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EL REFORMISMO EN CUBA (1898-1902): CARTAS REVELADORAS. ENRIQUE UBIETA GÓMEZ

  Este texto es un fragmento del libro “Cuba ¿revolución o reforma?” (2012).
ENRIQUE UBIETA GÓMEZ / DIALOGAR, DIALOGAR / CUBADEBATE

En septiembre de 2001, asistí como ponente a uno de los maratónicos congresos de la Latin American Studies Association (LASA) en Washington. Permanecí en la ciudad otros dos meses, en una fructífera revisión de la papelería manuscrita de José Ignacio Rodríguez, que se conserva en la Biblioteca del Congreso. Se comprenderá por las fechas de mi estancia, que viví el estupor que causó en todos los hombres y mujeres honestos del mundo el desvío de los aviones civiles y el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York, y el ataque al Pentágono, en la capital estadounidense.

Viví la histeria belicista que preparó los ánimos para la invasión a Afganistán e Iraq, y el renacimiento del movimiento civil norteamericano contra la guerra.

La pesada puerta de la Biblioteca del Congreso en Washington separaba dos mundos lejanos pero semejantes: afuera, manifestaciones populares que denunciaban la guerra y el terrorismo de Estado, mientras algunos congresistas y políticos cubano-americanos cabildeaban para hacerle más dura la vida a quienes en la Isla de sus orígenes se atrevieron a enarbolar el ideal de independencia absoluta. Adentro, en disímiles caligrafías que transparentaban el temperamento de los autores y en ocasiones, el humor del día, aparecían, desnudos ante mis ojos, personajes y personajillos decimonónicos que conspiraban en Washington y en La Habana para evitar que se produjera la independencia cubana. Las cartas tienen un destinatario: José Ignacio Rodríguez. Y un contexto histórico preciso: los años de la primera ocupación militar norteamericana (1898-1902), después de la derrota de España en la guerra hispano-cubano-americana, aunque algunas misivas son de fechas anteriores y otras de fechas posteriores. El diálogo epistolar se produce entre autonomistas y anexionistas, las dos tendencias políticas del reformismo insular decimonónico.

Cabe una aclaración: en la historiografía cubana se acepta sin dificultad que el autonomismo es una corriente reformista, pero algunos autores dudan al calificar el anexionismo. Dos razones parecen interponerse: la creencia de que toda solución violenta es revolucionaria y la errada suposición de que la anexión es una solución radical. Ni lo uno ni lo otro. Se puede ser violento y reformista (y viceversa), y ninguna solución que apostara por la anexión podía solucionar los problemas de la nación desde su raíz. Creo que el anexionismo, por su dependencia de un poder externo que garantice los límites del cambio al que aspira, es esencialmente reformista. Las décadas que transcurren entre el fin y el inicio de los siglos XIX y XX, ofrecen suficientes evidencias de esta confluencia de propósitos e intereses.  Seguir leyendo EL REFORMISMO EN CUBA (1898-1902): CARTAS REVELADORAS. ENRIQUE UBIETA GÓMEZ

Prólogo a CON SU PROPIA CABEZA, de MANOLO MONEREO. FRANCISCO FERNÁNDEZ BUEY

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La gran mayoría de los libros publicados en estos últimos años sobre Ernesto Guevara han puesto el acento en diferentes aspectos de su biografía. Han sacado a la luz algunos de los rasgos del carácter del Che que hasta hace poco eran insuficientemente conocidos o valorados.

Estos libros, de intención biográfica en su mayoría, han revelado también algunos de los motivos últimos que llevaron a Guevara a prolongar la actividad guerrillera en África y en América Latina después del triunfo de la revolución cubana.

Aun sin entrar a discutir la intención o la calidad de estas biografías, se puede decir que tales publicaciones han contribuido a mantener la leyenda del Che aventurero romántico, tal como ésta se difundió inmediatamente después de su trágica muerte en Bolivia. Y ya esto se puede considerar un resultado muy notable, sobre todo si se tiene en cuenta lo que han cambiado el mundo y las ideologías dominantes sobre el mundo en los cuarenta y tantos años transcurridos desde entonces.

Es, en efecto, fascinante comprobar cómo, a pesar del hundimiento de casi todo lo que navegó en siglo XX bajo la bandera del comunismo, la figura del guerrillero comunista por antonomasia de los años cincuenta y sesenta sale así reforzada e incluso enaltecida en un mundo que se ha ido por un lado muy distinto del que Guevara hubiera querido. Para explicar lo que puede parecer una paradoja de nuestro tiempo conviene tener en cuenta que algunas de las más difundidas aproximaciones a la figura del Che suelen ahora dejar en segundo plano, o poner en sordina, precisamente su pensamiento marxista y su concepto de comunismo para, desde ahí, acentuar la singularidad única del activista que se propone un imposible (o lo que se considera un imposible desde una visión distanciada de aquella historia).

No sé si quienes así se aproximan a la biografía del revolucionaro argentino-cubano tienen o no conciencia plena de lo que es tán haciendo con el Che. Pero es seguro que al privilegiar el estudio de los rasgos más llamativos de su carácter sobre lo que fue en realidad su pensamiento marxista y su reflexión teórica comunista lo que se consigue es demediar a Ernesto Guevara: convertirlo en un personaje de ficción romántica que todavía (¡Ay, todavía!) podría ser presentado por los más jóvenes a los señores bienestantes de nuestra sociedad sin que se sobresalte el padre gruñón y semicínico que dice una y otra vez de él mismo que se ha hecho mayor para seguir creyendo en ideologías, pero que en realidad tra ta de ocultar a los hijos que, con los años, se ha hecho de derechas. Algo parecido ha estado ocurriendo, por cierto, sobre todo en Italia, con otro héroe de la tradición marxista y comunista: Antonio Gramsci.  Seguir leyendo Prólogo a CON SU PROPIA CABEZA, de MANOLO MONEREO. FRANCISCO FERNÁNDEZ BUEY

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