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POBREZA NEOLIBERAL. JORGE DURAND

JORGE DURAND

La pobreza en el siglo XXI es diferente a la del XX. Podemos afirmar que en las primeras décadas de este siglo el modelo económico neoliberal, la globalización y la ideología neoliberal penetraron de tal modo, que ya se puede ver con claridad el nefasto impacto de este sistema e ideología en la población de casi todo el planeta.

Es difícil definir la pobreza neoliberal, porque, como dice George Mombiot, es tan omnipresente el neoliberalismo que rara vez lo reconocemos como ideología. Según el autor, el anonimato del neoliberalismo es la clave de su éxito y la esencia de su poder. Por eso recurrimos a esta definición etnográfica que nos pueda explicar con mayor claridad qué es y cómo se vive la pobreza neoliberal.

Para ello, retomo la entrevista que realizó Gabriela Cortés publicada en libro Caminos del éxodo humano. En octubre de 2018 Gabriela entrevistó a Nancy, una guatemalteca de 23 años que vivía en la capital de ese país y que se sumó a la caravana que llegó a Tijuana. Ella viajaba sola, había dejado a sus tres hijos con su madre y responde así a las preguntas sobre el lugar donde vive:

Pues a veces es peligroso, en ocasiones no, pero lo que más se vive es la violencia contra la mujer. El lugar es bonito, pero al mismo tiempo no hay trabajo, y cuando uno se quiere seguir superando cuesta mucho. Al menos a mí me cuesta mucho porque tengo tres niños y los tres estudian, entonces yo trabajaba vendiendo refacciones (comida) y a veces sacaba dinero y en ocasiones tenía que llevarme la comida de regreso a casa y ellos se la comían.

Nancy afirma que tiene una historia muy larga de abusos por parte de su marido, a quien metió a la cárcel por violencia familiar y le gustaría que la escuchara un juez de Estados Unidos, pero advierte que no ha traído los papeles para comprobarlo.

“Yo, para poder sacar adelante a mis hijos y poder darles de comer todos los días y para que no les faltara nada, llegué a meterme a la prostitución por eso… Porque fíjese, son tres y los tengo estudiando y a veces a la nena grande le dejan hacer investigaciones, y cuando ella dice: mamá, tengo que ir al Internet, y cuando va a dejar sus hojas me dice, mamá costaron 40 quetzales (3.85 dólares) o me cobran 30 quetzales, y a veces sólo tengo 20 o 25. Y me toca volver a ver qué hago y volverlos a traer.”

Sus aspiraciones son las de cualquier migrante: mi sueño es ponerme a trabajar y darle a mis hijos lo que yo nunca tuve para salir adelante. Y les dice a sus hijos cuando habla por teléfono: yo voy a regresar por ustedes, pero voy a volver con otra vida. Ya no voy a regresar a lo mismo que era antes. Finalmente, dice: Mi sueño es entrar a Estados Unidos y ponerme a trabajar. Y darle a mis hijos lo que yo nunca tuve. Salir Adelante. Hay veces en que me levanto con la autoestima muy baja y digo !no¡, yo agarro mis cosas y me regreso. Pero me acuerdo de mi nene que cada vez que habla conmigo me dice que él quiere su carrito de control remoto y yo quiero ver si el presidente Donald Trump me deja entrar, porque lo primero que quiero hacer cuando llegue, es encontrar un trabajo y comprarle un cochecito de control remoto y mandárselo. Eso es lo que me da fuerza para continuar aquí, sufriendo, aguantando, porque sí se aguanta mucho el frío. A veces hay comida, a veces no. Y mi hija quiere ser arquitecta y le quiero ayudar a alcanzar su sueño, deseo que lo logre.

No sabemos qué pasó con Nancy, si está trabajando en Estados Unidos, si tuvo que regresar a Guatemala, si se quedó en México, si solicitó refugio, si se cumplieron sus sueños. En el mejor de los casos Nancy se habrá integrado al sector de la clase obrera migrante y como ella misma afirma: yo, como digo, aunque sea limpiando baños, lo que me quieran poner a hacer.

Asumir el riesgo, para una mujer sola, de integrarse a la caravana, sin duda es una opción arriesgada y pone en evidencia su desesperación por salir de la situación de pobreza en la que vive, pero al mismo tiempo justificar todos los sufrimientos para la compra de un carrito de control remoto para su hijo; la define plenamente como consumidora en un mundo global.

La hija de Nancy que quiere ser arquitecta tiene acceso a la educación en línea, pero tiene que ir a un cibercafé porque no tiene computadora en su casa y mucho menos línea de Internet. Pero el costo de este servicio les resulta prohibitivo por lo que cuesta el tiempo de uso de la computadora y la impresión de las hojas que necesita para poder estudiar en casa.

Y es en esos detalles donde hoy se hace presente la pobreza, en un sistema que precisamente se ha empeñado en disminuir al máximo los salarios mínimos y en maximizar las expectativas y necesidades de consumo. Sea que se trate de unas simples hojas de papel, pero también las expectativas superfluas como un carrito de control remoto, que paradójicamente se colocan en el mismo plano como necesidades vitales.

Sin darse cuenta, ella se mueve en un sistema de expectativas de consumo que difícilmente podrá alcanzar, pero al mismo tiempo vive impregnada de la ideología neoliberal que ha llegado hasta los últimos rincones del planeta.

Hoy en día este tipo de pobreza neoliberal es una de las causas más importantes de la migración global.

Fuente: LA JORNADA

LAS PANDEMIAS QUE NO SE COMBATEN EN AMÉRICA LATINA. MARCOS ROITMAN ROSENMANN

HAMBRE AMÉRICA LATINA

MARCOS ROITMAN ROSENMANN

MARCOS ROITMAN¿Hay vacuna para la pobreza? ¿Existe remedio para la evasión de capitales? ¿Se puede luchar contra el hambre? ¿Son viables una vivienda digna y una educación pública de calidad? Estas son algunas preguntas sobre las cuales reflexionar en medio de una hipersensibilización sobre las consecuencias humanas del Covid-19. Mientras los pobres mueren de enfermedades menos espectaculares, causas de la pobreza, y para las cuales hay cura como el sarampión o la difteria, la carrera por ver quién patenta primero la vacuna contra el Covid-19 concentra la atención mundial. No nos engañemos, a sus promotores les mueve la codicia. El beneficio económico. Detrás no hay causa humanitaria, interés por el bien común o preocupación social. Para saber de qué hablamos, baste señalar que mil 600 millones de personas, es decir, 22 por ciento de la población mundial, no reciben atención médica, sin olvidar los 115 millones, menores de cinco años, afectados por desnutrición crónica. A lo cual debemos sumar los 700 niños muertos diariamente por diarrea. Según Manos Unidas, organización nada proclive a la exageración, en 2020 se podría haber evitado la muerte de 5.4 millones menores de cinco años. Sin embargo, el hambre, la falta de condiciones higiénicas, la explotación infantil, el desempleo, la trata de mujeres no son considerados pandemia. Morir por esas causas es algo natural. La necropolítica hace su aparición como forma de organización social del capitalismo. Achille Mbembe, teórico que acuñó el concepto, señala que el poder de la muerte y la política de la muerte, refleja los diversos medios por los cuales, en nuestro mundo contemporáneo, las armas se despliegan con el fin de una destrucción máxima de las personas y de la creación de mundos de muerte, formas únicas y nuevas de existencia social en las que numerosas poblaciones son sometidas a condiciones que le confieren el estatus de muertos vivientes.

La pandemia del Covid-19, y de todas las demás, evidencia la condición de muertes vivientes en las calles de Quito, Lima, Santiago, Bogotá, Río de Janeiro o Sao Paulo. Los cadáveres abandonados en las calles, producto de una desarticulación del sistema sanitario, convertido en negocio para las empresas de capital riesgo, atentan contra la dignidad humana. Los gobiernos que han privatizado la salud, quebrado el sistema sanitario, desprotegiendo a sus ciudadanos, son responsables. Aplican la necropolítica como arma de guerra. Y lo seguirán haciendo con o sin vacuna contra el Covid-19. Así ocurre con otras enfermedades donde el tratamiento es propiedad de una empresa. La pobreza, desnutrición o falta de higiene no son negocio. A las farmacéuticas les tiene sin cuidado su erradicación. No realizan investigación básica, sólo aplicada y con fines de rentabilidad. En este caso, hablamos de beneficios estratosféricos, que engrosarán la fortuna de empresarios, especuladores y consejos de administración. De esta pandemia unos pocos saldrán con los bolsillos llenos. La economía de mercado se encargará de ello. Con sólo pensar en la posibilidad de vender 2 mil millones de dosis para restablecer el equilibrio entre el virus y la inmunidad de rebaño, las ganancias serán obscenas. Siempre ha sido igual. Basta ver el tratamiento contra la hepatitis C. Su costo aproximado es de 1.5 euros y la dosis se vende por alrededor mil euros. Otro tanto ocurre con la vacuna contra la meningitis, del laboratorio británico GlaxoSmithKline, cuya inversión en I+D fue de 300 millones de euros. En tres años de comercialización (2015-2018) han obtenido beneficios por mil 200 millones. ¿Y para el tratamiento de Covid-19?, mientras no existe una vacuna, el Remdesivir es un paliativo que reduce el tiempo de recuperación, en otros términos, libera antes una cama de hospital. Su costo de producción, según los especialistas, no supera los cinco euros, la empresa lo vende en2 mil euros. A la hora de promover una investigación de cualquier enfermedad, la medida se realiza en términos de costo-beneficio.

Médicos Sin Fronteras, en un estudio de 2018, señaló que una vacuna o medicamento, en un país pobre cuesta 68 veces más que en uno desarrollado. No se discute la necesidad de encontrar una vacuna contra el Covid-19. Pero su distribución y venta no está pensada para toda la población. Los millones de ciudadanos que han soportado el confinamiento bajo el hambre, recurren a las ollas comunes, la solidaridad de clase y la resistencia para hacer frente a la pandemia. La crisis humanitaria no está en Venezuela, está en países donde el hambre, la evasión de impuestos, la pobreza, la desigualdad y la explotación se han cronificado, son pandemia y no interesa combatirlas.

Fuente: LA JORNADA

SEMIÓTICA DE LA PANDEMIA (II). FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

¿Flexibilización laboral a la sombra del Coronavirus?

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FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

FERNANDO BUEN ABAD, ESCRITOR MEXICANO Y MÁSTER EN FILOSOFÍA PO

Sacudida planetaria. Aprendimos, a golpes de realidad “sorpresiva” (y avasallante) que poco será igual después de la pandemia del COVID-19. Especialmente los salarios y los empleos. Desde la palabra “virus” hasta la iconografía sanitaria, pasando por la noción de muerte y vida, tenemos “cambios” en marcha que darán por resultado territorios semánticos “nuevos” que, como todo campo semántico, es un escenario en disputa. Aprendimos, con la “nueva” didáctica del capitalismo, que nadie pide permiso y nadie ofrece disculpas por una tragedia global que ha costado millones de vidas y descalabros inmensos para la clase trabajadora.

Estamos asimilando los alfabetos actualizados de la dominación entre las ecuaciones malthusianas, y la didáctica del “sálvese quien pueda”: Inflación descontrolada, devaluaciones a placer, desempleo a mansalva y castración del poder adquisitivo. Nos han descargado sobre la espalda todo el paquete de las “reformas laborales” burguesas, en tiempo récord, mientras estamos en cuarentena. A la sombra de la pandemia un gran negocio camuflado. “A esta altura, ya nadie ignora que la pandemia no es sólo una crisis sanitaria. Es lo que las ciencias sociales califican de “hecho social total”, en el sentido de que convulsiona al conjunto de las relaciones sociales y conmociona a la totalidad de los actores, de las instituciones y de los valores”. Ignacio Ramonet https://www.eldiplo.org/wp-content/uploads/2020/04/Ramonet-pandemia-sistema-mundo.pdf

Algunos salieron ganando. “Cambia” de significado el Estado burgués que resucita desde los sótanos del neoliberalismo y se apresta, si nos descuidamos, a repetir más de lo mismo. “Cambia” de significado la “democracia” que ahora seguirá siendo burguesa, plagada de contradicciones y “defectos” muy convenientes para el establishment. “Cambia” todo para que nada cambie. Incluso los progresistas parecen conservadores al lado de la catarata de “cambios” que aluden a la “propiedad privada” burguesa (que en un diccionario decente debería significar saqueo o hurto). “Cambian”, en teoría, las Leyes y la Justicia, “cambia” el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial… ahora sesionan a distancia. “Cambian” las academias y sus saberes. No cambia el peso de la barbarie contra los oprimidos. Sólo se incrementa el desempleo, el hambre, la insalubridad, la intemperie, la carencia de educación, la falta de agua, luz, medicamentos… y respeto.

Hay más pobreza y desigualdad. Por “alguna razón” se hacen esfuerzos denodados para hacernos creer que el mundo será “distinto” sin tener que modificar el sistema económico capitalista. Incluso algunos andan con el cuento de que puede “mejorarse”, hacerse “más humano”, hacerse “progresista”. Tratan de convencernos de que “cambio” es lo mismo que “reformas”. Que “distinto” es lo mismo que “igual”. Que las guerras son un negocio que puede “salvarnos”; que los bancos son nuestra mejor ayuda con sus “créditos”; que los “mass media” son imprescindibles para ayudarnos a entender la “realidad” y que es mentira que existan las “Fake News”. El paraíso post-pandemia. “La Organización Internacional del Trabajo advirtió este miércoles que casi la mitad de la población activa mundial, unos 1600 millones de trabajadores que laboran en el sector informal, están en riesgo de perder sus medios de subsistencia debido al constante descenso del número de horas trabajadas a causa del brote del COVID-19.”  https://news.un.org/es/story/2020/04/1473582

Esto todavía no termina. Lo “nuevo” es quedarse en lo mismo y hacer lo imposible para que nos dure. En la refriega ideológica por dominar el “sentido común” el capitalismo convierte su agonía en Apocalipsis para nosotros. Y anhela que lo salvemos –entre todos– para ofrecerlo a nuestra prole como su mejor herencia. Como un “cambio” radical. ¿Cuántos rebrotes de pandemia hacen falta hasta pulverizar (hasta donde el capitalismo anhela) los salarios de la clase trabajadora? Tienen la palabra los “anti-cuarentena” globales. Dentro del capitalismo no hay solución a los problemas sanitarios mundiales. Ni solución para los problemas del planeta y de la humanidad en general.

Bajo el capitalismo nada es suficiente para cuidar a los pueblos. Unos cuantos ricos serán más ricos gracias a que habrá más pobres y más empobrecidos. De esa semántica no se habla pero toda la burguesía trabaja para darle forma. Los gobiernos que quieran tener “sentido” de pueblo deberán cambiarse desde sus entrañas y sacudirse todo reformismo parásito. Incluso los viejos conservadores que se atrincheraron en la “ciencia” y en la “academia”, con sus relatos de estadísticas tecnócratas y positivistas, hoy parecen adalides del progresismo ad hoc que maquillará al nuevo viejo Estado. Sin tocarle un pelo al capital. Cuándo alguien se asume “dueño” de un campo semántico, de manera explícita o implícita, en lo teórico o en lo práctico, ejerce un tutelaje auto-referencial despótico propio de una lógica mediocre y de una ignorancia supina.

Suelen hablar con suficiencia y jerigonza. Con énfasis y con superioridad demuelen el poder adquisitivo. Desde su perspectiva somos todos discapacitados intelectuales. Se los puede encontrar en congresos, simposios y conferencias. Van y vienen con sus papers, ponencias o textos empapados de exageraciones y exaltados por el éxito acelerado que se atribuyen a sí mismos gracias a los puntos ganados en las lides burocráticas entre certificados, diplomas y “publicaciones”. Todo por la salud del mercado. Son latifundistas de la nada asombrados por su inteligencia alpinista que en el “reino de los ciegos” funda tronos de nadería exhibicionista. Antípodas de la humildad. Pero mansos ante el capital. Las propias reglas del Mercado académico burgués han creado esos monstruos de sabiduría sedicente que llegan a creerse sus propios cuentos “científicos” a costillas de la paciencia, la ignorancia o la abulia imperantes. Mientras tanto, en la proliferación de publicaciones, PowerPoint y saliva “docta”, la ciencia de la opresión económica avanza en manos de esos “vendedores ambulantes” de programas económicos de espaldas a los pueblos. Infestaron las carreras, los posgrados y las bibliotecas. Impusieron sus destrezas burocráticas y formalistas para vaciar de contenido a la producción teórica. La prestidigitación cuantitativa sin firmeza lógica. La flexibilización laboral infestada por “asesores científicos”.

Nos quieren dóciles. Están haciendo de las suyas con los salarios de la clase trabajadora bajo el abrigo de la pandemia. El viejo truco de esconder los libros contables se acompaña con el viejo truco de apoderarse de los “diccionarios”, de imponer los significados que a la clase dominante le convengan. Dicen que el “coronavirus” es causante de una crisis económica sin precedentes, que debemos ayudar o rescatar algunas empresas sin detenernos demasiado en revisarles las cuentas ni los prontuarios. Nos cueste lo que nos cueste. Dicen que se debe crear millones de empleos pero no se fijan blindajes ni políticas para que no desciendan los salarios ni la calidad del trabajo. ¿Llegaremos a los excesos insaciables que determinen los dueños del mundo? Seguir leyendo SEMIÓTICA DE LA PANDEMIA (II). FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

PREMIAR EL TRABAJO, NO LA RIQUEZA. INFORME OXFAM 2018

BLOG UNA ESPECIE EN PELIGRO / OXFAM

Para poner fin a la crisis de desigualdad, debemos construir una economía para los trabajadores, no para los ricos y poderosos.

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El año pasado se produjo el mayor aumento de la historia en el número de personas cuyas fortunas superan los mil millones de dólares, con un nuevo milmillonario cada dos días. En 12 meses, la riqueza de esta élite ha aumentado en 762 000 millones de dólares.

Este incremento podría haber terminado con la pobreza extrema en el mundo hasta siete veces. El 82% de la riqueza generada durante el último año fue a parar a manos del 1% más rico, mientras que la riqueza del 50% más pobre no aumentó lo más mínimo.

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¿EL NEOLIBERALISMO FUNCIONA? MICHAEL ROBERTS

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MICHAEL ROBERTSNoah Smith es un blogger habitual de economía de la principal corriente keynesiana y escribe regularmente para Bloomberg. Hace poco, titulaba un artículo “Los mercados libres han mejorado más vidas que cualquier otra cosa antes”. Y defendía el argumento bastante habitual de que el capitalismo ha sido en realidad un gran éxito a la hora de mejorar la vida de miles de millones de personas en comparación con cualquier modo de producción y de organización social anterior y que, hasta donde alcanza a ver, seguirá siendo el ‘mercado líder’ para los humanos seres.

Smith está dispuesto a refutar la ‘economía mixta’, las ideas anti libre comercio que se han colado en la economía dominante desde la Gran Recesión, a saber, que el ‘neoliberalismo’ y el libre mercado son malos para los niveles de vida de la gente. En su lugar, sería necesario una pequeña dosis de proteccionismo comercial (Rodrik) e intervención estatal y regulación (Kwak) para ayuda a que el capitalismo funcione mejor.

Pero no, dice Smith. El neoliberalismo funciona mejor. ¡Y cita el fenómeno del crecimiento de China como su principal ejemplo! En China, “el cambio de una economía dirigida y controlada rígidamente a una que combina enfoques estatales y de mercado – y la liberalización del comercio – ha sido, sin duda, una reforma neoliberal. A pesar de que las reformas de Deng se realizaron principalmente en una red ad-hoc, aplicando el sentido común, invitaron al famoso economista neoliberal Milton Friedman para que les aconsejase“.

A continuación, incluye a la India en su argumentación:  “Una década después de que China iniciase su experimento, la India hizo lo mismo. En 1991, después de una fuerte recesión, el primer ministro Narasimha Rao y el ministro de Finanzas Manmohan Singh desguazaron un engorroso sistema de concesión de licencias comerciales, desmontaron obstáculos a la inversión extranjera, terminaron con muchos monopolios autorizados por el Estado, bajaron los aranceles e hicieron un montón de otras cosas neoliberales”.  Seguir leyendo ¿EL NEOLIBERALISMO FUNCIONA? MICHAEL ROBERTS

LA RETÓRICA DE LA FELICIDAD Y LOS TRABAJADORES POBRES. KARINA NARBONA

KARINA NARBONA / EL MOSTRADOR

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Es posible despuntar en indicadores de felicidad sin tener resuelto temas urgentes de subsistencia. Las mediciones son poco exigentes — habitualmente se pregunta por el grado de satisfacción con la vida, lo que puede dar lugar a respuestas circunstanciales o muy generales— y las lecturas son facilistas.

Cada vez más la discusión internacional recoge valores subjetivos de bienestar. Particularmente la felicidad se ha convertido en el tema sensación del momento, desde el año 2000, cuando alcanza especial visibilidad en el foro económico mundial de boca de las personas más ricas del mundo, y especialmente desde inicios de este año, cuando es puesto en la agenda pública por la ONU y la OCDE. Pero, ¿Qué pasa con las condiciones materiales de existencia?, ¿deben pasar a un segundo plano?

Con toda razón, varios economistas están planteando evolucionar en las mediciones que describen las realidades nacionales. El premio nobel de economía, Joseph Stiglitz, por ejemplo, plantea que “la cuestión es si el PIB es una buena medición del nivel de vida”. La insuficiencia del indicador es clara necesariamente en países como Chile, donde la pregunta ¿Quién crece cuando Chile crece? deja en evidencia su incapacidad de dar cuenta de la precariedad de la mayoría.

En estas revisiones, se volvió una tendencia abogar por incluir la felicidad en las mediciones oficiales —el Gross National Hapiness o Felicidad Interna Bruta— y muchos hacen un amplio tratamiento público del tema. Si bien más de alguno se refiere a esta cuestión en un marco de atención por la calidad de vida y sus condicionantes sociales, la cara más popular de la fiebre por la felicidad ha sido el énfasis subjetivista. Seguir leyendo LA RETÓRICA DE LA FELICIDAD Y LOS TRABAJADORES POBRES. KARINA NARBONA