LA HABANA, PROTAGONISTA DEL FESTIVAL CUARENTA. MAYTE MADRUGA HERNÁNDEZ

MAYTE MADRUGA HERNÁNDEZ

El Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana arriba este 2018 a su edición cuarenta. Casi un siglo de vida motiva a su equipo organizador a revaluarse y mantener el lugar cimero que tienen dentro del continente.

Iván-GiroudA propósito de la fecha, y de los homenajes que instituciones como el Kennedy Center de Washington DC le realizan,  el presidente del Festival, Iván Giroud, ofrece detalles sobre algunos cambios en el evento.

La edición 39 anunciaba cambios para el aniversario 40, ¿cuáles se podrían mencionar?

En diciembre de 2017, manifestamos  nuestra voluntad de iniciar el estudio integral del Festival, con el propósito de asumir cambios que puedan constribuir a su desarrollo y perfeccionamiento  después de cuatro décadas de trabajo ininterrumpido. No se trataba de que tuviéramos  ya decidido qué cambios específicos realizaríamos, solo manifestamos que teníamos la voluntad de pensar en todo lo que fuera necesario cambiar, para poder avanzar hacia una nueva etapa.

Desde inicios de 2018 toda la dirección del Festival se encuentra inmersa en esa reflexión a fondo sobre el asunto, tratando de repensarlo todo. Es un ejercicio arduo que realizamos buscando evitar la rutina, el esquematismo, la formalidad, y lo hacemos basándonos en la experiencia acumulada por el equipo organizador, en los trabajos de investigación, las encuestas a públicos sobre el certamen, y una valoración del desempeño de las ediciones anteriores. Es un acto introspectivo y crítico. Necesario análisis para que podamos reajustar una maquinaria que llega a sus cuarenta años, y que se proyecta en una nueva etapa plantearse nuevos objetivos. No es que queramos cambiar por cambiar, con el hándicap de  una fecha determinada, aunque nos motive la circunstancia para hacerlo. Más bien se trata de cosas que hace rato debían haberse modificado y no lo hemos asumido, porque quizás están enlazadas con otras que no dependen de nosotros.

El Festival es un evento consolidado que ha ido realizando ajustes en su historia, dictados por la realidad de su contexto, porque otros cambios, tal vez más de fondo,  requieren de un análisis equilibrado y de mucho debate interno. Del debate saldrá una hoja de ruta.

¿Cómo se mira el Festival después de este tiempo hacia sí mismo?

Nos sometemos a un debate interno partiendo de nuestras experiencias. Una vez que concluye un Festival, cada grupo de trabajo hace un informe de toda la experiencia acumulada en esa edición, donde se recogen los logros, dificultades y propuestas de cómo superar una situación determinada. Un mes después hacemos una reunión con todo el grupo directivo, y discutimos punto a punto en busca de soluciones.

Por otra parte, especialistas organizan durante el Festival encuestas al público nacional y extranjero que cada año asiste. El informe con los resultados y observaciones derivados de estas encuestas es presentado y discutido. Su utilidad radica en que nos descubren y alertan muchos problemas que a veces se nos escapan, al estar tan involucrados en la organización e implicados en la marcha de disímiles tareas en los días del certamen. Para nosotros es una rigurosa evaluación que  brinda elementos para la reflexión. Es importante conocer cómo nos ven y qué esperan de nosotros.

¿Se pueden esperar cambios programáticos?

El Festival, en cuanto a su línea de programación, no cambiará sus objetivos estratégicos: promover el mejor cine latinoamericano y presentar a nuestro público una selección del mejor cine contemporáneo internacional. Sin embargo, habrá cambios notables en la programación.

Haremos una reducción sensible de más de cien títulos en un programa que hasta la edición pasada sobrepasaba los cuatrocientos filmes, buscando con ello no solo un mayor rigor en la selección, sino hacer más visible el diseño que cada edición propone.

A escala comunicacional comenzaremos a nombrarnos Festival de Cine de La Habana. Insisto que será a nivel comunicacional, pues el cambio de nombre no implica que  abandone los objetivos esenciales fundacionales referidos. En modo alguno será  un cambio de rumbo ni una renuncia a sus propósitos estratégicos como plataforma de encuentro, espacio de reflexión y puente de integración de los cineastas y las cinematografías de Nuestra América. Esa fue la razón de ser de nuestros fundadores y lo seguirá siendo del Festival Cine de La Habana.

Queremos que la ciudad del Festival: La Habana,  que el próximo año llegará al medio milenio de fundada, sea parte visible de nuestro nombre. Será también nuestro pequeño reconocimiento a la ciudad que nos acoge.

El Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana fue el resultado de un movimiento que tenía el interés de visibilizar el cine de la región. En su edición cuarenta —como ya ha dicho— ese interés se mantiene. En ese sentido, ¿cuáles serían los lazos más fuertes con este movimiento?

La palabra movimiento indica dinámica, indica cambio de un punto a otro. Los fundadores del movimiento del Nuevo Cine Latinoamericano estaban luchando por algo que no existía: una comunidad cinematográfica latinoamericana. Y esa utopía terminó siendo una realidad. No hay forma seria de estudiar el cine latinoamericano de las últimas cinco décadas sin conocer el papel que jugó el Comité de Cineastas de América Latina en estos proyectos fundadores. Sin ese movimiento hoy no estaríamos donde estamos. No tendríamos ese sentido de identidad.

Hablamos de un movimiento tan potente que creó una institución como la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, la cual es resultado del Festival y del Comité. Hablamos de un movimiento que sensibilizó a los jefes de estados de América Latina cuando en una cumbre aprobaron un proyecto como el de Ibermedia, al que hoy en día el cine latinoamericano le debe tanto, pues ha podido avalar muchas películas, gracias a la colaboración entre los países del continente.

Asimismo el Festival debe tener una consecuencia con los nuevos tiempos, con las nuevas realidades a las cuales deberá enfrentarse. Y esa es la mirada que queremos darle a un evento que es cuerpo vivo y pensante, y que se va replanteando en función de nuevas metas y retos, que conoce bien su pasado y que abre puertas al futuro.

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