ROSA MIRIAM ELIZALDE y PEDRO SANTANDER MOLINA

Informe realizado por Rosa Miriam Elizalde y Pedro Santander Molina para Mueve América Latina. Elaborado el 5 de enero de 2020.
Dos meses después del golpe de Estado en Bolivia, resulta evidente que éste fue minuciosamente planificado y que reúne todas las características de la guerra irregular o híbrida de diseño estadounidense.
Se trata de un golpe que combina modalidades conocidas (pronunciamientos militares y represión) con otras nuevas, especialmente en la dimensión tecnológica-comunicacional. En esa línea vemos que el golpismo ha entrelazado procedimientos materiales y virtuales, desde Operaciones Sicológicas (PSYOPS) y otras técnicas de desestabilización social hasta actividades paramilitares de calle y la acción inédita de cibertropas en las plataformas digitales, con el fin de generar un supuesto consenso contra el gobierno de Evo Morales, alineado con la retórica de Washington y los intereses de la derecha en la región.
Las revelaciones sobre la ciberoperaciones en redes son apabullantes. Varios investigadores han documentado la creación en muy poco tiempo de decenas de miles de cuentas falsas en Twitter que apoyaban la campaña pro-golpista en las redes. Dos resúmenes de estos hallazgos resultan particularmente exhaustivos y dan una idea de la oscura utilización de las plataformas sociales como armas de manipulación política: La resistencia boliviana no será transmitida, de un equipo de expertos del Movimiento Mueve América Latina, y Operaciones de Información en Bolivia, de la investigadora estadounidense Erin Gallagher.
Sin embargo, todavía hay muchas preguntas en torno a cómo se diseñó este tipo de operaciones en Twitter y quiénes son los responsables. Intentamos aquí responder algunas de ellas.
Preguntas
1- ¿Se pueden crear miles de cuentas falsas con una narrativa común de apoyo al Golpe de Estado en Bolivia, sin que Twitter lo perciba inmediatamente? La respuesta es sí.
A la fecha diversos estudios han logrado documentar la creación de miles de cuenta falsas en los días del golpe en Bolivia. El método utilizado para contaminar la información fue híbrido. Combinó la acción digital de:
a) cuentas reales de referentes políticos del golpismo;
b) troles (cibertropas con cuentas auténticas destinadas a polarizar la conversación);
c) bots (cuentas parcial o totalmente automatizadas en sus interacciones);
d) seguidores regulares.
A partir de la segunda semana de noviembre, cuando el golpe ya estaba en marcha, una red de voceros formales e informales, difundieron y reprodujeron de modo sistemático en las redes sociales información falsa (fake news) y consignas (hashtag), para generar la percepción de un abrumador apoyo interno al gobierno de facto de Jeanine Áñez, y al líder de la extrema derecha, Luis Fernando Camacho. En la mayoría de los casos se trata de bots, es decir, cuentas en Twitter no auténticas, con un funcionamiento automatizado, utilizadas para fortalecer la propaganda golpista online y las campañas de odio contra Evo Morales.
Lo que en esos días vimos fue una operación comunicacional de doble tenaza: por un lado, la derecha produjo un apagón informativo mediante la clausura de los medios estatales y comunitarios afines al Gobierno (televisión, radio y prensa escrita), así como la persecución de periodistas contrarios al golpe, y, por otro lado, mediante inteligencia computacional se activó en las redes sociales una ruidosa cámara de eco en apoyo al golpe que generó en pocos días más de 1 millón de tuits. De este modo, mientras se silenciaba en el plano analógico al MAS, dejando a los/las partidarias del gobierno sin medios de información y silenciados comunicacionalmente, se creaba en el plano digital una bulliciosa campaña golpista.
No hay dudas de que un grupo de personas o incluso un Estado está detrás de ello y que se utilizó un ejército de robots políticos en Twitter para dar la ilusión de ese consenso a gran escala. Por ejemplo, en la investigación citada de Erin Gallagher, la investigadora especializada en el estudio de la desinformación en Twitter y la visualización de datos, reconoce que probablemente haya personas reales que crearon nuevas cuentas en ese conjunto de datos, en los días previos y durante el golpe de Estado:
“Los eventos de interés periodístico impulsan a personas reales a crear nuevas cuentas en plataformas de redes sociales y participar en debates públicos. Sin embargo, me parece muy poco probable que todas las cuentas nuevas fueran humanos reales”.
De hecho, la cuenta de Luis Fernando Camacho, @LuisFerCamachoV, pasó en tan solo unos días (a partir del 3 de noviembre) de 3 mil seguidores a casi 135 mil; y de éstos, 15 mil se crearon en un solo día. El caso de la autoproclamada Áñez, @JeanineAnez, es similar: ella pasa en pocos días de 9 mil seguidores a 150 mil. Casi el 100% de esas miles de cuentas nuevas son seguidas, también casi en un 100%, por otras cuentas recién creadas.
Lo que vemos en Bolivia no es algo completamente nuevo. Hay numerosas investigaciones que han documentado operaciones de propaganda en redes mediante el uso de cuentas no auténticas y bots (software que imita el comportamiento humano), particularmente en Twitter.
Una de las más recientes la hizo el Centro de Excelencia de Comunicaciones Estratégicas de la OTAN (StratCom, por sus siglas en inglés), que realizó un experimento de manipulación a partir de la compra de perfiles falsos en varias plataformas de redes sociales (Facebook, YouTube, Instagram y Twitter). En el informe que divulgó en diciembre de 2019, la OTAN describe lo fácil que resultan las operaciones de propaganda. Asegura que entre un 20% y un 30% del tráfico de Internet es puro ruido generado por bots, que deliberadamente intentan confundir a estas empresas de telecomunicaciones y a los usuarios. Una de las conclusiones del informe de la OTAN es que de todas las redes sociales, Twitter habría implementado las mejores medidas para evitar la creación de cuentas falsas. Si eso es cierto, esta red social se olvidó de ello para el caso de Bolivia.
Las operaciones de fuerza bruta en redes han ido escalando en la última década en una suerte de carrera armamentista digital con productos que permiten manipular el entorno informativo. Jugaron un papel importante en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos de 2016; en el Reino Unido, durante el referéndum por el Brexit; en Francia, durante la elección de Emmanuel Macron; en España, con el referéndum sobre la independencia de Cataluña; en la Argentina de Mauricio Macri, en Venezuela durante las “Guarimbas” del 2014 y 2017; en las elecciones mexicanas de 2018 y, más recientemente, en las acciones para derrocar al gobierno del Presidente Nicolás Maduro, en 2019, por citar algunas.
El antecedente más notable de estas estrategias en Twitter, se remonta a junio de 2009, durante la llamada Revolución Verde Iraní que movilizó a cientos de miles de tuiteros contra el gobierno de Mahmud Ahmadineyad. De las casi 100 000 usuarios que se activaron entonces, solo 60 cuentas tuiteaban desde Teherán en los días de la revuelta, de acuerdo con Evgueni Morozov, quien cita al respecto un estudio de Al Jazeera en su libro El desengaño de Internet: los mitos de la libertad en la red.
Las relaciones entre la plataforma y el Departamento de Estado ya eran tan cercanas en 2009, que bastó un correo electrónico de Jared Cohen, un funcionario subordinado a la Secretaria Hillary Clinton, para que la compañía cambiara la fecha planificada para un parón por mantenimiento del sitio, con tal de no alterar las “protestas” iraníes.
En el caso iraní, las cuentas no auténticas y los bots se alinearon con los intereses de Washington y recibieron su bendición política, aseguró The New York Times. Philip J. Crowley, subsecretario de Estado para asuntos públicos, divulgó el comunicado de Cohen a Twitter y celebró la obediencia de la plataforma, con las siguientes palabras: “Esto fue solo un llamado para decir: parece que Twitter está jugando un papel importante en un momento crucial en Irán. ¿Podría seguir así?” Mark Pfeifle, ex asesor de Seguridad Nacional en la administración de George W. Bush, lanzó una campaña pública para nominar a Twitter para el premio Nobel de la Paz, con el argumento de que, “sin Twitter, el pueblo de Irán no se habría sentido dotado de poder y confianza para luchar por la libertad y la democracia”. Seguir leyendo CINCO PREGUNTAS SOBRE LA OPERACIÓN DEL GOLPISMO BOLIVIANO EN TWITTER. R. M. ELIZALDE Y P. SANTANDER