en bruto y de lo inmoral, sangriento y criminal de dicho poder. Como explica Evo Morales en su introducción, Estados Unidos ha justificado sus asesinatos, sus golpes de Estado y sus masacres a cuenta de “la lucha contra el comunismo, luego de la lucha contra el narcotráfico y ahora de la lucha contra el terrorismo”. ¿Cuál será la siguiente lucha que emprenderá?”. Sin duda, algo relacionado con la Competencia entre las Grandes Potencias, algo innecesario y nuclear.
Una lista abreviada de los golpes de Estado y asesinatos contra diversos socialistas y demócratas incluye el derrocamiento del primer ministro iraní Mohammad Mosaddeq en 1953, el del presidente de Guatemala Jacobo Arbenz en 1954 –por atreverse a amenazar los intereses de una compañía, la United Fruit, de la que eran accionistas funcionarios del Departamento de Estado– ; la destitución y posterior ejecución del primer ministro del Congo, Patrice Lumumba en 1961; la destitución del primer ministro iraquí Abdul Karim Qásim en 1963; la destitución del presidente Joao Goulart en Brasil y del presidente Sukarno en Indonesia en 1965; el derrocamiento del presidente Juan José Torres en Bolivia en 1971; y el derrocamiento y asesinato del presidente Salvador Allende en Chile en 1973 entre otros violentos y brutales cambios de régimen.
También se incluyen los asesinatos de líderes de izquierda como Mehdi Ben Barka de Marruecos en 1965, del Che Guevara en Bolivia en 1967 y del presidente Thomas Sankara en Burkina Faso en 1987; y eso sin contar la secuencia de golpes de Estado instigados por EE.UU. en América Central y América del Sur en la primera parte del siglo XX. Mucho más tarde, hacia finales del siglo, llegó el derrocamiento de gobiernos socialistas en [el país de] Granada y en Haití, el secuestro del autócrata de Panamá Manuel Noriega, la invasión de Iraq y la disolución de su gobierno, la destrucción de Libia, la invasión de Afganistán y así sucesivamente. Esto es tan solo una muestra de los crímenes de Estados Unidos, y específicamente de la CIA, contra gobiernos y pueblos extranjeros.
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